Nuevo dispositivo “Crianzas respetuosas”. Dialogamos con Mariana Sabattini, a cargo de la Dirección de Niñeces y Adolescencias del Municipio, área de la cual depende el proyecto, y con el equipo interdisciplinario que impulsa y lleva la propuesta adelante
En el mes septiembre de 2022 se dio inicio en la ciudad de Olavarría al dispositivo “Crianzas Respetuosas”, espacio de acompañamiento a familias que se encuentran atravesando medidas de abrigo. Dialogamos con Mariana Sabattini, a cargo de la Dirección de niñeces y adolescencias del Municipio, área de la cual depende el nuevo dispositivo, y con el equipo interdisciplinario que ha impulsado y lleva adelante el proyecto Crianzas Respetuosas: Gabriela Castro, licenciada en psicología, Alejandra Contreras, psicóloga social y Cristina Merlo profesora en filosofía y maestranda en antropología social.
Las medidas de abrigo constituyen medidas excepcionales de protección de derechos implementada desde el Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos de la Niñez ante situaciones de riesgo por vulneración de derechos en niñxs y adolescentes. Implican el alojamiento temporal de lxs niñxs en un lugar de cuidado alternativo a su ámbito familiar hasta tanto se revierta la situación que origina la medida. Para ello se inicia un proceso de revinculación a través del cual desde el Servicio Local, en corresponsabilidad con otras instituciones y espacios, se trabaja con las familias buscando problematizar y modificar la situación.
En abril del corriente año, un equipo de profesionales, con amplias trayectorias de trabajo en áreas municipales y espacios dirigidos a la atención de la niñez y las familias, comenzó a dar forma a un dispositivo que tiene como objetivo central acompañar a las familias en su tránsito por los procesos de revinculación con sus hijxs. A través de la modalidad de talleres y una dinámica de trabajo grupal, comenzó a funcionar el primer ciclo con gran adherencia y participación de las familias.
“En principio el espacio surge a partir de una necesidad de pensar diferentes estrategias y herramientas a los fines de acompañar a las familias que están siendo ya abordadas en Servicio Local, que ya transcurren por instituciones y algunxs niñxs ya institucionalizados en hogares o en otras dependencias. La idea era pensar mayores herramientas para acompañar a estos grupos familiares”, menciona Mariana Sabattini. “En su momento existían los talleres socioeducativos donde se generaban espacios de intercambio entre las familias, coordinados desde el Servicio Local. Después no se realizaron más y entonces comenzamos a pensar un dispositivo grupal de esas características, destinado a abordar las problemáticas que atraviesan estos grupos familiares”, agrega.
“Tomamos como referencia un trabajo que hizo uno de los técnicos del Servicio Local, Nicolas Mazzochi”, comenta Cristina Merlo, “se trataba de un proyecto que estaba basado en el taller socioeducativo que se llevaba adelante desde el organismo. Entonces el dispositivo surge a partir de la vacancia, de observar esta necesidad de falta de un espacio como este, no solo en cuanto al acompañamiento familiar, sino la necesidad de que sea colectivo. Cuando se trabaja en grupo unx puede correrse de ese lugar de culpa y accionar". A su vez, Cristina enfatiza que quienes les acercan el proyecto preliminar lo hacen pensando en esta necesidad: “No es que desde el Servicio no ven la necesidad o lo que hace falta, es que es tanto el trabajo que tienen que no pueden llevarlo adelante, pero sí hay gente pensando esto y nosotras con nuestra experiencia lo que hicimos fue darle una forma y llevarlo adelante”. “Lo importante, agrega Mariana, fue que no dependiera del Servicio Local y por eso está bajo la órbita de la Dirección de Niñeces, más que nada para no quedar enlazado solo al Servicio por el imaginario que se ha construido en los padres y madres en relación a esta institución. Nos parecía interesante que fuera otro tipo de trabajo, por fuera, en otro espacio y con otra lógica”.
Los talleres socioeducativos eran espacios que funcionaban bajo la órbita del Servicio Local, coordinado por miembros del equipo técnico del organismo. Allí las familias que atravesaban medidas de abrigo se encontraban una vez por semana para trabajar en formato taller distintas temáticas vinculadas a la crianza de lxs niñxs. “Era un espacio que nos servía un montón”, señala Gabriela Castro, y agrega: “porque cuando se toma una medida de abrigo intervienen otras áreas y un montón de dispositivos, pero en cuanto al acompañamiento familiar una propuesta grupal es algo distinto, las personas no se acercan de la misma manera al Servicio Local que a estos espacios, entonces la idea es dar lugar a que aparezcan un montón de cuestiones que es interesante poder trabajar”.
Las familias comienzan a participar del espacio “Crianzas Respetuosas” por derivaciones del Servicio Local. Las profesionales del equipo sostienen que al menos en estos primeros ciclos de encuentros va a ser así. Se trata de familias con las que el Servicio Local ya se encuentra trabajando y desde allí se evalúa la necesidad de que asistan a los talleres. “El equipo del dispositivo coordina una primera entrevista con lxs miembrxs familiares que ingresan al espacio donde les cuentan las características del taller, cómo se va a trabajar y evalúan si están en condiciones de participar de un espacio que es grupal y que tiene características particulares”, señala Mariana. Cada taller funciona por ciclos cerrados, es decir, con un grupo de familias que comienza y culmina el ciclo de manera conjunta, sin nuevos ingresos en el transcurso. Los ciclos tienen una duración de nueve encuentros semanales con una periodicidad de una vez por semana los días miércoles por la tarde.
Más allá que las familias asistan al espacio por derivación del Servicio Local, la participación y adherencia ha sido muy buena. Alejandra Contreras señala que se trata de un proceso donde, a veces, las familias llegan más reticentes a la entrevista inicial: “Allí se da un intercambio para saber cómo llegan las personas, cuál es su trayectoria previa, su recorrido institucional, sus expectativas. Tratamos de explicarles en qué consisten los talleres, cuál es nuestra posición frente a estas problemáticas, que lejos de juzgar buscamos mostrarles que esto es un intercambio, que las maternidades y las crianzas son cuestiones que nos atraviesa a todas. Buscamos corrernos de un lugar de poseedoras del saber y mucho mas de marcarles la falta”. Menciona que los talleres se basan en ejes temáticos que apuntan, sobre todo, a atender las problemáticas y temas que traen las familias: “Observamos qué surge del grupo, cómo se conforma ese grupo, porque en base a eso se preparan las actividades y propuestas del taller. Siempre se trabaja con el emergente que va surgiendo en función de la particularidad de cada grupo”.
Todos los talleres tienen una temática determinada, teniendo siempre en cuenta la dimensión de la diversidad y la perspectiva de género. “Están basados en el cuidado y la afectividad como eje transversal y hay claramente un eje de la ESI muy presente” señala Cristina Merlo. “Trabajamos el tema del encuentro, primero entre las personas, porque son personas que no se conocen, que si bien comparten una problemática común, es la primera vez que socializan de esta manera su experiencia. Luego, lo que se intenta hacer es propiciar un acercamiento con las niñeces y adolescencias que están en los hogares, en algunos casos, y en otros, en casa de algún pariente o referente afectivo”. Gabriela agrega: “primero buscamos que se conozcan para ir creando un clima de confianza. Si bien no es la idea que hablen de su historia personal, las personas vienen con ella. No es un grupo terapéutico, más allá de que son necesarios porque, claramente, salen las experiencias personales en los encuentros, pero lo que buscamos es trabajar temas como los límites, que es el gran tema, el tema de los hábitos, que está muy unido a eso, por ejemplo”.
Cristina señala que para correrse de un lugar de juzgamiento de las situaciones con las cuales trabajan también se reconocen como madres y cuidadoras, recuperando sus experiencias en la dinámica de los encuentros: “Nosotras también nos reconocemos como ejerciendo este cuidado y a veces nos quedamos como por detrás de eso, porque no hay escuelas para madres, padres o cuidadores. Siempre estamos ahí trabajando con el emergente que surge y trabajamos con lo que sabemos, pero también con lo que traen estas personas”. Alejandra menciona que otros de los temas que se trabajan en los encuentros tienen que ver con la comunicación en la familia, la diversidad familiar, la igualdad, los roles de género. En principio ver cómo les interpela a las personas pero también como pueden traspolar todo lo que se llevan de los talleres hacia las crianzas, que es un doble ejercicio que intentamos hacer. La salud y el cuidado del cuerpo son otro de los temas que ya hemos planteado en los talleres y que incomodan un poco, como es el tema del aborto, por ejemplo, muy relacionado con las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) y con los métodos anticonceptivos. No solo por el cuidado del propio cuerpo, en términos de cómo se relacionan con sus parejas o con sus compañerxs, sino también cómo esa información se la pueden bajar y acompañar a lxs niñxs. Entonces la intención es esta, que la persona pueda interpelarse y trasladar lo que se lleva del taller a la crianza
Como sostienen las profesionales, el espacio es una construcción colectiva, se trabajan los temas ya mencionados pero también lo que va surgiendo y lo que van problematizando las familias: “Una de las cosas que más buscamos es que se pueda problematizar lo que nosotras traemos a los talleres. Nosotras no trabajamos conceptos, trabajamos sobre lo que les está pasando al momento de criar y acompañar las crianzas. Y eso es lo hace que pautemos entrevistas antes de que ingresen y la posibilidad de que puedan tener otras en el transcurso de los talleres por algunas cuestiones particulares que demanden”, sostiene Gabriela. “También es muy interesante el intercambio entre ellxs, las construcciones que surgen de su propio intercambio. El ‘darse cuenta’, no hay ninguna de las personas que haya pasado por acá que no haya dicho, ‘yo de eso no me daba cuenta’, porque lo escuchó de otra persona. Eso a veces en lo individual no se logra, se necesita lo grupal. Es el encontrarse con un otro que tal vez está pasando por situaciones similares donde surgen cuestiones muy enriquecedoras”, agrega.
A los talleres asisten igual cantidad de varones que de mujeres, ya que se busca la participación no sólo de quien/es está/n a cargo de la crianza de lxs niñxs, sino también de quienes participan no tan directamente de ello, o no participan. Mariana señala: “Hemos tenido reuniones con el Servicio para poder intercambiar información sobre lo que venimos trabajando y, en este marco, surgió de las chicas del equipo que a la hora de convocar a las familias no se convoque sólo a un referente, sino a los dos ¿Por qué convocar solo al referente que tiene a cargo a esx niñx en ese momento? ¿Por qué no convocar también, sobre todo, a quien no está participando activamente de la crianza? Porque así se sigue sobrecargando a quien sí lo hace, observando cómo lo hace, y no a quién se ha corrido”.
En relación a ello, en un segundo ciclo se proyecta convocar a quienes no fueron convocadxs a este primero, ya que sucede que, a veces, no se puede convocar a los dos juntxs en los casos de progenitores que, por ejemplo, están separados incluso con medidas de restricción. “Se trata de entender la crianza como una tarea compartida, si bien hay alguien que se está haciendo cargo del cuidado directo, hay un otro que también tiene que ser interpelado”, sostiene Mariana.
Gabriela señala que el desafío o la proyección a futuro es ahondar en los talleres debido a una demanda de las familias de mayor profundidad en las temáticas que se abordan. “Hay personas que se están preguntando ‘¿y después qué vamos a hacer los miércoles?’, comenta. “Los talleres ayudan a abrir ventanas pero no podemos profundizar, ahora nos quedan dos encuentros más y ya terminamos el primer ciclo, no nos dan los tiempos para profundizar. Si bien tratamos de trabajar un poco desde lo terapéutico porque, como dijimos, las personas traen su historia, no se profundiza en eso. Nosotras venimos trabajando con esta modalidad de talleres desde otros dispositivos, siempre pensándolos como algo previo a algo más terapéutico. En los talleres se problematizan ciertas cuestiones para después desarrollarlas en un grupo terapéutico. Acá hemos tratado de mechar un poco las dos cosas pero tenemos un tiempo bastante acotado en el que no podemos las dos cosas”.
Cristina menciona: “En este sentido, obviamente hablamos de la vulneración en lxs niñxs, y al hablar de eso se encuentran ellos mismos vulnerados en su historia y pueden, a partir de eso, ver lo que han generado y hasta lo que no quieren generar en sus hijxs. Pero no es sin pasar por la propia historia y repensarse. A veces en la entrevista inicial una de las cosas que buscamos es poder ver lo que sucede, algo que aparece más desde lo discursivo, pero luego en el proceso se puede trabajar a partir del intercambio, es decir, hacerlo carne, internalizarlo, reconocerlo, porque se trata de algo que no se reconoce, muchas veces, por estar naturalizado”. En relación a ello Alejandra señala: “La verdad es que acá obviamente llegan muchas veces enojadxs: ‘en el Servicio Local están locos, no me van a enseñar ustedes como tengo que ser mamá o papá’; ‘me tiene re podrido’, y en esa primera entrevista ya se van de otro modo”. Hay una apropiación, luego, del espacio y una participación que reclama el encuentro y la socialización con otrxs que atraviesan la misma situación.