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Guatemala: El país de las trabajadoras indígenas que sufren por la impunidad

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Desde los 16 años, Josefa Pérez ha trabajado en casas particulares de la Ciudad de Guatemala para mantener a su familia. En cuarenta años de vida dedicados al servicio doméstico, esta mujer maya k’iché, originaria de la aldea Canel, Quezaltenango, ha pasado por todas las situaciones posibles: sueldos miserables, mala comida, cuartos insalubres, insultos racistas, reclamos, despidos, y hasta un intento de violación por parte del nieto de una de sus empleadoras.

También ha conocido experiencias buenas, familias o personas para quienes le dio gusto trabajar. Una regla, dice, la ha guiado: “donde me tratan bien me quedo, donde no, me voy y busco otro trabajo”. Pero basta con que cuente parte de su vida para entender que esa regla no siempre se puede aplicar. Muchas veces ha callado y aguantado maltratos pensando en el dinero que tiene que mes a mes tiene mandar a su aldea natal.

—A veces, uno se pone a pensar: si hay tantos ladrones puede ser por lo mal que lo tratan a uno. Tal vez ir a robar es más fácil que aguantar la humillación que uno sufre en casas. Es duro. Una trabaja, piensa en sus hijos, en qué estarán haciendo. Cuando empiezan a estudiar, uno no puede ayudar con las tareas. Mi pequeño, con dos años y medio lo dejé, y solo podía volver cuatro o cinco días cada cuatro meses, reflexiona esta migrante interna que tuvo que dejar a sus dos hijos al cuidado de la abuela para poder mantenerlos.

Para Maritza Velásquez, directora de la asociación de trabajadoras del hogar, a domicilio y de maquila (Atrahdom), “el trabajo doméstico es una de las ramas más vulnerables. Es una forma de esclavitud moderna”.

Es, en efecto, un sector en el cual, todas las normas laborales que pretenden convertir el trabajo en una institución moderna, se han topado con un sistema paralelo de servidumbre que atraviesa todas las clases sociales.

Los datos de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de 2016 muestran que, en promedio, las trabajadoras domésticas ganan Q831, es decir, el 27% del salario mínimo de ley, US$107 por trabajar un mes entero. La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de 2014 recuerda que el 98.9% de las trabajadoras del hogar carecen de contrato laboral. El 13% de las trabajadoras del hogar son menores de edad. Es decir, en Guatemala, hay más de 40 mil niñas y adolescentes trabajando en casas ajenas.

Esta situación debería inundar el Ministerio de Trabajo con denuncias por violación a todas las normas laborales. No es el caso. Datos obtenidos mediante la ley de acceso a la información muestran que, entre 2015 y 2019, el Ministerio recibió a penas 720 denuncias por parte de 727 trabajadoras domésticas, sector que emplea a 240 000 mujeres. Estas denuncias corresponden al 0.6% de las denuncias recibidas por el Ministerio, cuando las trabajadoras domésticas constituyen el 3.9% de los trabajadores en Guatemala.

Para el abogado laboralista Alejandro Argueta, ese bajo número de denuncias se explica por el bajo nivel educativo de unas trabajadoras y por el miedo que aún define a la sociedad guatemalteca. La ineficiencia y corrupción de las instituciones, agrega, también alejan a las trabajadoras del hogar.

La directora Maritza Velásquez complementa:

—Ellas no denuncian. Hay veces en que el empleador las ha amenazado. Les dice que él tiene amigos, poder. Ellas creen que si ponen denuncia ya no van a encontrar trabajo en otro lado.

En ocasiones, ante una denuncia de su empleada, los patronos responden denunciándola a ella, generalmente por robo. Con lo cual, cualquier intento de hacer valer sus derechos o buscar justicia, se pone rápidamente cuesta arriba.

Fidelia Castellanos, secretaria general del Sindicato de Trabajadoras Doméstica, Similares y A Cuenta Propia (Sitradomsa), explica que ellas ayudan a las trabajadoras del hogar a plantear las denuncias ante el Ministerio de Trabajo. El caso más común es que, al ser despedidas, o al renunciar a su trabajo, el empleador no les paga el pasivo laboral al que tienen derecho. A partir de la declaración de la trabajadora, el inspector de trabajo hace el cálculo del dinero que se le debe en base al salario mínimo, las vacaciones, aguinaldo, horas extra, y luego convoca al empleador a una reunión de conciliación con la empleada.

En teoría, en esta reunión, las dos partes deben negociar el monto de la prestación en base al cálculo del auditor, y, tras ponerse de acuerdo, saldar cuentas. Pero en la práctica, y aunque Sitradomsa ha logrado 30 conciliaciones en cuatro años desde 2015, este sistema raras veces funciona.

De las 720 denuncias recibidas en cuatro años por el Ministerio de Trabajo, sólo se resolvieron 176 de manera conciliada, el 24% de los casos. Los casos en que o no se llegó a un acuerdo, o en que una de las partes no acudió a la citación, o en que la trabajadora “no siguió la denuncia” son más numerosos (246 casos, 34%). Otro tercio de los casos, incluso los que fueron interpuestos en 2015, siguen “en trámite”.

Si el Ministerio de Trabajo no logra resolver un reclamo laboral, la trabajadora debería acudir al Ministerio Público a poner una denuncia formal. Pero esto raramente sucede. Según la secretaria general Fidelia Castellanos, “las compañeras se resisten a ir a denunciar porque a veces los casos se alargan. Ellas tienen que trabajar, buscan un trabajo nuevo, y en ese nuevo ya no les dan permiso de acudir a las audiencias”.

Es por esta razón que el sindicato, durante las conciliaciones con los empleadores, recomienda a la empleada sacrificar una parte de su pasivo por no alargar un proceso judicial eterno al que, probablemente, no podrán dar seguimiento.

El peso de la colonia: ¿Usted es indígena?

—‘¿Usted, como mujer indígena, cree que los maltratos que ha sufrido tienen que ver con racismo?’, me preguntó una vez una patrona—, recuerda Josefa Pérez.

—Bien (sí), uno lo siente. A veces a una le dicen así: ‘como usted es una india’. ¿Y usted qué es?, me preguntaba. Sabe que todos somos hijos de Dios. Dios no mira diferencias, ama a los hijos sean como sean. A una la discriminan por el traje. Muchas veces me han dicho ‘¿por qué no se quita el traje, se pone pantalón, usa vestido, se corta el pelo?’. Yo digo, me siento bien con mi traje. ¿Por qué me lo voy a quitar si nos sentimos orgullosos del traje que es nuestro?

El 60% de las trabajadoras del hogar en Guatemala son indígenas. Esto lleva, según la antropóloga Aura Cumes, quien escribió su tesis de doctorado sobre el trabajo doméstico, a que en el imaginario de la población se haya arraigado una homología: “las mujeres indígenas son sirvientas y las sirvientas son indígenas”. Esto es una herencia más de la Colonia. “Durante la Colonia es cuando nos convertimos en sirvientas. Es la colonización la que pone a las blancas en la condición de patronas y a las indígenas en la de servidumbre,” explica Cumes, quien es maya kakchiquel.

Las trabajadoras domésticas mayas, migrantes internas, son blanco de burla y discriminación racial. Para la antropóloga Cumes, el racismo atávico de la sociedad guatemalteco tiene múltiples formas. Va desde los casos extremos de violencia, golpes, encierros, insultos, hasta formas más o menos conscientes de discriminación disfrazada de benevolencia.

—Existen esas patronas que, dentro de un marco maternalista, dicen cosas como ‘yo la casé, le hice su fiestecita, le di su regalito’… con esos diminutivos que muestran que no ven a la empleada como una igual.

Pero, aquí también, las denuncias por discriminación racial siguen siendo excepcionales. Según los datos facilitados por la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo mediante la ley de acceso a la información, la institución solo ha recibido dos quejas por parte de trabajadoras domésticas, una 2013 y la otra en 2018. Ambas ‘siguen en investigación’ en el Ministerio Público.

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Se realiza en Bolivia una reunión regional para crear el Instituto Iberoamericano de las Lenguas Indígenas

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El ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Diego Pary, inauguró el jueves la Primera Reunión de Cooperación Sur-Sur para analizar la creación del Instituto Iberoamericano de las Lenguas Indígenas, que fue encomendada en la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado.

«Esta reunión regional que iniciamos hoy en Centro de Formación de Agencia Española de Cooperación Internacional tiene una vital importancia para la reafirmación cultural a través de la recuperación, preservación y la revitalización de las lenguas de los pueblos indígenas de Latinoamérica y el Caribe, para graficar la importancia de las lenguas indígenas», manifestó en un acto público.

Pary hizo mención a un discurso del presidente Evo Morales en la Asamblea General de la Naciones Unidas, donde dijo que «ejercer la lengua es uno de los derechos más importantes de los pueblos indígenas».

El Canciller del Estado agregó que la lengua es cultura y proyecta una cosmovisión y forma de vincularse con el resto del mundo.

«Si desaparecen las lenguas desaparecerán las memorias y las culturas de los pueblos», recalcó.

Ese evento, que se desarrolla en la ciudad de Santa Cruz, marca una ruta para la creación del Instituto Iberoamericano de las Lenguas Indígenas, misión que está a cargo de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Ciencia y la Cultura (OEI), al Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (Filac), y a la Secretaría Iberoamericana (Segib).

Por su parte, el Coordinador residente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Bolivia, Mauricio Ramírez, ponderó el liderazgo que tiene Bolivia en la defensa de los pueblos indígenas y sus lenguas, mediante la Constitución Política del Estado.

«Bolivia es uno de los países más diversos de la región, con 36 naciones reconocidas que representan el 43% de la población boliviana», agregó.

La presidenta del Filac, Myrna Cunningham destacó la presencia de expertos vinculados a la etnolingüística en América Latina y El Caribe en ese evento, lo que permitirá salvar muchos idiomas que se encuentran en peligro de desaparecer.

«De los 500 idiomas indígenas que se hablan en la región, por lo menos el 25% está en peligro de desaparición. Si perdemos nuestro idioma perdemos la cultura y sabiduría (…), por eso es necesario crear el Instituto de la Lenguas Indígenas».

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El bosque: fuente de alimentos, de remedios, de vida

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En el departamento Bermejo, provincia del Chaco, el Instituto de Cultura Popular (INCUPO), junto a 25 familias de Laguna Pato, están implementando desde hace tres años un proyecto en el marco de la Ley de Protección a los Bosques Nativos. De esta manera realizan relevamientos de especies animales y vegetales, sistematizan información en su idioma y los comparten con escuelas e instituciones del lugar. Asimismo llevan adelante experiencias de cría de ganado en zonas boscosas.

“Nuestra función más que nada es hacer un seguimiento de los animales que hay y estamos tratando de cuidar. También realizamos huelleros para saber los animales que aún existen en el monte y tramperos para ver algunos animales que puedan estar”, comenta Noemí Sosa, joven Qom de esa zona. Su par, Gonzalo Vázquez, agrega que “se hizo un cerramiento de bosque para que en algunas partes los ganados no entren tanto y así cuidar un poco el bosque. También se hizo un alambrado bollero para el cuidado del pasto, ya que se viene el invierno”.

Por otro lado, desde el paraje El Descanso en la provincia de Formosa, Beloy Salazar, del pueblo Pilagá, resume la importancia que los pueblos indígenas le otorgan al bosque como fuente de alimentos, de remedios, de vida. “Nosotros defendemos al bosque porque nos da la vida a los pueblos indígenas. Y ahora estamos utilizando la fruta del monte, como el algarrobo, que tiene mucha fruta y es alimento para nosotros, es alimento para los chicos”, comenta.

Al decir del escritor uruguayo Eduardo Galeano, esta cultura del respeto a la que muchos llaman incultura permitió la conservación de gran parte de los bosques del Gran Chaco, que hoy están seriamente amenazados por las llamadas culturas del progreso.

“Estoy aquí porque yo creo que los indígenas no son el problema, sino que son la solución. Hay mucho que aprender de ellos, y dejarnos de joder con esta ‘historia’ como la única, porque esa es la voz que nos separa, y nos condena a la soledad, y a la humillación” señalaba Galeano en su visita al campamento Qom en 2011.

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Vuele alto, Peñi Luis Pincén

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Los directores de la Cátedra UNESCO “Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina” de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y su red de colaboradoras/es, hicieron llegar sus condolencias a la familia del Peñi Luis Eduardo Pincén y a la “Comunidad Vicente Catrunao Pincén”.

Desde el Observatorio de los Derechos de los Pueblos Indígenas y Campesinos de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires), deseamos sumarnos a esto y enviar también nuestras sinceras condolencias.

Para quienes no saben sobre su trabajo en relación con la lucha por los Derechos de los Pueblos Indígenas, y en general sobre los Derechos Humanos de todas y todos, deseamos destacar especialmente su labor como referente en la educación indígena.

Luis, Lonko de la Comunidad Günün-a-küna mapuche “Vicente Catrunao Pincén” (Personería Jurídica 363/2015) se desempeñó por muchos años como docente en el ámbito de la Educación Media y Superior, fue miembro fundador de la Junta Coordinadora del Concejo Educativo Autónomo de los Pueblos Indígenas (CEAPI), participó del Equipo Técnico de la Modalidad de Educación Intercultural Bilingue (EIB) de la Dirección General de Cultura y Educación de Provincia de Buenos Aires y del Equipo de EIB del Ministerio de Educación de la Nación.

Además fue parte del Foro de Diversidad Religiosa del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y Coordinó el área Pueblos Originarios en E Orejiverde, Diario de los Pueblos Indígenas.

El pasado 21 de marzo, en el marco del Día de la Eliminación de la Discriminación Racial declarado por la Organización de Naciones Unidas, el Peñi participó en el Panel organizado por la Iniciativa para la Erradicación del Racismo en la Educación.
Fuente aquí

Nuestros respetos a la Comunidad Vicente Pincen y a su familia.

Unas 700.000 personas mantienen vivas 15 lenguas indígenas en Argentina

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Las personas pertenecen a 36 pueblos originarios preexistentes al Estado. El idioma con mayor vitalidad es el quechua.

Alrededor de 700 mil personas pertenecientes a los 36 pueblos originarios preexistentes al Estado hablan unas 16 lenguas indígenas en Argentina, según datos de Unesco, Censo 2010 y la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 (ECPI).

Del total de 18 lenguas, 12 siguen vigentes con distintos grados de vitalidad, 4 están en proceso de recuperación y otras dos se consideran extintas, según el cruce de datos realizado por Télam.

Las seis lenguas indígenas más habladas son: mapuzdungún (mapuche), quechua, guaraní, qom l’aqtaqa (qom/toba), wichí y aymara; mientras que las lenguas mocoví, pilagá, chané, chorote iyojwa’ja, tapiete y chulupí cuentan con menor vitalidad.

Gününa kuna, tehuelche, chaná y vilela se encuentran en mayor grado de vulnerabilidad y las lenguas kunza (atacama) y selk’nam se consideran extintas.

El idioma con mayor vitalidad es el quechua, que según registros de Unesco es hablado por unas 80.000 personas, aunque Carmelo Sardinas Ullpu, de la Academia del Runasimi (que en quechua quiere decir “habla de la gente”) afirmó a Télam que según registros de esa institución serían “al menos unas 450.000 hablantes”, que habitan en Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Buenos Aires.

Esto sumado a los “alrededor de 1.400.000 hermanos y hermanas bolivianas que viven hoy en Argentina y son quechuahablantes”, indicó.

La segunda es mapuzdungún, que en el idioma mapuche quiere decir “habla de la tierra”, entendida y hablada por unas 100.000 personas, según un informe de la Unesco, que habitan Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Buenos Aires y La Pampa.

Esta lengua es seguida por el guaraní (sumadas la avá-guaraní, mbyá guaraní y el correntino) que tiene 44.000 hablantes distribuidos en Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Jujuy, Salta, y Buenos Aires; sin tener en cuenta la inmigración paraguaya, brasileña y boliviana que también hablan este idioma.

Qom l’aqtaqa (qom/toba) es hablada por alrededor de 35.000 personas que habitan Chaco, Formosa, Santa Fe y Buenos Aires.

La quinta lengua mas hablada en el país es la wichí, que actualmente hablan o entienden unas 29.000 personas en Formosa, Chaco y Salta.

Según los registros, la lengua aymara es hablada por unas 1.700 personas en Salta, Jujuy y Buenos Aires, pero si tenemos en cuenta que alrededor de 600.000 inmigrantes llegados de Bolivia y Perú son aymarahablantes el número se incrementa.

El otro grupo de seis idiomas que permanecen vigente con menor vitalidad esta encabezado por el mocoví, hablado por una 3.752 personas que habitan Chaco y Santa Fe, seguida por el pilagá, 3.512 hablantes en Formosa.

A estas les sigue el chané, 1.974 personas de Salta; Chorote iyojwa’ja, hablada por unas 1.711 personas en el norte de Salta; y con menor vigor se encuentran la lengua tapieté, 282 hablantes en Salta y zonas del norte argentino, y chulupí, 266 personas que habitan Salta y Formosa.

Los datos surgen del entrecruzamiento de las estadísticas de Unesco y Unicef, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 (ECPI) y el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (que incluyeron preguntas respecto a la pertenencia a pueblos originarios), llevadas adelante por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Al ser consultada sobre la vigencia del mapuche, la enseñante de esa lengua en la ciudad rionegrina de Bariloche, Patricia Pinchuleo, contó que en “en la reforma del sistema educativo del nivel medio se logró la introducción del mapudungun en el área de segundas lenguas y este año entra a las escuelas secundarias donde va a coexistir con el inglés y el portugués”.

Esa implementación del mapudungun “implicó una formación y una acreditación de enseñantes”, por lo que “formalizamos un equipo y estamos con la revitalización de nuestro idioma”, señaló Pinchuleo.

En tanto, Integrantes del pueblo guaraní de Jujuy presentarán en Abril próximo en la provincia un cuadernillo bilingüe (guaraní/castellano) con el que se pretende visibilizar la problemática de la mujer indígena.

“La provincia de Jujuy es una de las que tiene mayor diversidad de población indígena pero no hay herramientas para abordar el trabajo sobre violencia de género, por eso a mediados de Abril, vamos a presentar nuestro primer trabajo relacionado con la mujer indígena”, indicó a Télam la guaraní Andrea Cuellar, Técnica en desarrollo indígena.

“El cuadernillo que vamos a presentar aborda la perspectiva de género y resguarda la lengua indígena como un valor que atesoran las mujeres, porque son ellas quienes en su mayoría conservan el idioma y además la violencia hacía ellas es muy representativo de todas las violencias que han sufrido las comunidades”, aseveró.

Fuente: https://www.diariopanorama.com/noticia/311100/unas-700000-personas-mantienen-vivas-15-lenguas-indígenas-argentina

Buscan recuperar y revalorizar lenguas indígenas en Argentina
Las lenguas indígenas que se encuentran en proceso de recuperación y revalorización en Argentina ante la falta de hablantes son cuatro, según especialistas.

La lengua tehuelche, según la Unesco, registra 4 hablantes, pero a principio de año falleció en Santa Cruz la mujer que era conocida como la última hablante de esta lengua.

Gününa Küna, también conocida en nuestro país como “puelche”, es una parcialidad de la lengua tehuelche, y se encuentra en proceso de revalorización por personas que habitan la Patagonia y algunas zonas de la provincia de Buenos Aires, señalan los expertos Patricia Pinchuleo, del Equipo de enseñantes de mapuzdungun y la guaraní Andrea Cuellar, técnica en desarrollo indígena.

 

Chaná, lengua hablada por pueblos indígenas que habitan Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes, y también en Uruguay, tiene un hablante, a partir del que se está llevando adelante un proceso de recuperación y revalorización por parte de personas chaná y charrúas.

La lengua Vilela lleva el mismo nombre del pueblo que vive principalmente en Chaco y Santiago del Estero, y partes de Santa Fe y Buenos Aires; oficialmente no hay registros de hablantes pero referentes de ese pueblo afirmaron a Télam que está en proceso de recuperación.

Mientras, se considera que uno de los dos idiomas extintos son kunza, del pueblo atacama, también conocido como Likan Antai que en lengua kunza quiere decir “‘los habitantes del territorio”; habitan el noroeste argentino (Jujuy, Salta y Catamarca), norte de Chile y sur de Bolivia.

La otra lengua extinta es la Selk’nam, también conocida como ona, hablada por los pueblos de la Isla Grande de Tierra del Fuego en Argentina y Chile.

Los datos surgen del entrecruzamiento de las estadísticas de Unesco y Unicef, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 (ECPI) y el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (que incluyeron preguntas respecto a la pertenencia a pueblos originarios), llevadas adelante por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Para conocer el número de locutores censados de cada una de las lenguas se pueden visitar las páginas:

http://www.unesco.org/languages-atlas/index.php?hl=es

http://lenguawichi.com.ar/diversidad-linguistica/plurilinguismo/lenguas-indigenas-de-argentina/

Fuente: http://www.laarena.com.ar/el_pais-buscan-recuperar-y-revalorizar-lenguas-indigenas-en-argentina-2036500-113.html

Fuente última consultada aquí

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