Quito / Guayaquil - ABR 2021

El voto de las comunidades indígenas es un bien preciado en Ecuador. Representa entre el 7% y el 10% del censo nacional y quien lograra atraerlo para sí tendría en un puño el triunfo en Ecuador. Lo sabía Andrés Arauz, el candidato promovido por el expresidente Rafael Correa; y lo sabía también su rival, el conservador Guillermo Lasso. La lógica política dice que Arauz debería quedarse con esos votos, pero las divisiones entre los líderes del movimiento indígena y un viejo historial de desencuentros con Correa limitaban el apoyo de las comunidades.

La grieta política parte en dos Ecuador

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Pachakutik es el nombre del brazo político que representa al indigenismo ecuatoriano. En las elecciones de 2006, el movimiento analizó la posibilidad de acompañar a Correa con un candidato a vicepresidente. La idea no terminó de madurar y Pachakutik presentó a su propio aspirante, sin mucho éxito: sumó solo el 2,1% de los votos. Correa, sin embargo, les hizo un sitio en su Gabinete y puso una mujer quechua de Sarayaku como Secretaria de Comunicación. Pero la buena sintonía no prosperó.

La ruptura maduró poco a poco, a medida que las bases indígenas sacaban la cabeza en las zonas rurales para reclamar obras, carreteras o para frenar la explotación minera en sus territorios. En el punto máximo de la tensión, el Gobierno correísta equiparó las revueltas con actos terroristas e intentos de sabotaje a la producción de petróleo, la principal fuente de divisas de Ecuador. Hubo entonces detenidos, entre ellos el último candidato a la presidencia por Pachakutik, Yaku Pérez, y pesos pesados de la dirigencia indígena, como Lourdes Tibán y o Salvador Quishpe. Las heridas de aquel divorcio siguen abiertas.

Hoy, el movimiento indígena está dividido frente a Arauz, al menos desde la dirigencia. “La problemática es diferente en la sierra centro, en la Amazonia o en la sierra norte, donde las comunidades se dedican al comercio”, dice Jacobo García, analista político electoral. “El error está en homogeneizar. Tienes parte del mundo indígena que es favorable a Correa porque se vio beneficiado por su obra pública y tienes otro mundo indígena que rechaza la lógica correísta desarrollista, basada en el uso de los recursos naturales”, explica. Esas divisiones explican en parte la complejidad de las redes de apoyos y rechazos a las candidaturas de Arauz y Lasso en la segunda vuelta.

Pachakutik y su candidato Yaku Pérez, tercero en la primera vuelta electoral, han hecho campaña por el voto nulo. El partido es el brazo político de la Conaie (Confederación de Nacionalidades indígenas del Ecuador), cuyo líder, Jaime Vargas, pidió, sin embargo, el voto por Arauz. Yaku Pérez tildó entonces a Vargas de “cadáver político”, mientras durante el cierre de campaña de Arauz, celebrado el jueves en Quito, flamearon banderas de Pachakutik.

El mitin del candidato correísta contó con una importante presencia de dirigentes indígenas. Entre ellos estuvo Nanky Sant, un shuar de la Amazonia que probó suerte como candidato a diputado. “Ahora mismo la única opción que tenemos los pueblos y nacionalidades aquí en Ecuador es la opción del progresismo que representa Andrés Arauz”, dice Nanky Sant. El dirigente asegura que el voto indígena irá masivamente hacia Arauz, y que el llamado al voto nulo de un sector de Pachakutik es evidencia de sus divisiones internas. “Un 90% no está de acuerdo con los actuales dirigentes de Pachakutik y con los que están promoviendo de manera resentida el voto nulo”, dice.

 

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