El Consejo de Lonkos, el CPA y la Secretaría de Cultura de la Provincia de La Pampa auspiciaron un Encuentro los días 17 y 18 de noviembre de 2018 con el objetivo de celebrar la Cultura Ancestral.

El lugar de la convocatoria fue el predio de la Comunidad Willi Antu, y el cronograma del encuentro fue el siguiente:

- 9.00 hs. Inicio del Gran Parlamento de Lonkos de todas las comunidades.
- 20.30 hs Ceremonia Inaugural del Mercado Rankel.

 

 

 

Las comunidades indígenas que fueron expulsadas de sus tierras por una hidroeléctrica en Guatemala hace cuatro décadas comienzan a recibir infraestructuras

Guatemala 4 NOV 2018 - 21:10 ART

Para entender el significado de los 17,5 kilómetros de camino rural que unen Chitomax y Pajales, dos comunidades mayoritariamente indígenas del interior de Guatemala, hay que remontarse 40 años atrás, concretamente a 1978, cuando empezaron los estudios de una hidroeléctrica que, poco después, provocaría el desalojo de 2.329 familias.

Donde vivían 33 comunidades se construyó un pantano de más de 50 kilómetros en una época de represión de indígenas que las dejó, dejándolas sin lugar a donde ir. La única persona que se resistió fue masacrada: de hecho, ocurrieron 444 asesinatos por quedarse en la tierra que les pertenecía.

Quienes pudieron, se reubicaron donde pudieron, sin orden ni ayuda oficial. La mayoría se instaló en las cercanías de la presa, dispersos por los montes que la rodean, prácticamente incomunicados salvo por tortuosos caminos de tierra, solo aptos para ser transtados a pie, caballo o moto, para los más intrépidos. Ni un puente cruzaba el pantano que los había separado; ni siquiera les llegaba la electricidad que generaba la hidroeléctrica, a la que accedieron décadas después.

“La carretera rural de Chitomax a Pajales es el resultado de la valentía y lucha incansable de las familias de 33 comunidades sobrevivientes de las graves violaciones de los Derechos Humanos por la construcción de la hidroeléctrica Chixoy”, como reza un cartel al comienzo de la misma.

Son 17,5 kilómetros que comunican a las alrededor de 10.000 personas que viven hoy en las tierras de las seis comunidades que atraviesa: Chitomax, Pichal, Pachijul, Chibaquito, Pajales-Cubulco y Pajales-Chicamán, todas en el departamento de Baja Verapaz, excepto la última, en Quiché.

La mayoría de estas personas vive de la agricultura. Buena parte cultiva solamente maíz y frijol para subsistir. Este año, con la sequía, ni siquiera habrá suficientes granos para ellos. Pero, cuando sobra, comercian con estas materias primas. Algunos también reciben ingresos mediante la creación de artesanías, que venden en las ciudades próximas. 

La nueva carretera reduce a media hora un trayecto que hasta hace meses se tardaba en completar en tres o cuatro jornadas a pie.

Conseguir la carretera no ha sido fácil. Juan de Dios García, director de la Asociación para el Desarrollo Integral de las Víctimas de la Violencia en las Verapaces, Maya Achí (Adivima) recalca que el Gobierno de su país no tuvo “ningún interés” por las condiciones de vida de las comunidades afectadas. En 2004 consiguieron sentarse al más alto nivel con el Ejecutivo para trazar un plan de reparación que no estuvo listo hasta 2010. Establecía responsabilidades y obligaba al país a indemnizar con 1.200 millones de quetzales (136 millones de euros) a las víctimas: 200 millones en ayudas directas y 1.000 que irían destinados a proyectos productivos en la zona.

La carretera no solo servirá para que las comunidades indígenas recuperen derechos. Abre también una nueva vía de comunicación en el centro de Guatemala que trazará nuevas rutas comerciales

En esa misma localidad viven la mayoría de los profesores que enseñan en los colegios de las comunidades por donde pasa el camino. Ellos serán algunos de los grandes beneficiados. La mayoría completaba el trayecto en moto, lo que suponía “caídas seguras”, según José Santiago, director de la Escuela Rural Mixta de la aldea Los Pajales. “Sobre todo en invierno, cuando esa parte se pone bien lodosa”.

Una de las culpables de que las comunidades finalmente accedieran a ceder terrenos o permitir el paso del camino fue Norma Paz Jiménez, parte del equipo social del proyecto. Se ha instalado en el terreno para gestionar día a día todos los reclamos de los vecinos. “Ha habido mucho problema con los derechos de paso. Muchos se opusieron porque decían que iba demasiado cerca de sus casas. Fue un reto. Pero cuando vieron el camino, están pidiendo que hagan terraplenes junto a sus casas porque quieren montar negocios”, explica.

Porque la carretera no solo servirá para que las comunidades indígenas recuperen derechos. Abre también una nueva vía de comunicación en el centro de Guatemala que trazará nuevas rutas comerciales. Para ello, ya está en marcha un puente que cruzará el río Blanco, que separa las comunidades del departamento de Quiché. Y, en estudio, otro sobre el Río Negro, que acompañará al peatonal que hay desde hace tres años. Ha habido que esperar cuatro décadas para que se haga algo de justicia para estas comunidades mayas que vieron sus derechos pisoteados.

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“El paraíso, tal como hoy lo entendemos, fue seguramente la invención de una clase relativamente desocupada.

En el sueño campesino, el trabajo no deja de ser necesario.

El trabajo es la condición de la igualdad.

Los ideales de la igualdad marxista y burgués presuponen un mundo de abundancia; exigen la igualdad de derechos para todos delante de una cornucopia; la cornucopia que construirán la ciencia y el desarrollo del conocimiento. Lo que cada uno de ellos entiende por igualdad de derechos es, por supuesto, muy diferente.

El ideal campesino de igualdad reconoce un mundo de escasez, y su promesa es la de una ayuda mutua fraternal en la lucha contra ésta y un reparto justo del producto del trabajo.”
                                   (John Berger, 1979)

 


2 noviembre, 2018

La Catrina, un grabado en metal publicado en el año 1873, es una ilustración original del grabador y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada (1852-1913), en la cual es representada la imagen de una calavera ataviada con un sombrero de plumas a la moda europea de entonces. Posteriormente fue rebautizada como “Catrina” por el famoso muralista Diego Rivera.

Historia de La Catrina

Se llamaba así porque de este modo designaban a las personas que vendían garbanza, y que, pese a tener sangre indígena, pretendían ser europeos, renegando de su raza y de su herencia cultural. Sobre este tipo de personas afirmaba Posada: “En los huesos, pero con sombrero francés con plumas de avestruz”.

De allí que la ilustración tuviera, en su momento, la intención de constituir una crítica, a la vez que una sátira, de algunos personajes de la sociedad mexicana del momento, especialmente los enriquecidos durante la época de Porfirio Díaz, que gustaban de aparentar un estilo de vida que no les correspondía.

Su autor, José Guadalupe Posada, fue un cronista satírico de finales del siglo XIX y comienzos del XX, que, por aquella época, durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, cultivaba un género que se había popularizado conocido como “calavera literaria”.

Las calaveras eran textos escritos en verso con tono burlón, solían publicarse en vísperas del Día de Muertos para hacer mofa tanto de los vivos como de los finados.

Eran publicadas en periódicos de combate, es decir, de línea crítica hacia el gobierno, y solían ser acompañadas de ilustraciones de cráneos o esqueletos en situaciones cotidianas: bebiendo, montando a caballo, caminando por la calle, bailando en una fiesta, etc.

El objetivo de las calaveras, en definitiva, era retratar la miseria y la hipocresía de la sociedad, poniendo en evidencia los conflictos de desigualdad e injusticia que existían en el país. Por eso es significativo que la ilustración de la Catrina , que representa en una imagen las contradicciones y problemáticas esenciales de la sociedad mexicana, apareciera acompañando una calavera.

La Catrina de Diego Rivera

El reconocido muralista Diego Rivera tomaría más adelante la figura de la Calavera garbancera para convertirla en una catrina. Pero, ¿qué es una catrina? Una catrina, en el dialecto mexicano, es una persona elegante y de buen vestir, típica de la aristocracia del siglo XIX.

Rivera, en su mural titulado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, realizado en 1947, pone a la calavera junto a otros personajes relevantes de la historia mexicana como Hernán Cortés, Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Juárez, Frida Kahlo y una versión infantil del propio pintor.

Con este gesto, Rivera reconoce la representatividad de la Catrina como símbolo de las contradicciones de la sociedad mexicana decimonónica, y realiza un homenaje a su creador, José Guadalupe Posada, y a su influencia en el arte mexicano posterior.

Hoy en día, la Catrina forma parte de la cultura popular de México y se ha convertido en el símbolo por excelencia de la celebración del Día de Muertos.

 

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El pasado 21 de septiembre tuvo lugar una importante reunión en la ciudad de Santa Rosa (La Pampa) para avanzar en el proceso de restitución de los restos del Cacique de Salinas Grandes. Se trata de un importante hecho de reparación para las comunidades indígenas.

Juan Calfucurá fue un actor central del Poder Indígena que tuvo gran influencia durante gran parte del Siglo XIX. Defendió el territorio junto con el gobierno del entonces “joven” Estado Argentino, los toldos de la Confederación de Salinas Grandes, que abarcaban desde CarHué, Chili-Hué hasta Lihuel Calel. Sobre su figura se han relatado diversas versiones, sobre todo desde la historiografía oficial. 

Sobre su figura y su liderazgo entre las parcialidades indígenas también se han tejido numerosas leyendas, no sólo después de su muerte, sino también mientras estaba con vida. Se decía que tenía dos corazones, hasta que contaba con los servicios de un Witranallve, que era un jinete “fantasmal” que lo ayudaba durante las batallas.

Otra interesante versión es la que tiene que ver con el origen de su nombre. Cuando era apenas un niño recibió un pequeño meteorito de color azul de manos de un Cherüwfe. De acuerdo con la mitología Mapuche, los Cherüwfe son criaturas antropomorfas de piedra y fuego que viven en el magma, al interior de los volcanes, siendo ese calor su única posibilidad de supervivencia. Sus orígenes se remontan al mismísimo origen de la Mapu (Tierra) y es uno de los tantos seres asociados a los fenómenos volcánicos. El Poder del Cherüwfe se manifiesta en forma de mágicas piedras de fuego (piedras volcánicas) que salen disparadas y desde la cima de los volcanes o a través de bolas de fuego que surcan el cielo con una larga cola y anuncian calamidades. Esa piedra azul que le regaló el Cherüwfe, no sólo le dio su nombre, (Calfucurá: Piedra Azul) sino también su fortaleza y su fama de guerrero invencible.

La muerte lo alcanzó a mediados de 1873 y su viaje al Otro Lado fue interrumpido a fines de 1878, cuando las tropas dirigidas por el coronel Levalle profanaron su tumba en los médanos de Chili-Hué. Entre la laguna del mismo nombre y esa cadena de médanos se levanta uno más pequeño, que durante el día queda envuelto en la sombra de los más altos, dándole un aspecto sombrío que era llamado por los indios: Curru-Loo, “Médano Negro”.

El coronel Levalle supo allí por los baqueanos que el “Médano Negro” era el cementerio de la familia reinante en las tribus de Salinas Grandes: allí estaba enterrado el famoso cacique Calfucurá. En su lecho de muerte, resguardado por tablas de algarrobo adornadas con un tallado indígena, lo acompañaban los huesos secos de uno de sus caballos de batalla que tenía en su cabezada un ajuar de plata. A su derecha y cerca de la mano se veían dos espadas rotas, una de ellas era una dragona de oro ya destruida. Su cuerpo vestía uniforme de genera,l según las presillas de la blusa reducida a polvo, y los pantalones tuvieron una lujosa franja de oro. Completaban su vestimenta unas botas de cuero de Aguará Guazú. A los pies había otro par de botas idénticos y, formando un semicírculo, varias botellas con bebidas y agua.

Caballo, armas y bebidas: todo lo necesario para el viaje al Otro Lado. El derrotero de sus restos ultrajados fue pasar de mano en mano entre “celebridades” de la época hasta llegar al “Museo de La Plata”.

Hace apenas unos días atrás, y 140 años después de la interrupción de su viaje, sus descendientes, junto con otras comunidades que reclaman desde hace tiempo por la restitución de sus restos, se reunieron en Santa Rosa con autoridades provinciales y nacionales para debatir y acordar sobre el destino de Calfucurá una vez “liberado” de las catacumbas del viejo museo. Vale la pena destacar que las diferentes comunidades dejaron de lado algunas demandas particulares a fin de lograr el consenso necesario para que el Lonko de Salinas Grandes pudiera retomar su viaje de forma equilibrada, así como también la implementación de otras medidas destinadas a reparar la imagen denigrada y mancillada del Cacique, según consta en el acta que fue difundida luego de la reunión.

Hubo en Santa Rosa dos acuerdos importantes que marcaron el camino de este proceso de restitución. Por un lado, los restos de Calfucurá serán entregados formalmente por las autoridades estatales a sus descendientes directos: Lof Juan Kajkukura y Lof Namuncurá.

Por otro lado, los descendientes del Cacique cederán los restos a un Consejo a conformarse, donde estén representadas todas las comunidades que participaron del proceso de restitución, para que los mismos sean sepultados en la zona de Laguna de Chili-Hué, respetando el protocolo del Eluwun (ceremonia de sepultura).

Los siguientes pasos a seguir y acordados entre las partes son: realizar una segunda reunión donde también esté presente el Lof Namuncurá, única comunidad que no estuvo en la reunión de Santa Rosa, con el objeto de que la propuesta, que tuvo consenso el día 21, tenga unanimidad y sea presentada formalmente a las autoridades e instituciones intervinientes.

La propuesta consensuada en Santa Rosa es por demás importante, no sólo para las actuales comunidades que nuclean a los descendientes directos de Calfucurá, sino también a las otras comunidades que hoy en día viven en la zona de Chili-Hué (La Pampa) y que se reconocen como antiguos miembros de la Confederación de Salinas Grandes o, cuanto menos, descendientes de aquellas.

Artículo tomado de Daniel Pincén
Fotos: www.planbnoticias.com.ar
Fecha: 27/9/2018

FUENTES:
Valko, Marcelo, 2015. Cazadores de poder: apropiadores de indios y tierras (1880-190). Prólogo de Osvaldo Bayer.- 1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Continente, 2015. pp. 58-59 y 106-107.
Zeballos, Estanislao Severo, 1879. Episodios en los territorios del sur 1879: estudio preliminar, edición y notas. Compilado por Juan Guillermo Durán – 1°. Ed.- Buenos Aires: El Elefante Blanco, 2004. pp. 274-287.
http://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/2001-expectativa-ante-la-inminente-restitucion-de-los-restos-de-calfucura
http://www.endepa.madryn.com/leyendas/cherufe.html
https://www.elpensante.com/el-hombre-de-fuego-la-leyenda-de-cherufe/
https://es.wikipedia.org/wiki/Cherufe

 

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