Equidad: Infancias y Adolescencias

Equidad

En diálogo con Carolina Pelliccioni y Andrea Catanzaro, directora y coordinadora del Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de Olavarría, nos relatan su experiencia a cargo del organismo en el contexto de pandemia.

fotoservicio1Escuelas, jardines, Centros de Día y diversos espacios de abordaje e implementación de políticas destinadas a la niñez cerraron sus puertas durante el año 2020 producto de las medidas sanitarias dispuestas a nivel nacional. La virtualidad se volvió herramienta imprescindible y, pese al distanciamiento social implementado, diversas estrategias fueron diseñadas para sostener los vínculos entre el Estado y la sociedad civil y amortiguar la crisis socioeconómica desatada. Así, los organismos de protección de derechos de niñas, niños y adolescentes se tornaron centrales en un contexto que, paradójicamente, les pedía mantener sus puertas abiertas cada día ante las demandas y solicitudes recibidas.

¿Cuáles son las tareas que desarrollan cotidianamente en el Servicio Local?

Nosotros trabajamos para revertir cuestiones de vulneración de derechos. Nos ocupamos tanto de la detección como de generar programas que tiendan a reparar esos derechos vulnerados. Obviamente, lo que es promoción de derechos es algo que también nos compete, pero lo real es que no tenemos un área específica para la promoción. Sí hemos hecho actividades de promoción de la línea de emergencia, por ejemplo, o por ahí alguna cuestión puntual. De todos modos, es una línea de trabajo que se viene pensando para poder trabajar, más que nada, lo que es prevención. 

 Lo que sucede también es que nuestra cotidianidad de trabajo es tan arrasadora que lo que podamos hacer en cuanto a prevención y promoción queda un poco relegado siempre. Eso no quita entender que, igualmente, es lo que se necesita, porque hoy por hoy la realidad es que falta trabajar en esa pata para que se pueda calmar un poco la situación que tenemos. Lo entendemos como un desafío de acá a adelante. 

 ¿Cómo se vio afectado el organismo en el contexto de aislamiento? ¿Qué prácticas o rutinas se vieron afectadas?

Fue muy dinámico, durante el 2020 acompañando las etapas de las medidas sanitarias. En un principio, cuando no se sabía bien que iba a pasar, éramos nosotras dos y un grupo muy reducido quienes veníamos todos los días a sostener presencialmente la emergencia. Sostuvimos todos nuestros grupos y nuestras reuniones. Nosotros tenemos reuniones semanales dentro de las áreas del Servicio (1): las reuniones del área de emergencia, del área de abordaje, del área de medidas de abrigo, las mesas con educación (2). Y la llegada a la familia también fue a través de WhatsApp, videollamadas, todo lo que se pudo y también lo que las familias tenían a su alcance. Luego, cuando han sido casos de urgencia hemos hecho visitas domiciliarias, obviamente con los recaudos necesarios.

Somos un Servicio Local que siempre atendió la emergencia. Al principio estuvimos separados por burbujas, primero eran tres burbujas, después reducimos a dos, hasta que ya en marzo de este año logramos la presencialidad total. Fue difícil el funcionamiento, fue todo el tiempo pensar qué podíamos hacer, porque nos llegaban situaciones que, al no haber presencialidad en las instituciones, en el día a día de los pibes (3), obviamente para cuando nosotros nos enteramos de alguna situación, era una situación ya grave, explotada. Nos llegaba cuando había un ingreso al hospital o porque intervenía la policía. No había intervenciones intermedias, no había una institución que nos pudiera decir “mirá, ojo”, una pauta de alarma previa, no la tuvimos. Entonces fueron siempre casos de emergencia, estábamos todo el tiempo en estado de alerta.

Al principio habíamos reforzado la guardia, con dos guardias en simultáneo, porque decíamos “esto va a explotar”, y después decíamos “¿qué pasa que no llaman?”. Y claro, era esto, que no había forma de detectar. Era una plancha tremenda al principio y después empezaron a aparecer algunas situaciones. Igual se trabajó un montón el año pasado, nunca se bajó el nivel de intervenciones. Con respecto a 2019, e incluso 2018, es muy equilibrado el nivel de intervención, y a septiembre de este año ya vamos superando el nivel de intervención que veníamos sosteniendo en todo un año. Hoy el impacto de volver a la escuela, a las instituciones, se expresa en esos números de intervenciones. Es terrible la explosión de casos, porque ahora los chicos pueden expresarse, el pibe te dice “seño me pasa tal cosa”.

Y las intervenciones en casos de emergencia, que fueron los casos que más abordaron, ¿implicaron adoptar medidas de abrigo? 

Medidas de abrigo no se tomaron prácticamente, fue el año con menos medidas de abrigo tomadas. Se intentó hacer lo que hacemos siempre, que es sostener con familia ampliada o con refuerzo en la familia. De todos modos, el impacto postpandemia lo estamos viendo ahora recién. El año pasado nosotros podíamos estar interviniendo en una situación pero no teníamos, por ejemplo, la posibilidad de poner una AT (acompañante terapéutico) en el domicilio, como tenemos en algunas situaciones. No teníamos el vínculo con la escuela tampoco. Entonces se nos escapaba mucha información de las familias y tomar una medida de abrigo suponiendo cosas… no.

Tenés que tener datos concretos, tenés que tener trabajo concreto para decir que una familia no puede seguir sosteniendo una situación. Después, las estrategias con la familia eran una especie de enunciados, porque ¿qué ibas a poder trabajar en ese contexto? Entonces era medio tramposo tomar una medida de abrigo. De todos modos, en nuestros casos hubo muchas situaciones de emergencia que se pudieron resolver con la familia, a diferencia de este año que hemos tomado los abrigos que no se tomaron en todo el año pasado. Es impresionante la explosión, el impacto postpandemia, realmente. 

 ¿Qué estrategias fueron diseñadas para sostener el trabajo diario?

Las estrategias implicaron empezar a usar videollamadas, WhatsApp, todo lo que te imagines que implique virtualidad. Fue mucho estrés… ir y volver, ir y volver, cuando queríamos abrir un poco más y volver acá al Servicio, otra vez las restricciones. Y nuestro pedido siempre fue “queremos volver” porque para todos fue muy difícil sostener desde sus casas. 

Nuestro drive que prácticamente no lo usábamos acá, de repente pasó a ser nuestro único canal de comunicación. Todo se subía al drive y todos tenían el acceso. Entonces, si había que imprimir el informe que había hecho el compañero ayer, Caro tenía que venir en algún momento de la noche a firmarlo para que al otro día, cuando viniera el otro equipo ya lo tuviera. 

Si nos tenemos que preguntar qué cosas nos dejó la pandemia, tiene que ver con esto, la fortaleza que tenemos como equipo. Y lo que siempre nos destaca el REUNA (4) de nuestro sistema, que tiene que ver con que nosotros siempre cargamos todo, en tiempo y forma. En relación a eso, con la pandemia se intensificó la carga aún más: las actas telefónicas, cuando hablás con las familias por whats app, por videollamada, todo, porque el REUNA era lo único que teníamos disponible en nuestras casas. Tenemos que cargar todo porque es la única herramienta que tiene el compañero, cuando está de guardia, para conocer la situación y saber qué se hizo. Te llame quien te llame, tenés para dar cuenta ese registro, es nuestra base y la usamos un montón. 

 Más allá de las situaciones de emergencia, ¿hubo aumento o disminución de casos? ¿Tuvieron que redefinir las problemáticas a atender en este contexto?servicio

Denuncias hubo siempre. No teníamos las denuncias de la docente del equipo orientador de las instituciones educativas o del Centro de Día, pero la denuncia por situación de violencia sí. Incluso notamos que la gente denunciaba mucho. A nosotros nos llamaban por lo que se te ocurra, por régimen de comunicación incluso. Y ahí teníamos que explicar que no intervenimos en esas situaciones.  

Situaciones de abuso hubo un montón, de violencia también hubo un montón. Muchas son denuncias que tienen que ver con régimen de comunicación, pero que al empezar a indagar, un vecino aporta alguna información sobre violencia hacia el niño, entonces siempre llega acá. Nunca es la denuncia simple y llana, sino que hay información sobre determinado niño que implica intervención nuestra. Durante el aislamiento hubo muchísimo de esas situaciones. 

 ¿Les solicitaban intervenciones desde otras instituciones, sobre todo desde las escuelas ante la no presencialidad y la imposibilidad de acceder a niños y familias? 

Hubo bastante silenciamiento. Desde educación, después de vacaciones de invierno empezaron a presentar situaciones. Al principio las docentes no podían salir y después cuando empezaron a entregar los bolsones de alimentos (5), ahí empezaron a tener algún contacto con las familias y a visualizar algunas situaciones. Teníamos más que nada intercambios con ellas y los equipos de orientación. El contacto era muy escaso, entonces era muy difícil evaluar la situación. Yo creo que recién hoy por hoy podemos ver en perspectiva lo que pasó. 

Y la vuelta a las escuelas también fue todo un tema. Para las familias que antes de la pandemia difícilmente cumplían con la rutina de llevar a sus hijos a la escuela, esto hizo que fuera aún más complicado instalar de nuevo el hábito. Y otras familias que siempre fueron muy rígidas con la asistencia a la escuela, de golpe les asaltó el temor o la inseguridad por el Covid y decidieron no mandarlos más, incluso después del retorno. Esas situaciones fueron de las problemáticas más recurrentes al principio de este año, cuando volvimos a la presencialidad. Hubo mucha resistencia de algunas familias a volver a la escuela y mucha demanda desde educación hacia nosotros para que intervengamos ante estas situaciones. Y nosotros ahí tuvimos que tener una cintura para convocar de nuevo a las escuelas y decir “esto es netamente tarea de educación”. Si con algunas familias ya estamos interviniendo y hay un trabajo previo del equipo, es decir, hay otra problemática de por medio, ahí sí, pero primero desde la escuela se tiene que agotar el acercamiento voluntario, volver a convocar a la familia. 

 En este sentido ¿Vieron fortalecido o, por el contrario, disminuido el trabajo en corresponsabilidad durante este contexto?

Fortalecido. Las Mesas de Educación siempre se llevaron adelante virtualmente, y en cuanto se pudo, de manera presencial. Con poder judicial estuvimos en permanente contacto siempre. Nos hemos comunicado en todo momento, a cualquier hora. Hemos trabajado en algunos casos críticos en mesas de corresponsabilidad para ver cómo abordarlos, con Defensoría, Asesoría de Menores, Fiscalía, Juzgado de Familia. Y ahora estamos llevando adelante las Mesas Territoriales con educación. Se invita a la mesa a distintos actores: sociedades de fomento, salas de atención de la salud, se convoca también a las iglesias y participan otros actores municipales, como  Defensa del Consumidor por ejemplo. Son mesas abiertas a la comunidad.

Cuando te dicen “vamos a acercamos al barrio”, sabemos la representación que el barrio tiene del Servicio, entonces decimos “nos van a cuestionar, nos van a criticar" y la realidad es que no, todas las veces que hemos participado lo que surge son demandas concretas. Tiene que ver más que nada con el reconocimiento de cuál es la intervención que hacemos. Por ahí no fue el objetivo inicial de nuestra participación en las mesas, pero tiene un costado más de acercamiento a la comunidad para que sepan qué es lo que hacemos.

Y más aún en el imaginario de la familia, del referente, del que está en el territorio, está esa idea tergiversada de lo que es el Servicio Local. Entonces, ponerle palabras a esa idea es un poco la tarea. Cuando nos dicen, en relación a un caso de consumo de un adolescente, “¿y por qué no lo meten preso?”, explicarles cual es el trabajo que hay que hacer. Persiste todavía esa mirada, nos encontramos con frases fuertes y además muy arraigadas en el control. 

Hay tensiones en estas mesas que tienen que ver con pensar estrategias de intervención territoriales. En realidad en todos los barrios hay propuestas para los pibes o para las familias, pero a veces cuesta dimensionar que se trata de una propuesta con una connotación preventiva. Entonces en todos lados te piden que venga un programa específico que saque a los pibes del consumo, y ahí la tarea es ayudar a pensar que en realidad lo que ya hay en el barrio tiene esa finalidad. Lo que pasa es que a veces se está pensando que esos espacios son sólo para que los nenes tomen la leche o para que vayan a jugar. Es entender que esos espacios y esos recursos en el territorio ya tienen un trabajo desarrollado y entonces lo que nosotros podemos hacer es ayudar a pensar acciones concretas, ver qué armado podemos hacer con los recursos y las posibilidades que existen. 

Por ejemplo, ante una solicitud de una docente en una de estas mesas tuvimos que decir que eso, en realidad, era para que lo hable con la médica de la sala de salud del barrio. Entonces a raíz de esa aclaración, ante una situación similar, la próxima vez, van a la sala de salud. Y eso también ayuda a aceitar protocolos, a definir qué es una situación de gravedad y qué no. 

También se abrió otra mesa que está funcionando muy bien que es la de consumos problemáticos. La empezamos a hacer con el CPA (6) cada quince días y ahora sumamos una vez al mes la convocatoria a Red Puentes (7) y Vientos de Libertad (8). También convocamos al área de Salud Mental del hospital y se sumó la Dirección de Políticas de Género. 

juego2¿En qué aspectos consideran que se profundizaron las problemáticas con las cuales trabajan?Lo que vimos profundizadas fundamentalmente fueron las problemáticas de consumo y violencia. También casos de abuso, hemos tenido semanas con más casos que otras, pero en promedio doce situaciones de abuso por semana, aunque hemos tenido semanas con cuatro o cinco. Eso sí, no ponemos de excusa la pandemia, ya veníamos teniendo un aumento de estos casos desde antes de la pandemia, lo que sí, ayudó a visibilizar. Pero hoy recién estamos viendo el impacto en cuanto al consumo y también en problemáticas de salud mental. 

Incluso hicimos un nuevo protocolo con el área de salud mental y de educación por este resurgimiento de relatos de los nenes y de los jóvenes en las escuelas. Tuvimos que armar otros protocolos porque los pibes se expresan, en las escuelas y se expresan en las redes también.  Todo el tiempo hay un ajuste con los protocolos, vamos adecuándonos a medida que se va modificando el contexto. Estos protocolos, relativamente nuevos, no están instalados en las escuelas, a medida que transcurren las situaciones se van instalando. Inspección baja los protocolos a las escuelas, pero la realidad es que nuestra guardia termina siendo soporte siempre. Las personas que nos llaman de las instituciones nos preguntan a nosotros cómo tienen que intervenir en situaciones donde deben acudir a sus protocolos internos. 

Nos pasa mucho con educación y también en el hospital, donde terminamos actuando de primera mano. Es volver a las bases, entender que hay cosas que no cambiaron nunca, intervenir a partir de un protocolo en educación, por ejemplo, no cambió nunca; hay una responsabilidad que continúa y que no depende de nosotros. No tenemos autoridad para decir si un agente educativo o de salud tiene que denunciar o no una situación, porque no conocemos el caso y no somos la ley. 

 ¿Cómo visualizan el recrudecimiento de la desigualdad social a nivel local y específicamente en relación a las problemáticas que el organismo aborda?

Al principio de la pandemia estuvimos atendiendo muchísimos llamados sobre temas del área de Desarrollo Social. Advertimos mucha necesidad de reforzar lo que tiene que ver con la alimentación y las cuestiones habitacionales. En la mayoría de los casos en los que tuvimos que intervenir, el pedido fue por situaciones de alimentos, colchones, ropa de abrigo, agua, subsidios. 

Hemos tenido conocimiento recién ahora de familias que han sido muy arrasadas por la crisis. El año pasado entre educación y Desarrollo Social, que otorgaban alimentos secos a las familias, había posibilidad de una ayuda concreta, pero no se pudo medir mucho el impacto. Sí vemos que hubo situaciones de mayor necesidad, por ejemplo, con la cuestión de los desalojos que el año pasado no se hicieron por un decreto y que ahora ya empezaron a salir otra vez, entonces ahí empezamos a visualizar el impacto. 

 ¿Qué balance pueden hacer de este último tiempo?

Hubo aspectos que se vieron muy fortalecidos. Dentro de la Subsecretaría (9) todos los viernes nos juntábamos con la directora de Políticas de Género, de Discapacidad, con otras áreas. Durante la pandemia pudimos sostener esas reuniones. También sostuvimos las reuniones con los hogares convivenciales, nuestras reuniones internas, incluso se sumaron otras reuniones con operadores, con los chicos de seguimiento. 

También sostuvimos la mesa con Dirección de Políticas de Género, donde se trabajan las situaciones de violencia que nos llegan por denuncias. Entonces en estas mesas hacemos la lectura de todo y lo que consideramos que es para que, en principio, se trabaje en Género, se traslada a ese espacio. Se acuerda quién interviene primero y si se evalúa que hay situaciones de vulneración de derechos de los niños vuelven a pedir nuestra intervención. Con estas mesas empezamos a principio del año pasado, antes de la pandemia, luego la sostuvimos virtualmente y ahora volvimos a hacerlas presenciales. La verdad que es un espacio que ordenó mucho, porque este trabajo conjunto venía pensándose con mucho hilo en el carretel hasta que se logró concretar. Era una mesa muy pedida por nosotros, porque veíamos que estábamos interviniendo con cuestiones que no nos correspondían. Estábamos haciendo escuchas de niños que no tendrían que haber estado acá. 

Lo que nosotros entendemos es que, en principio, debe hacerse una lectura de la denuncia y donde hay situaciones de violencia entre adultos la primera intervención debe hacerse desde la Dirección de Género. Si luego de esa intervención consideran que hay que habilitar una escucha a un niño, por supuesto que intervenimos. Claro que están estas concepciones o formas de intervención y abordajes dispares, porque venimos de mundos distintos en cada área. Pero que a nosotros nos llegue una denuncia donde ya hay un niño expuesto, nos obliga a intervenir, aunque sea para hacer una evaluación. En Género tienen una concepción distinta, al trabajar con la mujer se pondera el respeto a su voluntad y entonces si la mujer no llega, no llega. 

Hay que poder pensar no solo a la mujer en lo que es violencia de género, pensar cómo abordar a nivel familiar. Lo que nos pasa en estos casos es que hay mujeres que pueden desvincularse del agresor, pero ese agresor muchas veces es el papá de los niños, por ende terminan teniendo una relación perdurable. Entonces vemos que no sólo se debe trabajar con la mujer. Porque, además, no es la única responsable de los niños, esto también nos cuesta pensar, porque a los nenes únicamente los pensamos con las mamás. En lo discursivo nos reivindicamos con las cuestiones de género, pero después en la práctica cuando decimos que los nenes se quedan con el padre es como que estamos tirándolos al vacío. Pero si cuando escuchamos a los niños acá no relatan situaciones de violencia cuando están con el padre, a lo mejor ese vínculo sí funciona; tenemos que considerar la opción. 

Cuando una mujer va a un refugio, automáticamente va con los hijos, pero ¿por qué estamos dejando que el niño este ahí cuando por ahí no corre riesgo? Ni siquiera podemos decir que la primer mirada es la mujer junto a los niños, porque ni siquiera hay una mirada de la situación, es una acción automática. Pareciera no haber opción, el niño va atrás de la madre. Ojo que en el rol de madre también me traigo a mis hijos conmigo, pero si hay un padre, o una abuela o una tía, veamos esa opción. Y también pensar lo que implica que un niño este en un refugio, donde hay otras familias con situaciones de vulneración y de violencia. No es algo liviano tomar esa decisión. Son cuestiones que por suerte las estamos pensando en conjunto y esto es lo rescatable de este contexto, lo que ayudó a ver y en consecuencia a accionar.

Notas:

(1) A partir del año 2019 el Servicio Local reconfiguró sus áreas al interior del organismo. Así, está constituido por las áreas de emergencia, abordaje, seguimiento y abrigos. Esta última corresponde al equipo técnico encargado de implementar y abordar las denominadas medidas de abrigo – medidas excepcionales de protección de derechos, reglamentadas en el artículo 35 de la Ley 13.298 de Promoción y Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.

(2) Las mesas de educación constituyen encuentros semanales entre representante del Servicio Local y de las diversas escuelas de la ciudad.

(3) Las alusiones al genérico masculino responden a la decisión de respetar el discurso coloquial, enmarcado en la oralidad de la entrevista.  

(4) El Registro Estadístico Unificado de Niñez y Adolescencia (REUNA) constituye un sistema integrado de registro, almacenamiento y procesamiento de información de niñxs y adolescentes destinatarios de intervenciones estatales, descentralizado en los municipios. Contiene un legajo digital de cada niñx, único para todo el territorio provincial, y en el cual constan sus datos personales y las intervenciones realizadas desde los Servicios Zonales y Locales de Promoción y Protección de Derechos, lo que permite acceder rápidamente a la historia de vida de cada uno de ellos. El artículo 16 de la Ley 13.298 reglamenta su implementación.

(5) Cuando inició el aislamiento social preventivo y obligatorio, en marzo de 2020, la mercadería destinada a los comedores escolares que llegaban a las instituciones de educación pública de nivel primario y secundario, era agrupada en bolsones por cantidad de matrícula y distribuida a las familias de cada institución educativa. 

(6) Centro Provincial de Atención de las Adicciones. Organismo dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

(7) En noviembre de 2020 la SEDRONAR inauguró la casa comunitaria Red Puentes en Olavarría gestada como proyecto comunitario a partir de diversas problemáticas que se presentan en los barrios. Si bien el objetivo es el abordaje de problemáticas de consumo en el territorio, junto a organizaciones sociales y los distintos niveles del Estado, se incluyen además problemáticas en relación a temas de salud, educación, desarrollo social, seguridad y justicia, entre otros. 

(8) Vientos de Libertad constituye una rama de la organización social MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos) que se ocupa del abordaje integral de problemáticas de consumo. En este sentido, desde los centros barriales de la organización también se trabaja con otras problemáticas – salud, educación, justicia – que incluyen a niñxs, adolescentes, jóvenes y a sus familias. 

(9) El Servicio Local se encuentra bajo la órbita de la Subsecretaría de Derechos, Igualdad y Oportunidades del ejecutivo municipal.

 Foto: integrantes del Servicio Local de Olavarría 

 Foto ilustrativa:UNICEF