Algunas veces las personas nos ven y piensan que porque somos indígenas no sabemos nada, y que no sabes nada y que lo que ellos van a decir lo vas a hacer. No es así nosotros tenemos que defender nuestros derechos. Como mujer indígena, como mujer que ha migrado a la capital.

Mi nombre es Olinda Silvano. En mi lengua nativa, en shipibo, es Reshin Jabe. Soy de la comunidad nativa de Paoyhan, Ucayali, en la región amazónica de Perú.

Yo me dedico al arte. Soy muralista, soy activista, hago también pintura, también doy conferencias, también doy cuentos, talleres, también soy cantora, soy mil oficios.

Decidí venir acá a la capital de Lima hace más de 20 años en busca de oportunidades, en busca de visibilizar mi identidad cultural, también hacer estudiar mis hijos. La educación es primero, es la mejor herencia que podemos tener.

Hemos pasado muchas cosas. mi padre era presidente de nuestra comunidad de Cantagallo. Un día, a las 5 de la mañana tocaron la puerta. Mi padre pensó que era alguien que necesitaba su ayuda. Al salir lo golpearon con un palo. Mi hermana intentó intervenir, pero ya le habían hecho varios golpes y salía sangre. Yo no sabía mis derechos, no lo sabía qué es la violencia. Solamente pensé que había pasado, que mi papá iba a vivir y que iba a pasar. No pasó, se enfermó. Viajó a la selva y ya no regresó.

Antes de irse, mi padre dijo: "Cantagallo, cuídenlo. Yo estoy abriendo el camino y ustedes harán el camino grande. Yo lucho, yo sacrificaré mi vida por la comunidad, para que ustedes puedan vivir acá, mis nietos, mis hijos".

Había un tiempo de discusiones que nos tiraban las piedras, nuestros hijos tenían que entrar abajo de la cama. Hasta que un día nos enfrentamos con flechas, desde ahí nos dejaron en paz.

En 2016 fue incendiada toda la comunidad, ya no solamente un pedazo, ya no solamente uno, sino fue quemado todo.

Mi padre era presidente de la comunidad, como yo. En la comunidad Shipibo-Konibo en Cantagallo, hay una asociación con 238 familias.

Hasta el momento no hay título de propiedad. Solamente nos dicen que salgamos, que es tierra contaminada. Nosotros ahorita estamos haciendo investigación… Estamos luchando por eso.

En tiempo de campaña Cantagallo se llena de políticos, que quiere ser congresistas, que quiere ser presidentes, pero una vez que llega al sillón se olvidan de todo lo que es Cantagallo, "¿Quién es Cantagallo?". No es así. Nos sentimos utilizados, no debe ser así.

Nosotros padecemos del agua. No hay 24 horas el agua, solamente a la hora nomás. Va y viene. Luz eléctrica también es igual.

Acá en el capital no tenemos chacras, no tenemos un río que bota pescado. Todo es dinero. Todo se come con dinero. Tienes que buscar también como visibilizar nuestro arte, nuestro diseño kené, que es expresión artística Shipibo-Konibo.

Quiero empoderar a las mujeres, empoderar a los varones también… para que ellas no digan "yo no soy valiosa. Yo soy esto". No, todas somos valiosas, depende de nosotros sacar el coraje o encontrar el don que tú tienes.

Tú le das un pedazo de tela, tú le das algo, una pintura, esa persona va a salir adelante, va a sacar adelante a su familia. Peor es no dar nada y criticarla. Yo busco de todo.

Ahora que estoy en la cabeza pude hacer tópico de emergencia dónde acudir cuando estamos muy mal. Tenemos también nuestro comedor, un comedor popular. También tenemos nuestra tienda de nuestra artesanía donde las madres pueden generar algo, donde las madres pueden trabajar ahí esperando al turista.

Busco ayudar a la comunidad como presidenta de la asociación. Sacar adelante, reclamar nuestros derechos en diferentes sitios. En las reuniones participar y también pintar mural. Yo tengo que abandonar mi casa un mes, 15 días, estar en otros países.


En tiempo de pandemia pasamos muchas dificultades. Estar cerrado fue complicado.

Las madres se me acercaron. Me decían, "Olinda, yo me voy a morir del COVID-19, coronavirus. Yo voy a morirme de hambre porque yo vivo de mi trabajo, vendiendo mi artesanía, mis collares, mis telas. Si yo no salgo, ¿dónde voy a vender? ¿Quién me va a dar algo para comer?".

Con ayuda de mi hijo Roné comenzamos a usar Facebook, Instagram y Zoom para difundir nuestro arte, con fotos y videos. La primera vez que escuché palabra Zoom. "¿Qué será? ¿Qué será?". Hicimos, abrimos… De esa manera aprendimos, y empezaron a inscribirse de diferentes países.

Al hacer esa actividad revives, renaces. Sientes que el mundo existe. El arte es terapia. El arte es vida. El arte te saca adelante. El arte te da ánimo de vivir. De esa manera, nosotros pasamos en tiempos de COVID así trabajando.

Amo Cantagallo y amo Perú. me siento muy feliz como mujer peruana, como mujer indígena. Hacer mi trabajo, llevar mi arte, sacar pecho por mi país.

No soy eterna. En cualquier momento me puede pasar algo. Ahora estoy sufriendo de diabetes de tanta preocupación por mi comunidad.

A mí me duele como persona, como humano que nos consideren así. Somos personas llenas de inteligencia, llenos de sabiduría y somos capaces también de salir adelante, ¿sí o no? Solamente las diferencias con lo que palabras que hablamos en nuestro idioma o vestimos diferente, pero somos de acá… pertenezco a este país.

Hay que hacerse respetar, pero sin violencia, solamente conversando. Esta es una comunidad única que mantiene sus costumbres, tiene su colegio bilingüe.

Queremos vivir tranquilos, queremos construir nuestras casas. Mira, tantos años vivimos así, vulnerados, piso que está con lluvia. Ya nosotros veremos cómo vamos a vivir. Estamos cansados de vivir así.

Pedimos ayuda al Ministerio de la Vivienda para que protegiera esta comunidad…Para que Cantagallo sea patrimonio cultural y material de la Nación. Si hasta animales, tienen derechos, tienen protección ¿y nosotros?

Datos y cifras

Los Shipibo-Konibo tradicionalmente estaban establecidos a lo largo de las riberas del río Ucayali y sus afluentes. Son conocidos por su gran movilidad y por su capacidad de organizar conglomerados de población indígena en las zonas urbanas.

En América Latina y el Caribe hay más de 800 grupos indígenas, lo que representa 54,8 millones de personas.
Aproximadamente 52 por ciento de esta población indígena ha migrado hacia las zonas urbanas, en búsqueda de mejores oportunidades de generar ingresos.
La expropiación de las tierras, el cambio climático, la degradación ecológica, el desplazamiento causado por los conflictos y la violencia, también son factores que inciden en la migración.
La crisis de la COVID-19 afectó especialmente a los pueblos indígenas, poniendo de manifiesto los obstáculos que enfrentan, como el acceso a la salud, la seguridad social y la educación.
Los pueblos indígenas están sobrerrepresentados en la economía informal y se encuentran entre las comunidades más pobres. 85 por ciento de las mujeres y hombres indígenas están ocupados en la economía informal, muy por encima de la tasa de la población en general, de 50 por ciento.
El Convenio de la OIT núm. 169 promueve los derechos de los pueblos indígenas y tribales.
15 de 24 ratificaciones de este Convenio son de países de América Latina y el Caribe.

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