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Prof. Fabiana Caruso: fcaruso soc.unicen.edu.ar

Mag. Ana Viscaíno: aviscain soc.unicen.edu.ar

Departamento de Educación. Facultad de Ciencias Sociales. UNICEN

MODOS DE SER Y HACER INSTITUCION

Modos de ser y hacer institución, de producir sentidos acerca de la experiencia compartida en un contexto de formación académica, parecen estar transitando profundas mutaciones que, para quienes, nos hemos formado en “otros tiempos” nos sume en la perplejidad del encuentro con lo desconocido, no esperado, no pensado.

En particular la vida en la modernidad marcaba un tiempo de estabilidades, consistencias, permanencias que invitaban a la proyección a largo plazo, la planificación, anticipación y toma de conciencia para evaluar y tomar decisiones. Una dinámica social que se  integraba a espacios educativos que invitaban al despliegue de procesos mentales con especial anclaje en las funciones ejecutivas acordes a las demandas de los procesos de escolarización masivos y el contexto socio-político y subjetivo de la época. En este marco la consolidación de las instituciones, en particular de los estados nación y su fortalecimiento identitario, marcó una impronta de relevancia a la hora de pensar los vínculos, las relaciones y los sentidos de pertenencia institucional. Estos se tornaban más duraderos y en apariencia portadores de una “solidez” que convocaba a proyectar e imaginar un lugar de participación y pertenencia social en el tiempo. Un sentido filiatorio que se gestaba en el reconocimiento de la necesidad y deseo subjetivo de producir con otros y formar parte de grupos e instituciones.

De manera diferencial, la actualidad nos interpela a producir acciones y encuentros perentorios, momentáneos, altamente mediatizados por la tecnología, ajustados al momento presente y disueltos tan pronto los requerimientos del momento así lo indiquen. En consonancia la necesidad de producir mentes de ejecución rápida, contingente y eficiente, que responda a la multitarea y la recompensa inmediata se encuentra íntimamente ligada a la ventaja de generar relaciones interpersonales e institucionales también cambiantes y ajustadas a las necesidades de cada situación. El fortalecimiento de lazos y un sentido de pertenencia social sostenido en el tiempo parece muchas veces contraponerse a estas particularidades de producción subjetiva al que nos interpela el tiempo actual.

De esta manera en este tiempo de grandes transformaciones socio-históricas y políticas nos debatimos entre modalidades diferentes de ser y hacerse, de ser y hacer institución, de producir el encuentro intergeneracional que históricamente habilitó los procesos de transmisión cultural, la educación en sentido amplio y los procesos educativos escolarizados en sentido estricto.

Corriéndonos de la idea de pensar que todo tiempo pasado fue mejor y bajo una estela romántica, olvidar las tensiones propias del mismo, nos proponemos adentrarnos en un proceso de visibilización de las tensiones desplegadas “entre tiempos” en apariencia antinómicos o casi irreconciliables, para producir, desde allí, un ejercicio de contemporaneidad, al decir de Agamben (2011)[1] desde el que sea posible pensar la acción de educar hoy.

Desde diferentes niveles educativos se viene planteando la preocupación por comprender las nuevas formas de ser y hacerse estudiante en la actualidad y de desarrollar procesos de inscripción y filiación institucional que los invite a ser y tomar parte, a sentirse con deseos de permanecer y culminar sus estudios. La intensa movilidad de los estudiantes entre instituciones, carreras, cursos, la marcada deserción y algunos modos de enfrentar el trabajo académico y la migración entre espacios y grupos son algunas escenas cotidianas sobre las que pretendemos detenernos a pensar aquí.

Desde la formación docente en el contexto de la universidad nos planteamos cierta preocupación ligada a los modos más flexibles o relajados que tienen los estudiantes para hacer frente a las demandas del trabajo propuesto en las cátedras.

Surgen dificultades para enfrentar las exigencias de trabajo intelectual con los contenidos y textos propuestos que, interpretamos como signos de cierto “desgano”, desinterés, apatía por participar de las diferentes instancias de trabajo, sostenidas en expresiones que no denotan una preocupación, al menos explícita, por revertirla. Lo novedoso o percibido como difícil de comprender y abordar refiere a expresiones (orales, gestuales y escritas) que parecen decir “da lo mismo”. Unos modos de hacer presencia y ausencia en las aulas, de moverse, de interactuar y significar el tránsito por ellas nos conduce a la perplejidad y a la dificultad de encontrar  algunas imágenes desde las que pensar, comprender e intervenir.

Como educadores consideramos prioritario un trabajo de análisis y reflexión que nos permita adentrarnos en el conocimiento de las particularidades y dinámicas que adquieren los procesos de filiación institucional en un espacio educativo público, en particular en el marco de la formación de futuros docentes en el contexto de la universidad. Dicha reflexión se inscribe en la indagación llevada adelante desde el proyecto de investigación del grupo IFIPRAC_ED y desde el cual buscamos  caracterizar los procesos de filiación simbólica de un grupo de sujetos que transitan instituciones de educación pública de nivel secundario y universitario o han dejado de hacerlo en los últimos dos años en la ciudad de Olavarría. Nos interesa comprender los sentidos otorgados a la experiencia educativa que invitan a ser y formar parte de las instituciones educativas como aquellas que los llevan a desafiliarse de ellas.

FILIACION INSTITUCIONAL Y SENTIDOS DE LA EXPERIENCIA EDUCATIVA

La vida social se caracteriza por la participación de los sujetos en una diversidad de grupos e instituciones que se ofrecen como posibles espacios de inscripción social. Espacios en y desde los cuales tienen lugar experiencias de socialización que permiten a los sujetos compartir, intercambiar y producir sentidos colectivos de investidura de los objetos sociales (Castoriadis,1993/1997), formando, así, parte del proceso de transmisión cultural.

Las instituciones educativas cumplen un papel de relevancia en esta tarea, portando un valor y sentido social privilegiado al momento de pensar en la formación de la ciudadanía. De esta manera, el sentido de pertenencia y filiación a una institución educativa se ve configurado en un complejo entramado que se dispone entre las condiciones socio-políticas e históricas y aquellas que se producen al interior de la misma. Estas condiciones afectan sin duda la inclusión y la participación de los sujetos en las instituciones como también la experiencia y los sentidos que en torno de ella se  construyen. Entendemos que la dimensión de la experiencia y los sentidos que desde ella se producen nos permitiría comenzar a profundizar sobre las preguntas que dirigen esta presentación.

Pretendemos dar cuenta de una idea de experiencia, que no alude a la suma de conocimiento, sino que da cuenta de la relación, del intercambio entre el sujeto y el contexto donde vive y donde se relaciona con los demás. En ese intercambio, la experiencia transforma al sujeto ya que es constitutiva de él, es individual pero solo se hace real en el cruce con los otros, con la complementariedad de la experiencia que transforma a los otros. El propósito es comprender este concepto de experiencia asociado a una idea que le otorga sustancialidad a los sentidos que ellos construyen en su tránsito por las instituciones educativas.

Jorge Larrosa propone pensar la educación desde la experiencia, desde este concepto que supone e implica acontecimiento, algo que va más allá del sujeto que lo vive (Larrosa 1996:18). Al interior de la escuela, de las instituciones educativas, los sujetos viven y dar lugar a esta experiencia a partir del tiempo que transcurren en sus espacios, a través de las lecturas, las conversaciones, los vínculos con los otros y las actividades de aprendizaje cuando les resultan significativas. En el tránsito por ellas construyen sentidos de pertenecía, no siempre circunscriptos a la tarea académica. Estos sentidos se relacionan con la escucha, el compartir, el reconocimiento, el sentirse útil o que se es necesario o valorado su hacer o estar, para los otros.

Algunas investigaciones preocupadas por comprender la inclusión y filiación de los adolescentes a la escuela secundaria reconocen que el sentido de pertenencia al colectivo escolar, un sentido de ser y formar parte del mismo, se produce ante aquellas experiencias que han dado lugar a la palabra y escucha atenta de lo que cada quien tiene para aportar y ante la cual el proceso de la transmisión los interpeló a conocer, compartir y pensar/se como sujeto activo en una tarea que, en tanto abierta, permitía un trabajo de transformación (Viscaíno, 2017). Los contenidos curriculares lograron ser investidos como objetos de valor para los estudiantes cuando éstos pudieron ser resignificados en trabajos colaborativos entre asignaturas y en diferentes espacios comunitarios desde los que se sintieron artífices de la proyección de experiencias gratificantes para los otros y para sí mismos.  El trabajo de P Llinas (2009) deja ver que la escuela sigue siendo experiencia para los jóvenes y que la multiplicidad de sentidos que construyen sobre su paso la convierten en una experiencia valiosa, basada en la significación de sentidos tanto “tradicionales” como  “emergentes”, que refieren a la acción de hacer y hacer-se en la relación con otros.

Tomando en consideración la necesidad subjetiva de producir con otros que nos muestran algunos trabajos de investigación, nos preguntamos qué lugar le damos a las prácticas colectivas de construcción de conocimiento en nuestro campo de acción profesional. La respuesta inmediata toma contacto con una imagen que remite a un contexto socio político que nos convoca a movernos en un marco de prácticas individualistas y una formación docente universitaria que se conjuga con la tendencia a producir un trabajo académico, individual, que condiciona un hacer-hacerse en lo personal, más que en lo grupal. Se renueva, en este marco, la pregunta por la producción de conocimiento en la formación universitaria y en particular en el marco de la formación de futuros docentes.

LA CUESTION DE LA IMPLICANCIA EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA

Nuestro trabajo de investigación actual nos permite comenzar a profundizar en la dimensión subjetiva de la tarea de la enseñanza, en particular la implicancia del docente en la acción de la transmisión y, al decir de Castoriadis (1997), en la capacidad de investir los objetos sociales vueltos contenidos de enseñanza académica.

En este sentido sostenemos, siguiendo a Frigerio (2004), que es imprescindible pensar la enseñanza como un proceso de transmisión desde el que se logre rescatar “un  más allá” de la cosa en sí, motivo de la transmisión. Aquello  que se ubica en la relación, en la  producción de un vínculo que define el encuentro intergeneracional y lo humaniza. Un amor de transferencia que se convierte en soporte de la transmisión y alcance tanto a los objetos como a los sujetos de dicha transmisión, produciendo un plus, un trabajo (Arbeit) que, excediendo el contenido de lo que se transmite, modifica a los sujetos que participan de la experiencia (op.cit).

En el marco de estas reflexiones nos encontramos abocadas  como equipo de trabajo del Grupo IFIPRAC-ed, a pensar y profundizar sobre nuestra implicancia subjetiva en la tarea de enseñar. Sobre la necesidad de que los objetos de la transmisión encuentren sentidos que transformen a los sujetos de la experiencia. Para ello consideramos necesario comenzar a diseñar acciones en las que los contenidos se “pongan en juego” en experiencias educativas que, trasladadas más allá del aula, nos permitan complejizar la interpretación de la realidad.

Desde nuestro trabajo en las aulas nos propusimos iniciar procesos que interpelen la sistematización de la enseñanza y nos permita re-plantearnos nuestros propósitos y objetivos en relación a estas nuevas o diferentes formas de re-significar el trabajo para, transformarnos y transformar, dejando huellas, construyendo experiencia en los otros.

En esta línea, desde algunas cátedras hemos comenzado a desarrollar propuestas de trabajo académico que requieren de la implicancia de docentes y estudiantes en experiencias educativas reales. Desde estas propuestas las coordenadas témporo-espaciales que definían históricamente “la clase” se amplían, dando lugar a un pensar en contexto, a una reflexión y análisis teórico en acción. La experiencia educativa real en su dinámica contingente, inestable y cambiante se torna un terreno propicio para convocar a los contenidos de enseñanza y resignificarlos en y desde la experiencia real.

Este incipiente trabajo ha permitido comenzar a dimensionar otros modos de ser y hacerse docentes y estudiantes, otros modos de promover la investidura de los objetos sociales, motivo de enseñanza, al decir de Castoriadis (1997). En un sentido más profundo, lograr la implicación de profesores y estudiantes en una tarea colectiva desde la cual la formación docente nos convoque a pensar y transformar la realidad educativa.

BIBLIOGRAFÍA

AGAMBEN, G. (2011) Desnudez. Barcelona, Anagrama Colección Argumentos.

CASTORIADIS, C (1997) “El imaginario social instituyente”. Revista Zona Erógena N°35, recuperado de Internet http://educ.ar

FRIGERIO, G (2004) “Institución, conceptos y perspectivas”. Conferencia Seminario de formación en el marco del Curso de Formación Gremial (Octubre de 2004). Asociación Trabajadores del Estado AMSAFE. Santa Fe, Argentina

LARROSA, J. (1996) La experiencia de la lectura. Barcelona, Laertes

LLINAS, P (2009) “Imágenes y sentidos de la experiencia escolar: percepciones de los estudiantes sobre la escuela secundaria”. Propuesta Educativa N°32 FLACSO Buenos Aires, Argentina.

SIBILIA P. (2012) ¿Redes o paredes?. La escuela en tiempos de dispersión. Buenos Aires, Argentina: Tinta Fresca ediciones

VISCAINO, A. (2017) “La filiación simbólica en adolescentes que no asisten a la “nueva escuela secundaria”. La promesa incumplida de ser alguien en la experiencia pedagógica política de producir lo común”. Tesis doctoral. Doctorado en Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos.



[1] El autor analiza la figura del ser contemporáneo para referir a “aquel que tiene fija la mirada en su tiempo, para percibir no las luces, sino la oscuridad” y es a través de la acción de “neutralizar las luces” de la época que se hace posible “descubrir su tiniebla, su oscuridad especial” (op. cit: 18-22).

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