Cuatro comunidades wichí junto con actores territoriales, el INTA, Universidades y organizaciones nacionales e internacionales, analizaron las prácticas productivas y modos de vida para identificar las causas profundas que derivaron en la emergencia socioalimentaria. En el marco del proyecto “Por una Alimentación de Vida”, se inició un proceso de Investigación Acción Participativa cuyo primer producto es el calendario cultural.
La vida de la comunidad y su alimentación está íntimamente ligada al territorio. De hecho, los conocimientos que dejaron sus ancestros sobre estas prácticas son su mayor legado junto con el idioma que define la cultura de los pueblos originarios. Wichí Lahäk –que significa comidas del pueblo wichí– es una construcción colectiva que busca revalorizar los saberes ancestrales y modos de vida para fortalecer las comunidades del norte de Salta.
“En chelchup –verano– llega el tiempo de la siembra, antiguamente sembrábamos maíz, sandia, anco, zapallo; es el tiempo de la algarroba, una fruta silvestre que da abundancia de comida. También se caza en el monte”, explicó Robin Díaz, miembro de la comunidad wichí de La Puntana, en Santa Victoria Este –Salta–, y desde 2017 es parte del equipo técnico del INTA como representante de pueblos originarios.
“Antes de fwiyetil –invierno– llega el tiempo de la pesca, nosotros tenemos el Pilcomayo, donde llega el sábalo que nosotros pescamos por dos o tres meses. Vendemos los peces en la frontera con Bolivia, miles de pescados. Ese es el sustento, entre otras cosas, de la gente wichí. Cuando llega la época se vende, son temporadas que cuando pasan ya no hay más ventas”, agregó Díaz, quien fue parte importante en la construcción colectiva del calendario que busca revalorizar los saberes ancestrales y modos de vida para fortalecer las comunidades del norte de Salta. En su comunidad viven 600 familias wichí, lo que representan alrededor de 1500 personas.
Las comunidades indígenas se alimentan de los productos que cosechan, cazan, recolectan y pescan. Sin embargo, en esta época del año hay poco consumo porque “la comida blanca” de los negocios de cercanía es una opción más accesible para las comunidades. Debido a que para poder pescar o recolectar –por ejemplo– algarroba, muchas veces tienen que caminar 20 kilómetros con las bolsas de arpillera al hombro.
“El calendario tiene contenidos propios de la zona, implica el saber de las prácticas y conocimientos de los recursos disponibles junto con la ritualidad y la cultura que le da sustento a todo eso. La idea es difundir y rescatar los saberes para fortalecer a las comunidades a través de un proceso de diálogo”, detalló Álvaro Penza –jefe de la Agencia de Extensión Rural de Santa Victoria Este, Salta– y agregó: “Los tiempos del calendario están marcados por la naturaleza: las flores, el viento, la sequía, las estrellas y las lluvias. Estos eventos se presentan año tras año, en una sucesión cíclica”.
“Wichí Lahäk” surge como parte de un proceso de investigación-acción-participativa para indagar en las diferentes prácticas productivas y estrategias comunitarias conectadas con la producción y el consumo de alimentos de diferentes comunidades caracterizadas como las más vulnerables en la zona de emergencia socioalimentaria de la provincia de Salta. “El proyecto surge en el marco del proyecto ‘Por una Alimentación de Vida’, a partir del aumento de casos de mortalidad infantil por desnutrición”, señaló Penza.
El primer producto de esta investigación es una producción colectiva entre distintas instituciones, organizaciones y comunidades indígenas que surgen de un diálogo intercultural: el calendario de alimentación tradicional wichí. “En el calendario wichí tenemos las mismas cuatro estaciones del calendario blanco: chelchup, fwiyetil, inawop y yachup”, describió Díaz.
Para la creación del calendario se incluyeron a los tres tipos de economías y modos de vida de la zona: comunidades cazadoras-recolectoras (que incluyen a los pueblos wichí, chorote, qom, chulupi), comunidades agricultoras (guaraní y tapiete) y comunidades pastoras (campesino - criollas).
Se trata de un proyecto que promueve estrategias de producción y consumo de alimentos tradicionales de la región, difunde prácticas ancestrales que no dañan el ambiente y generan procesos de autonomía y reivindicación cultural para las comunidades indígenas. La clave es revalorizar los productos para volver a conseguir parte de la diversidad en la alimentación que se perdió, lo que implica mejorar la calidad nutricional de la dieta actual
“Elegimos algunas comunidades de la zona en emergencia e hicimos un muestreo para tratar de dar cuenta de toda la diversidad de situaciones que existe dentro de nuestro territorio. Empezamos por trabajar en talleres participativos, tratando de identificar los problemas, averiguar cuál fue el proceso de transición alimentaria”, describió Penza.
En particular, aquellas donde son más recurrentes problemas graves de desnutrición (cazadores-recolectores) se diferenciaron cuatro tipos distintos, según sus características demográficas y de formas de usos de los recursos naturales: una comunidad pequeña de la costa, una comunidad del monte una comunidad urbana integrada a un pueblo rural mediano y un colectivo con representantes de comunidades periurbanas de la ciudad de Tartagal.
"No vimos una decisión política firme de beneficiar a la agricultura familiar, campesina e indígena"
Natalia Manini integra el Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra (MNCI-ST). Analiza críticamente los tres años del Gobierno, cuestiona las políticas en beneficio del agronegocio y señala la falta de acciones concretas para otro modelo agropecuario. La organización como base para el acceso a la tierra y la producción de alimentos sanos.
Entrevista Natalia Manini
Natalia Manini vive en Mendoza y es integrante de la Coordinación del Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra (MNCI-ST). La organización, que nuclea a productoras y productores de la agricultura familiar, campesina e indígena, integra La Vía Campesina y —desde 2021— la Mesa Agroalimentaria Argentina.
Frente a un nuevo año electoral, Manini señala cuáles son las prioridades actuales del campo que produce alimentos, qué políticas públicas se necesitan y qué perspectivas tiene el sector en el inicio de 2023.
—¿Qué evaluación hace del Gobierno del Frente de Todos en materia de políticas agropecuarias?
—Hubo mucha política pública agropecuaria para el sector del agronegocio, el más concentrado, particularmente para el sector de los granos y muy pocas medidas para los pequeños y pequeñas productoras, para quienes producen para la mesa de los argentinos. Un ejemplo es el dólar soja. Este Gobierno es rehén de determinados sectores que concentran cada vez más producción y poder pero a la vez son los que más evaden y contrabandean.
—¿Por qué este Gobierno es rehén de esos sectores?
—En parte es por el poder que tienen en términos de producción, de volumen, de la capacidad de retener y en el tema del dólar. Uno puede entender que se pueda estar condicionado o parcialmente condicionado. Lo que no vemos es ningún reflejo para salir de esa situación. Se pueden plantear determinadas acciones tácticas, pero no veo que estratégicamente se esté pensando en políticas públicas que puedan desconcentrar ese camino. Vicentín fue una oportunidad que se perdió, como para poder regular e incidir en las cadenas de valor. Todo el tiempo se toman decisiones vinculadas al hecho de necesitar dólares y por eso ese sector condiciona la política pública. Sin embargo no hay un esquema de fortalecimiento a otros espacios productivos. Pensamos que eso se tiene que hacer con los recursos que se obtienen actualmente, controlando la evasión impositiva o el contrabando. Faltan instrumentos para controlar mejor. Tuvimos una inflación del 100 por ciento en algunos alimentos pero no vemos que haya un planteo estratégico en función de desempoderar a un sector y empoderar a otro.
—¿Queda margen político, en este año electoral, para impulsar medidas para la agenda campesino-indígena?
Los pueblos indígenas y sus sistemas alimentarios pueden ofrecer respuestas frente a la inseguridad alimentaria y el cambio climático
Los pueblos indígenas son custodios de los recursos naturales, la biodiversidad y de nutritivos alimentos autóctonos. Son aliados clave en la búsqueda de soluciones al cambio climático y en la reestructuración de nuestros sistemas alimentarios. @FAO/Francesco Farnè
Los pueblos indígenas, que constituyen sólo el 6% de la población mundial, son, sin embargo, custodios clave del medio ambiente. El 28% de la superficie terrestre del planeta, incluidas algunas de las zonas forestales más intactas a nivel ecológico y con mayor biodiversidad, son gestionadas principalmente por pueblos, familias, pequeños campesinos y comunidades locales indígenas. Estos bosques son cruciales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y para la conservación de la biodiversidad. Los alimentos autóctonos también son particularmente nutritivos, y los sistemas alimentarios asociados a los pueblos indígenas son particularmente resilientes al cambio climático y están bien adaptados al medio ambiente.
Los modos de vida de los pueblos indígenas y sus medios de subsistencia pueden enseñarnos mucho sobre la conservación de los recursos naturales, la obtención y la producción de alimentos de manera sostenible y la vida en armonía con la naturaleza. Movilizar los conocimientos especializados que se derivan de este patrimonio y estos legados históricos es importante para hacer frente a los desafíos a los que se enfrentan la alimentación y la agricultura en el momento actual y en el futuro.
He aquí cinco de las muchas maneras en que los pueblos indígenas están ayudando al mundo a combatir el cambio climático:
1. Sus prácticas agrícolas tradicionales están mejor adaptadas a un clima cambiante
A lo largo de los siglos, los pueblos indígenas han desarrollado técnicas agrícolas adaptadas a entornos extremos, como las zonas de elevada altitud de los Andes o los pastizales secos de Kenya. Sus técnicas de eficacia probada, como las terrazas para evitar la erosión del suelo o los huertos flotantes para aprovechar los campos inundados, son muy adecuadas para los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos y las variaciones de temperatura provocadas por el cambio climático.
2. Conservan y restauran los bosques y los recursos naturales
Los pueblos indígenas se perciben a sí mismos como conectados con la naturaleza y como parte del mismo sistema que el medio ambiente en el que viven.
Han adaptado su estilo de vida para integrarse y respetar su entorno. En las montañas, los sistemas de gestión del paisaje de los pueblos indígenas preservan el suelo, reducen la erosión, conservan el agua y limitan el riesgo de desastres. En los pastizales, las comunidades pastoriles indígenas manejan el pastoreo del ganado vacuno y la agricultura de manera sostenible para preservar la biodiversidad. En la Amazonía, la biodiversidad de los ecosistemas mejora cuando son habitados por los pueblos indígenas.
3. Sus alimentos y tradiciones pueden ayudar a ampliar y diversificar las dietas
En la actualidad, el mundo depende en gran medida de un pequeño conjunto de cultivos básicos. Sólo cinco de ellos –arroz, trigo, maíz, mijo y sorgo– proporcionan alrededor del 50% de nuestras necesidades de energía alimentaria. Ricos en cultivos nativos y nutritivos como la quinua y la oca, los sistemas alimentarios de los pueblos indígenas pueden ayudar al resto de la humanidad a ampliar su limitada base alimentaria para incorporar hierbas, arbustos, cereales, frutas, animales y peces que pueden no ser bien conocidos o utilizados en otras partes del mundo.
4. Sus cultivos autóctonos son más resilientes frente al cambio climático.
Debido a que muchos pueblos indígenas viven en ambientes extremos, han elegido cultivos que también se han adaptado a esas condiciones. Los pueblos indígenas suelen cultivar una variedad de especies nativas y una multitud de variedades que se adaptan mejor a los contextos locales y son a menudo más resilientes a la sequía, la altitud, las inundaciones u otras condiciones extremas. Si se utilizan de forma más extendida en la agricultura, estos cultivos podrían ayudar a aumentar la resiliencia de las explotaciones que ahora deben enfrentarse a un clima cambiante y cada vez más extremo.
A lo largo de los siglos, los pueblos indígenas han desarrollado técnicas agrícolas adaptadas a ambientes extremos. Sus técnicas probadas a lo largo del tiempo, como las terrazas, son muy adecuadas ante fenómenos meteorológicos cada vez más intensos y las variaciones de temperatura provocadas por el cambio climático. ©
5. Custodian una gran parte de la biodiversidad del planeta
Los territorios indígenas tradicionales abarcan el 22% de la superficie terrestre del planeta, pero albergan el 80% de su biodiversidad. Preservar esta biodiversidad resulta esencial para la seguridad alimentaria y la nutrición. El acervo genético de las especies vegetales y animales se encuentra en todos los biomas terrestres, así como en ríos, lagos y zonas marinas. Los pueblos indígenas, que viven de forma natural y sostenible, preservan estos espacios, ayudando a mantener la biodiversidad de las plantas y los animales en la naturaleza.
La FAO considera a los pueblos indígenas como socios inestimables para proporcionar soluciones al cambio climático y crear un mundo sin hambre. Nunca lograremos soluciones a largo plazo para el cambio climático y la seguridad alimentaria y la nutrición sin contar con la ayuda de los pueblos indígenas y sin proteger sus derechos.
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Existen alrededor de 476 millones de Indígenas viviendo a lo largo de 90 países. Representan poco más del 5% de la población mundial y, sin embargo, se encuentran entre las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables representando el 15 por ciento de los más pobres.
Los pueblos Indígenas han heredado y practican culturas y formas únicas de relacionarse con la gente y el medio ambiente. Retienen, además, rasgos sociales, culturales, económicos y políticos que son distintos de los predominantes en las sociedades en las que viven.
Pese a sus diferencias culturales, los pueblos Indígenas de todo el mundo comparten problemas comunes a la hora de proteger sus derechos como pueblos diferentes.
Las poblaciones autóctonas han buscado durante años el reconocimiento de sus identidades, su forma de vida y el derecho sobre sus territorios tradicionales y recursos naturales.
A día de hoy, las violaciones de los derechos de los pueblos Indígenas del mundo han pasado a ser un problema persistente. Unas veces a causa del lastre histórico que todavía arrastran, otras por el choque con una sociedad en constante cambio.
Ante este problema, es justo recordar cada 9 de agosto que los pueblos Indígenas tienen derecho a tomar sus propias decisiones y llevarlas a cabo de manera significativa y culturalmente apropiada para ellos.
Juventud Indígena como agentes de cambio
Este Día Internacional de los Pueblos Indígenas 2023, que lleva el titulo de «Juventud Indígena, agente de cambio hacia la autodeterminación«, reivindica la posición que deben ocupar los jóvenes Indígenas en la toma de decisiones, a la vez que reconoce sus dedicados esfuerzos en la acción climática, la búsqueda de justicia para sus pueblos, y la creación de una conexión intergeneracional que mantenga vivas su cultura, sus tradiciones y sus contribuciones.
El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA) está organizando una conmemoración virtual del Día Internacional el miércoles el 9 de agosto de 2023. La conmemoración virtual se podra seguir en vivo el 9 de agosto 2023, a las 15-16:30 h CEST (Madrid) a través de este enlace https://tinyurl.com/Indigenous23 .
El valor de la diversidad lingüística
El 2021 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el período comprendido entre 2022 y 2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas, con el propósito de crear una comunidad global para la preservación, revitalización y promoción de las lenguas originarias en todo el mundo.
Al menos el 40% de las 7 000 lenguas utilizadas en todo el mundo están en peligro de desaparecer. Las lenguas Indígenas son especialmente vulnerables porque muchas de ellas no se enseñan en la escuela ni se utilizan en la esfera pública.
«Lo que nos hace humanos»
Es un libro ilustrado dirigido a todas las edades e invita, como un testimonio de nuestra humanidad diversa y compartida, a reflexionar sobre el valor del lenguaje y de las lenguas originarias. Se enmarca en el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas de las Naciones Unidas (2022-2032).
Con la edición de Lo que nos hace humanos, la UNESCO hace una invitación a los lectores de todas las edades y de todos los países a disfrutar y compartir este libro ilustrado como un testimonio de nuestra humanidad diversa y compartida.
Fuente: ONU / UNESCO
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El máximo representante para los derechos humanos pide garantizar la participación de los pueblos indígenas en la toma de decisiones. Insta a las instituciones nacionales y mundiales a proteger a los defensores indígenas y medioambientales, recordando que se encuentran en primera línea en la lucha contra el cambio climático.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos instó este lunes a poner fin a la discriminación y la exclusión de las comunidades aborígenes durante una sesión del Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Además, se refirió a la protección de sus derechos y la amplificación de sus voces como “una parte esencial de la labor de derechos humanos”.
Durante su visita a principios de este año a Colombia, Ecuador, Venezuela y Kenya, Volker Türk se reunió con representantes de comunidades originarias, donde tomó nota del impacto de las industrias extractivas sobre su medio ambiente y sus derechos; de la desposesión de tierras ancestrales y de la militarización de sus territorios.
“Me hablaron del impacto de la crisis climática. Sobre el alcance y el impacto de la discriminación y la exclusión sistémicas. Hay que poner fin a estas violaciones”, declaró.
Las Naciones Unidas estiman que hay 476 millones de miembros de pueblos originarios en todas las regiones del mundo. Aunque constituyen el 6,2% de la población mundial, la discriminación, la exclusión, el desposeimiento y la explotación hacen que representen el 18,2% de los pobres del mundo, según la Organización Internacional del Trabajo.
“Sin embargo, sobreviven y prosperan con una enorme dignidad y capacidad de recuperación, fruto de la sabiduría y los conocimientos adquiridos de generación en generación”, añadió Türk. “El conocimiento de nuestros antepasados, especialmente, los antepasados indígenas, contiene muchas lecciones para el mundo moderno, mientras navegamos por la creciente turbulencia y los extraordinarios riesgos de nuestra era”, prosiguió.
Además, el máximo representante de los derechos humanos se refirió en particular a las mujeres indígenas como maestras de la sabiduría, y como las encargadas de transmitir los conocimientos entre las generaciones pasadas y las comunidades de hoy.
En primera línea ante el cambio climático
Volker Türk señaló que, aunque el cambio climático es una crisis mundial, sus efectos están desigualmente distribuidos. En este sentido, los pueblos originarios se ven empujados a situaciones de vulnerabilidad debido a su estrecho vínculo con la tierra y sus recursos.
“Los pueblos indígenas se encuentran entre los más afectados por las condiciones meteorológicas extremas, la pérdida de biodiversidad y la disminución de los recursos naturales”, afirmó el Alto Comisionado.
Sin embargo, precisamente gracias a sus conocimientos y su relación con el medio ambiente, los pueblos indígenas pueden ayudar a encontrar soluciones para remediar los daños causados por la triple crisis planetaria, señaló.
Participación y toma de decisiones
Fuente aquíVolker Türk destacó la necesidad de crear más espacios como el Mecanismo de Expertos para que los pueblos indígenas participen en la labor de las Naciones Unidas, incluido el Consejo de Derechos Humanos. Con ello, pueden ser parte de la toma de decisiones en asuntos que les afecten a través de representantes elegidos por ellos según sus procedimientos.
Esto garantizaría la protección de sus derechos fundamentales: el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible; a la igualdad; a la autodeterminación; a ser consultados plena y significativamente; y a dar su consentimiento libre, previo e informado a las medidas legislativas o administrativas que les afecten.
Protección de defensores indígenas y del medio ambiente
Por último, Türk subrayó el deber de proteger a los defensores indígenas y medioambientales y a los activistas, quienes fueron los grupos objeto de violencia y amenazas con más frecuencia en 2022, según un informe de la organización Front Line Defenders.
“Las instituciones nacionales, regionales y mundiales deben redoblar sus esfuerzos para protegerlos de los ataques. También necesitamos amplificar sus voces, para garantizar que todos podamos escuchar los conocimientos y las soluciones que aportan”.
En este sentido, Türk instó a incluir las aportaciones de los pueblos indígenas en otros espacios como la COP28, los Exámenes Periódicos Universales del Consejo, las reuniones de los Órganos de Tratados, y en el Foro de la ONU sobre Empresas y Derechos Humanos.
“Todos los derechos humanos conciernen a los pueblos indígenas. Y ha llegado el momento de garantizar que puedan participar de forma plena, libre y segura. Ha llegado el momento de ir más allá del debate y pasar a la acción concreta y específica para proteger sus derechos”, finalizó.
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