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Autores[1]

Palmieri, Juan Pablo

Garbarino, Guillermo Fabián

Ayub, Carlos Guillermo

Resumen

En el artículo analizaremos una actividad realizada en la Unidad Nº 2  de Sierra Chica, comprendida en el ciclo de actividades de articulación con escuelas secundarias, denominado “Sociales en Acción”1, que organiza la Facultad de Ciencias Sociales UNICEN.  A través de la misma se buscó generar un espacio estratégico para ubicar a la comunicación como espacio de producción e intercambio de sentidos, tratando de repensar y pensarnos desde la realidad social con el objeto de intervenir sobre ella desde la cotidianidad.

Palabras claves: control, poder, ciudadanía, lucha.

Darse cuenta

pal1En articulación con la Escuela Media Nº 5  de la Unidad Penal Nº 2, se realizó una actividad con el 4 to año que tuvo como objetivo “problematizar las condiciones de producción de los actores y el orden social en relación a las prácticas y discursos que se tematizan en torno al control y la vigilancia fuera del contexto de privación de libertad”. La misma fue parte de una actividad de trabajo colaborativo entre la tutora y estudiantes de las carreras Comunicación Social y  Antropología Social. Tanto la idea del taller como su sistematización emergen, así, con la impronta de un diseño que estuvo atravesado fuertemente por la implicación de los participantes, en tanto estudiantes en contextos de encierro, con el objeto de pensarnos nosotros mismos en el tránsito de pensar a los otros.

El dispositivo disparador de la reflexión durante la experiencia consistió en  un fragmento del texto de Aldous Huxley “Un Mundo Feliz” (1984). El texto estaba pensando para funcionar como una suerte de metáfora, un punto de partida capaz de simbolizar estas condiciones.

En la instancia de planificación, se anticipó la dificultad que podría presentar el texto respecto a la comprensión lectora de los estudiantes. En torno a tal posibilidad y al objeto de generar intercambios colectivos, la dinámica de la actividad se organizó de modo grupal, definiendo para los coordinadores el papel de orientar la lectura, incentivar y registrar las discusiones.

De modo general y ya en el aula, la lectura tuvo una recepción positiva por parte de los estudiantes en términos de que se notó el rápido entendimiento del texto, apoyado en  la intervención de todos los coordinadores.

En las diversas instancias de diálogo pudo advertirse cómo conectaban el material con su propia vida y la “marcha” de camino a la confinación actual. Uno de los parajes más significativos se dio cuando se nombró al personaje de “Ford”, cuyo nombre vincularon inmediatamente al fordismo, recuperando la experiencia de haber visto la película “Tiempos Modernos”. Gracias a estas intervenciones y debates se pensaron y problematizaron ciertos conceptos presentados en el texto como: incubación, condicionamiento, comunidad, identidad, estabilidad, productividad, control, predestinación, estandarización,  etc.

Puede decirse que los estudiantes hicieron una lectura del texto en clave de metáfora, interrogándose acerca de cómo les permitía pensar en la producción de “seres humanos en serie”, condicionados para ser sujetos de la dominación. En este marco se plantearon relaciones con la política y el capitalismo, así como también se logró discriminar lo individual y lo social.

Sobre el final del trabajo grupal, se mostró un recurso gráfico con motivo de ilustrar la construcción social de las limitaciones que se ejercen sobre la vida los actores. Los estudiantes avanzaron en la compresión de las desigualdades de oportunidades mostradas y relacionaron el texto y el material gráfico con sus vidas, ejemplificando esas desigualdades en las posibilidades concretas que tuvieron pata estudiar y trabajar.

En la puesta en común, se analizó la relación entre la sociedad, el sistema capitalista y las políticas neoliberales, en vinculación con las desigualdades: cómo a través de un orden social el sistema (nos) excluye y polariza a través de  representaciones individualizantes de “superación” o “estancamiento”, ocultando el origen social de las desigualdades.

El poder que ejerce el sistema sobre el individuo, se representa desde diferentes lugares, partiendo de la familia, las instituciones educativas, de salud, de justicia, etc. Todas éstas nos orientan mediante normas y obligaciones en los procesos de socialización, construyendo sujetos dependientes y limitando nuestras posibilidades de elección.

En los debates se fue visualizando de qué manera el sistema capitalista durante “dicta” paso por paso el “destino” de las personas, a través de mecanismos ocultos de control y la vigilancia como los medios de comunicación pero también, por ejemplo, el barrio. Las dudas y comentarios que planteaban los estudiantes se reflejaba en frases como: “¿por qué estamos acá? ¿por qué somos así?”, “la sociedad individualiza”, “somos sujetos invisibles”, “el consumo da comodidades y confort, y estos son opuestos a la lucha”.

¿Cómo se construye un ciudadano?

Una de las conclusiones a las que se arribó durante la puesta en común es que el sistema de consumo es también un sistema productor de cierto tipo de ciudadanía. En esta instancia es conveniente aclarar el concepto de ciudadano, según el cual:

“la ciudadanía solo puede entenderse como una actitud activa destinada a promover cambios en el orden social como parte del compromiso que supone pertenecer a una comunidad política(…) Con la posibilidad de incidir y participar (…) desde una movilización social asociada a la posibilidad de construir bienes públicos” (Uranga, 2013:13)

El autor habla de la participación desde el concepto de ciudadanía, pero a su vez señala que esta implica pensar el “lugar” que cada actor ocupa en el orden social y  sobre todo, sus posibilidades de incidir. Romper con las ideas que el sistema nos impone como obvias y “naturales”, aquellas que refieren al “lugar” que ocupamos (encerrados, coartados, controlados) es  parte de aquellas posibilidades de incidencia. Por eso, desnaturalizar estos conceptos es una tarea que debe ser parte de una lucha constante, reflexiva, participativa y crítica. Y ante todo, colectiva, si lo que buscamos es “crear o transformar el orden social (…) para la dignidad de todos” (Toro, s/f en Uranga, 2013). La educación, en este sentido, es una herramienta estratégica que nos permite visualizar las desigualdades y entender que, desde el colectivo crítico, podemos construir herramientas de transformación, aun estando privados de libertad.

En este sentido la educación en contexto de encierro conlleva ciertas problemáticas cuando se la plantea como derecho, pues es en un ámbito en el cual está limitado a las disposiciones internas y no a su cumplimiento.

Como sujetos privados de la libertad el objetivo es partir de la educación como un derecho y reflexionar acerca del modo en que, a través de ella, construimos herramientas que nos permiten pensar aquello que entendemos como “destino”. Por supuesto, es dado que debemos enfrentar a las dificultades propias del ámbito, en tanto los estudiantes son una minoría respecto a la cantidad de la población total que alberga la cárcel, lo que ya es un indicador en sí mismo. Tal caracterización no puede excluir la discriminación de los propios pares y las limitaciones del SPB que, muchas veces, constituyen condiciones precarias de educación básica. Es importante destacar que sólo en los niveles superiores (terciario y universitario) se plantea la crítica y la problematización para apropiarnos de la reflexión, gracias a las herramientas teóricas y prácticas que ofrecen carreras sociales. Desde allí es posible pensar que estos espacios de reflexión pueden ser materia prima para concretar las transformaciones de la propia realidad social ya que la posibilidad de reflexionar es, en sí misma, una transformación. 

Notas

1. Se trata de  propuesta de promoción de carreras de la Facultad de Ciencias Sociales que busca articular con los últimos años de nivel secundario a través de talleres temáticos afines a las carreras de grado que se dictan en la unidad académica.

Bibliografía

Uranga, W. (2016). Comunicación: En la encrucijada de la construcción ciudadana. Intersecciones en Comunicación n7, pág. 11-39.



[1] Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales, miembros activos del Centro Universitario Rodolfo Walsh con sede en la Unidad Penal Nº2 de Sierra Chica, Olavarría. Pcia. de Buenos Aires.

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