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 Dossier especial. El encierro en el encierro. Reflexiones e informes iniciales sobre cárcel, universidad y prácticas políticas en contexto de pandemia.

 

Milagros Ballent, Clarisa Mariel Capdevila, Claudia Andrea Castro, Marta Beatriz Troiano

Programa Universidad en la Cárcel, Secretaría de Extensión, UNICEN

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 Programa Universidad en la Cárcel, Secretaría de Extensión de Rectorado, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN)

⇒ Tipo de actividades que desarrolla: extensión

⇒ Cantidad de estudiantes/participantes de la/s propuesta/s: aprox. 100. Si se suman el público de funciones ofrecidas, más de 600 personas.

⇒ Unidades Penales donde se desarrolla la tarea: 2, 7, 27, 38 y 52. Servicio Penitenciario Bonaerense>

⇒ Inicio de actividades: 2012

⇒ Mail de contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

⇒ En la web: http://extension.unicen.edu.ar/tema/carceles-2/

⇒ https://www.facebook.com/universidadenlacarcel/?eid=ARChqI_4HMElb-1yIQyzP6CUFtkgujnKLi26U0dmZWLicFqYjvTVZQdb1xSvc4Nnmf5ZapPAx-jY2Mjw

 

ANTECEDENTES DEL TALLER Y ESTADO DE SITUACIÓN EN CONTEXTO DE AISLAMIENTO

Desde 2014, en el Salón de Usos Múltiples de la Unidad Penitenciaria 52 de la localidad de Azul, un grupo de docentes de la Facultad de Arte de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) coordinamos cada quince días, un Taller de Teatro en el marco del Programa Educación en Cárceles de la Secretaría de Extensión de la UNICEN.

Inicialmente dos docentes propusimos nuestro trabajo como actividad de extensión universitaria; luego –con la incorporación de estudiantes del Profesorado de Teatro– consideramos que el espacio ofrece la posibilidad de ampliar saberes en torno de las prácticas docentes y artísticas en contextos diversos. Fue así como el taller se convirtió en escenario privilegiado para la acción-reflexión-investigación acerca del ejercicio de nuestro rol de artistas docentes en contextos diversos. Nos preguntamos qué saberes son comunes, necesarios, compartidos o requisito para la enseñanza del teatro en cualquier contexto y cuáles son aquellos específicos de la enseñanza de teatro en cárceles. Pensamos que algunos de estos saberes tales como la grupalidad, el contexto institucional, la secuenciación de contenidos para llegar a producciones artísticas que puedan ser compartidas con otrxs públicos y las dimensiones tiempo y espacio, atraviesan de manera insoslayable los procesos de enseñanza y aprendizaje en cualquiera de los contextos. Aunque algunos de ellos estén resignificados hoy en el encierro en el encierro, la grupalidad pone en tensión conflictos nuevos y viejos, por la precariedad en el acceso a los servicios de salud, por la imposibilidad de visitas con familiares u otras personas que habitan tras los muros y por la dificultad de que los equipos docentes concurran a las unidades penitenciarias a desarrollar las prácticas educativas y artísticas. Esto implicó para las profesoras la necesidad de focalizar y profundizar la tarea en valores como la escucha, el respeto mutuo, la realización de devoluciones o críticas constructivas respetuosas, proponiendo alternativas para potenciar el trabajo de las compañeras en entornos virtuales. La enseñanza en este contexto nos compele a identificar aún más sus saberes previos, los hábitos de las participantes del taller en relación con procedimientos de escritura, su nivel de alfabetización, para promover la escritura de relatos e historias que luego puedan convertirse en textos teatrales y en improvisaciones susceptibles de compartirse de modo sincrónico y asincrónico por Whatsapp. 

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En relación con el contexto de aislamiento, si bien hacer o enseñar teatro en entornos virtuales no nos permite el encuentro en un aquí y ahora real entre profesoras y estudiantes, notamos que hay un tipo de acontecimiento convivial que sucede entre las talleristas mientras preparan y muestran sus ejercicios teatrales. El acontecimiento, la poiesis y la expectación que propone Jorge Dubatti (2015) suceden y, con las docentes, lo que se vivencia es un “tecnovivio”, o convivio mediado por tecnologías, asunto que nos interesa desarrollar en futuras investigaciones y comunicaciones académicas.

Una cuestión central que consideramos relevante compartir es la perspectiva de derecho desde la que sostenemos la propuesta artístico-educativa. En la Unidad Penitenciaria 52, un grupo de mujeres privadas de la libertad pudieron conocer, hacer y ver Teatro, en muchos casos por primera vez en sus vidas dentro de la cárcel, ya que el derecho a la educación y a las artes no les fue dado en sus etapas de niñez, adolescencia o adultez fuera de la cárcel; derecho cercenado por situaciones estructurales de pobreza, vulnerabilidad, marginación o exclusión de un sistema profundamente desigual.

En el mes de marzo de 2020 tuvimos un primer encuentro con algunas de las inscritas al taller, iniciando las clases en la unidad penitenciaria a la que viajamos desde Tandil, recorriendo una distancia de aproximadamente cien kilómetros.

Luego, no hubo posibilidad de un segundo encuentro presencial, ya que con la implementación del aislamiento social preventivo y obligatorio, no pudimos ingresar a la cárcel a desarrollar tareas educativas ni artísticas. Tampoco se permitió el ingreso de visitas al penal, como un modo de resguardo sanitario, lo que constituyó para las personas detenidas un doble encierro: el encierro en el encierro.

Durante algo más de cincuenta días no tuvimos ningún contacto. A mediados de mayo nos autorizaron a tener contacto telefónico con las pocas mujeres detenidas que poseen teléfono celular. De ese modo pudimos comunicarnos y consultarles si estaban dispuestas a participar del taller y continuar con los aprendizajes mediados por tecnologías.

En el primer encuentro de Teatro por Whatsapp participó la mitad de las estudiantes inscritas al inicio del año (se inscribieron 17 y participaron 8 en el encuentro virtual), ya que son muy pocas las que tienen teléfono. Usamos la videollamada de WhatsApp para poder trabajar durante una hora conectadas con participantes de dos pabellones, ocho mujeres que esperaban volver a tener clases de teatro.

Las docentes llegamos a la clase con similar adrenalina a la que sentimos en nuestra primera vez en las aulas o en los escenarios. Hasta ese momento veníamos experimentando clases teóricas y capacitaciones virtuales en nuestros espacios laborales y aprendiendo usos de herramientas digitales, pero coordinar una clase de Teatro por WhatsApp era impensado dos meses atrás y no sabíamos cómo iba a resultar la conectividad, la comunicación y la posibilidad de empezar a probar actividades mediadas por pantallas. Aquí, nos dimos cuenta de que se amalgamaron dos cuestiones, para nosotras, centrales: una primerísima, que fue recuperar el espacio para garantizar el acceso a derechos educativos y artísticos para las personas privadas de la libertad y la segunda, encauzar nuestra pasión por el Teatro y rediseñar formatos para que teatrar fuese posible sin la presencia convivial que implica compartir en tiempo presente, cuerpos y espacios de construcción de dispositivos teatrales, jugar, disfrutar, espectar, crear. 

PREMISAS PARA COMENZAR

Para pensar y diseñar el dispositivo de encuentros remotos, nos fue de gran ayuda apelar a los desarrollos de conocimientos de dos maestros que las cuatro docentes del taller valoramos enormemente, Mauricio Kartun y Jorge Dubatti. Del primero, tomamos prestado el concepto de teatrar, eso que “introduce un nuevo modo verbal, el ‘reomodo’ (rheo es la raíz del verbo griego que significa ‘fluir’)”. Kartun nos enseña que “lo que hace el teatro desde hace siglos en su bastardo apareo entre lo profano y lo mítico es nada más y nada menos que teatrar” y lo explica fenomenalmente así:

Un modo en el que el movimiento se considere primario en nuestro pensamiento, y en el que esta noción se incorpore a la estructura del lenguaje para que sea el verbo, antes que el nombre, el que juegue el papel principal. Que allí donde el lenguaje tradicional nos obliga a ver el mundo como estructuras rígidas y estáticas sea capaz de captar el fluir de los procesos, su interconexión. A ver: que sea capaz de hacer comprender que un árbol arbola. Cuando observamos un remolino solemos considerar (y con-solidar) una apariencia material y sólida allí donde se expresa en realidad una de las paradojas dinámicas más bellas de la creación: una energía fluyente, un movimiento hecho materia. Bueno: el Teatro es eso: una energía que corre y gira desde hace siglos generando signo y forma en su vértigo morfológico. (Kartun, en Dubatti 2011).

De Jorge Dubatti, celebramos su referencia al Teatro como acontecimiento convivial, que requiere de poiesis y de expectación, muy diferente del tecnovivio, que sería precisamente la posibilidad de encuentro vía telemática, mediado por algún soporte o herramienta tecnológica.

En palabras de Dubatti:

llamamos convivio teatral a la reunión de artistas, técnicos y espectadores en una encrucijada territorial y temporal cotidiana (una sala, la calle, un bar, una casa, etc., en el tiempo presente), sin intermediación tecnológica que permita la sustracción territorial de los cuerpos en el encuentro. En tanto acontecimiento, el teatro es algo que existe mientras sucede, y en tanto cultura viviente no admite captura o cristalización en formatos tecnológicos. Como la vida, el teatro no puede ser apresado en estructuras in vitro, no puede ser enlatado; lo que se enlata del teatro –en grabaciones, registros fílmicos, transmisiones por Internet, u otros– es información sobre el acontecimiento, no el acontecimiento en sí mismo. Lo opuesto al convivio es el tecnovivio, es decir, la cultura viviente desterritorializada por intermediación tecnológica. Se pueden distinguir dos grandes formas de tecnovivio: el tecnovivio interactivo (el teléfono, el chateo, los mensajes de texto, los juegos en red, el skype, etc.), en el que se produce conexión entre dos o más personas; y el tecnovivio monoactivo, en el que no se establece un diálogo de ida y vuelta entre dos personas, sino la relación de una con una máquina o con el objeto o dispositivo producido por esa máquina, cuyo generador humano se ha ausentado, en el espacio y/o en el tiempo. (Dubatti, 2015)

En este contexto de aislamiento social preventivo y obligatorio y frente a la incertidumbre respecto del retorno a las “nuevas normalidades”, una vez superados los riesgos de la pandemia de COVID-19, misturamos los aportes de ambos para trascender nuestros propios prejuicios respecto de los límites impuestos por las tecnologías para hacer Teatro, priorizando la posibilidad de sostener los vínculos de las maneras posibles, de inventar historias, de proponer maneras de mantener los cuerpos activos, de acercarnos al teatro aunque sea por WhatsApp.

BIBLIOGRAFÍA

DUBATTI, Jorge. 2015. Convivio y tecnovivio: el teatro entre infancia y babelismo. Revista Colombiana de las Artes Escénicas, 9: 44-54.

DUBATTI, Jorge. 2011. Relectura de “Hacia un teatro pobre” desde la filosofía del teatro (otro aspecto de la productividad de Grotowski en el teatro argentino. Revista Colombiana de las Artes Escénicas, 5: 20–31.

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