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NACT IFIPRAC_Ed. Departamento de Educación. Facultad de Ciencias Sociales. 

 

“Steve Jobs dice

lucha por tus sueños

porque si no alguien te contratará

para que luches por los suyos” (Estudiante)

 

El presente artículo se propone indagar cómo habitan los sujetos jóvenes el espacio escolar y su entorno. Nos interesamos por la forma en que se construye y sostiene el universo de posibilidades educativas que se les otorga a los jóvenes y la heterogeneidad de formas en que ellos las transitan. Este universo de posibilidades se vincula con expectativas de desarrollo profesional y laboral construidas y sostenidas por el sistema, la normativa y las instituciones educativas, pero también encarnadas por los jóvenes (Bourdieu P. 2011).

De acuerdo a las entrevistas realizadas a los estudiantes de las escuelas que conforman la muestra, es posible inferir que hay un modo particular de ser joven en cada una de las instituciones. Sin embargo, también encontramos percepciones en torno a la escolaridad que son recurrentes y comunes en sus relatos y se vinculan con su modo de proyectarse, su necesidad de, en palabras de los estudiantes, “prepararse para el futuro”. De este modo, en el análisis de los testimonios se observa que las significaciones que los jóvenes otorgan a la escuela y el sentido de concurrir a ella, se encuentran asociadas a “lo que está por llegar”, tras haber finalizado la educación secundaria obligatoria.

Durante la investigación se analizó la normativa vigente para el nivel, como la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 (LEN) y Ley Provincial de Educación Nº 13.688, con el objetivo de conocer cuáles son las obligaciones de la escuela secundaria como formadora y de indagar qué construcción realizan los documentos en torno a los sujetos destinatarios: los jóvenes. Particularmente los artículos tomados exponen el compromiso de brindar las herramientas necesarias para construir un ciudadano pleno, capaz de valerse por sus medios para construir su futuro.

LAS DIVERSAS MANERAS DE SER JOVEN

El trabajo de investigación se desarrolló en cinco escuelas del nivel secundario del partido de Olavarría. Para el presente artículo, se analizaron las entrevistas realizadas a los  jóvenes que cursan el último año de la escolaridad obligatoria. En la siguiente tabla se especifican los datos de las instituciones y los estudiantes que formaron parte de la muestra.

Escuela

Numero de divisiones

Cantidad de estudiantes

Colegio Confesional (privado)

1

29

Escuela pre-universitaria

2

64

Ex -escuela nacional

5

158

Escuela secundaria rural

pluriaño

7

Escuela de reciente ceración

1

11

Total:

10

269


En los relatos de los adolescentes que concurren a las instituciones observamos que ellos, como sujetos escolares, esperan recibir algo a cambio de asistir de manera obligatoria y diariamente a la escuela. Para comprender este “algo”, se hace necesario indagar acerca del concepto de juventud y de los modos en que se entiende a la juventud desde diversos campos.

Tradicionalmente se ha ligado el concepto de joven o juventud a una condición etárea, es decir asociado a una etapa de la vida, sin embargo y como plantean Margulis y Urresti (1996:3 en Casenave, 2016: 147), es válido ampliar el criterio y considerar que

“la juventud es una condición constituida por la cultura pero que tiene base material vinculada con la edad. A esto le llamamos facticidad: un modo particular de estar en el mundo, encontrarse arrojado en su temporalidad, de experimentar distancias y duraciones”.

 

La etapa juvenil se considera, habitualmente, al período que va desde la adolescencia (cambios corporales, relativa madurez sexual, etc.) hasta la independencia de la familia, formación de un nuevo hogar, autonomía económica, que representan los elementos que definen la condición de adulto. En general la juventud transcurre en el ámbito de la familia de origen. La diferenciación social, las distintas clases y segmentos sociales, configuran diferentes juventudes (Margulis y Urresti, 1996). En éstos términos pensamos a los jóvenes, como personas que interactúan con otras generaciones en lo cotidiano, inmersos en una familia, el barrio y la comunidad, como hijos, sobrinos o nietos con expectativas y habitus de generación.

LA JUVENTUD EN CLAVE NORMATIVA

Entre los diferentes espacios en que los jóvenes interactúan con los adultos aparece la escuela. Allí, como protagonistas fundamentales de los procesos educativos institucionalizados, estos jóvenes se constituyen como estudiantes. Es en la normativa, donde el Estado materializa qué entiende por educación en un contexto sociopolítico determinado y qué deberes y obligaciones tienen los sujetos que forman parte de los diferentes niveles de formación.  

Desde la constitución del sistema educativo a fines del siglo XIX, la escuela, ha sido pensada en relación a las necesidades e intereses de los escenarios en que los cambios socio-económicos se sucedieron y en ese contexto, las leyes y documentos oficiales promulgados acompañaron el proceso.

La educación secundaria se estableció como obligatoria a partir del año 2006, luego de la promulgación de la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 (LEN). En el Art. Nº 30 el documento deja explícita la finalidad de éste nivel: es “habilitar a los/las adolescentes y jóvenes para el ejercicio pleno de la ciudadanía, para el trabajo y para la continuación de estudios”. Así, las acciones que implementen tanto el Estado nacional como el provincial, deberán enfocarse en generar prácticas y aprendizajes para potenciar estas tres metas.

La LEN, concibe a los jóvenes como sujetos de derecho y es a partir de esa perspectiva que la educación secundaria debe generar espacios de inclusión, participación, formación de calidad. ¿Pero qué señala la norma en relación al ser estudiante del nivel secundario? En el artículo Nº 127 se explicitan los “deberes de los alumnos/as”, entre los cuales aparecen “estudiar y esforzarse”, “asistir a clase regularmente y con puntualidad”, “participar en todas las actividades formativas y complementarias”, “respetar el proyecto educativo institucional”, las normas y la “libertad la dignidad, integridad e intimidad de todos/as los/as miembros de la comunidad educativa”.

Por su parte, la Ley Provincial de Educación Nº 13.688, apoya la propuesta de la LEN en relación a los fines (formación ciudadana, para estudios superiores y para el mundo del trabajo) y refuerza la idea de los adolescentes y jóvenes como sujetos de derecho, quienes deben tener garantizada “la continuación de los estudios (...) asegurando la inclusión, permanencia y continuidad”. Para ello, la norma propone considerar a las prácticas culturales de los estudiantes “como parte constitutiva de las experiencias pedagógicas de la escolaridad para fortalecer la identidad, la ciudadanía y la preparación para el mundo adulto” (Art. Nº 28)

El documento “Lineamientos políticos y estratégicos de la educación secundaria obligatoria” (anexo de la Resolución del CFE Nº 84/09) entiende que “la escuela el lugar privilegiado por la sociedad, para la transmisión y recreación de su herencia cultural” (2009:3) y, en consecuencia, los estudiantes se constituyen en  “herederos” y principales destinatarios de los esfuerzos. Pero el modo en que la sociedad construye el imaginario en torno a los jóvenes y las relaciones que a partir de las representaciones se originan, generan - explica el documento - rupturas y continuidades en el vínculo con los adultos. El anexo agrega que las percepciones “estigmatizantes”, disponen de determinada manera a los estudiantes en el proceso de aprendizaje (2009:30). En éste sentido, la educación secundaria debe fomentar espacios de construcción social y cultural, donde “los adultos recuperen autoridad, asuman la responsabilidad que les toca frente a las jóvenes generaciones y les otorguen un lugar de participación en los cambios”, renovando las expectativas que sobre ellos tienen (2009:31).

El contexto actual, de fragmentación social y educativa, requiere acciones y acuerdos - desde el estado y sus agentes - que tiendan a la integración. Con el fin de “recuperar nortes” el documento propone: “Romper con la reproducción de las brechas sociales en brechas educativas resulta un imperativo para que nuestros adolescentes, jóvenes y adultos cuenten con una propuesta educativa igualitaria, más allá de sus recorridos previos y de los lugares que habitan” (2009:3)

La Circular N° 1 de la DGCyE, “La Secundaria de la Provincia de Buenos Aires” refuerza las ideas de los documentos citados anteriormente, proponiendo que la escuela secundaria debe estar centrada en los estudiantes, “entendiéndolos como actores sociales con capacidad de acción, como sujetos, tomando distancia de las miradas estigmatizantes y hegemónicas que leen a las juventudes en clave de incapacidades” (2009:3) De este modo, propone pensar a las juventudes “en plural” como posibilidad, saliéndose de parámetros de “normalidad” y reconociendo las capacidades de los sujetos.

Pensar en la mirada que construyen los documentos oficiales (de los cuales aquí se citan solo algunos) sobre los jóvenes, nos permitirá analizar de un modo más complejo y completo lo que sucede en las instituciones. Se trata de poner en tensión lo prescripto en los documentos con las diversas realidades educativas, indagar el modo en que los sujetos se apropian - si es que lo hacen - de la normativa. En este artículo, a partir de los testimonios de los estudiantes, se analizarán las diversas maneras de ser joven en el espacio escolar y las posibilidades que se les brindan para formarse como ciudadanos, continuar sus estudios superiores e ingresar en el mundo del trabajo.

SER ESTUDIANTE Y ESTAR EN LA ESCUELA… ¿PARA QUÉ?

La extensión de la obligatoriedad bajo el imperativo de inclusión social, atiende a una demanda de justicia social largamente reclamada en los países latinoamericanos, a la vez que busca resolver problemas asociados a la exclusión producida por la hegemonía del mercado.

En este contexto y teniendo como referencia la pregunta del Proyecto de Investigación ¿Qué sentidos de educar se construyen bajo el imperativo de la extensión de la obligatoriedad de la escolaridad secundaria? nos preguntamos particularmente ¿Qué esperan los sujetos jóvenes? ¿Para qué están allí? ¿Cuáles son sus metas? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Qué sienten que se pueden llevar de la escuela? ¿Cuáles son las experiencias significativas de aprendizaje para ellos? ¿Cuál es el valor que le otorgan al aprendizaje? ¿Cuáles consideran que son sus modos de permanecer en el espacio escolar? ¿Qué lugar ocupa en sus vidas la escuela?.

Entrevistas (con guiones prediseñados), encuentros y talleres con distintos grupos fueron las técnicas seleccionadas para conocer la opinión de los jóvenes y recoger sus testimonios. Se decidió trabajar con estudiantes del último año debido a que consideramos que son los que se encuentran más próximos al egreso y es en ese momento donde se puede observar la trayectoria “casi completa” del sujeto por el nivel, “el producto” de ésta escuela secundaria posterior a la LEN.

Como ya se dijo, la normativa, tanto nacional como provincial, explicita que los objetivos de la educación secundaria se centran en la formación ciudadana, la preparación para el mundo del trabajo y para estudios superiores. En sus testimonios los jóvenes manifiestan que esperan algo a cambio de asistir diariamente a la escuela. Pero éstos, en tanto destinatarios de la enseñanza que ofrecen su tiempo a la escuela ¿Qué hacen en el “aquí” y “ahora”? ¿Cómo eligen transitar su recorrido académico?

Se observó que la mayoría de los entrevistados se definen como estudiantes que complementan sus tiempos fuera de la escuela con actividades deportivas, otros aprendizajes como música o algún oficio, o la participación en programas municipales.

Sus tácticas y estrategias para incluirse en ésta categoría de estudiantes son las que los llevarán al éxito o a la derrota según la materia o el profesor con que se vinculen. Entendemos por tácticas al concepto desarrollado por Martín Barbero (1987) como acciones de carácter inmediato,  porosos al contexto y sensibles a la ocasión, mientras que por estrategias aquello que Bourdieu (2011) denomina como las acciones acotadas a un universo de posibilidades, que implican una relación dialéctica entre condiciones objetivas y estructuras mentales, donde hay lectura de las relaciones sociales y proyección a largo plazo por parte de los sujetos.

En las entrevistas se refleja que los jóvenes desarrollan diferentes tácticas en lo que refiere a técnicas de estudio, cada uno implementa aquellas técnicas que “más les resultan”, como ellos dicen. Algunos están atentos en clase y con eso parece suficiente para conocer del tema, luego con un repaso basta para realizar los exámenes; otros hacen tareas en casa; otros eligen completar la información que les ofrece el profesor buceando en libros o internet. La estrategia y su meta final es llegar a fin de año con la menor cantidad de materias adeudadas posibles.

Los jóvenes manifiestan en reiterados casos que hay materias que no les interesan tanto, o bien les resultan más complejas y en ese sentido también aplican diferentes tácticas:

Est.1: Matemáticas, no es que me cuesta, no me gusta entonces no estudio para Matemáticas. Hago el esfuerzo para no llevármela, pero no estudio, (...) cuando explican en clase a mí me queda, entonces cuando tengo que estudiar leo y ya está, ya me quedó.

Est.2: (…) hemos aprendido cómo hay que estudiar, que hay que sentarse y trabajar y también a cómo pensar,(...) a mí no me gusta lengua, no me gustan las Ciencias Sociales pero (...) el hecho de que no me gustara, que no veo más allá del texto, me ha hecho dedicarme. 

Si bien las palabras de los jóvenes los muestran como sujetos activos (y astutos) frente a los desafíos que les plantean las distintas materias, tal como lo señalan los documentos oficiales, la cuestión de la “herencia cultural” y la transmisión de conocimientos no es uno de los tópicos más reconocidos en sus testimonios. Ellos no destacan - al menos en una primera instancia - la significatividad del contenido, sino la utilidad de aprobar los distintos espacios curriculares. Pareciera, a simple vista, que el “educarse” se visualiza pensando en el futuro, en las posibilidades que el título del nivel ofrece. Aunque estas posibilidades se vinculan más con “tener el título” que con los conocimientos que permitieron llegar a él.

La normativa define al estudiante a partir de acciones como estudiar, esforzarse, concurrir a clases regularmente y con puntualidad y participar de las actividades institucionales. Las palabras de los jóvenes de las escuelas que forman parte de la muestra, reflejan una concepción del ser estudiante que en ocasiones coincide con la de la norma, pero en otras difiere y se vincula menos con el “estudio” y más con la posibilidad de acreditar los espacios curriculares.

CUANDO ESTAR EN LA ESCUELA VALE LA PENA

A pesar de esta primera mirada utilitaria de su paso por la escuela, los estudiantes reconocen que existen experiencias significativas de aprendizaje y las vinculan con determinados docentes que los han marcado a partir del vínculo que establecieron con ellos y con el conocimiento. Es en este punto, cuando un adulto logra “convocarlos”, que aparece el contenido, siempre atravesado por las relaciones sociales que se generan dentro y fuera del aula.  Y así, ellos se constituyen en “estudiantes”, lo cual involucra mucho más que ir a la escuela. Pareciera que es ese el modo en que los jóvenes ejercen plenamente su derecho a la educación, valorando su tránsito por la escuela, espacio en el cual comparten experiencias con docentes con compromiso por la profesión.

La LEN en su artículo 30 establece que el nivel secundario debe desarrollar y consolidar en los jóvenes “capacidades de estudio, aprendizaje e investigación, de trabajo individual y en equipo, de esfuerzo, iniciativa y responsabilidad”. Al respecto, los jóvenes manifiestan que aquellos profesores que promueven prácticas reflexivas en el aula, que presentan materiales y formatos alternativos, que plantean propuestas centradas en procedimientos (técnicas de estudio, por ejemplo), y que evidencian sus ganas de enseñar el conocimiento que poseen, son quienes los motivan a disfrutar de otro modo su paso por la escuela.  

Est.: “Nosotros continuamente aprendemos. Hay profesores que enseñan, pero más que nada hay profesores que educan. Los profesores no nos abrieron la mente, sino que le quitaron el seguro para poder desarrollar nuestra propia postura, para poder respetar la de los demás”

Est.: “depende la materia por ejemplo para historia lo que nos pide (la profe) es que no estudiemos de memoria o sea ella quiere que nosotros estudiemos del libro pero también que prestemos atención en clase porque ella habla mucho en clase. Entonces a partir de la escucha y de lo que lees y lo que vos entendés no estudiar textual como dice en el texto”.

Est.: Sí, nos enseñan a hacer redes conceptuales, resúmenes...

En aquellos testimonios donde los jóvenes reflexionan sobre el significado de su paso por la escuela, la caracterizan como un espacio que les ofrece (además de las materias y sus contenidos), valores, contención, proyectos de los cuales pueden formar parte y los identifican como parte del proceso enseñanza/aprendizaje. Quienes valoran de este modo a las instituciones y a los adultos con quienes comparten tiempo en ellas, destacan el trabajo basado en proyectos, que se relacionan con sus intereses y parten de propuestas alternativas - en formatos y temáticas - que abordan, además de los contenidos, cuestiones vinculadas con la formación personal.

Est.: Tiene muy buena formación la escuela: es como que te dan un abanico muy grande de posibilidades y vos como persona podes ver qué es lo que más se acomoda a lo que vos pensás o más te gusta.

Est.3: más allá de los valores que te enseñan en la escuela, como el respeto por ejemplo, la responsabilidad, a mí personalmente, me ayuda porque voy a seguir estudiando, la formación para un futuro.

Est.4: En esta escuela hay un montón de proyectos y actividades por fuera de las materias. Nos preparan muy bien (... ) nos abren muy bien la cabeza, nos informan mucho.

Estos jóvenes transmiten a través de sus testimonios el sentido de pertenencia, tal como lo define Castells (1997) como códigos específicos para la interpretación de la realidad, sistema de valores, patrones de conducta, estilos de vida y formas de pensar y del sentir, que pautan las acciones del diario vivir en conjunto con los demás. Y estos códigos compartidos son condiciones esenciales para construir la identidad y la subjetividad del sujeto. En sus relatos aparecen elementos que los hacen sentir parte de un colectivo grupal, tanto escolar como del curso al que concurren, a pesar de que algunos detallan que “no es el mejor curso” y que a veces “hay peleas” en general se elige y no lo cambiaría:

Est.: De esta escuela yo no me quiero ir más, no quiero terminar la escuela porque me gusta para colmo de venir de otra escuela (privada) en las cuales son otro tipo de reglas, no hay esa ¿cómo se puede decir?. Ese contacto de alumno/profesor, tenemos mucho aprecio con los profesores, con la escuela porque te tratan de una manera que por lo menos a mí no me trataron, te dan posibilidades que nunca te dieron te ayudan yo por ejemplo -no es para desmerecer la otra escuela-, pero ahí estudiaste/ aprendiste, si aprendiste, si no jodete y aprobá.

Est.: Me gustan los proyectos de la escuela, me gustó mucho hacer  la casita de barro -el proyecto de permacultura- , yo era como el tercer año que lo estaba haciendo y eso estaba bueno porque era como encontrarme con compañeros que trabajan igual que yo. Me gusta mi sexto, no lo cambiaría, no me iría al otro sexto

Las razones por las cuales los estudiantes eligieron las escuelas a las que concurren, son tan variadas como las formas de ser joven. Algunos llegaron a la institución sin demasiadas expectativas, porque sus padres los inscribieron; otros porque valoraban el “prestigio social” del que goza la institución; por la modalidad que les ofrece en función de sus intereses y otros, excluidos de otras instituciones por no cumplir con sus “términos y condiciones”: adeudar materias o mala conducta; también hay otros que no se cambiarían porque no lo ven como posibilidad más allá de los límites de su barrio.

En la muestra de escuelas secundarias se puede observar la fragmentación educativa que existe en el sistema educativo. Cada establecimiento desarrolla estrategias para hacer frente a los desafíos del contexto actual de diferentes modos. Incluso, los jóvenes entrevistados que transitaron por más de una institución realizan comparaciones que reflejan la fragmentación.

Pero a pesar de la diversidad de argumentos y percepciones en torno a la escuela y las prácticas que allí se desarrollan, cuando a los estudiantes se los interroga acerca de aquellas cosas que los convocan e interpelan como sujetos y que le dan sentido a su paso por la escuela, la mayoría coincide en identificarlas con prácticas docentes comprometidas, novedosas, creativas, que contemplen las necesidades e intereses de los estudiantes y la funcionalidad de los contenidos. Asimismo, el tránsito “con sentido” por la secundaria y superador de la visión utilitaria centrada en la obtención del título, involucra el diálogo y la contención, entendida como protección ante realidades que los abruman, escucha, acompañamiento. En relación a esta última, un estudiante que relata que en la escuela encuentra amor, que es un lugar donde él puede hacer algo por él. Por su situación familiar (padres separados, madre con problemas de salud) él deposita en la escuela y el estudio todas sus expectativas, son la vía de escape para un futuro mejor.

APRECIACIONES FINALES

Como se mencionó los jóvenes proyectan su futuro en la preparación para el mundo laboral o el estudio. Pero solo encuentran significatividad a su experiencia en la escuela, si los docentes entablan con ellos una relación que va más allá de la trasmisión de conocimiento. Esto podría convertirse en una oportunidad, para que los adultos - en tanto educadores - generen prácticas significativas en la escuela, para que el “estar en ella”, sea algo más que una experiencia que solo mira al futuro.

Cuando nos preguntamos qué esperan los jóvenes de ésta escuela secundaria que se les impone podemos decir que buscan modelos y herramientas para construir sus propias identidades, herramientas que además les sirvan para elaborar un proyecto de vida. En este punto volvemos a pensar en la cita inicial que nos dejará reflexionando y que fue expresada por uno de los jóvenes entrevistados.

Bibliografía

BOURDIEU, P (2011). Las estrategias de la reproducción social. Buenos Aires: Siglo XXI.  

CASTELLS, M. (1997). La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Volumen II: El poder de la identidad. México, DF.: Siglo XXI Editores

CASENAVE, G. (2016) CAPITULO 5 “Los jóvenes en la escuela secundaria: de cómo “desnudar” la realidad educativa” en Trazos de escuela. Un abordaje etnográfico en la educación secundaria obligatoria. Ciudad de Buenos Aires: Miño y Dávila.

CONSEJO FEDERAL DE EDUCACIÓN (2009): “Lineamientos políticos y estratégicos de la educación secundaria obligatoria”  (anexo de la Resolución del CFE Nº 84/09)

DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN (2009): Circular N° 1 “La Secundaria de la Provincia de Buenos Aires”

LEY DE EDUCACIÓN NACIONAL Nº 26.206

LEY DE EDUCACIÓN PROVINCIAL Nº 13.688

MARGULIS, M. Y URRESTI, M. (1996). La juventud es más que una palabra. Ensayo sobre cultura y juventud. Buenos Aires: Biblios.

MARTÍN BARBERO, JESÚS (1987). De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía. Barcelona: Editorial Gustavo Gilli.

2017. Newsletter . ISSN 1850-261X Copyright © Facultad de Ciencias Sociales. UNCPBA. Argentina