Violencia contra la comunidad “Las Huaytekas”, Río Negro
En Rio Negro la Comunidad Mapuche “Las Huaytekas” denunció un nuevo atentado. El pasado fin de semana, incendiaron el salón comunitario que la comunidad utiliza para la elaboración y venta de productos regionales a la vera de la ruta 40 en la zona cercana a El Bolsón.
En un comunicado, las vecinas y los vecinos denuncian que esta modalidad criminal tiene como fin “amedrentar a sus miembros pero lejos de cumplir sus propósitos, fortalece la resistencia y unidad de sus integrantes”.
Radio Encuentro dialogó con Mirta Ñancunao, werken/vocera de la comunidad, quien relató que al llegar, el fuego había consumido el salón y podían observarse restos de combustible con el que también habían rociado otras construcciones aledañas que no fueron alcanzadas por el fuego: “No quedo absolutamente nada, nos quedamos sin la producción, sin los insumos y sin los elementos con los que trabajamos”.
Este no es el primer atentado que la comunidad sufre. En oportunidades anteriores también los atacaron a través de incendios, pero esos hechos nunca fueron esclarecidos.
“No es la primera vez que vivimos un atentado similar, el año pasado nos quemaron una vivienda de una familia de la comunidad, y el año anterior nos quemaron parte de un campo”, contó Ñancunao.
La comunidad mapuche interpreta lo sucedido en el marco del conflicto territorial: “El problema más grave territorial es con un consorcio que se instaló en el 2010 que hicieron alrededor de 60 parcelas en parte del territorio Huaytekas donde querían sacar el agua. Peleamos mucho tiempo por ese territorio, y fue ahí donde el año pasado nos quemaron la vivienda”, afirmó Ñancunao.
Comunicado
ATENTADO EN LA CASCADA TRAYEN KO NEWEN
DENUNCIA PÚBLICA
La Comunidad Mapuche Las huaytekas denuncia públicamente que en horas de la madrugada del 20 de enero fue incendiado el SUM de la Cascada Trayen Ko Newen , conocida como cascada la virgen en el paraje Los Repollos.
El predio vecinal, administrado por el Municipio de El Bolsón en convenio con La Comunidad Mapuche Las Huaytekas, sufrió daños totales producto del atentado incendiario. No se lamentan víctimas porque en el momento del ataque no se encontraban moradores.
El puesto de informes no fue afectado por el fuego pero hay evidencias que fue rociado con algún combustible lo que demuestra que se trató de una acción intencional.
No es la primera vez que esta comunidad sufre este tipo de hostigamiento. De hecho , el año pasado, en esta misma época fue incendiada una vivienda particular de una familia de la lof.
Esta modalidad criminal tiene como fin amedrentar a sus miembros pero, lejos de cumplir sus propósitos, fortalece la resistencia y unidad de sus integrantes.
La pertenencia al TERRITORIO no va ser borrada por el fuego, la Lucha Mapuche no se asusta ni se resigna.
MARICHI WEU, MARICHI WEU!
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Argentina: primer hospital con medicina mapuche en la provincia de Neuquén
En el departamento de Aluminé, provincia de Neuquén, comenzará a funcionar el primer Hospital Intercultural Ranguiñ Kien, que conjuga la medicina pública tradicional con la medicina mapuche.
Médicos tradicionales y médicos mapuches trabajan juntos en este centro de salud que será el segundo de Latinoamérica y el primero en el país. Se trata de un trabajo en conjunto entre el equipo técnico del área de salud provincial y el equipo de salud rural del Hospital Aluminé, junto a las comunidades mapuche Aigo y Huenguihuel, que se harán cargo de la mano de obra.
La apertura del hospital tuvo como marco legal el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo respecto del derecho que establece para los pueblos originarios de ser consultados para ajustar los parámetros de atención médica a sus tradiciones y cultura.
“Es el producto de 15 años de experiencia junto con estas comunidades mapuches. En ese camino nos acercamos a una relación entre la biomedicina y la medicina mapuche. Cada una con su valor y sus técnicas. La idea es que se aprovechen ambas”, declaró a medios locales Fabián Gancedo, médico del hospital de Aluminé encargado de la atención rural.
El primer paso fue el diseño del edificio, ubicado en Ruca Choroi, en tierras de la comunidad Huenguihuel, con una superficie de 522 metros cuadrados. “Habrá un lugar para hacer fogones, para los curadores mapuches, los componedores de huesos, para los yerbateros, y un espacio ceremonial para el machi, la máxima figura de la ceremonia curativa mapuche”, comentó Fabián.
Un detalle que ejemplifica una diferencia que tendrá este hospital con otro convencional es la orientación de las camas hacia el oeste: “El oeste, detrás de la cordillera, es el lugar al que el se dirige el espíritu (equivalente del espíritu nuestro en la cultura mapuche) luego de su paso por el mundo”, explicó el médico. Y agregó: “era algo que molestaba a los pacientes de las comunidades; era como si se los predispusiera para el final, la muerte”.
Un hospital de estas características también viene a ofrecer soluciones a la medicina tradicional, y afirma que “no tenemos alcance sobre muchos de los problemas de salud que afectan al pueblo mapuche porque, como todo proceso de enfermedad, está íntimamente relacionado con la cultura. La gente se enferma de lo que cree”.
Lorenzo Loncón es ‘werken’ (mensajero) de la Confederación Mapuche Neuquina y lawentuchefe (persona especializada en plantas y su uso para la salud). Este hombre indicó que “en Argentina no podemos hablar de machis (curandero shamán) porque después de la conquista del desierto se mataron muchos jefes y a estos guías espirituales. No sólo había machis sino también ampifes, gente que tenía visiones, a quienes prácticamente extinguieron. “La medicina mapuche sigue siendo oral, la forma más rápida de aprender es escuchando, oliendo las plantas y teniendo memoria de para qué sirven.”
En declaraciones a medios locales Lorenzo también aclaró que “la concepción de la medicina occidental es separar todo, al hombre de la naturaleza, a la cultura de la naturaleza. Y para nosotros es una unidad. La medicina milenaria ha demostrado que si es natural es mucho mejor que una combinación química o sintética. Y además, si todas las culturas somos diferentes, también la medicina tiene que ser apropiada a cada cultura y tiene que haber disponibilidad. La naturaleza nos brinda eso: que sea algo que está cerca de la gente y que si vos la cuidás, la naturaleza te cuida a vos”.
“La otra diferencia es que para nosotros la medicina es para compartirla, no es para tener un sistema de patentes y encarecer un producto. Nosotros si tenemos un saber y podemos ayudar a un vecino, aunque no sea mapuche, lo hacemos. Tenemos plantas para la fiebre que son infalibles, las tomás a la noche y al otro día ya podés ir a trabajar, a la universidad. Si vos tomás un fármaco, yo no conozco uno tan efectivo y rápido”.
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La lucha de las mujeres indígenas de Ecuador en un mural de 50 metros
Seis mujeres de nacionalidades amazónicas y tres andinas aparecen retratadas con sus atributos característicos en un mural de 50 metros en un edificio de Quito, para recordar a los viandantes que son custodias de la naturaleza.
Estas vigías se ubican en la base de la obra monumental, con sus vestimentas ancestrales y algunas con sus rostros pintados por ellas mismas, junto a dos elementos fundamentales para su sustento y tradición: la yuca y el maíz.
Sobre ellas, se alza vegetación selvática y una niña desde cuyas manos emana agua, también una Luna llena cenital, un pájaro de nombre ‘Iluku’ relacionado con mitos mágicos en la cuenca amazónica, un volcán nevado andino y un campo rural incrustado en una hoja desde la que cae una gota a otra que alberga una ciudad.
“Lo que simboliza es la lucha de las mujeres en resistencia en defensa de la vida de la Madre Tierra, de la semilla, de la ‘Aipa Mama’ (voz kicwha para tierra)”, explicó Carmen Lozano, una de las retratadas, natural de Loja (sur de Ecuador) y representante de los pueblos kichwas saraguros.
Esta dirigente indígena figura abrazada en el enorme grafiti a una planta de la que emana una gran mazorca, que explica, “es fuente de vida, de lucha y reivindicación de los pueblos”.
“Es un elemento muy sagrado, porque es símbolo de resistencia y de alimentación de nuestros abuelos, como herencia que nos han dejado”, afirma sobre el maíz, que representa también la fertilidad y la procreación con sus múltiples granos.
Lozano defiende su cultivo tradicional frente a la amenaza de los granos transgénicos y enarbola la lucha por el agua, el aire y la tierra, frente a las empresas trasnacionales mineras, petroleras o hidroeléctricas.
Sus compañeras amazónicas, por ejemplo, luchan por una selva libre de explotación industrial, para que siga siendo considerada el pulmón del mundo.
‘Dar voz a las invisibilizadas’
La obra de arte urbano se emplaza en una de las paredes del edificio de oficinas El Girón, ubicado en las proximidades del Centro Histórico de la capital, aledaño a varias universidades y una calle generalmente transitada por estudiantes y vehículos.
Se trata de “un recordatorio permanente de que somos defensoras de la ‘Pachamama’ (Madre Tierra) y de unidad con todos los sectores”, manifiesta por su parte Blanca Chancoso, otra dirigente que figura en el mural, oriunda de Otavalo, provincia andina de Imbabura.
Con un collar dorado conocido como ‘walca’ y una tradicional blusa bordada, esta ‘guardiana’ sostiene que el compromiso con la defensa de la naturaleza debe ser “conjunto de la sociedad” y, aunque no se considera una feminista, reconoce que la obra pretende “dar voz a las mujeres invisibilizadas”.
Su compañera Josefina Lema, también líder en Otavalo, arguye que “las mujeres somos responsables de nuestros alimentos, medicinas, sabiduría y sitios sagrados” y su papel “es seguir resistiendo”.
Y fue ese sentimiento de lograr una voz y visibilidad el que las llevó a participar en la obra. La iniciativa surgió precisamente al quedar excluidas varias de estas protectoras de la tierra, el agua, las semillas y su cultura, de un encuentro sobre desarrollo sostenible urbano en Quito. “Pensamos que realizar un mural podría ser una buena opción y hacerlas formar parte de la conversación”, explicó desde Nueva Jersey (EE.UU.) uno de los artistas que retrató sus rostros, el ecuatoriano Raúl Ayala. “Yo entré como parte del proyecto como aliado mestizo y fuimos bien sensibles con las representaciones”, contó Ayala, quien plasmó, por ejemplo, el mito de Nunkui, la niña convertida en metáfora del conocimientos del mundo femenino como la agricultura y la cerámica.
Bien común que debe preservarse
El pintor conoció en 2014 a Mona Caron, alma mater de la pintura, al calor de las acciones impulsadas por el movimiento global por la justicia climática en Nueva York, que los hizo coincidir en las marchas de París durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21).
En su concepto de lucha planetaria, ambos artistas junto a varias organizaciones ecológicas locales lograron reunir fondos para iniciar el proyecto en 2016 con los retratos de las mujeres indígenas, y que concluyó el año pasado con el resto del mural. Para ello, Caron realizó varias visitas de campo a la Amazonía y la región andina ecuatorianas para empaparse de la cosmovisión de las dirigentes y sus principales reivindicaciones.
Desde San Francisco, la autora explicó que la obra celebra “ese bien común vital que debe preservarse como la biodiversidad, el agua, la tierra, la cultura y el conocimiento ancestral”.
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Buscan recuperar y revalorizar lenguas indígenas en Argentina
Las lenguas indígenas que se encuentran en proceso de recuperación y revalorización en Argentina ante la falta de hablantes son cuatro, según especialistas.
La lengua tehuelche, según la Unesco, registra 4 hablantes, pero a principio de año falleció en Santa Cruz la mujer que era conocida como la última hablante de esta lengua.
Gününa Küna, también conocida en nuestro país como “puelche”, es una parcialidad de la lengua tehuelche, y se encuentra en proceso de revalorización por personas que habitan la Patagonia y algunas zonas de la provincia de Buenos Aires, señalan los expertos Patricia Pinchuleo, del Equipo de enseñantes de mapuzdungun y la guaraní Andrea Cuellar, técnica en desarrollo indígena.
Chaná, lengua hablada por pueblos indígenas que habitan Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes, y también en Uruguay, tiene un hablante, a partir del que se está llevando adelante un proceso de recuperación y revalorización por parte de personas chaná y charrúas.
La lengua Vilela lleva el mismo nombre del pueblo que vive principalmente en Chaco y Santiago del Estero, y partes de Santa Fe y Buenos Aires; oficialmente no hay registros de hablantes pero referentes de ese pueblo afirmaron a Télam que está en proceso de recuperación.
Mientras, se considera que uno de los dos idiomas extintos es el kunza, del pueblo Atacama, también conocido como Likan Antai, que en lengua kunza quiere decir “‘los habitantes del territorio”; habitan el noroeste argentino (Jujuy, Salta y Catamarca), norte de Chile y sur de Bolivia.
La otra lengua extinta es la Selk’nam, también conocida como Ona, hablada por los pueblos de la Isla Grande de Tierra del Fuego en los actuales territorios de Argentina y Chile.
Los datos surgen del entrecruzamiento de las estadísticas de Unesco y Unicef, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 (ECPI) y el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (que incluyeron preguntas respecto de la pertenencia a pueblos originarios), llevadas adelante por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Para conocer el número de locutores censados de cada una de las lenguas se pueden visitar las páginas: http://www.unesco.org/languages-atlas/index.php?hl=es http://lenguawichi.com.ar/diversidad-linguistica/plurilinguismo/lenguas-indigenas-de-argentina/
(Télam)
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Un documental que hay que ver: "CHACO"
Se estrena “Chaco”, un documental que visibiliza el maltrato y la matanza de las comunidades indígenas en el norte argentino.
El genocidio de los pueblos originarios en un relato necesario.
“El robo de bebés, el genocidio, no pasaron solo de 1976 a 1983; ya el Estado argentino practicaba eso con nuestro pueblo”, anuncia ante la cámara uno de los numerosos protagonistas de Chaco, el film que llegó a las salas de la Argentina para correr el velo con el que el poder ha venido tapando la sistemática matanza de los pueblos originarios y el saqueo a sus tierras.
La última masacre a la que hacen referencia los múltiples protagonistas del film ocurrió en noviembre de 2010, en Formosa, cuando el propio gobierno provincial usurpó tierras ancestrales. Cortaron la ruta durante cuatro meses hasta que un día la Policía de Gildo Insfrán los sacó a tiros en una jornada cruenta en la que murieron varios habitantes de la zona y un uniformado.
“Esta tierra es nuestra por más que digan otra cosa”, se oye también entre otros testimonios que reafirman la necesidad de escuchar, mirar y sentir lo que nos cuenta la parte más débil de la Argentina. La población que no tiene lugar en los medios, la que no es atendida por ningún partido político. Los que están fuera del mercado, además.
“Les tiraron caramelos desde aviones, cuando fueron a buscarlos les dispararon”, cuenta a su vez un relato en off ilustrado con animaciones que grafican lo sucedido hace menos de un siglo, en tierras que entonces pertenecían todavía a las comunidades y fueron arrebatadas en operativos que descendían de la conquista de Roca.
Una matanza silenciosa la que denuncia Chaco, y la que ponen en relieve sus protagonistas, entre los que se cuenta el líder Qom Félix Díaz, quizá el más renombrado, que alguna vez pisó los estudios de televisión y radio.
La crítica al documental ha sido muy buena.
Chaco Argentina, 2018. 80` Dirección Ulises De La Orden, Juan Fernández Gebauer, Ignacio Ragone. Guión Lucas Palacios. Documental.
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