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Salvadé Romina[i]

Facultad de Ciencias Sociales. UNICEN

Resumen

En el artículo se presentan, a modo de apuntes, algunas reflexiones que pretenden dar cuenta de algunos de los desafíos que han podido ser identificados en el curso de nuestro tránsito por experiencias en procesos de enseñanza y aprendizaje desarrolladas en contextos de encierro.

Palabras clave: educación, cárcel, desafíos

Reflexiones sobre el hacer

SalvadeNo existe un “mapa” que nos indique cuál es la “ruta” más adecuada para ordenar las reflexiones que hacemos sobre la educación en la cárcel quienes la habitamos, desde muy distintos lugares. Hay definiciones, ciertamente, sobre la cárcel y la educación a las que puede apelarse en favor de su poder sumario, pues el escenario que se delinea en esta particular confluencia constituye una síntesis compleja.

En principio, puede entenderse al establecimiento carcelario como una institución pues responde a la posibilidad colectiva de regular el comportamiento individual (Lidia Fernandez, 1992). A diferencia de la escuela o la fábrica, dirá Goffman, la cárcel puede ser entendida como una “institución total” en la medida en que forma parte de aquellos establecimientos en los que un grupo de personas comparten, en condición de aislamiento, una rutina que regula todos los aspectos de la vida diaria y es administrada por una sola autoridad (Goffman, 2001).

Si nos enfocamos en la educación podemos reconocer un horizonte muy vasto de aportes que, desde las teorías de la reproducción, coinciden en identificar los vínculos que ésta mantiene con la matriz sociocultural de la racionalidad capitalista (Giroux, 2017 [1983]). Un paraje adyacente parece ser el análisis mediante el cual Focault (1990) exhibe el complejo sistema castigos y recompensas que el poder disciplinario inaugura en la modernidad. Entre ellos, tanto la prisión como las formas de existencia concreta que materializan la educación formal se reconocerán figuras arquitectas de la operación de ubicar y clasificar a los sujetos.

Desde el análisis institucional de Lourau (1998) se puede leer a la educación y a la seguridad como normatividades universales y abstractas que se entrecruzan en el ámbito carcelario, articulándose con otras a su vez (castigo, familia, trabajo, Estado) para constituirse en una forma socio histórica concreta que niega el proyecto mismo de su fundación. Para el autor las instituciones tendrán entonces una dimensión no-consiente, oculta, que remitirá a otras funciones además de las privilegiadas u oficiales.

Cabe interrogar cuál es el objeto que tiene hacer este breve recorrido, fundamentalmente cuando a primera vista el ejercicio analítico se presente como una obviedad y una necesidad inmediata. En primera instancia, ha de entenderse que pensar la Educación en Contextos de Encierro requiere reflexionar sobre, pero también, desde una institución que funciona dentro de otra. Este posicionamiento metodológico nos encuentra implicados mediante aquel esfuerzo de elucidación que Castoriadis (2007:12) denomina el "trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan".

Uno de los desafíos que se presentan al ejercicio docente en contextos de encierro, con estudiantes adultos que se encuentran privados de su libertad, tiene que ver las posibilidades de construir instancias de intercambio crítico, en las que se ponga en relación el conocimiento y la práctica. Tal afirmación supone, claro, entender que la educación es práctica política (Giroux, 1990) en cuya base se encuentra la transformación como objetivo del pensamiento reflexivo. Si tal propósito resulta vertebral a la tarea docente en sentido general, la cárcel lo expone en carácter de necesidad vital con la misma intensidad en que lo coarta de un modo particular.

Prima caracterizar el ámbito al que referimos para avanzar. La oferta universitaria en las unidades penales suele ser acotada, en general, a algunas carreras del área de las Ciencias Sociales. Por lo tanto, no resulta extraño escuchar que los estudiantes afirmen que se inscriben en las carreras porque “es lo que hay”. De hecho, una de las múltiples manifestaciones del atravesamiento que obra la instancia judicial contiene a la reducción de pena por acreditación de actividades formativas. Si bien esta realidad parte de un abanico acotado de “opciones”, se tensiona en el devenir con las posibilidades que ofrecen las interacciones, en el marco de las actividades, para construir una inscripción social otra, distinta a la de “preso”: la de estudiante.

Ahora bien, pensar nuestra acción a partir de las experiencias por las que transitamos forma parte de un mismo proceso en el que concurre la actividad de investigación junto a la docente. Una condición de ese trabajo consiste en construir al mundo como un conjunto de problemas concretos que requieren soluciones prácticas y no un espectáculo a ser interpretado (Bourdieu, 2005). A tal objeto hemos necesitado explicitar al comienzo algunos de los conceptos y enfoques que permiten leer la cárcel y la educación desde una mirada institucional. Más allá incluso de la dimensión analítica, porque esas categorías “hablan” de nosotros al definir lo pensable y guiar nuestro pensamiento.

En las acciones y visiones sobre las acciones, se entrelazan todas las inscripciones que constituyen a los sujetos en relación. En nuestro caso, esas inscripciones contienen una fuerte referencia etaria y de género -dimensiones que, en sí mismas, merecerían un apartado- que se conjugan con la disciplinar, epistémica e ideológica. Resulta nodular ejercitarnos en la revisión de nuestras categorías y marcos de comprensión, para identificar modos de construir de prácticas de conocimiento que sean específicas a los obstáculos que se presentan y producen continuamente en contextos de encierro.

Nuestra propuesta de trabajo siempre ha estado atravesada por la búsqueda de construir espacios desde los que los estudiantes puedan asumir su formación con autonomía. En tal sentido, la potencia de lo instituyente frente a lo instituido ha resultado una fuerza particularmente ordenadora de nuestras acciones y decisiones. No obstante, lo instituido en la cárcel cobra una densidad espesa que se cobra en los cuerpos y las mentes de quienes están recluidos. El orden de lo establecido tiene una eficiencia tan implacable que propende a la asfixia automática de cualquier intento de transformación. En este marco represivo, no sólo es un desafío incentivar la capacidad de creación, sino que lo es más lograr que sea identificada cuando está siendo puesta en acto, como por ejemplo, al estudiar, cuestionar, pensar.

Quizás parte de la complejidad del horizonte que enfrentamos consiste en entender que ser estudiante en contextos de encierro no sutura la “herida” que ha abierto la marginación y segregación en estructura. Fundamentalmente porque el trabajo que hace la cárcel (intra y extra muros) muestra sus huellas en la subjetividad de los estudiantes, tendiente a reproducir de distintos modos el discurso dominante que produce las condiciones de desigualdad y legitima su propia exclusión.

Es central explicar que lo señalado no pretende ser insumo para arrimarnos al desánimo, sino todo lo contrario. Reconocer los obstáculos que cotidianamente enfrentamos es condición de sostener cualquier proyecto a largo plazo, sobre todo cuando nos enfrentamos a contextos tan adversos. En este caso, la reflexividad es una apuesta incomoda, como debe ser, necesariamente todo lo que hacemos. Si queremos que la autonomía sea un modo de vinculación con el conocimiento, nuestra perspectiva de trabajo tiene que tener mucho de artesanal, pues es el lugar desde donde el hacer docente se muestra lo suficientemente permeable para ser reelaborado constantemente con objeto de acompañar y problematizar modos de ser, pensar y hacer.

 

Bibliografía

CASTORIADIS, Cornelius (2007) La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets, Buenos Aires.

FERNANDEZ, L. (1992). El análisis de lo institucional en la escuela. Un aporte a la formación autogestionaria para el uso de los enfoques institucionales: notas teóricas. Paidós, Buenos Aires.

FOUCAULT, M. (1990). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo xxi.

BOURDIE, P. (2005). Una invitación a la sociología reflexiva. SIGLO XXI

GIROUX, H. (2017) [1983] Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva sociología de la educación: un análisis crítico. Revista Colombiana de Educación, (17).

GIROUX, H. (1990). Los profesores como intelectuales transformativos. HA Giroux, P. Freire, I. Arias y P. McLaren. Los profesores como intelectuales: hacia una pedagogía crítica del aprendizaje

GOFFMAN, E. (2001) Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales. Buenos Aires: Amorrortu; 2001.

Lourau, R. (1988) El análisis institucional. Amorrortu, Buenos Aires.



[i] Licenciada en Comunicación Social. Doctoranda (FCH – UNLP). Auxiliar diplomada y tutora en el Programa Educación en Contextos de Encierro. Facultad de Ciencias Sociales.

 

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