Intersecciones en Comunicación
entrevista Rolleri
Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515-2332 (versión impresa)
ISSN 2250-4184 (versión On-line)
Intersecciones en Comunicación. n.4 Olavarría ene./dic. 2010: Pag. 229-245
La repregunta por el arte. Reflexiones desde la estética y la comunicación
Entrevista a Marta Zatonyi
María Soledad Rolleri. Licenciada en Comunicación Social con orientación en Mediá- tica. Grupo de Investigación Ecco (Estudios en Cultura y Comunicación en Olavarría) Facultad de Cien- cias Sociales (FACSO) Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Marta Zátonyi es Licenciada en Filología neolatina y finugor (Eötvös Lóránd Tudományos Egyetem, Budapest) y Doctora en Estética (La Sorbona, París).
Fue titular en la UBA, entre 1986 y 2005, de la Cátedra de Estética (en las carreras de Arquitectura, Diseño Gráfico, Imagen y Sonido e Indumentaria y Textil). Es profesora titular de Introducción a la Historia e Historia del Diseño Gráfico (FADU-UNL) desde 1995; directora del módulo de Filosofía, Estética y Crítica de Arte y Antropología y Sociología del Arte, en Licenciatura en Arte, desde 1999, Educación a Distancia, FADU-UNL; profesora visitante, a partir de 2005, en la Escuela Internacional del Cine y TV, San Antonio de los Baños, Cuba. Integrante de la Comisión de Doctorado, FADU-UBA. Investigadora y directora de proyectos de investigación en la UNL y en la UBA. Posee la categoría I como investigadora y es evaluadora nacional. Dicta seminarios de posgrado, maestría y doctorado, en el país y en el extranjero. Profesora invitada en universidades nacionales e internacionales.
Autora de varios libros: El latir de la palabra, Sobre la no figuración ( 2009); La mirada del arte desde la filosofía (2008); Arte y Creación/Caminos de la Estética (2007); Gozar el arte, gozar la arquitectura (2006); Sobre preguntas y sobre respuestas (2000); Aportes a la Estética (1998) Teoría y Análisis, arquitectura y diseño (1997); Una Estética, Arquitectura y diseño, teoría y análisis (1989) y de varias compilaciones como por ejemplo ¿Realidad virtual? (2002), Voces sobre Kieslowski (2000) escribe artículos y ensayos para publicaciones especializadas. Participa como conferencista en jornadas y congresos en el país y en el extranjero.
Fundadora (1981) y titular de ETHOS, Estudio de Historia del Arte, Estética y Ética.
Actualmente, la comunicación puede considerarse terreno de cruce de muchas de las preguntas por el arte. En el marco de una creciente hipermediatización que redefine circuitos artísticos a través del consumo, de la posibilidad de la apropiación tecnológica de la obra por parte de los sujetos, y de nuevas modalidades de producción de las mismas como parte de una configuración cultural transformada respecto de los criterios modernistas, la pregunta por el arte adquiere nuevos matices.
Por lo tanto, resulta imprescindible poner el foco en una obra desmaterializada para empezar a pensarla como construcción menos presa del objeto y más atenta al recorrido y a la reinterpretación que de ella hacen los sujetos a través de las nuevas tecnologías de la comunicación. Compartiendo el objeto de estudio con el campo de la comunicación pero con una mirada más específica -la Estética-, Marta Zatonyi señala algunos de los puntos de contacto cuando establece que “la interacción entre el sentir, el percibir y el saber del sujeto, permite abrir mundos, profundizar la relación con el arte ya conocido, mirar hacia el arte del otro, reconocerlo e interpretarlo, intentar entender el universo simbólico de la creación artística, valorarlo y gozar de él”. Sus palabras dejan –una vez más, y afortunadamente- abierto el interrogante.
Marta, teniendo en cuenta nuestro ámbito de cruce, que conjuga el arte y la comunicación, ¿cómo considerás la relación entre el arte, los medios y el mercado? ¿Cuál es para vos la dimensión política de la producción artística hoy, en un contexto cultural signado por las leyes del mercado?
No es el momento de definir el arte, no convoca los otros dos puntos del triángulo que vos planteás. No obstante, estos dos puntos a su vez repercuten sobre la realidad del arte, sobre la producción de arte. Y podríamos mencionar dos fenómenos que están presentes, que tendríamos que darnos cuenta de que existen, pero no queremos darnos cuenta. Es decir, darles rango de Arte. Hablo sobre el diseño, otorgar “condición de arte” al diseño, al gráfico, al industrial, lo que curiosamente tenía por raíz las llamadas artes vulgares en la Edad Media. Pero la cuestión es que esa es una posibilidad, el mismo diseño podría adquirir un rango independientemente de las definiciones del mercado del arte. Las comunicaciones tampoco, porque uno usa diseño industrial y ni siquiera se da cuenta de que es un arte. Pero habría que proporcionar una educación sobre este fenómeno, y es un aspecto. A lo que te referís concretamente, al mercado del arte, eso de acuerdo a lo cual hoy una obra está a un millón de dólares y mañana a 500 mil, y pasado tres veces más… se puede trazar una historia de las voces que definieron el arte a lo largo de la historia: por ejemplo una vez era el Rey, el Papa, otra vez el Capital. Durante mucho tiempo fue la palabra, quien tenía la palabra era el que definía el arte: el crítico de arte, el esteta, el historiador ciertamente. Después aparece el marchand. Actualmente estamos entre el marchand y el gran consumidor, el gran coleccionista. Yo particularmente no tengo relación con el mercado del arte pero no es casualidad: siempre me mantuve al margen porque no me interesa. Pero me inquieta. Es una dura realidad porque expresamente va en contra de la calidad y la configuración de una nueva propuesta, y me duele. Veo que la única manera es enfrentar eso y no depender de un gran comprador, supongamos, en Frankfurt. Pero tendríamos que ver también qué es lo que aporta la globalización en cuanto a la condición del arte y a las comunicaciones. Tendríamos que ver también que no habría que acotarse hacia donde la tradición recorta acerca del arte, como por ejemplo las “disciplinas” pintura, escultura, etc. Puede haber otras expresiones, como pueden ser por ejemplo, “tatuajes” de calidad artística, que pueden ser hermosísimos. Otro ejemplo es el teatro de títeres, dado en otro lugar, en otras condiciones. Existe todo un cúmulo de expresiones artísticas que no fueron favorecidas por la Historia del Arte que se origina en el epicentro. Allí no están presentes. Los medios, que podrían ayudar mucho, con un lúcido y muy respetable conocimiento, a abrir este recorte antiguo de Bellas Artes, ya apoyando a las manifestaciones técnicamente nuevas, por ejemplo todo lo que se desarrolla a partir de lo digital, o a las que vienen del mundo del Otro … Pues entonces habría que reformular la palabra Arte, repreguntarnos sobre la palabra y generar una nueva condición para abrirnos a otras expresiones, porque hoy por hoy, la pintura está congelada. En pintura o escultura hay algunas expresiones nuevas de gran nivel artístico pero no mucho, no son los siglos XV, XVII, XIX o incluso la primera mitad del XX. Es un mundo donde hay otras expresiones, habría que ver sobre qué hablamos cuando hablamos de arte.
Bueno, justamente a eso me refería, a que la relación entre medios y mercado es controvertida, en cuanto a que vehiculizan discursos de poder político-económico y la visión que postulan puede llegar a límites bastante sesgados, dejando afuera muchas otras vías de expresión a través de los discursos hegemónicos…
Claro, hay que abrirse a lo nuevo, a lo diferente, el arte del Otro, del contrario, lo que nunca fue visto, al arte que se degradó en el llamado folklórico, al arte que quedó afuera, aquel arte que no cabía dentro del arte urbano. Cuando hablamos sobre arte, estamos hablando -me atrevería a decir de una parte ínfima- de un 10 % de la producción artística de la humanidad, a lo largo de la historia. Fijate: yo puedo preguntar quién conoce la escultura finlandesa, y ni siquiera salgo de Europa. Medianamente caprichosa, azarosa, con esta selección de lo que es considerado arte, generalmente nos empobrecemos. Uno de los factores que como oleadas vienen sobre uno, es Internet. Pero Internet se abre hacia una, si una quiere usarlo, infinitamente, y allá puede encontrarse con cosas realmente sorprendentes. Si no nos abrimos a lo nuevo quedamos encerrados en la definición que acuñó un tal Francisco de Portugal de fines de siglo XVIII, y que nosotros todavía usamos, y a la que seguimos atados: Bellas Artes. Sólo el cine logró entrar porque la retórica se agotó para la segunda mitad del siglo XX. Pero no puede ser que el pasado capture tanto el gusto, la mirada estética, narrativa, taxológica. Tendríamos que poder decidir, y repercutir sobre eso, porque a esta altura sostenernos en esta postura rancia, es ridícula.
Los modos de producción artística están hoy necesariamente ligados a la comunicación y a la hipermediatización. Es decir: tienen que ver con una circulación cultural en contextos extremadamente complejos. En muchos casos, la relación del sujeto con esas prácticas a partir de las condiciones de acceso y de reproductibilidad de la obra, se ha modificado profundamente. ¿De qué manera ves esta relación atendiendo a los términos de “consumo cultural”?
¡Bienvenida sea! Yo me enojo mucho, con este tema. Porque nadie habló del consumo de un oligofrénico rey Habsburgo degenerado, que vaya a saber desde qué punto de su locura y de su perversión se enamoró de la pintura de El Bosco, y llenó su palacio con esas pinturas… ¿Podemos imaginar que esta persona tenía una preparación estética? A ver… No. Sólo consumió. Y qué pasa ahora si la gente, millones y millones, no con la preparación que yo quisiera que tuviesen, -pero en algún lugar hay que empezar-, fijate qué bueno, accede. ¿Por qué duele tanto el consumo justo ahora? ¿Por qué no dolía cuando esos señores feudales y sus amantes eran los protagonistas y consumidores del arte? ¿Por qué ahora duele que haya una habitación más, una heladera más, un libro más del que yo puedo consumir? Yo siempre me compro más libros de los que puedo leer… Pero cuando voy a leer, tengo qué leer! Y como dice Borges, me gusta tener libros que sé que no leí, pero sé que sus espíritus me esperan en los estantes. ¿Podemos pensar que los reyes y los papas leyeron todos sus libros? ¿En las abadías, todo el mundo leyó todo? No, pero allá no se molestó a nadie. ¿Y por qué no nos molestamos cuando se dice que Luis XIV tenía infinitas habitaciones? Obviamente, no somos coherentes. Si uno tiene que definir el consumismo, primero tiene que reconocer que el consumismo genera un cambio cualitativo en el arte, porque el ojo va a ir como los multifocales, va a repercutir sobre la percepción, va a ir formando y va a permitir que el sujeto elija lo que es mejor y lo que es peor. Muchas veces escucho esta terminología, y me pregunto ¿desde dónde condenás a esa gente carente de la “alta cultura”? Porque lo que hoy es “baja cultura”, mañana podrá llegar a ser “alta cultura”: el tango, el jazz son ejemplos, entre tantos, para este caso.
Estoy escribiendo un libro sobre trovadores y juglares, y fíjate cómo es el movimiento alta-baja cultura: los trovadores llevan experiencia estética de la “alta cultura” hacia abajo en las estructuras sociales y el juglar lleva noticias artísticas de la “baja cultura”, hacia arriba. Uno sin el otro no existe, pero la renovación del arte, la vitalidad, la nueva sangre, la trae el juglar. Tiene que venir, digamos, un Piazzolla, un grande, un genio, y tomar el tango de la “baja cultura” y hacerlo parte de la “alta”. Hay infinitos ejemplos, en todos los tiempos, en todas parte.
¿Y qué sucede con la reapropiación, la resignificación de soportes y lenguajes habitados a través de la hiper-circulación mediatizada de obra de arte?
Yo no quiero entrar en este análisis sin cuidado, pero en cierto modo coincido. Si uno no escucha mucha música, no va a tener un oído exigente o generador o creador, ¿no? Y, bueno, por eso: hay que escuchar música. Todos nacimos con sensibilidad, pero no todos podemos desarrollar esta sensibilidad. Y precisamente los medios de comunicación que hacen posible, en gran parte, esta accesibilidad… Me pregunto: ¿qué pasa, por qué te duele tanto que ahora cualquiera puede escuchar música, o puede acceder mínimamente a la buena literatura? Convengamos en que después de una jornada de ocho horas de trabajo mal pago, una persona no va a leer a Thomas Mann, y tampoco a James Joyce. Y reconozcamos también que quienes se llenan la boca exigiendo buena literatura, tampoco la leen mucho, tal vez nada.
Es que alrededor del arte hay una masa de mentira y de hipocresía. Ahora que cumplí 70 años lo puedo decir con toda tranquilidad. Los medios pueden tener mil errores, pero nadie puede dejar de reconocerles el poder de lograr el acceso masivo, ya sea a Internet o a la televisión. Mientras que puedo probar más, puedo elegir mejor. Pues si no, ¿se elije por sangre, por inspiración divina o por una experiencia práctica? De todas maneras hoy los medios hacen posible aquello que hasta hace no mucho sólo los epicentros tenían. A ver: sabemos que no es lo mismo entrar en un museo para caminar y mirar, que recorrer por Internet, pero esta última versión es posible para millones y por eso las lágrimas de cocodrilo. ¡Qué placer estar allí, aunque virtualmente, ver qué imágenes exponen, qué tendencias existen, qué es lo que pasa en ese museo. Y dentro de un tiempo, sí que va a haber una demanda, una exigencia por más o por calidad mayor.
¿Qué opinás sobre el pasaje del proyecto artístico basado en la idea modernista de la relación obra-sujeto-espectador, a proyectos participativos insertados en prácticas sociales concretas? Hablo de artistas que intervienen individual o colectivamente su entorno, con propuestas específicas de comunicación e inserción en contextos sociales específicos. ¿Las considerás formas capaces de plantear discusión sobre los poderes hegemónicos, o las ves como diferentes formas de espectacularizar el arte en nuestras sociedades hiperestimuladas a través de lo visual?
Mirá, eso depende del género. El género de la pintura, difícilmente dialoga con el espectador, y si lo hace, lo hace metafóricamente. Una novela editada tampoco, salvo estos intentos de que intervenga el lector, puntuales. Pero hay otros donde la esencia misma del lenguaje artístico genera la intervención del espectador. Te voy a dar dos ejemplos: uno el del teatro medieval, y me voy para atrás para demostrar que antes también existían estas realidades. El teatro gótico, se realizaba, muchas veces, allá arriba, sobre la fachada de la catedral, y el público tenía que recorrer las distintas fachadas para participar de ese tiempo creado del teatro gótico. Los vecinos, desde las calles, la plaza o directamente, desde su ventana, les gritaban a los actores, insultando, avalando o aconsejándolos. Eso debía ser muy impresionante por la intervención de prácticamente todos los vecinos. El otro ejemplo se da cuando triunfa la Revolución bolchevique. Uno puede estar o no de acuerdo con Lenin pero hay que reconocer su gran capacidad de publicista. Apenas se logró el triunfo de los Soviets, Lenin inmediatamente llenó vagones con actores, para mandarlos a las estepas, a las aldeas. Estas “obras” mostraban escenas, donde uno era la alegoría del capitalismo, el otro el héroe socialista. Eso permitía que la gente se identificara con lo que vio. Otro ejemplo, del pasado cercano, es la literatura de cordel en Brasil: la gente participaba en la preparación de los episodios proponiendo sus propias versiones en las hojitas colgadas en los cordeles, en las ferias.
Lo que pasa es que nos basamos en la historia oficial, que siempre está escrita en Europa o en otro epicentro. Acá, desgraciadamente, todavía no se escribió una historia del arte, desde nuestro punto de vista. Y va a ser así hasta que nosotros no pongamos nuestra voluntad, y como diría Levis Strauss, dejemos de “diluirnos en el goce del otro”. Pero lo más patético es que nos diluimos no sólo en el goce, sino en la mirada del otro epicéntrico. Hay una inmensa producción en el arte que está descartado, no contado, por no mencionar lo perseguido, que no entra en el vox populi. Ahora se escucha eso de que “hay intervenciones”. Sí, siempre hubo intervenciones: en algunas cosas sí, en otras, no.… Verdaderamente, aquel brasileño allá en el noreste, con sus palabras e historias propias, sí. Hay intervención permanente, y respuesta permanente: se genera así una maravillosa literatura y una maravillosa plástica. Pero, lástima que nadie lo conoce.
El gran desafío sería el rescate, “pasar el cepillo a contrapelo” de acuerdo a Walter Benjamin, ¿no?
Si, Benjamin justamente eso es lo que propone: rever y mirar desde otro lugar. Didi Huberman es otra figura actual del pensamiento sobre el arte, comenta sobre él que escribe sobre el valor del Teatro de Títeres por primera vez en la historia… La lista de los posibles ejemplos es infinita. Quisiera tener 20 años para incorporar todo eso y poder escribirlo. Una vez me compré un libro de Arte estando en China, lo compré por el diseño, porque era un bellísimo objeto. Pero cuando lo abrí, me di cuenta de que los capítulos estaban separados de acuerdo a la periodización occidental… Eso no es independiente de la ideología del epicentro. La metodología de abordaje de una temática, está definiendo el camino a través del que llego y el objeto también. Esta es una especie de pereza mental, con la que miramos el mundo y no preguntamos, o lo hacemos con demasiada simpleza. Hay también una gran pereza analítica.
¿Y es pereza mental solamente? ¿O es la circulación discursiva de discursos hegemónicos, prácticas, valores que se instalan…?
Mm. Bueno, no es fácil. Hay que sacudir esa pereza mental, pero no es fácil. Por un lado, hay que acumular gran cantidad de conocimiento. Yo no puedo esperar que una persona analfabeta sea aquella que cambie esto. Hay que apoderarse de toda la información que se ofrece, como dice Althusser y hay que articularlo en determinada línea política, y para eso sí que son importantes los medios. En un momento, esa misma cantidad genera una explosión de conocimiento, que se puede elaborar y pensar. Y a veces, yo tengo mis temores: no sé si se quiere eso. Creo que a veces se prefiere esos sintagmas coagulados, “escupidos” sin pensar, como por ejemplo, entre infinitos, “sos transparente como el agua”. ¡No, yo no quiero ser transparente como el agua! Usamos frases que no sabemos qué dicen, “Pasado pisado”, ¡qué horror! Y me dicen que son dichos. Los dichos, dichos son. Y salen de la boca de uno, del alma de uno, de la mente de uno. No se puede abusar de eso. Más bien, no se debe. Lo que no sabe uno lo que significa, no hay que decirlo. Eso es abuso de la palabra. Hay que pensar todo lo que uno dice. Es evidente: eso hay que enseñarlo. Ahora, ¿quién enseña a los que van a enseñar a quienes van a enseñar? Y bueno, hay que tener fe en que a lo largo del tiempo, eso va a ir mejorando, y creo que en eso los medios pueden llegar a tener un papel importante.
Sí, el tema es que lo tengan, efectivamente.
Seguro, yo estoy plenamente convencida. Después podemos discutir sobre cuál te gusta, cuál no, por qué. Pero no me cabe ninguna duda. Podemos discutir a cuáles hacer caso, a cuáles ignorar, pero es fundamental valerse de ellos. Yo sin televisión o sin Internet, me siento una paria… Después tendríamos que tener una asignatura en las escuelas primarias de “cómo leer críticamente los medios”. Claro. Los medios, tienen un papel en esta configuración -digo de manera un tanto setentista- de “combate” contra esta pereza mental. Se trata de recuperar autenticidad, pensar por cuenta propia, asumir los errores, no ser tan políticamente correctos, jugarse. Tratar de pensar en qué decimos cuando hablamos.
¿Considerás una dimensión política efectiva en estos modos participativos de la lógica artística?
Sí, sí. Siempre. Yo estoy de acuerdo con esto que dice Julio Argan, cuando establece que la política no puede definir al arte. Y mirá que era marxista. Yo estoy de acuerdo con que la tarea del arte no es política. Pero entre las tareas del arte, sí, está presente la política. Uno no puede sustituir al otro. No creo que quien hace política tiene que hacer arte, ni tampoco quien hace arte tiene que participar en el hacer político. No, no tiene por qué hacerlo. Uno puede nombrar a grandes pintores que aportaron muchísimo más a la humanidad que aquellos que, aunque de un gran compromiso político, eran muy malos pintores. Pintores o de otro género. Sin embargo, hay un límite que tiene que ver con algo que yo no te puedo contestar y me angustia mucho, porque en realidad es que yo no ME puedo contestar. ¿Qué hacemos con aquellos que ideológicamente son o eran deplorables, pero de gran calidad artística, como por ejemplo Lennie Riefenstahl?. Anota Susan Sontang que en este caso escriban como escriban, o pinten como pinten, etc., no pueden ser calificados de grandes artistas o pensadores. Y otros dicen que sí, independientemente de lo que fue su ideología. Yo trato de dar una respuesta en cada caso, no quiero contestar en general, pero pregunto yo, por qué justamente la estética tiene que ser LA ciencia que responda con tal obviedad a las preguntas. No puedo definir dónde pasa esta frágil y “delgada línea roja”, ¿dónde todavía sí y dónde ya no? ¿Por qué a Platón le perdono (no sé si espera mi perdón, claro) su condición golpista? ¿Por qué algunos quieren descartar a Heiddegger de la filosofía por su período de actividad de compromiso fascista? ¿Es porque vivía más cerca de nosotros? ¿Será cuestión, cómo diría Susan Sontag, de dar unos cuantos giros a la rueda de la historia, y ya se olvida todo? Yo creo que hay que saber mucho, mucho, para tener ejemplos para esto y para aquello, no para un irresponsable sí o un no. No quiero pecar de reduccionismo al hablar con un blanco o negro, sino que, como dice Venturi, quiero el blanco, también el negro, y todo aquello que existe en el medio. Yo no puedo decir: es así, y dividir el mundo en dos. Ahora, ni un partido político puede basarse en un sí o no y propagar este fácil y dañino maniqueísmo.
Es un buen tiempo de mirarse en el espejo y preguntarse “¿Yo quién soy?”. Justamente es lo que enseña San Agustín, cuando se mira en el espejo y pregunta “tú, ¿quién eres?” Y la imagen le responde “Un hombre”. ¡Qué maravilla! Es este momento, cuando me puedo mirar en el espejo sin que tenga que decir que yo soy radical o soy peronista o soy católica o atea, o soy de derecha o que soy comunista… No, es la condición humana que ofrece su riqueza. Ahora, que la certidumbre es fascinante, sí. La certidumbre, que iba hacia la construcción de un mundo maravilloso, sin dudas. Pero ahora estamos en la fase 2 de las dos vertientes, como yo le llamo. Ahora es el momento de la zozobra, de la incertidumbre. Cuando veo que pasa esto, en las más diferentes instancias y circunstancias, a mi edad ya no asusta. Cuando uno ya tiene 70 años y ha estudiado mucho en su vida, sabe que la historia del arte es permanentemente así, de acuerdo a estas oscilaciones. Nosotros ni descubrimos la relación de la historia con el arte, ni descubrimos la incertidumbre, ni lo contrario tampoco. Son fenómenos repetidos siempre de manera diferente, y siempre angustia y mortifica a la gente que vive estos tiempos. Pero sin estos períodos no habría cambio, no habría renovación en lo anquilosado, en lo rancio.
En nuestro país hay corrientes, desde las que se habla de las “estéticas de la emergencia”, para reinsertar la práctica artística como experiencia y proyectarla a largo plazo en interacción con un contexto determinado. ¿Considerás que estas prácticas tienen una dimensión de “ruptura” en estas perspectivas? ¿Podemos entender que estos movimientos son hoy vanguardia en Argentina?
No. No sólo en Argentina, en el mundo entero no hay vanguardia. Depende de qué entendemos, por supuesto, por vanguardia, me refiero a lo que comúnmente llamamos vanguardia, aquellos movimientos de principios del siglo XX. Pero no, yo no veo nada. En lo que se destaca Argentina, -y sin entrar en discusiones sobre por qué en este lugar esto y por qué en aquel otro aquello, porque esto sería interminable-, digo que en lo que se destaca es en la capacidad de diseño. El argentino es muy buen diseñador. Tiene esta capacidad de interpretar, tomar lo nuevo, proyectar, construir a partir de eso. Y lo otro que admiro en Argentina es la literatura. Creo que en eso es grandiosa. También en música. Pero creo que en otros géneros, todavía está sin alcanzar y desarrollar sus potencias. No digo que no haya buen cine, buena arquitectura, buena pintura, etc. Hay. Pero así como vanguardia, que se destaca como renovador en el mundo entero, que va a sobrevivir siglos, no creo.
¿Y en términos menos esencialistas? ¿Cuál es tu opinión sobre las investigaciones acerca de las estéticas emergentes?
No creo en eso del arte emergente. Desgraciadamente a la estética argentina le falta autenticidad y coraje, decir algo nuevo. Pero hay un círculo vicioso donde yo te halago y vos sos políticamente correcta y me halagás y yo soy políticamente correcto. Y en un momento nadie dice nada porque va a ser políticamente incorrecto y lo borran del mapa. Y después dicen que la clase media o la clase obrera ama a Berni…
¿Y qué pasa con el obrero que se cruza con Juanito Laguna y se identifica con esa imagen?
¿Que la clase media que se va de vacaciones a Malasia a gastar los dólares, ama a Berni? ¿La clase obrera que en su vida mira a Berni? Seamos sinceros. ¿Vos creés que la clase obrera en la villa, mira a Berni?
Mmm… ¿no puede verla a través del consumo? Volvemos al principio: al consumo, el acceso, los medios, el arte, y todas estas relaciones.
Lo que pasa es que no hay consumo, porque no consumen arte. Hablan como si supieran, pero son ignorantes. Sólo están atravesados por la palabra de los otros. La clase media dice: “Ay, me encanta Berni! Y ¿qué dice sobre los dólares que se colocan afuera?, ¿por qué no se pagan debidamente los impuestos?, ¿por qué el obrero quedó sin trabajo cuando se cerraron las fábricas y se seguía amando a Berni? ¿Dónde está la solidaridad, a partir de qué se horrorizan frente a la denuncia de la miseria de la clase obrera? Masivamente, se fueron a tomar sol. Y si no, entonces a España, menos elegante pero también masivamente, cuando oyeron ruidos y eso que no hubo bombas ni nada. Y ahora, masivamente vuelven. Y hablamos sobre Berni… la clase media no se identifica con nada, y le importa poco y nada la clase obrera. No le importa, no es solidaria. Y al obrero tampoco le importa Berni porque no llega, porque no le llega, porque ni físicamente se encuentra con él. Y si mira algo, mira el kitsch, mira la telenovela, porque para la pobreza que tiene no quiere mirar más pobreza. No va a mirar a Berni. El mejicano pobre tampoco va a mirar el muralismo mejicano. Lo miran así los historiadores de arte, que enseñan sobre Méjico. Cuando digo estas cosas, ¿sabés qué me contestan? Que yo puedo opinar así porque soy extranjera… Pues yo no soy extranjera, por varios motivos. Principalmente porque yo elegí vivir acá y varias veces reelegí a este mundo. Aquí es donde devuelvo lo que recibí de la humanidad. Respeto mucho más a quienes aman a un Victorica, a este sereno intimista, que a aquellos que agitan bandera y no agregan nada de nada.
Tampoco hablaría sobre el consumismo, porque el obrero no consume y la clase media tampoco, sino que sólo repiten un discurso. Pregúntale a cualquiera, a ver qué conocen de arte, qué les gusta del arte. No lo pueden contestar. Pregunta a alguien qué es lo que entiende de una obra muy mentada por ella misma y verás que no puede contestar mucho. Ahora no lo recuerdo, te contestará. ¿Y sabés por qué no lo recuerda? Porque no lo conoce. Entre miles de personas que dicen haber leído a Joyce, lo leyó uno. Cuando escucho que todos dicen “leo a Borges”, me da una vergüenza… ¡No se lee a Saer tampoco! Realmente respeto a quien comenta que le cuesta leer a Borges. Porque Borges es realmente difícil de leerlo, entenderlo. ¡Seamos sinceros! Después es maravilloso.
¿Cómo ves el papel que juegan los museos y los espacios culturales en la dinámica cultural de nuestro país?
Bueno, te puedo hablar de lo que conozco bien que es Buenos Aires. A mí me alucina esta capacidad del argentino de generar espacios. Puede ser un restaurante, una fundación, un museo, los argentinos se juntan el sábado a la noche a ver cine, suceden estas cosas buenas, esta dinámica de generación, de transmisión, de recepción, hay una vivencia permanente de eso. Sólo mirando los diarios, una se da cuenta de que existe una dinámica admirable.
Eso es muy bueno, que creo, se da en pocos países de esta manera. Repito: no sé si se da así en todo el país, en las ciudades del interior. Sé que en algunas ciudades como Rosario, Tucumán o Córdoba es así, y es fabuloso y hay que festejarlo, reconocerlo.
¿Considerás que hay lugar a la diversidad, a la otra voz, a la otra mirada?
Sí, sí. Sin dudas. Mirá, no conozco ningún pintor ni ningún esteta quemado en la hoguera. Ni siquiera despedido de la facultad. Vos escuchaste mis clases, yo opinaba lo que quería. Si alguien dice que no avanza porque no hace lobby… Miente. Quizás avanza más lentamente, de otra manera. Yo nunca participé del lobby para nada. Y pude avanzar siempre. Ahora, ¿a qué llamás vos avanzar? ¿Y cuánto estás dispuesto a pagar?
Yo como intelectual, tengo todo lo que la universidad pública puede dar. Y es mucho. Pero… ¿Soy millonaria? No. ¿Qué mi jubilación me alcanza? No, es paupérrima. Pero nadie jamás me castigó por lo que yo hablo en los espacios públicos académicos o en Ethos. Nunca jamás tuve problemas. Siempre enseñé y escribí lo que pienso. Y como lo pienso. Cuando yo escucho que la gente habla y explica los porqués de su situación escudándose con supuestos o reales desventajas o castigos, yo para mis adentros digo ¿por qué no busca una excusa más inteligente, más interesante?
María Soledad Rolleri. Licenciada en Comunicación Social con orientación en Mediática. Grupo de Investigación Ecco (Estudios en Cultura y Comunicación en Olavarría) Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) Universidad Nacional del Centro. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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República Argentina
artículo Cohendoz
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Intersecciones en Comunicación. n.4 Olavarría ene./dic. 2010: Pag. 209-225
Banalización versus feminización del género, acerca de la escritura de Butler
Mónica Cohendoz. Directora de la Federación de Carreras de Comunicación Social FADECCOS. Directora del Grupo de Investigación Estudios de Comunicación en Olavarría ECCO.
Docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCPBA. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Recibido: 17/10/10
Aceptado: 15/11/10
Recuerdo con bronca que un Ministro mandó a lavar los platos a una investigadora[1] del CONICET en la República Argentina (1994). La respuesta a esta injuria se realizó desde la misma estructura que excluye y considera que “es bueno que una mujer se dedique a asuntos domésticos”; así no se transforma el eje del debate, sino que se deja la polémica en una cuestión económica: atreverse a decir la verdad acerca del desempleo en nuestro país, o ¿Callarse para ir a lavar platos como “sugería” la autoridad?
Así el grito de nuestra colega fue parodiado y se desautorizó su análisis de la realidad de un país acosado por el neoliberalismo. Sin embargo, el ex Ministro no cuestiono la autoría femenina, sino el tema del discurso (si había aprendido a hacer cuentas como investigadora) o sea su capacidad, legitimidad para realizar estas observaciones. Vanalización de las cuestiones de género que no fueron contempladas en el debate que menciono, ya que la representación política de la mujer es un campo de disputa simbólica invisibilizado por otros umbrales del discurso: “capacidad”,”autoridad”,”derecho a cuestionar”, etc.
Constituirse en autora de un discurso contrahegemónico implica no sólo interpelar al poder sino, también, hablar acerca de lo propio, de la condición sexual del sujeto del discurso. En tanto la posición social nos sujeta al discurso, atravesar las normas heterosexuales del lenguaje, ir más allá de las reglas establecidas, parece ser un problema de cómo inscribirse en un género discursivo como sujeto de derecho, tal como Judith Butler lo muestra.
Autografías: inscripción de la subjetividad
La escritura como autografía en la teoría de género de Judith Butler nos plantea una serie de interrogante acerca del valor de inscribirse como autor* en el enfoque de género: fundamentalmente nos cuestionamos cómo el discurso crítico puede desmontar las determinaciones de la norma heterosexual y transformase en un espacio de agenciamiento para el sujeto femenino. ¿Poesis versus determinación? Problema que demanda analizar las operaciones usadas por la escritura para alterar las relaciones de poder, más que un rechazo a las normas (o interrogarnos si la norma es un tropo que puede ser alterado, no sólo por un discurso literario sino, también por un más allá del discurso, la lectura).
En este sentido la subjetividad femenina emerge como condición polémica de la escritura/lectura en tanto se vincula con procedimientos críticos a la ley heterosexual del género. Lo propio apropiado es el territorio polémico de la escritura que se ubica afuera de la norma heterosexual.
Butler da inteligibilidad a esta cuestión en El grito de Antígona (2001). Considera Butler que la fuerza del texto dramático de Sófocles radica en dar visibilidad al combate contra las represiones del lenguaje[2]; así es para la filosofía un discurso que sirve para indagar y poner a prueba sus categorías teóricas en situaciones históricas concretas. Catacresis que desvía el análisis de género hacia “lo propio”, el discurso crítico.
Un grito estereofónico
Una buena parte de la libertad es tener nuestras propias imágenes y no las que están circulando
Alain Badiou
El teatro es una oscilación permanente entre el símbolo y lo imaginario, un campo de intercambios y corrientes metafóricas, el espacio hacia el cual aspira el deseo [...] el lugar en el que el fantasma se despliega en lo inaccesible y de donde el yo "real" vuelve más solo y más desnudo que antes, en el recuerdo nostálgico de la otra escena en la cual había caído la escena verdadera.
J. Le Galliot
Ay, no, no: grítalo! Mucho más te aborreceré si callas, si no lo pregonas a todo el mundo
Antígona
En “El grito de Antígona” Judith Butler nos permite comprender a través del personaje principal del texto clásico el sistema de relaciones jerárquicas de la sociedad griega, el problema de género remite a la lucha política por hacerse oír e instituirse en un agente social, ya que una mujer no poseía derechos civiles en ese contexto histórico.
Efectivamente, Antígona es una obra sobre el grito y cómo una mujer interpela a la autoridad para autentificar su posición. Así, el mandato al silencio se rompe con el grito, los momentos centrales de la obra se abren con un grito. El primero, el que arma la tragedia, ocurre cuando Antígona, que ha tapado con arena el cadáver de Polinices, sabiendo que ello la llevará a la muerte, vuelve y encuentra de nuevo el cuerpo de su hermano expuesto a los carroñeros. Sabemos de su grito por los guardias que la esperaban. El segundo grito lo anuncia Tiresias el ciego vidente que tanta importancia tiene en las tragedias alrededor de la desgraciada familia de Edipo. El tercer grito lo profiere Hemón, el hijo de Creontes, que amaba a Antígona y esperaba ser su esposo. Creontes se ha arrepentido y acude al túmulo donde ha enterrado viva a Antígona. Pero es tarde, Antígona se ha colgado con los hilos de su velo. Hemón ha llegado antes y se abraza a su cintura:
"Alguien oye desde lejos un sonido de agudos plañidos en torno al tálamo privado de ritos funerarios, y acercándose, lo hace notar al rey Creonte. Éste, al aproximarse más aún, escucha también confusos gemidos de un funesto clamor" (Antígona, Acto IV, esc. II)
Escenas de agonía ya que en el texto demandar al poder y hablar implica, según la interpretación de Butler, inscribirse como sujeto femenino por sobre la ley del género a través de una lucha en dos frentes: en el del campo de representación política y en el del campo de representación lingüística. ¿Cómo el texto literario atraviesa ambas determinaciones? o ¿cómo Butler puede identificar en el texto de Sófloces algunos procedimientos preformativos del género?
Butler “inventa” al personaje de Antígona de tal modo que el texto fuente es transformado en un intertexto[3] de su Teoría de género. Su lectura es una performance ya que al mismo tiempo que Butler analiza, actúa su subjetividad queer en una escritura/lectura que llamo autografía.
Podemos decir que el texto de Sófocles es una trama abierta a una lectura que lo “inventa”[4] como performance de una identidad. El grito en tanto acto de habla se transforma en una performance de la subjetividad de Antígona desde la interpretación de Butler, dialogismo que pone en escena ambas voces; la del personaje y la de la filosofa. También emerge una teoría del poder con la interpretación del grito en tanto acto constitutivo de la subversión de Antígona.
Pod(eres) del sujeto
El punto de partida de esta teoría es la noción de poder de Foucault, en la que el sujeto se constituye como un efecto ambivalente del poder, ya que subordina y produce. En la teoría de Butler, el sujeto no sólo depende del poder para su existencia, sino que éste constituye la condición misma de su reflexividad -entendida como formación y funcionamiento de la conciencia-.
Butler propone una configuración tropológica[5] del sujeto, es decir, se apoya en una figura del lenguaje o tropos de producción que "vuelve sobre sí misma". Ella asegura que ningún individuo deviene en sujeto sin haber sido sometido (experimentado subjetivación) en sentido foucaultiano, es decir, sin haber sido producido discursivamente. De tal manera que el sujeto surge como una consecuencia del lenguaje. Por lo tanto para Butler, Antígona como sujeto político emerge cuando:
“sus palabras, entendidas como actos, están quiásmicamente relacionadas con la lengua vernácula del poder soberano, hablan en esa lengua y contra ella, dan imperativos y la desafían al mismo tiempo, habitan el lenguaje de la soberanía en el mismo momento en que ella se opone al poder soberano y es excluida de sus limites” (Butler 2001: 48)
La autopoesis de Antígona implica usar sus condiciones existenciales para enunciar su verdad; por lo tanto ni la cultura ni el género ni la sexualidad producen su subjetividad femenina. Su posición implica un “quiasmo”, tropo que es una inversión especular[6], procedimiento que altera las normas establecidas. De este modo el universal masculino es puesto en crisis ya que no es necesario, impugna lo literal, el sentido último de la ley que Antígona transgredió, propone una ley “otra”, lo alternativo: dice Butler “Ella expone el carácter socialmente contingente del parentesco” (Butler 2001: 21).
Esta interpretación de Butler la lleva a impugnar otras lecturas que han hecho de lo contingente algo “inevitable”, tal es el caso de las interpretaciones de Hegel, Lacan e Irigaray quienes sostienen que la fatalidad determina la actuación de Antígona.
El sentido de un acto preformativo no es responder a lo ya impuesto sino asumir una autoría, o sea que Antígona corta con su sujeción al poder; proceso mediante el cual deviene su posición social[7] y se inscribe en otra posición no prevista por la ley. Esta posibilidad de transformar su existencia a partir del rechazo de la ley y la puesta en discusión de sus límites demuestra el carácter contingente de la misma. Capacidad de acción que Butler denomina “agenciamiento” y pone de manifiesto que no existe un sujeto anterior a la estructura social, encrucijada que al mismo tiempo que se nos impone implica la posibilidad de actuar.
Los aspectos “dramáticos”, teatrales, de esta acción son performativos porque ponen en escena los momentos en que el personaje vive la situación, escenas de diegesis[8] dramática que muestran la insubordinación de Antígona y desafían los mandatos sociales y presentan lo diferente: producen o transforman una situación, operan. Su valor reside en la fuerza no en la verdad ya que no refiere algo existente sino que crea en tanto difiere: produce un acontecimiento que no anula la ley sino que da visibilidad a su condición política y por lo tanto polémica (constituida por la exclusión del sujeto mujer).
“El grito de Antígona “comienza con una pregunta acerca del sujeto:
“Pero ¿quién es esta Antígona que yo pretendía usar como ejemplo de ciertas tendencias feministas? Tenemos por supuesto la obra de Sófocles que no permite ser usada sin correr el riesgo de caer en la irrealidad.” (2001, 8).
Así la autora formula su concepción del discurso crítico: la pregunta por el sujeto no configura un discurso neutral sino que requiere un análisis arqueológico[9] para discutir los presupuestos ideológicos que se ponen en juego a la hora de inscribir al sujeto en un discurso. Por lo tanto el emplazamiento del sujeto del discurso crítico determina la producción teórica, no tanto en términos de objetivad/ subjetividad sino en términos políticos ya que pretende intervenir con su discurso en la escena social. Encontramos una doble dimensión: a) la voluntad política de una intermediación solidaria con las voces subalternas; b) el desafío epistemológico de reformular posiciones de lectura que no sometan o reduzcan la diversidad social a una legalidad universal.
Lectura como performance de una teoría de género: gestos queer
Podría una enunciación performativa tener éxito si su formulación no repitiera una enunciación "codificada" o iterativa o, en otras palabras, si la fórmula que pronuncio para iniciar una reunión o para botar un barco o para celebrar un matrimonio no se identificara de alguna manera con una "cita"? (...) en tal tipología, la categoría de intención no desaparecerá, tendrá su lugar, pero desde ese lugar ya no podrá dominar la totalidad del escenario y el sistema de enunciación (énonciation).
Jacques Derrida
Butler en tanto crítica se propone producir su teoría como lectura y análisis de otros textos ya escritos para explorar nuevas posibilidad de las categorías teóricas de la metafísica Occidental. El desvío que realiza en su lectura del texto de Sófocles nos lleva a comprender a Antígona en términos “queer”, anacronismo de una lectura en la que el presente de la autora “se cuela” en el texto antiguo. Lectura a contrapelo digna, según Walter Benjamín de un “trapero” ya que las cenizas del pasado son sacudidas en el presente.
La fuerza antiesencialista de su postura implica un enfoque postcrítico- tal como lo denomina Butler - muestra la articulación entre el ser, el saber y el poder de una política de conocimiento[10] que su teoría formula para comprender el género.
Según Eve Sedgwick (1999) “significar, ser y hacer” son instancias que involucran la performatividad de género que Butler conceptualiza[11], de tal modo que leer no es solamente el análisis de un texto sino transformarse en autora del mismo, contrafirmarlo y desestabilizarlo. Experiencia crítica del sujeto, Butler, que pone en juego, en su lectura, su propia historicidad de modo que el texto literario es inventado como espacio de construcción autorial; así Antígona puede articular su discurso con la teoría de género y Butler ser coautora del texto de la tragedia.
Para la teoría borgeana[12], este modo de leer es un anacronismo, catalepsis que implica un acto de insubordinación a las leyes temporales: la causalidad temporal es rota frente al envío del presente al pasado, pasaje hacia una ucronía que rompe el continuum donde, lo político y lo filosófico se articulan, mutatis mutandis, para alterar el orden establecido.
Aunque así planteado, da la impresión de que se trata de una gran paradoja: ¿buscar la verdad en la ficción?, ya lo intentó Hamlet:
The play's the thing
Wherein I'll catch the conscience of the King (Hamlet, Acto II, escena II)
El sentido queer de este proyecto de escritura/lectura esta dado por el margen y por postular la multiplicidad como posibilidad de trastocar, subvertir y desplazar la ley patriarcal que oblitera las sexualidades. Butler no encuentra la verdad en la ficción sino que interpela la ficción para actuar su subjetividad, en la que ser y hacer no son imposiciones sociales sino decisiones de una conciencia crítica. Frente a la idea de “muerte del autor”, Butler es una subjetividad disidente que no reniega del yo, ya que no desautoriza el lugar de enunciación discursiva sino que lo considera un modo de agenciamiento[13], de elaboración de una voz soberana. Esta dimensión metacrítica de su teoría implica una autografía, modo de posicionamiento del yo en la escritura que sin referir a su biografía apela a su subjetividad como condición necesaria de la producción discursiva. Dice Alberto Moreiras:
“No solo toda escritura es autográfica, sino que también ninguna escritura lo es del todo, que la autografía no puede constituirse nunca a partir de sí misma, que siempre está implicada está implicada en la invocación de un otro que, al ser escrita, viene a reconstituirse como anticipación de un mismo, a su vez siempre entendida como entrada en la otredad. (Moreiras 1991: 130)
La autografía se transforma en un género discursivo de una teoría sin disciplinas (en el sentido de que no se adscribe a ninguna sino que atraviesa todas[14]), que requiere al hablar desde el género o sobre el género, inscribirse como sujeto del lenguaje en tanto el mismo no garantiza una posición enunciativa. Es clave este “sí mismo/a” forcluido ya que debe habitar el espacio de la escritura con su lenguaje, situación productora de una estrategia critica que implica una resistencia a la neutralidad epistemológica demandada por el discurso científico de la Modernidad.
Para Butler el discurso critico implica una subjetivación estratégica de la que deviene su condición política, debatiendo con las objeciones de cierto sector de la critica[15] que considera que la teoría de Butler es elitista. El tipo de cuestionamiento que su postura instituye es la clave política de su pensamiento e involucra un posicionamiento foucoultiano:
La contribución de Foucault a lo que parece ser un impasse en la teoría crítica y poscrítica de nuestro tiempo es precisamente pedirnos que repensemos la crítica como una práctica en la que formulamos la cuestión de los límites de nuestros más seguros modos de conocimiento, a lo que Williams se refirió como nuestros "hábitos mentales acríticos" y que Adorno describió como ideología ("el único pensamiento no-ideológico es aquel que no puede reducirse a operational terms, sino que intenta llevar la cosa misma a aquel lenguaje que está generalmente bloqueado por el lenguaje dominante").(Butler 2000 en http://www.brumaria.net/textos/Brumaria7/01judithbutler.htm)
En este sentido su crítica es libertaria, no por liberar o dar la voz a otros sino por dar visibilidad a los mecanismos del poder, tanto una virtud subversiva, como un compromiso epistémico y político. La concepción de la política de Butler va más allá de la representación es “mostrar los limites de la representación y la representatividad” (2001,9) Por esta razón “conceptualizar es politizar “como afirma Celia Amorós (2006), ya que su tarea crítica involucra una impugnación radical del orden falogocéntrico en todas sus dimensiones para crear, desde el extrañamiento, condiciones de emergencia del sujeto:
(…) la mirada feminista, que sólo ve en tanto que se extraña, no debe el extrañamiento que le hace ver- y constituirse por ello en mirada crítica-sino a esa impaciencia "por la libertad" que llevaba a Foucault, tan lejano en otros aspectos a la tradición de la teoría crítica, a armarse de paciencia para poder pensar críticamente, desde las fronteras, la ontología de nosotros mismos, los límites que nos constituyen. Entre los cuales, los que ha troquelado el sistema de género-sexo no son precisamente los más inocuos -por más que Foucault no fuera demasiado sensible a ellos- en orden a vivir como iguales en tanto que libres (Celia Amorós 2000: 106).
Consideraciones finales: La llegada de la escritura
La feminización de la crítica de género es un trabajo académico y político puesto que la mujer fue excluida como sujeto de la ciencia de la historia de Occidente, no sólo por el lenguaje sexista sino, también por la Institución académica. El debate a realizar implica tanto la demanda de igualdad de oportunidades como una apropiación del discurso académico para inscribirnos como sujet* del mismo. Nuestra escritura académica, aún es falocéntrica[16]. En este punto, Butler nos incita a desafiar otro límite: el de la escritura/lectura de la razón patriarcal. La llegada de una autografía es un modo de superar las barreras y una práctica liberadora, reflexividad crítica que demanda actuarse en el discurso como agente del mismo.
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· Mónica Cohendoz. Directora de la Federación de Carreras de Comunicación Social FADECCOS. Directora del Grupo de Investigación Estudios de Comunicación en Olavarría ECCO. Docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCPBA. E-MAIL: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
[1] La Dra. Torrado, reconocida socióloga, se hizo célebre por un episodio que ocurrió en 1994, durante el gobierno de Carlos Menem. A partir de los resultados de su trabajo Torrado anunció públicamente ciertas cifras que revelaban el aumento del desempleo en los años de la convertibilidad. Domingo Cavallo, entonces Ministro de Economía, le respondió que “se fuera a lavar los platos”, desatando una réplica indignada de los científicos y de la sociedad en general.
[1]Para Roland Barthes (1953) “L´écriture est un acte de solidarité historique. Langue et style sont des objets; l´écriture est une fonction: elle est le rapport entre la création et la société, elle est le langage littéraire transformé par sa destination sociale, elle est la forme saisie dans son intention humaine et liée ainsi aux grandes crises de l´Histoire.” (1953: 14). (La escritura es un acto de solidaridad histórica. Lengua y estilo son objetos; la escritura es una función: ella es la relación entre la creación y la sociedad, ella es el lenguaje literario transformado por su destino social, ella es la forma tomada en su intención humana y ligada así a las grandes crisis de la Historia”)
[1] “La intertextualidad es una red de citas donde cada unidad de lectura funciona no por referencia a un contenido fijo, sino por activación de determinados códigos en el lector: una escritura es réplica (función o negación) de otro (de otros) texto(s). Por su manera de escribir leyendo el corpus literario anterior o sincrónico, el autor vive en la historia y la sociedad se escribe en el texto” en M. Worton & J. Still (1991)
[1] Uso la palabra “inventar” en el sentido de “encontrar por primera vez”, sin el sentido teológico de una creación de la existencia como tal ex-nihilo. Descubrir por primera vez, develar lo que ya se encontraba allí, o producir lo que, en tanto que tekhné, lo que no se encontraba ahí y no es por lo tanto creado, en el sentido fuerte de la palabra, solamente agenciado a partir de una reserva de elementos existentes y disponibles, dentro de una configuración dada. Esta configuración, esta totalidad ordenada que hace posible una invención y su legitimación, plantea todos los problemas que denominan cultura, Weltanschauung, época, episteme, paradigma “según lo define Jacques Derrida (1987)
[1] En lugar de un enfoque humanista del personaje cuya acción es producto de su voluntad individual, Butler propone que el sujeto se produce en el lenguaje por lo tanto su posición en la estructura tiene la figura de un tropo.
[1] El “quiasmo” es una “figura literaria que consiste en la ordenación especular o invertida de los elementos que componen dos sintagmas confrontados” (Diccionario Manual de la Lengua Española Vox, Larousse Editorial, Madrid, 2007)
[1] Proceso que Butler (1997) siguiendo la concepción del poder de Michel Foucault pero discutiendo la fuerza de lo represivo, considera “paradojal” en tanto que “la sumisión demuestra ser esencial para devenir sujeto” (1997: 22) de tal modo que sujeción/subordinación son las dos caras de nuestra existencia social.
[1] En la poética clásica de Aristóteles la acción dramática se definía por el conflicto y el modo en que el/la protagonista lo resuelve para restaurar el orden. En la teoría de los actos preformativos no se juega la restauración del equilibrio social, sino la posibilidad de intervenir del sujeto desde un posicionamiento no previsto por la estructura social.
[1] La operación arqueológica implica revisar el orden discursivo que ha producido el concepto y lo ha legitimado como “socialmente correcto”.
[1] Entiendo por “política del conocimiento” el hecho de considerar la acción critica como una operación de desmontaje de las categorías teóricas para tornar inteligible el carácter político de las mismas y poner en evidencia sus umbrales epistémicos, cómo se inscriben en las lógicas del poder para invisibilizar su origen.
[1] Si bien Butler toma de Austin la noción de performatividad, ella lleva el concepto más allá del análisis lingüístico al análisis del conflicto de género.
[1] Expuesta en el cuento “Pierre Menard Autor del Quijote” del libro Ficciones (1944) en el que considera que la libertad del lector es tanto una operación de reiteración del texto como de transformación.
[1] La noción de “agenciamiento” es usada por Gilles Deleuze (1997), remite al verbo latino “ago”, hacer; es la práctica.
[1] Alejandra Ciriza (2004) se cuestiona Butler produce en el mundo académico obedece, desde mi punto de vista, a que devuelve una imagen del mundo detenida en los umbrales de la seudoconcreción: si el mundo se ve invertido es porque lo está, el punto en que su teoría se detiene es el de lo impronunciable para el capitalismo, la brutal materialidad de la dominación sobre los cuerpos. No sólo los cuerpos abyectos de las performances estetizantes, o de aquellos cuya ¿materialidad? es producto de la citación retirada de la ley, sino aquellos cuerpos que la nueva economía política del capitalismo excluye como incontables: los cuerpos reales de l@s trabajador@es ocupados y desocupad@s, de l@s migrantes hambrient@s, los cuerpos reales de las mujeres del tercer mundo, analfabetas, l@s de l@s travestis latinoamerican@s asesinad@s por las policías loca-les, cuerpos marcados por las historias de los sitios que habitan, cuerpos densos, reales, indisolubles en la lógica de un discurso filosófico cuyo adversario teórico es el esencialismo y cuya imaginación política se detiene ante el límite impronunciable del orden capitalista (2004,61).
[1] Principios como el de “neutralidad valorativa”, la pretensión de universalidad son requisitos de esta ideología cientificista que niega su genealogía histórica y política (Celia Amorós 2000)
artículo Mazza
Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515-2332 (versión impresa)
ISSN 2250-4184 (versión On-line)
LA CACEROLA SUENA A FAVOR. “LOS PRIMEROS PASOS DE NÉSTOR KIRCHNER A LA PRESIDENCIA DESDE LA MIRADA DE LA OPINIÓN AUSTRAL[1]”
Mazza Silvana. La cacerola suena a favor. “los primeros pasos de Néstor Kirchner a la presidencia desde la mirada de la opinión austral[i]”Intersecciones en Comunicación [online] 2010, n.4. pp. 127-145.
Intersecciones en Comunicación. n.4 Olavarría ene./dic. 2010.
Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515-2332 (versión impresa)
ISSN 2250-4184 (versión On-line)
Recibido 27/05/10
Aceptado: 29/10/10
Silvana Andrea Mazza[2] Licenciada en Comunicación Social con orientación en Investigación. Tandil. Pcia de Buenos Aires. Argentina. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
RESUMEN
La publicación se establece con el fin de propiciar el debate sobre la posición de un diario santacruceño con respecto a la preparación del lanzamiento de la campaña de Kirchner para marzo de 2003, para comprender el contexto actual y la búsqueda de alternativas que aporten al conocimiento y superación de los discursos periodísticos.
El diario La Opinión Astral se emplaza en la ciudad de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. El medio de comunicación gráfico narraba en sus páginas los acontecimientos realizados por el “Lupo”, como se lo denomina en sus pagos al ex presidente de la nación, Carlos Néstor Kirchner. Por lo tanto, ese territorio contraponía la imagen de Kirchner en relación a la que se expresaba en los medios nacionales en su modo de construir un acontecimiento. Todo hecho comunicacional o medio de comunicación se encuentra inserto dentro de un contexto local, provincial y nacional.
Palabras claves: Análisis crítico del discurso - actores sociales - protesta social de 2001 - La Opinión Austral.
Keywords: Critical discourse[3] analysis - social actors - social protest of 2001 - La Opinión - Austral.
ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO
El presente artículo se desprende de una investigación realizada en calidad de tesista de la carrera de Licenciatura en Comunicación Social (orientación en Investigación) durante 2007/2009 en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, bajo la dirección de la Dra. María Teresa Sanséau.
Un objetivo decisivo del trabajo fue reconocer las marcas enunciativas del diario La Opinión Austral para lograr identificar el tratamiento de la noticia y los actores sociales dentro del escenario local, al observar la repercusión, en la ciudad de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, de la crisis del 2001. También se comprendió cómo titula, distribuye y publica el Diario la protesta social del 19 y 20 de diciembre de 2001.
Por otra parte, en el marco de la teoría de las Ciencias Sociales la metodología de investigación utilizada fue el Análisis Crítico del Discurso (ACD). El estudio tiene una continuidad con la Lingüística Crítica (LC) ya que los discursos son ideológicos y no hay arbitrariedad en el empleo de los signos. Además se fundamenta en el parámetro de desigualdad de los recursos lingüísticos y sociales controlados por las instituciones.
El lenguaje obtiene su poder por el uso que se hace de él. Los patrones de acceso al discurso y los eventos comunicativos son un elemento esencial para el ACD.
El corpus de trabajo para la tesis fue recortado en el siguiente lapso de tiempo: desde el 1 hasta el 31 de diciembre de 2001. El único día que faltó por anexar fue el 25 de diciembre, ya que para el medio gráfico no es una jornada laborable. Por ello se tiene en cuenta la enunciación de los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 en el ámbito nacional y su articulación con Río Gallegos, para lograr obtener una identificación y una representación de los actores sociales involucrados en dicha protesta.
El objetivo de aplicar en la tesis el Análisis Crítico del Discurso consistió en desmitificar (van Dijk 2003) los discursos mediante el descifrado de las ideologías dentro del texto, con particular atención a la manera en que los discursos reproducen, el pensamiento hegemónico propio de los grupos.
“Las ideologías pertenecen al ámbito de lo cognitivo porque comprenden objetos mentales tales como ideas, pensamientos, creencias, juicios y valores. Pero también son sociales porque son compartidas por los miembros de un grupo”. (Wodak y Meyer 2003: 28).
En este sentido lo entendemos como sistemas de creencias que se encuentran socialmente compartidas, que desarrollan parámetros de entendimiento y consenso y organizan conjuntos de actitudes.
A su vez la ideología (Verón 1998) corresponde a la gramática de producción, porque designa la relación entre las formas textuales y las condiciones de producción. En síntesis, existe un sistema de relaciones entre un texto y sus condiciones de producción, con lo cual se establece una dimensión ideológica.
Las condiciones de producción de cualquier conjunto textual están constituidas por otros textos, es decir que todo discurso, una vez producido, forma parte del contexto social del cual derivarán todos los nuevos relatos que se produzcan. Por el contrario, el poder se vislumbra en la gramática de reconocimiento porque designa los efectos de sentido producidos en la lectura.
El lenguaje clasifica el poder, expresa poder y está involucrado allí donde existe un desafío o una contienda para conseguirlo. El poder no deriva del lenguaje, pero el lenguaje puede utilizarse para plantear desafíos al poder, para subvertirlo.
Se retoma el Análisis Crítico del Discurso al tener como marco de análisis discursivo las prácticas sociales, que sólo pueden entenderse por referencia a su contexto. También se estudia el poder, la dominación y la desigualdad social, que tiende a centrarse en grupos, organizaciones e instituciones. Al mismo tiempo se hacen explícitas las relaciones de poder que con frecuencia se hallan ocultas y que se plasman en los discursos. Se despliega el estudio del medio de comunicación grafico La Opinión Austral teniendo en cuenta la polifonía y tomando a este diario como un actor político que influye en la sociedad de Río Gallegos.
En términos de método, el ACD se puede describir por norma general como hiper- o supralingüístico. Se considera el contexto discursivo de manera no restringida, es decir el significado existe más allá de las estructuras gramaticales. Esto incluye la consideración de los contextos políticos e incluso económicos del uso de la lengua.
Este espacio de tiempo resulta “clave” con respecto a las medidas sociales y económicas implementadas por el gobierno de De la Rua y demarca el surgimiento de Kirchner como futuro presidente de los argentinos. En este acto comunicativo se ha tomado al diario La Opinión Austral como un actor político, es decir constituye una voz autorizada en el medio, al ser de mayor trayectoria y prestigio a nivel local. En este caso se hace hincapié en la concepción de (Borrat 1989) para analizar la estructura social riogalleguense. Las publicaciones durante esos días reflejan la renuncia de De la Rua, el proceso de incautación de fondos, la renuncia de Cavallo y el ascenso de Néstor Kirchner al poder. El aparato formal de la enunciación se apropia del aparato formal de la lengua y enuncia su posición como tal. Cada instancia de discurso constituye un centro de referencia interna.
“En su enunciado el locutor manifiesta valoraciones de su entorno cultural y/o ideológico que hacen que su discurso no sea nunca absolutamente objetivo, por el contrario, todo enunciado se desplazará entre dos polos a los que se acercará sin alcanzarlos plenamente casi nunca : la objetividad y la subjetividad.” (Balmayor compilado en Marafioti 1998: 118).
Para lograr un adecuada investigación del discurso se requiere de un detallado análisis cognitivo y social y viceversa. Realizar un triángulo con el discurso-cognición-sociedad facilitaría el estudio del discurso a través de la integración descriptiva, explicativa y crítica de la exposición de los problemas sociales. (van Dijk 2003). El concepto de cognición implica tanto la cognición personal como la social, las creencias y los objetivos, así como las valoraciones y las emisiones junto con cualquier otra estructura, representación, o proceso “mental” que haya intervenido en el discurso y en la interacción.
ACTORES SOCIALES
El medio de comunicación gráfico La Opinión Austral es un actor social que interactúa con los demás actores que se encuentran insertos dentro de la misma sociedad. Se define al periódico como un actor político (Borrat 1989) dentro de un determinado contexto social. Dicho actor se posiciona para lograr influir en los ciudadanos y así establecer un discurso homogéneo para interactuar con otros actores sociales. El Diario comunica un discurso polifónico con lo cual se establecen diferentes voces según el escenario que cada una de ellas contempla; por eso constantemente se renuevan los discursos sociales según la variación discursiva de los actores. Se define de manera política crítica y reflexiva.
Por este análisis, Borrat construye dentro de la figura del periódico a un actor de conflicto, donde existen diferentes clases sociales (que se componen por dominantes y dominados.) Cabe aclarar que la conflictividad tiene categorías que el Diario selecciona como noticia, elige temas y compone este discurso polifónico. El lenguaje político que utiliza el medio de comunicación es comentar una parte de los discursos sobre discursos que emergen dentro del ejido social.
Por esta razón las estrategias que utiliza el periódico se conforman según la composición de la redacción (voz del diario) logrando una socialización para influenciar no sólo de manera política sino también en los otros ámbitos sociales en los que él pueda lograr un reconocimiento, ya que para el autor hay que observar a los actores sociales.
Asimismo, las estrategias de incluir, excluir y jerarquizar las noticias son las herramientas básicas para conformar el criterio del periódico. Se tiene en cuenta las noticias por sus rasgos conflictivos, por su importancia política y su interés periodístico. Si bien, muchas veces, las notas publicadas varían en la temática, el medio de comunicación, a través de preguntas, plantea la situación social, económica y política del país.
En esta lucha hegemónica y contra hegemónica por el poder el conflicto que muchas veces es latente se transforma en manifiesto, repercutiendo en el discurso periodístico. El discurso conformado por una variada gama de lectores se desarrolla a través de la utilización de un lenguaje político implantado en la agenda pública. Aunque puede observarse que los problemas narrados y comentados por el periódico son una parte acotada del conjunto de conflictividad destacada.
PROTESTA SOCIAL DE 2001
Los procesos sociales y económicos no son hechos aislados de cada país, sino que las diferentes medidas externas influyen en la política estatal de cada Nación y viceversa. Marcelo Matellanes (Colectivo Situaciones 2002) afirma que un nuevo proyecto social denominado neoliberalismo, a corto plazo, produce que el Estado se desentienda de la población y los territorios, es decir de la cohesión social. El vínculo del ciudadano con el Estado dejaba de existir, por ende se logra una fragmentación social.
Los hechos sucedidos el 19 y 20 de diciembre de 2001 fueron la cresta de la ola para todos los acontecimientos que marcaban un cambio social y político. Los acontecimientos ocurridos en la Capital Federal, más precisamente en la Plaza de Mayo frente a la casa Rosada mostraron que el gobierno de De la Rúa daba los últimos cimbronazos, antes de su caída. El protagonismo social que se plasmó en dichas jornadas estableció normas básicas para la conformación de un nuevo sujeto político.
La noche del miércoles 19, luego de una jornada de violentos saqueos de comercios -que tuvieron su epicentro en el Conurbano y se extendieron luego por todo el interior de nuestro país-, el presidente Fernando De la Rúa pronunció por televisión un discurso en el que anunció a través del decreto 1678 el Estado de Sitio.
Luego del discurso miles de actores sociales de la capital salieron a las calles golpeando ollas y cacerolas. Alrededor de 30 mil personas se congregaron a la madrugada frente a la Casa Rosada y el Congreso. Había nacido el cacerolazo. La renuncia del Presidente luego de una masiva y espontánea movilización popular marcó el fin de una larga etapa histórica que ha provocado la destrucción del aparato productivo nacional.
La protesta de vastos sectores de la sociedad, que para entonces venían creciendo en todo el país, permitió aumentar, en cantidad y calidad, la organización de los ciudadanos en múltiples formas de movimientos sociales que hoy también siguen exteriorizando el malestar general que existe y el espíritu de unión de muchos, no sólo para hacer frente a la crisis, sino también para buscar un cambio en la forma de participación (desocupados, piqueteros, obreros, asambleístas, deudores, ahorristas, estudiantes, etc.)
Los actores sociales se pueden representar en diferentes grupos: "piqueteros", “ahorristas " y los "asambleístas". La modalidad que utilizan para manifestarse, los "piqueteros " es el corte de ruta, ellos poseen dos estrategias a) el corte de ruta blando, es decir que se le permite el paso a los vehículos que transitan la ruta y b) el corte de ruta duro es el tratar de que los que transitan la ruta se adhieran a la protesta.
Se realiza una olla popular y se reclama por el aumento de los "planes trabajar". La modalidad de protesta que utilizan los " ahorristas" es tomar una cacerola de su casa e ir hasta una central bancaria. Allí comienzan a golpear la olla en la puerta del banco al grito de " queremos el dinero que nos robaron".
Por último los " asambleístas" son, por lo general, jóvenes que se replantean la situación política por la que está atravesando el país y poseen un total descreimiento en los políticos, por eso creen que con el lema " que se vayan todos, asamblea constituyente" se podría restablecer los lazos de una democracia directa y a su vez entablar nuevos debates para poder lograr una depuración en la dirigencia política.
LA OPINIÓN AUSTRAL
La Opinión Austral se realizaba en un taller de fotograbados y con una linotipo, se utilizaba el sistema caliente (manual) donde los tipógrafos imprimían en planas.
La tirada era de 50 ejemplares de ocho páginas tamaño sábana. LU 12 Radio Río Gallegos fue el soporte para el Diario, ya que a través de los programas se realizaba la difusión. Este medio también era patrimonio de la familia Segovia y funcionaba como portavoz de información para las ciudades del interior de la provincia. Posee una planta automática, con sistemas computarizados para lograr un mayor compacto de noticias nacionales y así poder abocarse a publicar las noticias locales. Tiene un suplemento dominical, con secciones fijas que describe la historia de la provincia (fundadores y familias).
Su tirada promedio es de 7000 ejemplares con 34 páginas en tamaño tabloide. En 1995 el diario comienza a circular en las diferentes localidades de la provincia de Santa Cruz. Actualmente posee secciones de Política, Locales, Deportes, Nacionales, Interior Policiales, Info. General, Arte y Cultura, Documentos, El Calafate, Punta Arenas, Editorial, Río Turbio y Clasificados.
En la actualidad el diario La Opinión Austral compite en el mercado comunicacional en Río Gallegos con diarios como El Periódico Austral, Tiempo Sur y de manera on line con El Santacruceño, Diario Santa Cruz, Agencia de Noticias de Sta. Cruz, Santa Cruz Noticias y Magnamedia.
La Opinión Austral incluye a sus lectores en las problemáticas sociales que publica. Utiliza mucho el nosotros de manera inclusiva, de modo que el diario no sólo narra lo que extrae del contexto social sino que construye los modelos mentales de los ciudadanos riogalleguenses. La construcción del pensamiento se basa en reconocer a la Provincia como una región bien organizada burocráticamente.
También, reafirma la idea de que la gestión del gobernador Néstor Kirchner es muy buena y que por sobre todo promete y cumple. Muchas veces las notas narran un conflicto, como por ejemplo la falta de cobro de las asignaciones familiares y luego culmina criticando al gobierno nacional con la aplicación de verbos realizativos para perpetrar las promesas de Kirchner.
Por último, el medio grafico no es crítico con los funcionarios provinciales, porque la mayor pauta publicitaria proviene de las arcas provinciales. De esta manera La Opinión Austral termina siendo funcional al gobierno kirchnerista con el fin de seguir liderando la opinión social y manteniendo un lugar de reconocimiento económico por parte de la cúpula política.
Otro punto importante para destacar de La Opinión Astral es que los entrevistados son oficialistas, pero si pertenecen a otro estamento social, seguro poseen un vínculo con el gobernador de la Provincia.
Nosotros miramos a los otros
Incluso se puede observar que hay dos importantes grupos de referencia en Santa Cruz, el “nosotros” y los “otros”. Se destaca el riogalleguense dentro de un marco general de semejanza y diferencia. Los significados implícitos están relacionados con los “otros” con el fin de establecer las cosas malas de los políticos nacionales. Al respecto señala van Dijk (2003) que “los hablantes o escritores pueden destacar nuestras buenas cosas tematizando los significados positivos, utilizando elementos léxicos positivos en las autodescripciones, proporcionando muchos detalles sobre las buenas acciones y pocos detalles sobre las malas acciones”.
Los “otros” son los malos, inútiles, demagogos. Dichos adjetivos afectivos, son utilizados con el fin de lograr una reacción del alocutor en función de establecer una opinión con respecto a las presidencias de Carlos Saúl Menem y Fernando De la Rua.
Entonces, el mensaje implícito es que se sufren las consecuencias de los malos gobiernos.
“Tanto en el plano local como en el global del análisis del significado, asistimos con frecuencia a una estrategia general de ‘presentación positiva de uno mismo y de presentación negativa del otro”. (Wodak 2003)
El diario realiza una “recorrida” por los cajeros automáticos de la ciudad de Río Gallegos y en la nota firmada por José María Vinet titula “El día de la familia Cavallo”. En la bajada el periodista coloca “La gente iba y venía de un cajero a otro. ‘Con la red Banelco te dan plata, pero con la Link no.’ ‘Este Cavallo y la re…’ ‘Son unos hijos de…’. ‘Disculpe señor, pero la culpa es más de De la Rúa que de Cavallo, aunque son todos igualmente unos…’. ‘¿De qué se quejan?’ ‘¿Dónde están ahora los que los votaron?’. Estos son sólo algunos fragmentos de los diálogos oídos ayer en los cajeros automáticos de la ciudad. Fue el día en que los argentinos más nos acordamos de Cavallo y sus progenitores, quienes, dicho sea de paso, no habrán imaginado nunca un país como el que sufrimos actualmente gracias a la política económica que implementa su vàstago. ” (La Opinión Austral [LOA], 03 de diciembre de 2001: 13)
Una extracción de la nota dice lo siguiente: “Disculpe que la moleste, pero además de intentar conseguir plata, soy periodista y quisiera escribir lo que está ocurriendo. El comentario hizo que los restantes miembros de la cola me rodearan para seguir puteando y reclamar que había que gritar a los cuatro vientos que este gobierno está ‘lleno de inútiles’ (es lo más suave que oí), además de intentar saber qué iba a pasar, como si alguno de nosotros lo supiera” y el periodista sigue transcribiendo que “Una señorita con cara de muy enojada se queja: ‘yo me pregunto, este hijo de…Cavallo ¿sacará plata de un cajero automático? Nooooo, seguro que noooo, ya debe haberla retirado antes de tomar medidas, o a lo mejor hace abrir un banco después de las cinco de la tarde (¿?) para que le paguen. Para eso tiene inmunidad diplomática (¿?)’. Disculpe trabajo en el diario La Opinión Austral y estoy tratando de reflejar lo que pasa… ‘Espero que describa muy bien lo que está pasando, porque la gente ya no da más. A mí me sacaron un 13 por ciento del sueldo, nos limpiaron el salario familiar, no sabemos qué va a pasar con el aguinaldo y, encima, en lugar de la ayuda escolar me van a dar una mochilita con cuadernos. Pero ¿y el guardapolvo, los zapatos, la ropa que necesitan mis hijas para ir a la escuela…?’” (La Opinión Austral [LOA], 03 de diciembre de 2001: 13)
La nota trata de reflejar, a través de la voz del periodista, lo que sucede en la ciudad. El lector se encuentra abrumado por una polifonía de voces que trasmiten que la situación del país es alarmante. El nerviosismo y la ira de la gente transforman las jornadas, siempre tranquilas, de Río Gallegos. También el autor del texto hace una clara alusión al hecho de que en su rol de periodista cumple con una orden o una tarea encomendada: el ser transmisor de lo que sucede, y que legitima en tener la obligación de respetar la verdad. Con lo cual la noticia se desvirtúa en un reclamo constante al gobierno nacional. Por último ejemplifica dentro de su cobertura que fue rodeado por los entrevistados cuando declaró que era del Diario. Connota que el poder y la jerarquía que los demás reconocen en él sería a través de la escucha, es decir: los ciudadanos se nuclean, el La Opinión Austral los escucha y a través de la difusión se podrán cambiar las cosas.
En esta publicación, el objetivo de la redacción es que el periodista refleje los sentimientos del ciudadano argentino (no solo el pensamiento santacruceño). Utiliza estas técnicas con el fin de convencer a los lectores de que la realidad social es deplorable y que las políticas económicas y sociales aplicadas por el ministro de Economía y el Presidente de la Nación generan violencia, insatisfacción. También el Diario a través de los insultos de la gente y la denuncia de los supuestos negocios o artificios de los políticos, antes de tomar las medidas económicas, denota una ineficacia política. Deja claramente explicitado que solo los ciudadanos están atravesando la problemática del dinero retenido y que los políticos, en la mayoría de los casos, son corruptos. En síntesis la utilización de esta retórica reafirmaría el estado de crisis y la inutilidad de los funcionarios.
El Diario tituló “Una imprudencia más del poder político” en referencia al Estado de sitio, según lo calificó el titular del Juzgado Federal de Santa Cruz, Gerardo Caamaño. Además en la nota expresa que “‘Santa Cruz no está para decretar el Estado de Sitio’. En el anteúltimo párrafo se extrae del dialogo con Caamaño “jamás se vivió un avasallamiento tan grande al Poder Judicial, a la Magistratura, por parte de un gobierno como éste, diría que el estado de derecho, hace tiempo está en estado de sitio” Queda en claro, entonces, que el Presidente de la Nación no tiene atribución para declarar el estado de sitio, salvo en caso de receso legislativo legal y no el que se verifica en la realidad en los últimos años. Santa Cruz aparece como una provincia totalmente desvinculada de la realidad nacional. Para el medio grafico la medida del Estado de Sitio fue una medida sumamente improvisada.
Por esta razón la entrevista a un magistrado santacruceño legitima que el poder central se equivocó en la decisión que tomó, pero no solamente con aplicar esta norma, sino con involucrar a la provincia en la problemática nacional. Santa Cruz, para el diario, no puede ser comparada con lo que sucede en la Argentina. La dimensión ideológica que se materializa en esta nota es que el poder aplicado por la Nación no debiera existir en la Patagonia, ya que el poder que expresa el diario es que es una región independiente y diferente que lucha por su propio bienestar a pesar de los problemas que De la Rua, a partir de su administración, generó a la Provincia. Se materializa la oposición a una medida política del gobierno. (La Opinión Austral [LOA], 21 de diciembre de 2001: 15)
CONSIDERACIONES FINALES
En las redes de poder de los medios de comunicación el discurso político es uno de los espacios en los que el lenguaje es en apariencia transparente. El diario se hace eco de la realidad social y política del país como un actor que sufre y siente lo que le pasa a su patria. La Opinión Austral como un actor de poder elevado establece un vínculo dinámico entre los ciudadanos de Río Gallegos y los políticos. La relación que se forma desde la elocutio se conforma con el “nosotros”. A su vez, La Opinión Austral legitima el poder del gobernador y tiene en cuenta todas las opiniones de Kirchner sobre la crisis que atraviesa el país y su lanzamiento como candidato a presidente para las elecciones de marzo de 2003. Es el candidato nuevo que la “gente” reclama, en contraposición con los argumentos de la época en que los manifestantes se quejaban por la “vieja” política, afirmando en la Plaza de Mayo “que se vayan todos”.
De la misma manera se puede observar que hay dos importantes grupos de referencia el “nosotros” y el “ellos” que hacen destacar un marco general de semejanza y diferencia. El “nosotros”, es orden, limpieza, avance, tranquilidad. Por ese motivo, hay varias publicaciones que expresan que la provincia de Santa Cruz no merece un estado de sitio ya que reúne todas las condiciones necesarias para que sea una excepción en comparación con el resto del país que es caótico. Los significados implícitos están relacionados con los “otros” con el fin de establecer las cosas malas de los políticos nacionales.
Dichos adjetivos negativos son utilizados con el fin de lograr una resistencia del alocutor en función de construir una opinión con respeto a las presidencias de Carlos Saúl Menem y Fernando De la Rua. Entonces, el mensaje implícito es que se sufren las consecuencias de los malos gobiernos. Afirma que la clase política privilegia el pago de una deuda de “discutible legitimidad”. Uno de los principales argumentos es que el gobierno nacional dejó de poseer un amplio apoyo popular. Luego La Opinión Austral culmina que las afirmaciones como “falta decisión” y “ejercicio del poder” avala el concepto de que la sociedad argentina descree de la clase política. Denota que La Opinión Austral marca la agenda pública con la idea de que el medio gráfico sea el vehículo de transposición de sus connotaciones a los ciudadanos santacruceños. Relata los hechos como un actor más involucrado en la problemática, es decir padece la realidad contextual en la que está inmerso.
Por ende el medio gráfico es un visible opositor a las medidas de gobierno implementadas por De la Rúa. Todos los entrevistados tienen un pensamiento disidente con la ideología aliancista. En La Opinión Austral la variable constante en el análisis de las notas es que la provincia de Santa Cruz aparece como un lugar totalmente desvinculado de la realidad nacional. En la mayoría de los artículos el Diario deja en claro que es la primera crisis que afectó a la provincia.
Las privatizaciones de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales y los Yacimientos Carboníferos Fiscales en la Provincia no son tenidos en cuenta como hechos históricos. A principios de lo ’90, se produce una crisis sufrida por la desregulación económica y la flexibilización laboral que dejó un saldo récord de desocupados en la región. Los desocupados fueron absorbidos por la Provincia. También hubo fuertes protestas que tuvieron su punto culmine con la renuncia del gobernador Ricardo Del Val. Por ese entonces, las regalías del petróleo, que eran abonadas desde el gobierno nacional al provincial, estaban retrasadas y los sueldos quedaban impagos. Luego de la renuncia de Granero y la asunción de Marcelino García la provincia todavía se encontraba convulsionada. El Diario en su jerarquización y puesta en escena termina dejando de lado el proceso histórico en cuestión.
La desvinculación se enmarca dentro de la dinámica de la construcción del discurso. En 1991 Néstor Kirchner asume la gobernación. Luego aplica políticas públicas que reordenan la provincia. El diario se “olvida” de estos procesos históricos y realiza un “salto” para reforzar la idea de “inoperancia” del gobierno de Fernando De la Rua. Los significados implícitos que utiliza La Opinión Austral en sus comentarios con respecto a la figura de Néstor Kirchner es que realizo una buena administración. Los ciudadanos están serenos y, si bien la provincia “sintió” la crisis nacional, no afectó el buen desempeño de los funcionarios locales. Dicha estrategia discursiva se utiliza con el objetivo ideológico de restarle importancia a los problemas que puedan generar una mala administración provincial y “recargar” sobre el gobierno nacional todo los males que los santacruceños puedan sufrir. Ideológicamente el Diario presenta una actitud afín a la administración kirchnerista.
En este sentido podemos tener en cuenta que la mejor opción es Kirchner, ya que la provincia está ordenada, aparece la antitesis del país como un caos. El diario resalta la figura de Kirchner como el “nuevo” hombre, que trabaja para un país distinto. Si él logra obtener el aval del pueblo argentino la Nación cambiará.
Dichos enunciados siempre colocan al ciudadano de la región (no importa el espacio social que ocupe) en un lugar de privilegio con respecto al resto del país. Al mismo tiempo, connota los adjetivos calificativos de manera positiva. La construcción colectiva del ciudadano santacruceño conforma un modelo mental ideal. El “hombre ideal” de Santa Cruz posee características indiscutibles. Los adjetivos como trabajadores, inteligentes, capaces, luchadores, eficaces demarcan la forma de construir un modelo mental que influye en la construcción de un determinado contexto local. En cambio, los adjetivos calificativos se transforman en negativos cuando el Diario se refiere solamente a los funcionarios nacionales.
Los términos como incapaces, demagogos, caóticos, mentirosos, nefastos y corruptos se utilizan en los enunciados para lograr una valoración peyorativa y reforzar la identidad de los ciudadanos de Santa Cruz. La dualidad negativo/ positivo logra también resaltar la figura política de Néstor Kirchner, gobernador de la Provincia.
El Diario, en sus editoriales, expresa que el ciudadano riogalleguense no se pronunciaba masivamente en una protesta social. Dicha construcción de la realidad se utiliza perlocucionariamente para asentar la idea de que la ciudad es tranquila, limpia y ordenada. Los actores sociales no tienen motivos para manifestarse. La gobernación de Néstor Carlos Kirchner satisface las necesidades de los ciudadanos. La actitud pasiva de una persona ante un conflicto es observar la realidad tercerizando la problemática para focalizarla en el “otro” como gestor y promotor del problema. El concepto refuerza la necesidad de empezar una campaña electoral a fin de “salvar” a su provincia. Además sería el único ser humano capacitado para lograr tan inmensa tarea.
La Opinión Austral critica las medidas económicas tomadas por el gobierno nacional para favorecer la presentación de la candidatura como presidente de Néstor Kirchner resaltando no sólo su pensamiento sino también su trabajo por la provincia de Santa Cruz. En esta lucha hegemónica y contra hegemónica por el poder, el conflicto que muchas veces es latente, se transforma en manifiesto, repercutiendo en el discurso periodístico.
Se caracteriza como un político distinto cuando en el discurso público afirma que no tiene aparato político, pero sí convicciones. Es decir que Kirchner hace una alusión de manera no dicha a Eduardo Duhalde o a Carlos Saúl Menem ya que son los políticos que poseen un mayor vínculo con los bastiones políticos de la provincia de Buenos Aires.
Kirchner se refiere a la recuperación del partido peronista, al que amplió su autonomía relativa respecto de las distintas clases y grupos sociales. Además promete una nueva Argentina. Se caracteriza como un político distinto cuando en su discurso público revindica la postura de que sus alianzas políticas son inexistentes, pero que a partir de su capacidad puede ganar las elecciones. No necesita el apoyo de otros políticos. De este modo, hace una clara alusión al clientelismo político. Las políticas sociales y los programas de asistencia son una forma velada de clientelismo. No renuncia al poder como Fernando De la Rua por más que las cosas se pongan difíciles.
La Opinión Austral publica notas sobre el Estado de Sitio nacional, impuesto por el gobierno aliancista por un plazo de treinta días. La construcción de los acontecimientos es posicionarse como un actor político opositor a las medidas implementadas por el gobierno de la Alianza. Como consecuencia el contexto sería propicio para plantear que es necesario un cambio de rumbo.
Para fomentar la idea de crisis y alarma el diario La Opinión Austral convoca a Monseñor Bucollini para que exprese su visión en relación a lo que Santa Cruz estaba padeciendo. El obispo se alinea a la idea de que es la peor crisis provincial y manifiesta que un país ideal se puede lograr teniendo fe, amor y apuesta a la nueva dirigencia política. De igual forma La Opinión Austral coloca ejemplos de los diferentes comercios para corroborar lo que afirma la Cámara de Comercio, Industria y Afines de Río Gallegos (CCIARG) respecto de que las ventas cayeron entre un 30 y un 40 por ciento. Cuando en Río Gallegos las ventas fueron, en comparación con otros años, iguales. La Opinión Austral, en la mayoría de sus notas connota la preocupación de la institución sobre las medidas económicas. Las medidas tomadas por el gobierno nacional precarizan el consumo social. La extracción de dinero es de manera limitada, con lo cual afecta la economía doméstica de los ciudadanos. En síntesis las medidas del gobierno central perjudica la vida de los santacruceños. En este punto el diario exagera las situaciones ya que los comerciantes vendieron sus productos con tarjetas de crédito y de débito. Inclusive el Diario realiza informes explicando la situación de los comercios con respecto a la disminución de las ventas a nivel nacional. Recoge de DyN una detallada narración de las diferentes provincias que sufrieron una caída de las ventas y que se suman a la protesta del 13 de diciembre de 2001. La publicación de distintos informes alarmistas fomenta en el lector que la sociedad construya dentro del imaginario social que no se puede consumir por las estrictas medidas económicas, como la incautación de fondos.
El Diario publica el conflicto salarial tratando de agudizar la crisis. Kirchner realizó una serie de ajustes, para quienes cobran mas de $ 2000, al sector público (recorte de asignaciones familiares, rebaja de contratos y quita de otros adicionales) que se implementaron a partir del primero de diciembre, afectando a los funcionarios, médicos y policías. También se realizaron ajustes salariales a los municipales de la comuna de Río Gallegos. Por consiguiente, el gobernador manifiesta su descontento con los municipios ya que declara que en cada uno de ellos no hay una buena administración. De todas maneras, cuando el entrevistado es el intendente Héctor Aburto hay macroproposiciones que expresan una inflexibilidad por parte del estado comunal para solucionar el problema con los municipales y poca predisposición de encontrar un punto de retorno y solución del conflicto. Sin embargo hay una nota que destaca la afirmación del intendente: “siempre estamos dispuestos al diálogo” (La Opinión Austral [LOA], 30 de diciembre de 2001: 13)
Con todo lo expresado, publicar de una misma persona las contradicciones inmediatas que puede tener en una misma nota, sin hacer una salvedad, contribuye a que la figura del Intendente se encuentre totalmente desprestigiada. La ambigüedad que materializa La Opinión Austral con los dichos vertidos del entrevistado colabora en la perpetración de que el Intendente, en su función, no puede resolver cuestiones comunales.
Es importante destacar que esta crisis de confianza generada por el gobierno de De la Rúa -ante la ausencia de resultados esperados- contribuyó a erosionar la legitimidad del gran soporte estructurante de la política tradicional y género dominante -en otros tiempos- entre los lenguajes incorporados a ésta: el discurso político. Hoy, ya no constituye el centro de la cultura política como en otros tiempos. La hegemonía de los medios audiovisuales obligó a los políticos a adaptarse a otro escenario de mayor actuación.
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[1] Investigación realizada para la Tesina de Grado de la Carrera de Lic. en Comunicación Social con orientación en Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
artículo Huergo
Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515-2332 (versión impresa)
ISSN 2250-4184 (versión On-line)
Lo que articula lo educativo en las prácticas socioculturales
Por Jorge Huergo
Jorge Huergo. Resistencia (Chaco), Instituto de Cultura Popular (INCUPO)
Jorge Huergo. Lo que articula lo educativo en las prácticas socioculturales. Intersecciones en Comunicación [online] 2008, n.3. pp. 199-208.
Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515-2332 (versión impresa)
ISSN 2250-4184 (versión On-line)
Recibido 26/06/03.
Aceptado: 09/09/10
Cuando hablamos de lo educativo nos encontramos con dos tipos de representaciones[1] hegemónicas. Unas, hacen de lo educativo un proceso o una acción aislada de cualquier condicionante histórico-social y cultural. Otras, vinculan de manera absoluta y excluyente a lo educativo con la institución escolar y los procesos de escolarización.
En el primer tipo de representaciones, nos encontramos con los rastros y los residuos de posiciones idealistas y espiritualistas, que suelen “sacralizar” a la educación, abstrayéndola de cualquier determinación material. De este modo, los procesos educativos suelen verse como neutrales, más o menos estables en el tiempo, invariables en su definición y cargados de positividad, es decir, de “valores” y “prácticas positivas” socialmente. Esto sin estimar los modos en que los valores y las prácticas sociales sólo pueden comprenderse como “positivas” en un determinado tiempo y lugar. Por ejemplo, el uso de drogas puede ser positivo en determinadas culturas y estar cargado de connotaciones negativas en nuestras sociedades de consumo; las prácticas homosexuales pudieron ser aceptables y positivas en algunas comunidades y estar cargadas de significados negativos en ciertos sectores de nuestra sociedad, etc. Pero, además, suele otorgarse una carga negativa al hecho de robar, por ejemplo, aunque en ciertos pensamientos ético-políticos (como el de San Ambrosio en el siglo IV) es lícito en determinados contextos de necesidad vital, así como la acumulación de riquezas –en ese pensamiento- posee un carácter ilícito. Entonces, no siempre y en todo lugar lo “positivo”, desde el punto de vista axiológico, coincide. Tampoco es unívoca la positividad de los saberes incorporados en el proceso educativo. En otras culturas resulta positivo el conocimiento y el saber de “datos revelados” o de la magia, antes que el conocimiento científico, por ejemplo.
El segundo tipo de representaciones sociales ha ligado (de manera necesaria y casi excluyente) a la educación y lo educativo con los procesos de transmisión de conocimientos (prácticas, saberes y representaciones) y de habilitación para funcionar socialmente, que se viven en una institución: la escuela. Tal vez esto no sea tan cuestionable en situaciones sociales de “modernidad plena y exitosa”; pero lo es, en cambio, en sociedades no-modernas (anteriores a la modernidad o que no experimentan la cultura moderna occidental en el presente) y en sociedades como las nuestras, en las cuales los elementos fundantes y estructurantes de la modernidad están en crisis y descompostura. La escuela, como humanitas officina (un verdadero “laboratorio de humanidad”, según Juan Amós Comenio, fundador de la “didáctica moderna”), fue un núcleo organizacional de la modernidad occidental que se articuló con el desarrollo del capitalismo, de la industrialización y las formalidades de la “democracia” burguesa. La escuela es una institución que produjo prácticas, saberes y representaciones, y que las reprodujo con el propósito de incorporar a los individuos a las sociedades capitalistas, industrializadas y democráticas modernas (es decir, hizo de los individuos aislados, sujetos sociales). Pero la escuela no existió siempre y en todas las culturas, o no existió de la manera en que la conocemos hoy. Por otra parte, en la actualidad resulta dificultoso observar la articulación de la escuela, por ejemplo, con el mundo del trabajo y con el ascenso social. Hoy experimentamos una crisis de esa institución formadora de aquellos sujetos sociales, producida en gran parte por los procesos de “globalización”, por las sucesivas políticas de reforma y ajuste neoliberal y por inadecuación entre los persistentes imaginarios de movilidad social (a partir de la escolarización) y las condiciones materiales concretas de ese ascenso (a través del trabajo o la profesión). Además, los saberes que se producen, se distribuyen, circulan y se reproducen a través de la escuela y los procesos de escolarización, difícilmente pueden ser vistos como aquellos que nos permiten “funcionar” socialmente. Son saberes siempre desafiados y contestados por los saberes que proliferan alrededor de otros discursos sociales, como el mediático, el callejero, el comunal, el del mercado, etc.
Se nos hace necesario, entonces, proponer otra noción de lo educativo, que nos permita salirnos de esos dos tipos de representaciones. De este modo, optamos por la noción que propone la pedagoga mexicana Rosa Nidia Buenfil Burgos. Ella sostiene que
“Lo que concierne específicamente a un proceso educativo consiste en que, a partir de una práctica de interpelación, el agente se constituya como un sujeto de educación activo incorporando de dicha interpelación algún nuevo contenido valorativo, conductual, conceptual, etc., que modifique su práctica cotidiana en términos de una transformación o en términos de una reafirmación más fundamentada. Es decir, que a partir de los modelos de identificación propuestos desde algún discurso específico (religioso, familiar, escolar, de comunicación masiva), el sujeto se reconozca en dicho modelo, se sienta aludido o acepte la invitación a ser eso que se le propone”[2]
Con estos elementos, vamos a presentar un cuadro sintético y algunos elementos que posibiliten la comprensión de esta noción.

LAS INTERPELACIONES
§ Parten del reconocimiento del universo vocabular, o parten de intereses particulares y se implantan, o parten de un desconocimiento del contexto (como de la nada), o surgen de un espacio social existente
§ No son mensajes aislados (del tipo “tenés que ser adulto”, “hay que ser un buen ciudadano”, “debes ser un buen trabajador”); son conjuntos textuales
§ Pueden constituirse en todo un espacio u organización que se hace visible en un contexto social (como por ejemplo un sindicato, o las Madres, o una tribuna de fútbol), o pueden constituirse en estrategias más particulares, acciones y prácticas de agentes determinados (por ejemplo, un taller con mujeres pilagá, un programa radiofónico educativo)
§ Son llamados o invitaciones a hacer determinadas cosas, a ser de una manera, a pensar de una forma... Pero pueden ser mandatos que requieren el abandono de un aspecto de la identidad (como por ejemplo, ser civilizado dejando de ser bárbaro, o ser desarrollados abandonando prácticas tradicionales)
§ No están sólo constituidas por saberes, sino también por quehaceres, prácticas, posicionamientos, valores, ideologías...
§ Pueden dirigirse a los individuos para que hagan “sujetos” (por ejemplo, a individuos para que sean católicos, o comunistas, o bosteros). Pueden instalarse en un espacio social y dirigirse (aún no intencionalmente) a toda la sociedad (por ejemplo, la sola presencia de una organización como HIJOS o de una radio comunitaria, puede provocar un movimiento en una sociedad)
§ Pueden estar encarnadas en referentes (como los docentes, los padres, un animador cultural, un personaje mediático) o pueden ser referencias, como un espacio de comunicación (por ejemplo una murga, un grupo de mujeres, o de jóvenes, etc.)
§ Directa o indirectamente, toda interpelación le otorga significados a determinadas ideas (o significantes) que circulan en la sociedad o en los discursos sociales, como por ejemplo a las ideas de “desarrollo”, “saber”, “libertad”, “participación”...
ð Las interpelaciones, entonces, contienen una matriz de identificación. Nosotros, a veces, no nos identificamos con todos los elementos propuestos por la interpelación (contenidos, comportamientos, valores, ideas, prácticas, gustos, modos de vestirnos...) sino sólo con algún aspecto (por ejemplo, nos identificamos con el mensaje del Evangelio, o con algunas prácticas de grupos juveniles, pero no con las ideas de la jerarquía eclesial)
LOS RECONOCIMIENTOS
El reconocimiento subjetivo es central para que una interpelación adquiera sentido.
§ El reconocimiento no es sólo “conocimiento” de la interpelación, no basta con conocerla (porque puedo conocerla y ser indiferente a la interpelación). Puedo conocer por ejemplo la interpelación del discurso menemista, pero no por eso “reconocerla” (“no me interpela”)
§ El reconocimiento se da en el nivel de la adhesión, de cierta incorporación de elementos de la interpelación o de su matriz de identificación
§ Es decir, tiene relación con el proceso de identificación. En algún o algunos aspectos, el sujeto se siente como perteneciendo a una identidad colectiva, que lo interpela (por ejemplo, la pertenencia a los ricotteros implica una adhesión y reconocimiento de algunos aspectos que me interpelan: las letras de las canciones, los movimientos, la música, el pogo, esa mística de los recitales... La pertenencia al peronismo, del mismo modo: a lo mejor “me llega” estar en la plaza llena, los bombos, ese temblor en el cuerpo que producen los bombos y los cánticos, la palabra de Perón o de Evita, aunque no lo “razonara”. Quiere decir que hay cierta incorporación: una posibilidad corporal de jugar el juego de determinadas prácticas, valores, ideas, identidades, gustos...)
§ El reconocimiento tiene relación con las identidades sociales. Las identidades sociales se constituyen por cuatro rasgos:
1. Pertenencia a un nosotros (me siento, me reconozco, como peronista, campesino, wichí, mujer, ricottero, HIJO...) y también distinción respecto a otros (no soy radical, no soy un burgués urbano, no soy toba...)
2. Ciertos atributos comunes (jergas, términos, estandartes, logos, banderas, cantos, movimientos corporales...) que los que pertenecemos a esa identidad podemos reconocer como propios
3. Una narrativa histórica común (aunque cada uno tenemos nuestra biografía, hay una historia común que nos marca, y que más o menos reconocemos y la contamos de manera similar todos los que pertenecemos a una identidad)
4. Cierto proyecto común (reconocemos cuáles son nuestros sueños o nuestros ideales, quiénes son nuestros aliados, los grandes caminos a seguir, con quiénes tenemos conflictos, cuáles son las grandes metas que nos unen...)
LAS PRÁCTICAS SOCIOCULTURALES
Pero para que todo el proceso sea educativo, no termina todo en el interjuego entre interpelaciones y reconocimientos. El proceso culmina en algún cambio en las prácticas socioculturales cotidianas.
§ El cambio en las prácticas (en los modos de hacer y de ser, en los saberes, en las formas de pensar, de posicionarnos...) puede tener dos sentidos:
1. La reafirmación más fundamentada de una práctica ya existente (como por ejemplo, de prácticas relacionadas con la medicina popular, o de saberes ancestrales de una cultura aborigen, o de los escraches...)
2. La transformación de una práctica que existe en la actualidad (por ejemplo, un modo distinto de relacionarnos los padres con los hijos, o de considerar a los jóvenes, o de posicionarnos frente a los poderosos, o de apropiarnos de los medios de comunicación como espacios de expresión ciudadana...)
§ Sólo al analizar las prácticas, podemos hacer una evaluación más adecuada del sentido político del proceso educativo, y sostener que:
1. El proceso educativo tiene un sentido hegemónico en la medida en que tiende a generar prácticas conformistas respecto a un orden social establecido, a las relaciones sociales que lo sostienen, a modos de pensar que avalan la dominación...
2. El proceso educativo tiene un sentido contrahegemónico en la medida en que tiende a generar distintos modos de cuestionamiento y resistencia y/o produce modificaciones en las relaciones sociales de dominación, en prejuicios o discriminaciones, en actitudes individualistas, en modos de pensar dogmáticos...
BIBLIOGRAFÍA
Buenfil Burgos, Rosa N. 1993. Análisis de discurso y educación, pp. 18-19. DIE. México
artículo Devalle
Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515-2332 (versión impresa)
ISSN 2250-4184 (versión On-line)
Intersecciones en Comunicación. n.4 Olavarría ene./dic. 2010
El debate sobre la “cuestión técnica” en los inicios del diseño
Verónica Devalle. Dra. en Historia y Teoría de las Artes. Instituto de Arte Americano. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad de Buenos Aires - CONICET. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Recibido: 11/06/10
Aceptado: 20/07/10
RESUMEN
La reconstrucción del cuerpo filosófico y político alemán en la Argentina ha sido materia de interés desde hace mucho tiempo y ha cobrado especial importancia en los últimos años. Esto resulta evidente, a modo de ejemplo, en la serie de Jornadas y Congresos donde se viene trabajando en un arco que comprende desde las tradiciones vitalistas hasta el despliegue de la teoría crítica frankfurtiana. Paralelamente se ha renovado el interés en la pregunta acerca de la técnica, que también ha reconocido respuestas filosóficas y sociológicas.
Sin embargo, poco se ha avanzado en la interrogación de ciertas prácticas que son netamente sociales, técnicas y estéticas, y que precisamente han desembarcado como saberes reconocidos y especializados vía la reflexión alemana sobre la técnica, tal el caso del Diseño. La propuesta del artículo apunta a reconstruir la reflexión alemana sobre la técnica y la producción industrial para entender cómo emerge una nueva concepción en la producción de las formas industriales y el modo en que se empieza a perfilar el dominio del Diseño europeo/alemán. Interesa el caso en particular en la medida en que es fundacional –vía el Arte Concreto Invención y la Escuela de Diseño de Ulm, Alemania- de la constitución del campo de Diseño en la Argentina. No resulta casual, precisamente, la trayectoria de Tomás Maldonado quien inicia su carrera como artista argentino de vanguardia en los años ´40 para devenir director y referente de la Escuela de Ulm en los años ´60 y autor de numerosos textos –elaborados a la luz de la reflexión alemana sobre la técnica- que sentaron las bases de los documentos fundacionales de las carreras de Diseño en el país.
Palabras claves: Diseño – técnica – cultura – disciplina - historia de las ideas.
ABSTRACT
The THE DEBATE ON THE “TECHNOLOGY QUESTION” IN EARLY DESIGN reconstruction of the body of German philosophical and political thought in Argentina has been a question of interest for some considerable time and has become particularly important in recent years. This trend is evident from the number of conferences and related academic events dealing with subjects ranging from the vitalist tradition to the Critical Theory of the Frankfurt School. At the same time there has been a renewal of interest in the issue of technology and this has produced various philosophical and sociological questions.
Nevertheless, little progress has been made in the examination of questions that are clearly social, technical and aesthetic in nature and have turned into recognized and specialized forms of knowledge by way of German thinking on technology; one of these is design. The purpose of this article is to reconstruct German thought on technology and industrial production in order to understand the emergence of a new conception of the production of industrial forms and the way in which the domination German and European design began to take shape. This is of interest here to the degree that it is foundational - via Arte Concreto Invención and the Ulm Design School in Germany - for the constitution of the field of design in Argentina. Of particular importance in this context is the career of Tomás Maldonado. He began as an avant-garde artist in Argentina in the 1940s and went on to be Director of the Ulm Design School. He also produced a large number of texts - written in the light of German thought on technology – which laid the basis for the founding documents of design education in Argentina.
Keywords: Design – technology – culture – discipline - history of ideas.
AMÉRICA ILUSTRADA
En el ámbito cultural argentino, la influencia de Francia ha sido enorme desde los comienzos mismos del proceso independentista. El panorama no es privativo de la Argentina, sino de un conjunto de regiones latinoamericanas que a la luz del debate abierto con la Ilustración hicieron propios los ideales revolucionarios y libertarios de pensadores como Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Condorcet, entre tantos otros (Casullo, Forster, Kaufman, 1999). En este sentido, y precisamente en el contexto de los bicentenarios latinoamericanos, la marca de agua del pensamiento político francés ha sido indeleble y configura –en gran parte- la forma en que se ha vivido el sentido de lo republicano, de la libertad y de los derechos individuales. También, y bajo esta misma lógica, la relación “política – cultura” se ha construido en nuestros territorios –particularmente las medianas y grandes ciudades- como inseparable en la medida en que el acceso a la ciudadanía supuso el desarrollo de una conciencia cívica, tramada en la formación, el desarrollo de conocimiento y el despliegue de una conciencia libre –de ahí el carácter ilustrado de la Ilustración.
Cultura y política son entonces dos términos que en su evocación, anclada en un pasado y un presente ilustrados, traen la figura del ejercicio de una ciudadanía responsable, el derecho a la libertad, la responsabilidad cívica y una enorme admiración por la cultura como “faro”, “guía” y garantía del proceso civilizatorio (en el sentido en el que lo entendían los doctrinarios franceses[2]). Prueba de ello la constituye la influencia francesa en la generación política que construyó las bases del Estado Nacional argentino no sólo en lo relativo a las ideas sobre el gobierno que se manejaban, sino en los mismos emprendimientos que como Nación se realizaron. La ciencia francesa, de la mano de Pasteur, los estudios sociales con la figura de Saint Simon, la arquitectura parisina con los maestros de ateliers franceses, son apenas una muestra de la mutua implicación –en el plano del sentido común y de las representaciones colectivas- entre lo político y lo cultural. También la serie de dificultades que la misma referencia francesa traía desembarcaron en un continente que debía asimilar el pasado precolombino, el hispánico, el revolucionario y el desafío por “asimilar” y normalizar todas estas tradiciones bajo el concepto de ciudadanía. El debate sobre la necesidad de educar y poblar, emblemáticamente representados por Sarmiento y Alberdi, es una perfecta síntesis de lo expuesto.
En la Argentina en particular, la influencia francesa se mantuvo en el espectro de la teoría política y en el ámbito cultural casi como única referencia hasta bien entrado en siglo XX. De ahí que el término cultura, haya conllevado la inflexión de un proceso gradual que abarcaba situaciones de mínima y máxima, pues era sinónimo de la civilización. Y al día de hoy, en no pocas ocasiones se lo piensa de este modo (entiéndase por tal, el hecho de que alguien tenga o no cultura). Pero no siempre lo cultural ha sido pensado de esta forma, particularmente en aquellas regiones donde la cultura asumió otra inflexión desde el momento en que el Romanticismo –como constelación de un pensamiento vivo- comenzó a problematizarla. Efectivamente y como bien lo señala Norbert Elías (Elías 1993) en el mismo proceso de construcción de Alemania como nación la idea de cultura jugó un rol central en la medida en que buscó deslindarse del carácter gradual y en cierto punto evolucionista que lo “civilizatorio” traía consigo. De esta forma, para los alemanes que aún no habían protagonizado el proceso de unificación de su nación, lo cultural representaba el conjunto de valores, costumbres, herencias religiosas y la plataforma idiomática que los identificaba como un colectivo –en aquel momento no nacional pero sí cultural. Desde entonces, continuando con Elías, la cultura ha tenido también esa inflexión de un proceso diferenciador sin desigualdad.
Esa perspectiva, que nace en Alemania alrededor del siglo XVIII, y que indica que lo cultural es constitutivo de los pueblos y no algo que se posee en mayor o menor medida, habilita una equiparación entre las producciones de diferentes colectivos sociales bajo la consideración de que todas ellas poseen igual validez en la medida en que son constitutivas de sus actores. Por extensión, se desarma la idea de que haya alguna nación que represente la cima de la cultura o de la civilización. En este sentido, la batalla alemana apuntaba a desarticular la legitimidad que la cultura francesa tenía al interior de la misma Alemania que, de esta forma, desconocía a sus escritores, artistas y pensadores.
La posibilidad de reconocer lo propio y valorarlo, que configura una parte de los argumentos de lo que se conoce como Romanticismo, también desembarcó en Argentina en la denominada “generación del ´37” con la figura de Esteban Echeverría como escritor de referencia. Los malones, los indios y el choque “civilizatorio” con el contenido dramático que ello traía fueron visibles como un problema de difícil resolución, como un drama. Sin embargo, el Romanticismo alemán no figuró como referencia central en las producciones culturales locales pues siempre pesó más el clasicismo francés tanto en su versión ilustrada como en la propia del positivismo.
Efectivamente, la vocación por ordenar y progresar –tal como reza el sintagma de la bandera de Brasil- constituye un lema sintético de lo que los aires de fines del siglo XIX traían: el afán por construir naciones, ordenar los pueblos, progresar las ciudades, impulsar la ciencia, normalizar, homogeneizar y civilizar. De ahí, la sintonía con el anterior precepto ilustrado.
ALEMANIA A FINES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL SIGLO XX
Sobre un panorama de ideas europeas que ponían en tensión términos como “cultura” y “civilización” surge en Europa, y más precisamente en Alemania, el debate acerca de las tradiciones que debían convocarse a la hora de producir objetos industriales. Es ese el momento en el que se empieza a problematizar la producción industrial desde un conjunto de nuevas preguntas, que habilitarían el surgimiento del Diseño –como disciplina- tal como lo conocemos hoy en día. Es decir, una acción capaz de proyectar la forma de un producto con vistas a un proceso de síntesis, donde lo que se pone en juego es la articulación de factores funcionales, ergonómicos, económicos y estéticos. A partir de esta consideración, cabe señalar que uno de los momentos iniciáticos de esta elaboración lo constituye la reflexión sobre las consecuencias de una producción enloquecidamente esteticista que quedó plasmada en las sucesivas Exposiciones Internacionales. En las mismas, iniciadas en 1851 en Inglaterra, se hizo palpable la relación entre ornamento, carencia de funcionalidad y fascinación por parte del gran público. Es decir, una producción masiva, llena de estilemas, que consagraban a la alta burguesía como clase en ascenso, y que prescindía de la pregunta acerca de las características de la población a la que iban dirigidos esos productos o que, al menos, desconocía una buena parte de la población como posible usuario de los objetos producidos. La irritación que estos presupuestos generaron dentro de una serie importante de artistas y artesanos no pudo ser mayor en la medida en que lo que las Exposiciones Internacionales evidenciaban era la imposibilidad de registro del conflicto social propio del imaginario europeo de la Belle Epoque. Un momento histórico en el que desde el punto de vista del arte, se sucedían los movimientos pre vanguardistas iniciados en la literatura –particularmente el simbolismo- y que en el plano social ubicaba a Europa como un hervidero de problemas económicos y políticos (debe aquí recordarse el crecimiento exponencial de la social democracia al calor del llamado a la lucha de clases y la serie de revoluciones que daban cuenta del problema de la inequidad social). Todo eso se desconocía –en forma llamativamente absurda- en las Exposiciones Internacionales, que preferían pensar como horizonte posible para la industria el exotismo de productos novedosos, donde se vendía la novedad, el genio creador, la invención y la rareza. De ahí el carácter impactante y en algunos casos absurdo de los productos exhibidos, que motivó el inicio de la reflexión acerca de los objetivos de la producción mercantil, más allá de la reproducción ampliada del valor de las mercancías.
A partir de ese conjunto de reflexiones críticas, y en tanto reacción, surge el concepto de “función” como nuevo valor del producto, que desplaza su consideración estética –en términos de una comprensión ajustada al cánon de las Bellas Artes- o estilística –como referencia a una corriente, movimiento y/o tendencia que trasluce una determinada pertenencia. En su reemplazo, la racionalidad, la economía de esfuerzos, la articulación entre calidad y costo resultarán las variables de medición de la producción industrial habida cuenta que se fabricaba para un mercado que se preveía ya no clasista sino universal. Desde aquí, la oposición entre rasgos particulares de una clase y la universalidad del conjunto de la población a la que iban destinados los productos va a marcar en lo sucesivo el destino del debate sobre los públicos y las demandas. Solo que en la Europa de entre guerras, aquello que preocupaba en relación a los usuarios era el problema de la demanda entendida como una necesidad de cobertura de requerimientos de usos y funciones sociales.
En este sentido una serie de inquietudes asaltaban a los productores y a una buena parte de los industriales, entre otras: ¿qué se cubría con la producción de un producto? ¿qué funciones cumplía? ¿cómo resolvía situaciones cotidianas? Se trata de una serie de interrogantes que van a quedar sintetizados en la clásica ecuación forma/función. Eso es: la forma del producto debe ser un “libro” que permita leer con claridad la función para la que fue realizado y dicha función será, con el correr del tiempo, patrimonio del Diseño.
Uno de los escenarios más claros del debate lo constituyen los Congresos de la Deutscher Werkbund, iniciados en Alemania en la primera década del siglo XX pero con una particular virulencia a partir del congreso de Colonia de 1914. Allí, según Maldonado (Maldonado 1991), se produce un debate medular entre dos posiciones que quedarán plasmadas en una disyuntiva un tanto maniquea pero que da cuenta de los horizontes posibles de la producción industrial. Las posturas personificadas en las figuras de Henry Van de Velde y Hermann Muthesius se ciernen en torno a la idea de apostar al estilo industrial, en el primer caso o directamente abolir el estilo –inclusive el estilo industrial como sinónimo de la modernidad- para pensar en la construcción de “tipos”, la tipificación de la producción industrial que permitiría –bajo ciertos standards productivos- obtener una vasta línea de productos de bajo costo, buena calidad, que pudiesen cubrir la mayoría de los requerimientos sociales. En el caso de Muthesius, la embestida contra la ornamentación era absoluta en la medida en que consideraba incluso a los estilemas industriales como rasgos superfluos que debían, en lo posible, ser eliminados.
Esta tensión se trasladaría a Bauhaus que, en una primera instancia, nació como una Escuela donde debían fusionarse los conocimientos de las Artes con los de las Artes Aplicadas. Quizás por esos motivos, en un comienzo conservó la metodología de trabajo de los talleres de artesanía hasta que, luego del desembarco de las vanguardias constructivas, comenzó a articularse ya no en función del material del trabajo (metal, madera, textil) sino antes bien, en relación al producto buscado (proyectado). Ese clivaje marca uno de los momentos más importantes de la Escuela y señala el pasaje de una comprensión artesanal hacia una que en principio de postulaba como “síntesis de las artes”, con la Arquitectura como referencia más importante. Hasta aquí los elementos más difundidos de la Escuela-faro del Diseño a nivel internacional. Pero el debate sobre los métodos, los objetos buscados y las idas y vueltas en las formas de enseñanza que, con justicia o no, suelen atribuírsele a Walter Gropius, son una primera figura sobre la que descansan un conjunto de ideas más amplias, con epicentro en la misma Alemania centradas en la relación técnica-cultura y que arrastran el debate en torno a los conceptos de “cultura” y “civilización” como términos clave de las huellas del pensamiento romántico e ilustrado respectivamente.
REVISTANDO LA OBRA DE NORBERT ELÍAS
Efectivamente, como lo señala el mismo Maldonado, el debate alemán sobre la potencialidad de la técnica, que se desarrolla con particular virulencia en el período que comprende la unificación alemana hasta la República de Weimar y que incluye la participación en la Primera Guerra como también sus consecuencias, trae a escena las tradiciones dominantes en cuanto a las potencialidades y los peligros del progreso científico tecnológico. Al respecto, no deja de llamar la atención la contradicción presente en los diversos modernismos alemanes que oscilan entre una confianza esperanzadora respecto de la maquinaria científica como forma de ubicar al país a la vanguardia de un proceso histórico (incluso siguiendo el clásico planteo marxista sobre las fuerzas productivas) y aquellas otras extremas que advierten los peligros que se ciernen en el proceso de secularización del mundo, producto del avance mismo de la ciencia. De ese vasto conjunto, las obras de Marx, Simmel, Weber sientan las bases de un análisis que es ante todo una explicitación de las tensiones y contradicciones del proceso de modernización (Habermas 2008, [1985]), y que, curiosamente, señalan a la técnica como un actor protagónico del cambio social (Maldonado 2002). En este sentido, la excesiva confianza o temor que sobre ella se construía revelan las esperanzas y miedos que la idea misma de progreso conllevaba. Es a partir de esta consideración, que la recuperación de la diferencia en torno a los conceptos de “civilización” y “cultura” trabajada por Norbert Elías (Elías 1993) resulta particularmente útil. Interesa, en este artículo, señalar que la discusión en torno a la cuestión técnica en Alemania se despliega en una clave cultural que retoma el antagonismo entre la postura ilustrada y la postura romántica. Es decir, en términos ilustrados, considerar a la técnica como artífice y motor de la transformación social, o bien en el posicionamiento romántico, acusarla de ser en parte hacedora de la progresiva indiferenciación civilizatoria, de la pérdida de rasgos particulares y de la subordinación de lo distintivo en pos de un progreso deshumanizador. Argumentos que, curiosamente, aparecen articulados en el pensamiento de los autores más completos y complejos del período, como señalamos anteriormente.
Yendo al punto que nos interesa, la discusión sobre la forma del producto industrial además de revelar el fin de la pervivencia del imaginario de la Belle Epoque, trajo consigo la tematización de la técnica casi como un ejercicio de reflexión sobre las aporías de la Modernidad (Devalle 2009). A partir de ello, una serie de interrogantes se actualizaban: ¿el progreso de la industria del país pagaba entonces un costo? Si esto era así ¿en qué consistía –habida cuenta que la proletarización y el cambio del estilo de vida era un hecho visible y cuasi irreversible? ¿era posible conservar rasgos culturales que permitieran identificar a un pueblo como unidad socialmente diferenciada y convivir con la maquinaria de la tecnificación y racionalización del proceso productivo? Si en las ciencias sociales las reflexiones se proyectan sobre el concepto de “alienación”, para el caso de las disciplinas del hacer cotidiano, urbano y territorial (como la arquitectura, el urbanismo y la artesanía) el costo implicaba perder los rasgos identificatorios de lo propio. En este sentido, el primer período de la Escuela Bauhaus –como escuela de artesanía, artes y oficios- y la búsqueda de una concepción “espiritual” en la elaboración de objetos representada por la figura de Johannes Itten -cuya concepción expresionista tributaria del Romanticismo fue inicialmente acogida con esperanza-, revelan las tensiones por las que transitaría no solo el Diseño sino –y en un horizonte más amplio- el debate cultural sobre la producción material en/del mundo (Maldonado 1991).
La comprensión de esta problemática, y al interior de la misma Bauhaus, opera un giro de ciento ochenta grados cuando en 1923 su director –en aquel entonces Walter Gropius- decide incorporar el “pensamiento constructivo” como directriz de la incipiente metodología de Diseño y con ello revierte la comprensión de la técnica desligándola de cualquier dejo romántico para ubicarla como uno de los baluartes del progreso histórico-material. A partir de entonces, la cuestión técnica va a despojarse del contenido estilístico –entendido como rasgo identificatorio de un colectivo, de un territorio o de un tiempo- con vistas a plantearse como la plataforma de un programa universal de producción de objetos y de hábitat. Es esa la imagen a través de la cual Bauhaus aparecerá ante el mundo como la escuela de Diseño donde se funden y articulan problemas propios de producción de textiles, indumentaria, publicidad, objetos cotidianos y vivienda. Desde aquel momento, y con particular virulencia a partir de los lineamientos en la dirección propuestos por su segundo director, Hannes Meyer, lo técnico será leído en una clave materialista histórica, como dimensión inherente al desarrollo dialéctico de las fuerzas productivas (Maldonado 1991) y resulta por ello mismo, vinculada a la consideración ilustrada del proceso histórico.
En la Argentina en los años ´40 y de la mano del llamado “Movimiento Arte Concreto Invención”, se recupera esta consideración materialista e ilustrada de la técnica como plataforma de intervención del arte en el mundo, con el propósito de su transformación. El proyecto, que contemplaba la fusión de las artes en un todo mayor, desconocía y cuestionaba las tradicionales referencias estéticas –en un arco que comprendía e incluía desde el arte representacionalista hasta vanguardias como el Surrealismo y el Expresionismo, debido a su fuerte componente subjetivo de raigambre idealista, fácilmente asimilable a un posicionamiento romántico. El Arte Concreto se propuso, en nuestro país, como la primera vanguardia que –fiel a su espíritu materialista- buscó la síntesis y la superación del arte como forma de transformación de lo real. En el programa, la técnica jugó un rol central, entendida –fiel a la consigna marxista- como integrante de las fuerzas productivas.
ARTE CONCRETO ARGENTINO: UNA VANGUARDIA ANTIRROMÁNTICA
En 1944 aparece el primero y único número de la revista Arturo, considerada la primera declaración pública que realizó el Arte Concreto en nuestro país. Es, al decir de Nelly Perazzo (Perazzo, 1983), el momento en el cual la no figuración de base geométrica inicia su recorrido en la Argentina. En ella colaboraron: Arden Quin, Gyula Kosice, Edgar Bayley, Rhod Rothfuss, Torres García. Publicaron sus poesías Vicente Huidobro, Edgar Bayley, Murillo Mendes, Torres García, Gyula Kosice y Arden Quin.
Una de las grandes novedades que la publicación traía, era la actualización de las vanguardias plásticas no figurativas, permitiendo ubicar el escenario local en sintonía con procesos que venían gestándose en Europa y que -de no ser por contadas excepciones como las de Torres García, Petorutti, Del Prete, Fontana y Sibellino en escultura- eran absolutamente desconocidos.
A la publicación de Arturo le siguieron una serie de acontecimientos públicos. En 1945 se produjeron dos exposiciones, la primera en la casa de Enrique Pichon Rivière denominada Art Concret Invention, y la segunda en la casa de la fotógrafa Grete Stern en Ramos Mejía.
Al año siguiente se inauguró la primera Exposición de la Asociación Arte Concreto Invención, y se publicó el manifiesto invencionista. En el mismo pueden observarse las tres características distintivas del movimiento (Perazzo 1983). En primer lugar su rechazo a un trabajo figurativo, y la búsqueda de lo real en la plástica, en la medida en que la representación de realidades ajenas al lenguaje plástico, suponía una clara toma de posición “idealista”[3].
La segunda característica del Manifiesto es complementaria de la primera. Desde sus páginas, se cuestionaba la parcelación de la experiencia vigente en plástica, lo cual suponía un arte desligado de la realidad. Para el concretismo resultaba fundamental demoler la frontera entre lo artístico y lo real, logrando una transformación del mundo y de la experiencia colectiva.
El tercer elemento fue la adscripción a una creatividad que se postulaba como correlato de un planteo racionalista sobre la forma. En este sentido, la comprensión de la forma como racionalidad venía a oponerse a una concepción romántica propia de una estética idealista que, aunque popular, no resultaba a los ojos de los concretos acorde con los tiempos que corrían. La asimilación del materialismo histórico como marco analítico, permitía que los artistas enrolados en las filas del Arte Concreto se autopercibieran como “vanguardia”, como representantes del progresismo dentro del campo artístico argentino. Un privilegio que de alguna forma los obligaba a abrir el debate en torno del carácter real y verdadero de las manifestaciones artísticas.
Para lograr este cometido analizaron las constantes propias de lo artístico, la irreductibilidad de cada uno de los lenguajes, focalizando la especificidad de lo plástico y de su soporte. El proyecto contemplaba, en una segunda instancia, la integración de cada una de las ramas plásticas en un todo visual y espacial, logrando la proclamada fusión de las artes. Se retomaba lo específico de la pintura (el punto, la línea, el plano, el color) y la escultura (el espacio, el movimiento), para conjugarlas en un todo mayor que diese cuenta tanto de la unidad como de la dinámica propia de cada uno de los lenguajes comprometidos. El lugar de máxima integración parecía estar reservado a la Arquitectura.
El camino estaba así planteado entre una retórica materialista donde la fusión de las artes y su superación adscribían a los presupuestos del Constructivismo, y una lógica de acción propia de una vanguardia que se posicionaba dentro de la élite cultural porteña. La contradicción manifiesta entre uno y otro plano, probablemente explique la corta vigencia del Arte Concreto en nuestro país.
A ciencia cierta, los artífices teóricos del concretismo local eran Tomás Maldonado, Alfredo Hlito y Edgar Bayley. Para aquel momento, Maldonado -que había tomado contacto con el mundo de la Arquitectura, los “descubrimientos” de Bauhaus, la obra de Moholy-Nagy y de Miës van der Rohe-, ya estaba interesado en el proyecto iniciado por Max Bill de construcción de una “escuela de la forma”, que continuara la trayectoria de Bauhaus. En este sentido, fue uno de los artífices del ingreso al país de la Arquitectura Moderna, leída de ahora en más a partir de su vínculo con el concretismo.
Siendo una figura de tanto peso, la biografía de Tomás Maldonado parece encerrar los misterios del pasaje de la plástica al Diseño. La elaboración del problema de la forma, la búsqueda de una fusión de las artes, su integración en una unidad mayor, pueden llegar a iluminar el parentesco entre el planteo concretista y los presupuestos constitutivos del Diseño. No obstante lo cual, existen motivos que exceden lo biográfico. A principios de los años ´50 el mundo ya había cambiado, y con él las concepciones vanguardistas sobre el arte y la producción de objetos. Las novedades europeas y americanas se comenzaban a conocer, y con ellas los planteos de Bauhaus y los debates en torno a la industria.
Son los estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (creada como tal en el año 1948) de la Universidad de Buenos Aires quienes -siguiendo la trayectoria de Maldonado y de los artistas concretos y sumando su propio posicionamiento en lo relativo al campo de la Arquitectura en el país- volcarán a la discusión académica los preceptos de la Arquitectura Moderna y sus referencias locales: Alberto Lepera, Horacio Caminos, Jorge Vivanco, Amancio Williams, Eduardo Catalano, por solo mencionar algunos sobresalientes.
En esa confluencia entre planteos propios de las vanguardias constructivas y la llegada de la corriente “moderna” de la Arquitectura al espacio universitario se inscribirán -en una formación histórico social de sesgo industrialista- un conjunto de nuevas concepciones en lo relativo a la producción del hábitat, los objetos y el espacio. De esa conjunción, emergerá en el inicio de la década del ’50 el Diseño como un nuevo campo del saber-hacer y del saber-saber, es decir, como disciplina y profesión desde el momento en que produce sus discursos, sus prácticas y cuenta con un conjunto de instituciones que lo acreditan como tal (Devalle 2009). Pero debemos hacer dos salvedades. La primera es que el Diseño, en aquella instancia, solo era pensable en tanto Diseño Industrial. La segunda, y recuperando las argumentaciones del presente artículo, que uno de los “textos” fundacionales del Diseño –en sentido programático- deriva del anterior debate en torno a la naturaleza de la producción de objetos industriales y el lugar que allí debía ocupar la técnica. El Arte –en su versión decimonónica- poco tendría que decir de este nuevo fenómeno.
“No hay duda que el diseño representa, por el momento, el modo más inmediato, más social, de manifestarse lo que se ha dado en llamar la nueva visión, que comprende, definámosla al pasar, la totalidad de las actividades, artísticas o no, que tienden a subvertir el actual repertorio morfológico de nuestro mundo visual...
El diseño funcional parte del principio de que todas las formas creadas por el hombre tienen la misma dignidad. El hecho de que una forma esté destinada a realizar una función más específicamente artística que otras, no invalida la certeza de este principio...
[…] Lejos de proponer que el artista se limite a ser un hábil copista de formas estilísticas de otras épocas, la nueva visión propone que el artista se amplíe hasta alcanzar nuevos horizontes creadores, que se extienda al universo socialmente palpitante de los objetos en serie, de los objetos de uso diario y multitudinario, que constituyen en última instancia, la realidad más inmediata del hombre moderno” (Maldonado 1949).
El texto de referencia es el primer artículo publicado en Argentina sobre el concepto de Diseño tal como lo conocemos hoy en día. A partir de la temprana instalación de la pregunta por la forma de los objetos producidos industrialmente y por su utilidad, se fundan las bases conceptuales del Diseño Industrial en nuestro país que resulta, a la sazón, pionero en América Latina. Y esto fue posible, entre otras cuestiones por ser asimismo Argentina, por aquel entonces, un país pionero en el proceso de sustitución de importaciones.
Así y todo, los procesos socioculturales no son lineales ni unidireccionales. Efectivamente, la emergencia del Diseño responde a una compleja articulación de factores políticos, sociales, económicos y culturales. De todos ellos, el texto que presentamos, ha priorizado la pregunta por las condiciones de la producción de la técnica y su vinculación con el mundo de las formas industriales. Es una de las tantas modalidades de abordar los inicios del Diseño en nuestro país y por sí solo no permite explicarlo en su totalidad. Para ello es necesario revisitar la articulación entre problemáticas estéticas, soluciones tecnológicas y plataforma industrial. Pero no deja de ser un buen intento en la medida en que la lectura cultural de la técnica ha sido prácticamente desconocida como base de la constitución del Diseño como disciplina y profesión en estos rincones del mundo.
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NOTAS
[3] La terminología empleada da cuenta de la íntima vinculación entre la estética concreta y los postulados más ortodoxos del materialismo dialéctico (especialmente las versiones positivistas del mismo). Debemos recordar las constantes referencias a textos como El Manifiesto Comunista, y la adhesión a la teoría evolucionista de Engels.
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