«Es que yendo y viniendo, viniendo y yendo se me había perdido la mirada»
Celeste Fernádez Cambeiro, Oriana Retamar Méndez, Macarena Algañaraz y Mariana Hector (Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN).
El pasado sábado 23 de noviembre se realizó en la localidad de Benito Juárez un itinerario turístico local o “safari urbano” en conmemoración del centenario del arribo de la Comunidad Siria al territorio juarense. El recorrido incluyó la visita a espacios significativos de la colectividad de inmigrantes sirios de la ciudad. Esta propuesta fue pensada con y para la comunidad y se enmarca en un proyecto de actividades estudiantiles de extensión llamado “«Es que yendo y viniendo, viniendo y yendo se me había perdido la mirada» sobre inmigración, memorias orales y espacialidades” que fue seleccionado en la convocatoria 2024 de UNICEN. Además, cabe destacar que este safari se constituyó en una actividad más de las desarrolladas por los festejos de los 150 años del ejido urbano del partido cumplidos en marzo de 2024.
En este proyecto participaron estudiantes de la Licenciatura en Antropología, orientación Social y orientación Arqueología, y del Profesorado de Comunicación Social, tres de las cuales participan en el Programa Interdisciplinario de Estudios del Patrimonio (PATRIMONIA, INCUAPA UE CONICET) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN. Este programa de investigación lleva alrededor de una década trabajando en Benito Juárez, y en el mes de septiembre del año 2023 organizó unas Jornadas Participativas de Patrimonio Cultural con la comunidad juarense, cuyo resultado principal fue la organización comunitaria de una serie de actividades por los 150 años del trazado urbano de la ciudad cabecera del partido.
El objetivo de este proyecto estudiantil en particular fue trabajar junto a las colectividades de inmigrantes de Benito Juárez, comenzando por un taller de mapeo de identificación de lugares significativos, con la finalidad de su puesta en valor y salvaguarda. La actividad contó con representantes de las colectividades del País Vasco, Italia, Chile, Japón, Siria, Grecia, Francia, Bolivia y Alemania. A fin de conocer estos espacios seleccionados y compartir con la comunidad juarense un recorrido por los mismos se propuso la realización de una serie de safaris urbanos que, por decisión de las colectividades, inició con el antes mencionado que se tituló “Lejos del suelo natal, encontrar felicidad” a modo de homenaje a la colectividad siria por los 100 años de la Unión Siria en la ciudad.
Teniendo como objetivo dar cuenta del espíritu comerciante de aquellos primeros sirios llegados al partido, el safari contó con cinco paradas. Se inició en el bar “El Abrojito”, mencionado varias veces en la actividad de mapeo como lugar de encuentro para las personas de esta colectividad en épocas pasadas. Allí se reflexionó sobre la llegada de los sirios al país y principalmente a Benito Juárez, sobre cómo era su vida cotidiana como “mercachifles” (apodo que daban a aquellos vendedores ambulantes de la época), contando incluso con una poesía, compartida por una vecina, que habría sido escrita por un habitual cliente del bar con descripciones de características y de personalidades frecuentadoras del lugar (Figura 1).
La segunda y tercera parada fueron la primera sede de la unión siria y la sede actual, donde se mostraron fotos de cómo era la fachada antes, las actas de fundación, fotos de las primeras cenas de los miembros de la comisión, pero además hubo muchas anécdotas, recuerdos de esos primeros jóvenes que, con muy corta edad y con muy poco dinero, dejaron su país natal y sus familias en búsqueda de nuevas oportunidades (Figura 2).
La cuarta parada fue en la ex fábrica “La Imperial”, donde se relató su historia de crecimiento y desarrollo, así como su decaimiento y resurrección, destacando la figura de su dueño Jacob Charrúa, quien siempre se mostró agradecido por las oportunidades que Juárez le dio y recordando su deseo de que “mientras él viviera, la fábrica no se vendería”. Fue allí donde surgieron historias de diversos negocios en progreso de aquellos mercachifles que mediante su esfuerzo pudieron instalar sus primeros espacios de trabajo.
La última, y quizás más emotiva, fue la parada del almacén de las familias Alak y Barchine, en la que participaron las hijas de los dueños del lugar, compartiendo las historias de sus padres, cómo sobrevivieron con mucho trabajo en un país que no compartían ni idioma ni costumbres, pero hoy aseguran que es su tierra y se sienten “como en casa” (Figura 3).
Lo vivido fue una tarde que se colmó de emociones, memorias compartidas, recuerdos que se niegan a ser olvidados gracias a las personas que no permiten que sus historias queden en el olvido. Historias de lucha, de valor, de nuevos comienzos y escrituras sobre vidas difíciles en tierra natal y desafiantes en tierras desconocidas. Felicidades construidas en estos lugares que, en un principio, parecían tan lejanos, espacios que hoy son reflejo de aquel espíritu comerciante que permitió salir adelante a más de una familia que hoy agradece y recuerda con fervor esos esfuerzos (Figura 4).
Como es habitual en este tipo de actividades, se finalizó con una comida típica compartida y con agradecimientos por haber brindado el espacio y el tiempo para revivir estas historias que, lejos de quedar en memorias particulares, se sintieron en escuchas colectivas.
Este proyecto nos permitió como estudiantes por un lado el acercamiento a un territorio novedoso, pero principalmente nos vinculó con su comunidad, sus saberes, sentires y deseos. Por otra parte, abre un abanico de oportunidades para seguir explorando el trabajo con las colectividades de inmigrantes que quedaron comprometidas y entusiasmadas en continuar el ciclo de Safaris e incluir a la totalidad de grupos que la conforman.