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Gabriela Casenave[1]

Como integrante del proyecto de investigación: “Escuela secundaria, configuraciones culturales y aprendizajes significativos”, empezaré diciendo que la invitación a participar del ciclo de charlas abrió la puerta a la reflexión acerca de los desafíos que propuso este contexto inédito para la investigación educativa.

En este sentido, se propusieron 3 ejes de discusión y diálogo sobre los que es interesante volver la mirada.

En primer lugar, acerca de la composición del grupo de investigación, el tema, problema y campo que aborda. El grupo al que llamamos Grupo 5, y que forma parte del Núcleo IFIPRAC.Ed, está compuesto por 11 integrantes, entre los que se cuentan investigadores categorizados, en formación, becarias de investigación y estudiantes avanzados de las carreras de profesorado de la FACSO-UNICEN. Un fuerte de la conformación del grupo está, así, en las características que adquiere la comunicación, con interlocución variada por las experiencias y formaciones diversas de sus miembros. A su vez, y sobre todo en pandemia, se han gestado actividades que nos reúnen más allá de la investigación (entre nosotros y con las instituciones educativas que conforman el campo de la investigación), y permiten en el intercambio sobrellevar las dificultades del contexto.

Respecto del campo que se aborda, por su parte, el eje está puesto en el nivel de enseñanza secundario. Hay, en este sentido, un camino andado en la investigación que ha llevado al grupo a fortalecerse en las temáticas. Dicho camino tiene como sustento lo trabajado en el proyecto de investigación 2013-2015 acerca de la educación como práctica sociopolítica; 2016-2018 con “La educación secundaria bajo el mandato de la inclusión” y finalmente 2019-2021 en el proyecto actual: “Escuela secundaria, configuraciones culturales y aprendizajes significativos”. A partir de la delimitación del campo, y de los avances realizados en los proyectos anteriores, el problema que se aborda, retomando lo andado, se configura en el diálogo entre aquello que se impone en educación y aquello que se reconstruye, genera, dinamiza, en la vida de la escuela secundaria. Surge en torno a este recorte también (y en relación con la posibilidad de participar en Proyectos de Investigación Orientada) un eje de análisis que se dirige a observar la incorporación de las tecnologías de la información, la comunicación y la conectividad a la escuela secundaria. En este último aspecto, cobran valor los circuitos en los que se inscriben las escuelas secundarias y desde los que construyen su identidad y cultura, así como las relaciones que permiten la construcción de diferentes tipos de aprendizajes a su interior.

Son eje del problema abordado por el actual proyecto los conceptos de configuraciones culturales y la comunicación como mediación en la construcción de aprendizajes. El abordaje de las configuraciones culturales permite localizar fronteras físicas pero sobre todo simbólicas entre espacios. La referencia en primera instancia a la configuración social (Elías, 1989), la configuración cultural (Grimson, 2012) y la configuración didáctica (Litwin, 1997) permite localizar articulaciones en las heterogeneidades pero ubicadas temporal y espacialmente, sin ocluir los sentidos de las identidades y la cultura, para poder también identificar experiencias proyectadas desde la enseñanza poderosa (Maggio, 2012).

Respecto de la segunda pregunta disparadora del diálogo, la misma remite a las reformulaciones metodológicas que se hicieron  luego de la instalación del distanciamiento social, así como los dispositivos de relevamiento que se utilizaron en estas nuevas condiciones que planteaba el contexto. En relación con ello, es importante mencionar en primera instancia que la muestra recortada para el análisis consta de 6 escuelas secundarias del Partido de Olavarría, con las cuales ya se había establecido un vínculo de modo previo a la irrupción de la pandemia, y por ello hubo canales de comunicación que pudieron fortalecerse aún a instancias de la virtualidad. No hubo necesidad, en ese sentido, de realizar un primer reconocimiento del campo sino una revinculación; tampoco de modificar enteramente los objetivos, sino de abordarlos desde el contexto de la pandemia. Así, el objetivo general que buscaba “analizar cómo opera la comunicación como mediadora de los aprendizajes significativos en las configuraciones culturales de las escuelas secundarias”, se mantuvo, proponiendo como desafío los relevamientos atravesados por el período de ASPO, pero conservando también el enfoque metodológico cualitativo y los tres grupos de actores en quienes se hizo foco, que fueron: los equipos de gestión, los docentes y los estudiantes. Las técnicas propuestas para el relevamiento siguieron siendo las entrevistas en profundidad y la observación (sin participación y participante) pero mediadas en este caso por las posibilidades de los dispositivos, redes sociales y aplicaciones que reconocimos en el contexto de pandemia.

En lo que refiere a las reformulaciones, las preguntas sobre las que ya venía pivoteando el análisis se fortalecieron aún más, articulándose en torno a: -las posibilidades de la virtualidad para crear comunidades que compartan identidades y cultura, -las posibilidades de la virtualidad de proponer experiencias de aprendizaje significativo y zanjar (o no) las desigualdades sociales, y a partir de qué concepción de comunicación, y los rasgos de lo escolar que se reconfiguran en la propuesta de escuela virtual (o semi-presencial), haciendo hincapié en aquello que los actores añoran de la vuelta a la presencialidad.

Estas preguntas sostienen -para la investigación- una concepción de la virtualidad como dinámica entramada en la vida cotidiana y el hacer cultural de instituciones y actores, y no como mero desarrollo paralelo con un fin técnico específico.

De este modo, en torno a lo que fue necesario reformular, pueden recortarse dos dimensiones: por un lado, la utilización de dispositivos para la comunicación virtual, lo cual supuso la previa conceptualización de aquello que entendíamos por virtualidad (como se mencionó anteriormente). Se utilizaron como redes o plataformas para la comunicación: Whatsapp, Zoom o Meet, según las facilidades y conectividad de los actores.

Por otra parte, se produjo una reformulación de nuestro contacto en tanto grupo, de los medios para dicho contacto y los espacios en los que se produjeron. En este sentido, la fusión del espacio doméstico con el laboral fue un rasgo compartido con los propios actores consultados en el campo, el cual nos requirió sumar nuevas reflexiones y sentidos a nuestro rol de investigadores, pero enriqueció, a su vez, la perspectiva metodológica desde la que se enfoca el proyecto, como lo es la socioantropológica.

Finalmente, acerca de la tercera pregunta desde la que se proyectó el panel, ésta invitaba a reflexionar acerca de qué se perdió con la irrupción del contexto de pandemia y, a su vez, qué nuevos horizontes se abrieron. En relación con ello, y como líneas de proyección a futuro en los avances de la investigación, la pérdida tiene que ver con el impacto desigual de la pandemia en las escuelas secundarias, la cual se visualiza en los particulares modos de acceso y las trayectorias diversas de las y los jóvenes y docentes. Dichas desigualdades, que observamos profundizadas con el contexto de aislamiento, tuvieron como contrapartida un gran esfuerzo cotidiano de las escuelas y las comunidades que las componen para sostener la escolaridad con diferentes estrategias.

Respecto de los horizontes, por su parte, son para resaltar los nuevos intercambios que pudieron inaugurarse, especialmente con jóvenes, a través de la comunicación digital. Notamos que el contexto habilitó a los jóvenes que formaban parte de las escuelas secundarias a compartir sus conocimientos sobre los dispositivos y redes de comunicación virtual, lo cual se vio reflejado -en los relevamientos- en una mayor interlocución para la respuesta a las entrevistas, por ejemplo.

Esto propone, asimismo, un horizonte de nuevos aprendizajes y preguntas para la investigación, las cuales, como se dijo, no interpelan sólo al campo de estudio sino también a nosotras en el rol de investigadoras.

A su vez, como corolario, es valioso resaltar la permanencia de espacios como el presente ciclo de charlas, el cual nos ha puesto a dialogar, no sólo con colegas de diferentes puntos del país sino, a través de ello, con las concepciones que sostenemos sobre la investigación educativa y los modos de llevarla adelante. En nuestro caso, se presentaron nuevos ejes para la discusión y el intercambio que -lejos de ser particulares- atraviesan todos los contextos, como la perspectiva de género y la necesidad de proponer instancias de investigación participativa con los actores que colaboran en nuestros relevamientos.

Referencias bibliográficas:

Elias, N. (1989). El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México: Fondo de Cultura Económica.

Grimson, A. (2011). Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad. Buenos Aires: Paidós

Litwin, E. (1997). Configuraciones didácticas, una nueva agenda para la enseñanza superior. Buenos Aires: Paidós.

Maggio, M. (2012). Enriquecer la enseñanza. Los ambientes con alta disposición tecnológica como oportunidad. Buenos Aires: Paidós.



[1] Profesora y Licenciada en Comunicación Social. Especialista en Prácticas Socioeducativas para el Nivel Secundario por la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN. Docente universitaria en los espacios Comunicación y Educación y las Prácticas Pre-Profesionales de la carrera de Comunicación, e investigadora categorizada (V). Docente en el nivel secundario en espacios vinculados a la comunicación.

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