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Antropología:

Dr. Hugo E.  Ratier

TRABAJO  DE CAMPO EN EL CAMPO. DESCUBRIMIENTO DE LOS POBLADOS.

Hugo E. Ratier

Desde 1995 inicié una serie de investigaciones financiadas por la Universidad de Buenos Aires (SECyT-UBA) en localidades rurales de los partidos de Azul, Olavarría y posteriormente Tapalqué y Benito Juárez. El objetivo inicial fue analizar la acción de diversas corporaciones (Sociedad Rural Argentina, CREA, CARBAP, Cooperativas, sindicatos de trabajadores rurales, etc.) en el agro local. Mi pertenencia a la carrera de antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN y mi condición de Director del Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría (IIAO) me permitieron movilizar ciertos recursos logísticos que compensaron la exigüidad de los fondos oficiales. La propuesta fue, siempre, trabajar con colegas y estudiantes de ambas universidades, UBA y UNICEN.

Al comienzo, en nuestra primera incursión a Recalde, partido de Olavarría, no hubo adhesiones locales. Nos instalamos en el pueblo, bajo las heladas de julio, cinco porteños y yo. Dos graduados, el resto estudiantes. Allí la investigación mostró que las corporaciones tenían poca presencia en la zona pero, en cambio, era notable el accionar de las asociaciones (cooperadoras escolares, comisiones de apoyo a puestos sanitarios, de la iglesia, agrupaciones tradicionalistas y, notadamente, clubes de campaña). Eso hizo girar nuestro interés hacia el asociativismo local. Nos llamaba la atención el número de entidades, la pertenencia múltiple de la gente a varias de ellas y su participación.

La salida al campo desde un universo construido en base a la lectura de textos y a la problemática académica, nos deparó algunas sorpresas. Ignorábamos hasta entonces la importancia de los clubes de campo, esas instituciones alojadas en grandes edificios, a veces únicos en un panorama de pampa al parecer despoblada. También la de las agrupaciones tradicionalistas, cuya impronta identitaria teñía todo tipo de celebraciones. Y, en general, los múltiples eventos organizados en torno a actividades ecuestres. De repente en un pueblo con solo tres casas, el almacén, la escuela y el club, y escasos 20 ó 30 habitantes, brotaba, como si fuese del suelo, una multitud de 500 personas, puestos de comida, partidos de fútbol y carreras cuadreras, junto con un universo de pilcheros[1]vendiendo todo lo imaginable sobre sus camionetas. Y esa suerte de ciudad fantasma se desvanecería al día siguiente.

Encontramos domas famosas, practicadas desde hace más de medio siglo,  que atraían a más de 2.000 personas, atendidas por una multitud de lugareños que organizaban el torneo y brindaban deliciosas comidas locales, en especial en base a carne. Pero, por sobre todas las cosas, se recortaba el pueblo de campo como entidad significativa, ordenador de relaciones sociales, aglutinador de actividades. Pueblo sacudido por el brutal retiro de los enlaces ferroviarios que les dieron esplendor, al punto tal que para los nativos tales pueblos reciben el nombre de estaciones.

El pueblo se nos fue imponiendo como objeto de estudio[2]. En principio no queríamos caer en el esquema funcionalista de los estudios de comunidad, instaurando artificialmente una unidad de estudio coincidente con las fronteras pueblerinas. Procuramos tener en cuenta siempre la relación del poblado con su entorno rural, con el sistema político que lo abarca, con los lazos que, curiosamente, siguen todavía la traza de los rieles levantados o desactivados. Y situamos allí nuestras indagaciones.

La salida al campo desde problemáticas preconstruidas en la academia hubo de confrontarse con algunos elementos desconocidos [3]. Estos conformaban un verdadero modo de vida cuya clave podría estar en ese marco territorial.

Trabajo de campo biuniversitario: apuntes metodológicos

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Tras la primera experiencia exclusivamente porteña, estudiantes y profesionales jóvenes de Olavarría, se le animaron al campo, donde se mezclaron con los de la capital. Nuestra metodología procuraba adherir, en alguna medida, a los cánones clásicos de la disciplina. Una permanencia en el campo prolongada para lo que hoy se acostumbra: quince días completos de residencia, comer, dormir, hacer compras, frecuentar bares cuando los hay, recorrer, entrevistar, registrar y discutir en nuestro alojamiento, locales muy a menudo precarios: escuelas inmensas y sin calefacción, jardines de infantes de muebles diminutos, clubes donde ocupamos los camarines o los vestuarios. Como gloriosa excepción, una casa entera puesta a nuestra disposición por informantes que pasaron a la categoría de amigos.

Entre los olavarrienses quienes se aproximaron no siempre lo hicieron en función de un interés teórico. Muchos venían de un pasado rural, criados en esos pueblos campestres con un pasado vivido en el campo, o con un presente en él. Gente que pretendía problematizar, desde la antropología, su cotidianeidad y entender sobre otras bases su condición campesina. Tuvieron que exotizar lo familiar, algo no siempre fácil.

Todos registrábamos independientemente lo acaecido en el trabajo de campo, primero en nuestras libretas, luego mediante computadoras (tenemos una vieja lap-top usada con varias campañas en su haber, utilizable allí donde hay electricidad). Confrontamos datos, comparamos hipótesis en un proceso que llamamos multivocacidad entre los investigadores.

El material de campo constituye hoy un corpus respetable, que se encuentra a disposición de todos los que integran el equipo. En base a los datos de todos se elaboraron ponencias presentadas en diversos congresos, artículos de revistas, capítulos de libros y un libro completo[4].

El lugar de reclutamiento de estudiantes investigadores fueron y son las dos materias a mi cargo en ambas universidades: el Seminario de Antropología Rural de la UBA, y el Taller I de Técnicas de Investigación en Olavarría. En este último caso los jóvenes tienen su primera experiencia como investigadores durante el segundo año. Tiempos hubo en que todos los estudiantes de Ciencias Sociales pasaban por el Taller. Por ejemplo, los de Comunicación Social cuyo aporte junto a los de otras especialidades siempre fue muy rico. Los de Arqueología nos acompañaban también durante todo el año. Luego, modificaciones del plan de estudios alejaron de la materia a los de Comunicación, y redujeron la presencia de los arqueólogos a un solo cuatrimestre.

Desde 1995 a la fecha, más de 40 estudiantes se animaron y fueron con nosotros al campo. No todos persistieron en la temática, pero la experiencia fue importante para su formación. Esos días precarios en el campo, el compartir las estrecheces de alojamiento pero también la riqueza de la comunicación cara a cara con los informantes, marcaron a casi todos. Darcy Ribeiro decía que todo antropólogo debería tener, como mínimo, una experiencia con indios, fundamental para su formación profesional. En nuestro medio, me arriesgaría a postular lo mismo, pero en ambiente rural. Ir y volver al campo diariamente desde nuestras casas a observar y entrevistar informantes, no es lo mismo que llegar, instalarse, comer, dormir y vivir en el lugar.

Hay veteranos en el equipo con varias idas al campo. Muchos utilizaron esa experiencia para volcarla en tesis de grado o aprovecharon los datos comunes para presentar ponencias en congresos. La inserción en la actividad funcionó como escuela metodológica e iniciación en la profesión de antropólogo, tanto en lo práctico como en lo teórico.

Hubo momentos de euforia en que parecía que habíamos alcanzado la perfección y que construíamos una ciencia compartida, sin egoísmos, colectiva. Algunos intentaron analizar teóricamente tales logros. Sin embargo, justo cuando se producían materiales al respecto, una seria crisis relativizó las conclusiones alcanzadas. El equipo se resquebrajó y hubo de ser reemplazado por completo. Esto sirvió para revisar la metodología, y las ponencias laudatorias hubieron de ser archivadas.

 

El pueblo como objeto

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Fue en las fronteras de los pueblos donde descubrimos espacios sociales cuya importancia desconocíamos[5]. Como los clubes de campaña, a veces único indicador de sociabilidad. Sala de visita del poblado, escenario de fiestas y eventos deportivos, lugar para recibir al forastero, en especial si es importante. Y él mismo arena para disputas de poder y confrontación de modelos.

La práctica del fútbol o de las bochas, de la paleta vasca en el pasado, los torneos de juegos de cartas, la diaria concurrencia al bar que allí funciona, hacen que toda la población, de una manera u otra, circule por el club.

Un lugar tan destacado como la cancha de bochas o la de fútbol, es la churrasquera, gran habitación preparada para albergar innúmeros asadores. Allí los especialistas prepararán el asado de cordero o de vacuno, delicia gastronómica, plato de fuerza del menú, mediante la cual el pueblo compite con otros en cuanto a excelencia culinaria.

El club es escenario del banquete que sigue a un remate, y también de las fiestas del socio, acontecimiento que en buena medida reconstituye la comunidad agregando a los habitantes aquellos nativos que migraron a las ciudades. Hay baile también, elección de reinas, rifas, remate de tortas y otros recursos para aportar fondos. Las fiestas son de diverso tipo, incluyendo las patronales, los aniversarios y múltiples expresiones ecuestre-nativistas (jineteadas, domas, carreras de sortija y de tacuara, desfiles gauchescos). Lo que llamamos situación gauchesca es algo que se agrega a todo tipo de acontecimientos: fiestas escolares, patronales, inauguraciones, etc.  Fue esa presencia lo que nos llevó a comprender la fuerza identitaria de estas apelaciones a las llamadas tradiciones.

La población de estas localidades es modesta. Trabajamos en pueblos con 20, 100, 200 habitantes, llegando a un máximo de 500. En su estructura económica el empleo público o los planes paliativos (Trabajar, Jefas y Jefes de Hogar) tienen un peso bastante grande, dada la exigüidad demográfica de los lugares.

En muchos casos las casas pueblerinas albergan a trabajadores del campo, que tienen en las changas su fuente de empleo. También a padres o madres que acompañan a sus hijos que deben concurrir a la escuela. Entonces muchas veces el jefe de familia viaja a ver a los suyos en el fin de semana. También pueden funcionar en el pueblo estaciones de servicio, almacenes de ramos generales, pequeños mercados, tiendas, carnicerías, panaderías, bares, locales recreativos, y viven allí artesanos que procuran vender su producción. Quedan algunas peluquerías.

Se apela a  múltiples recursos para desenvolverse en estos tiempos golpeados por la globalización y el predominio de la soja. Relevamos algunos, como las maniobras de encargados de campo, puesteros y trabajadores rurales para usufructuar espacios públicos (vacas pastando en la “calle”) o capitalizar ganado en tierras privadas. Son maniobras justificadas en un ambiente donde el acceso a la tierra para trabajarla está más que restringido. Cuando el trueque estuvo en auge, éste tuvo cierto desarrollo en los pueblos, cuyos habitantes preparaban comidas ad-hoc, en particular a partir de especies de caza, como liebres, nutrias, avestruces, mulitas, chajáes para canjearlos por productos citadinos. Remitimos al lector a nuestros trabajos sobre el tema.

Cuando el Estado abandona su papel orientador en la campaña, los productores recurren a su patrimonio tradicional para paliar esa situación, apelando a las que llamamos estrategias regresivas.

La crisis también fue amenizada por actividades de redistribución y solidaridad, como la carneada, donde quienes participan no reciben un salario, sino parte de lo fabricado. Otro tanto ocurre con la yerra.

Lo que vimos también es el funcionamiento de redes de solidaridad, mediante las cuales se atiende a las necesidades de la población más castigada por la crisis y las políticas neoliberales. No encontramos casos de hambre, aunque sí de miseria, paliada por la atención comunitaria.

Al mismo tiempo las necesidades sociales buscan respuesta en el andamiaje institucional del pueblo, lo que nos llevó a hablar de una política lugareña que se ejerce desde instituciones no explícitamente políticas. Por ejemplo los clubes, las cooperadoras, las agrupaciones tradicionalistas. El poder formal de un delegado municipal se refuerza con el aporte societario. Y la financiación de actividades o la adquisición de bienes necesarios, parte de un aceitado circuito que maniobra con donaciones y otros aportes. Es lo que, livianamente, calificamos como economía política de la vaquillona[6].

Ni que decir que las escuelas tienen un papel central. No solo en cuanto a su misión pedagógica, sino como núcleos de aglutinamiento de los pobladores en torno a proyectos comunes. Es más, hay lugares donde no existe pueblo propiamente dicho, sino solamente la escuela, que opera como verdadera localidad.

Los servicios de salud varían. Desde los pueblos que cuentan con médicos permanentes que allí residen, un caso excepcional de localidad con hospital propio, hasta las salitas de primeros auxilios.  En ellas enfermeras expertas pueden aplicar tanto una inyección, como curar el empacho midiendo al paciente con una cinta.

Remitimos nuevamente a nuestros trabajos para ampliar esta escueta descripción.

 

El pueblo como sujeto

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Como resultado de la experiencia descripta y en nuestra condición de estudiosos de los poblados rurales, fuimos llamados una vez en consulta desde la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. En primera instancia se nos preguntó ¿ustedes son especialistas en  pueblos que desaparecen? Quedamos perplejos. No creíamos serlo, ¿podíamos augurar la desaparición de nuestras localidades? Cuando nos tocó informar a los parlamentarios, descubrimos que el destino de los pueblos era motivo de disputa. Desde una ONG se consideraba irreversible su extinción, y se llamaba a salvar lo que fuera posible. La nuestra parecía una posición utópica, sin asidero en la realidad, al cuestionar la inevitabilidad de ese destino.

Es que el tema de la desaparición impresionó y tuvo muy buena acogida mediática. A partir de un estudio de Marcela Benítez, geógrafa, en base a datos censales, se determinó que

“el 40 por ciento de los pueblos rurales argentinos corre riesgo de extinción. La información surgió del estudio que hizo un grupo de especialistas que comparó datos recientes con los últimos censos nacionales. Explicaron que esto es así porque los habitantes migran para estudiar o buscar trabajo, y no regresan. El porcentaje citado representa unos 800 pueblos que, de acuerdo al estudio, es muy probable que desaparezcan en los próximos años. Se trata de localidades que tienen menos de 2.000 habitantes y cuya población disminuyó más del 10 por ciento entre un censo y otro” (Clarín, 4 enero 2007)

“Hay 601 pueblos que podrían desaparecer” tituló La Nación, alarmada, el 2 de agosto de 2004.

“En la Argentina hay por lo menos 601 poblados en vías de desaparición porque sus habitantes tuvieron que emigrar tras quedar incomunicados y sin recursos económicos para subsistir. Son 276.664 personas -casi el 40 por ciento de la población rural del país- a las que la subsistencia se les complica. Es una situación peor que la que existía a comienzos de la década del 90, cuando "sólo" 163.066 personas vivían en "nada más" que 423 grupos de viviendas marginadas del circuito socioeconómico. Las estadísticas surgen de estudios realizados por la Asociación Responde, cuya titular, la investigadora Marcela Benítez, trabajó a partir de los últimos censos poblacionales del Indec. “No analizo la situación ni como ´negativa´ ni como `positiva', sólo interpretó los números” (dijo). "Lo dramático es que la gente se haya tenido que ir forzada por falta de apoyo o estímulo, y no por voluntad", opinó.

Desde octubre de 1999 los responsables del estudio y de su divulgación mediática, se constituyeron como ONGD, de Promoción y Desarrollo, para enfrentar la situación. Esto les permitió recabar fondos y ayuda de organismos nacionales y empresas privadas, tanto del país como del exterior.

En ocasión de nuestro encuentro en la Legislatura creímos advertir en la ONG, allí representada, un claro sesgo paternalista y dirigista, donde lo participativo no tenía cabida.

En 2005 establecieron contacto con nosotros los integrantes de una institución que se denominaba Pueblos que laten. Habían leído alguno de nuestros trabajos, y les interesó nuestro enfoque. Manifestaban ser “vecinos de localidades del interior bonaerense que, desde el 2003, han organizado encuentros para reflexionar sobre problemáticas comunes, compartir experiencias, aunar esfuerzos y avanzar en consensos”.  Luego de sugerirles otras lecturas para profundizar en nuestro enfoque, nos encontramos con los proponentes. Comprendimos que sus principios eran particularmente opuestos a los de la ONG que habíamos encontrado antes. Representaban a sus pueblos, donde vivían, como sujetos políticos con autonomía. Es de interés comparar los dos paradigmas que se enfrentaban.

1. La ayuda

Responde es una sigla para: Recuperación Social de Poblados Nacionales en Desaparición. Ese es el estado ontológico de esas poblaciones cuyo rescate se quiere practicar, motivando a sus pobladores a convertirse en protagonistas del cambio. Los integrantes de la ONG parten de un estudio académico del que quieren obtener resultados prácticos. Ofrecen propuestas, promueven el desarrollo local y posibilitan oportunidades de crecimiento personal para los pobladores. Excluyen explícitamente de sus actividades “toda tendencia política, religiosa o sectaria”

La ONG se reconoce asistencial, “…En un tiempo y lugar donde la asistencia es el modo de atender la emergencia”. Para poner en marcha su accionar emite una Convocatoria nacional que comprenderá a los pueblos incluidos en una lista de Pueblos en Riesgo. Estos deberán crear instituciones ad-hoc, llamadas Centros Responde, donde funcionará una biblioteca, museo, un Centro de computación con acceso a Internet y un salón de actividades. Buscando, obviamente, locales adecuados.

Las localidades interesadas deberán comunicar sus datos, ofrecer teléfonos y direcciones de correo electrónico, hacer firmar a las familias comprendidas en el pedido, levantar actas, sacar fotos, relevar recursos, desde la historia hasta los usos y costumbres de la localidad, mandar inventario de objetos museables y el consentimiento de su exhibición por sus propietarios. Asimismo comunicarán las condiciones para instalar el Centro Responde, presupuestos de posibles obras, etc.

Los que adivinamos voluminosos expedientes serán enviados para someterse a una selección, de acuerdo a criterios exclusivos de Responde, “no susceptibles de revisión, cuestionamiento ni apelación ante cualquier otra instancia”. El veredicto partirá de un Jurado compuesto por 4 directivos de la ONG, y un miembro de la Fundación American Express, que auspicia la convocatoria. Por escrito se establecerá un orden de mérito, se designará por mayoría absoluta a los pueblos ganadores (sic) en resolución, por cierto, inapelable. Un Principio de Indemnidad protege a la ONG de cualquier reclamo derivado de daños o mal comportamiento.

Una vez ungidas las localidades beneficiadas los planes trazados serán llevados a cabo por un equipo de voluntarios interdisciplinario, que podrán beneficiarse con becas y otros recursos de perfeccionamiento.

Para justificar tal centralismo y no intervención decisiva de los pobladores, se dice que en 6 años de experiencia la ONG trabajó muchas veces “con más compromiso y ahínco que las propias comunidades involucradas”. Eso no resulta sensato ni razonable, y quienes los apoyan (individuos o empresas) “merecen la alegría de ver que sus semillas crecen en tierra fértil”. Por ende, su principal preocupación es “…seleccionar aquellos pueblos ávidos de trabajar por su futuro y listos en aprovechar cualquier oportunidad presente o futura”. De ahí el proceso de selección.

Entre las empresas que los apoyan, se destacan la Fundación Cargill (impulsora de la producción de transgénicos), American Express y el Banco Banex.

2. La organización

Pueblos que laten se define claramente:

Lejos de sentirnos pueblos “fantasmas” o “en vías de desaparición”, revalorizamos nuestra identidad y nos sabemos parte del desarrollo de nuestra provincia y nuestro país, pueblos con futuro, al que queremos construir defendiendo nuestro derecho al arraigo,  desde lo que somos, promoviendo el desarrollo desde lo local, el mejoramiento de la calidad de vida y la preservación del medio.

Las causales del retroceso de los pueblos no se equiparan a fenómenos que simplemente ocurrieron. Se marca la responsabilidad estatal por el abandono que provocó cierre de servicios, de ramales ferroviarios, que privó a las localidades de inversiones básicas en caminos, que impulsó el monocultivo de soja perjudicando a la agricultura familiar y amenazando la soberanía alimentaria, que no supo paliar las consecuencias de las inundaciones del noroeste bonaerense. Se identifica así la responsabilidad de una política causante de todas esas desgracias, y no se tiene miedo a incursionar en la política para rectificar rumbos.

La propuesta es una red de poblaciones que promueva el desarrollo desde lo local. Para favorecer la gestión conjunta se constituyeron en asociación civil. La generación de proyectos no vendrá de afuera, sino que

“En nuestros pueblos, vecinos preocupados y movilizados, buscando encontrar alternativas, generamos distintos proyectos: teatro comunitario, recuperación de fiestas populares, turismo rural con base comunitaria, proyectos culturales y educativos”.

Y se enumeran: grupos de hilanderas y tejedoras, “Editores de la Aurora”, de libros solidarios, Centros Culturales, teatro comunitario, dotación de clubes, cooperativas hoteleras, proyectos de colonización, etc. El movimiento es genuino, por estar integrado por vecinos de los pueblos, y los proyectos en marcha fueron gestados por los propios vecinos. Su principal bandera no es rogar por un salvavidas que los aleje de la extinción, sino la de proclamar su derecho al arraigo.

Tras acompañar a esos vecinos en varias reuniones e intercambiar propuestas, nuestro Grupo de Antropología Rural pasó a colaborar con ellos en el relevamiento patrimonial y social de esas poblaciones y en una eventual puesta en marcha de proyectos participativos. El desafío es grande. La labor investigativa sale del ámbito académico e incursiona en el difícil universo de la práctica.

 

 

Pero, ¿se mueren los pueblos?

 

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A todo esto la sentencia de desaparición de los pueblos rurales parecía fundada en sólidos datos censales, cuantitativos. Un trabajo reciente de Murmis y Feldman (2006) pone en duda ese aserto, y sobre bases igualmente objetivas:

El que la población rural en su conjunto y la población rural dispersa disminuyen en Argentina es un hecho de común conocimiento. Vale la pena tomar en cuenta que ese hecho coexiste con otro: La población de los pueblos rurales crece. En un estudio reciente realizado en la Argentina, Benítez (1998) se centra en la existencia de pueblos que pierden población y considera que éstos representan “la Argentina que desaparece”. Al centrarse en los pueblos en esa situación y no presentar información sobre el peso relativo de los pueblos en su conjunto en la población rural y en el total de la población, se genera la confusión acerca de la medida en que esa “desaparición” es la nota

dominante para el conjunto de la población de los pueblos rurales. … No se trata de que todos los pueblos crezcan sino de la dinámica diferencial de pueblos con distinta evolución demográfica que hace que finalmente registremos un crecimiento del conjunto (p. 15; énfasis mío)

Los autores distinguen entre población rural dispersa y agrupada. Con cifras indiscutibles revelan que, mientras la población rural total disminuye, la agrupada en poblados de menos de 2.000 habitantes, crece. Y lo muestran en distintos niveles:

                           Cuadro Nº 1 (síntesis)

TOTAL DEL PAÍS

1991

2001

Población rural total

Agrupada

Dispersa

4.179.418

1.118.092

3.061-326

3.828.180

1.223.533

2.604.347

Prov. de Bs. As.

 

 

Población rural total

Agrupada

Dispersa

608.265

181.185

427.080

502.962

202.582

300.380

Pdo. De Lobos

Población rural total

Agrupada

Dispersa

 

7.937

1.340

6.597

 

6.204

1.924

4.580

Fuente: INDEC, Censo Nacional de Población y  Vivienda 1991 y 2001.(Pág. 18)

No sin cierta sorna, apuntan los estudiosos:”Familiarizados ya con la idea de que los pueblos rurales representan localizaciones no afectadas en su totalidad de enfermedades terminales, presentaremos materiales generales acerca de la… pluriactividad”.

Este inesperado hallazgo acrecienta las esperanzas, tanto nuestras como de los integrantes de la organización Pueblos que laten acerca de que el derecho al arraigo es posible. Son los habitantes de esas localidades disminuidas y amenazadas quienes tienen la oportunidad de hacer perdurable su modo de vida. Ojalá desde la academia podamos sumarnos a su esfuerzo.

 Junio de 2007.

 

BIBLIOGRAFÍA

CARCOVA, María Dolores, DIEZ BRODD, Ana Carolina e IRIBERRY, Magdalena.: La carneada: estrategias de sociabilidad y reciprocidad en el centro de la provincia de Buenos Aires. Ponencia presentada al IV Congreso Argentino de Antropología Social. Mar del Plata, UNMP 2000.

DIAZ GALAN, Laura y otros. De bebedores y borrachas. Acerca de las pautas de consumo de las bebidas alcohólicas en los poblados rurales bonaerenses. Ponencia presentada al III CALAAR, Tilcara 2004.

DIAZ GALAN, Laura y LILJIESTROHM, Verónica. Sobrevivir en el campo. Estrategias familiares de vida en poblados de la campaña bonaerense. Ponencia presentada al III CALAAR, Tilcara 2004.

ETCHICHURY, Leandro. Clubes de campaña. Espacios de identidad y poder en el centro de la provincia de Buenos Aires. Ponencia presentada al III CALAAR, Tilcara 2004.

ETCHICHURY, Leandro. Viejos y nuevos liderazgos en poblaciones rurales de la campaña bonaerense. La construcción de nuevos tipos de articulación socio-política. Ponencia presentada al III CALAAR, Tilcara 2004.

IRIBERRY, Magdalena. Las fiestas rurales. Una forma de Ser y de Permanecer. Ponencia presentada al III CALAAR, Tilcara 2004.

IRIBERRY, Magdalena et alii. La mujer en la vida social de los pueblos bonaerenses: el caso de las fiestas en clubes de campo. Ponencia presentada a la 1ª Jornada de Antropología Rural de San Pedro de Colalao.2005.

MURMIS, Miguel.y FELDMAN, Silvio. “Pluriactividad y pueblos rurales: examen de un pueblo pampeano”. En: NEIMAN, Guillermo y CRAVIOTTI, Clara (comps) Entre el campo y la ciudad: desafíos y estrategias de la pluriactividad en el agro. Buenos Aires, CICCUS, 2005; p. 15-47.

PUEBLOS QUE LATEN – Documentos mimeo. www.pipinas.blogspot.com, para mayores informaciones.

RATIER, Hugo et all. Sobrevivir sin tierra: estrategias para reproducirse y crecer entre encargados de campo y empleados rurales. Ponencia presentada al VII CAAS, Villa Giardino 2004.

RATIER, Hugo E. Vigencia actual del gaucho y de lo gauchesco en la región pampeana argentina. Contribución Mesa Redonda II Reunión de Antropología del Mercosur, Piriápolis. Buenos Aires, 1997. mimeo.

RATIER, Hugo E.: Sobre Política Lugareña: Liderazgo y Gobierno en los Poblados Centrobonaerenses. Ponencia presentada a las IV Jornadas de Antropología Social, ICA, Sección Antropología Social FFyL-UBA, Buenos Aires, agosto 2006.

RATIER, Hugo E.: Estrategias Regresivas en la pampa globalizada y las fronteras entre lo rural y lo urbano. Ponencia VI CAAS, Mar del Plata, 2000.

RATIER, Hugo E.: Asociativismo y poder en la campaña bonaerense. Una aproximación etnográfica. Ponencia presentada al X Congreso Mundial de Sociología Rural, Río de Janeiro, 2000 (publicada en CD).

RATIER, Hugo E. Poblados Bonaerenses. Vida y milagros. Buenos Aires, La Colmena-Nadar 2004. Colaboradores: Magdalena Iriberry, María Dolores Cárcova, Ana Carolina Diez Brodd, Leandro Etchichury y Eugenia del Campo. ISBN 987-9028-50-3.

RATIER, Hugo E.: Recalde: primeros resultados de una investigación antropológica. Informe devolución a la comunidad. Olavarría. Mimeo. 1997

RATIER, Hugo E.: Santa Luisa: primeros resultados de una investigación antropológica. Informe devolución a la comunidad. Olavarría. Mimeo. 1999.

RATIER, Hugo E. Vigencia actual del gaucho y de lo gauchesco en la región pampeana argentina. Contribución Mesa Redonda II Reunión de Antropología del Mercosur, Piriápolis. Buenos Aires, 1997. mimeo.

RATIER, Hugo y ETCHICHURY, Leandro. Resurrección del fútbol de campaña: el deporte como constructor de identidad en áreas rurales. Ponencia presentada a la 1ª Jornada de Antropología Rural de San Pedro de Colalao.2005.

RATIER, Hugo E. y ETCHICHURY, Leandro. “Globalización y crisis en el campo argentino: trueque en un poblado bonaerense”. En: BARROS, Henrique de y RUBIO, Blanca (org.) Globalización y Desarrollo Rural en América Latina. Recife, Imprensa Universitária, UFRPE, 2002; p. 339-360.

RATIER, Hugo E. IRIBERRY, M, CORTE, V, DEL CAMPO, M.E, DIAZ GALAN, L., DIEZ Brodd, C., LANDABURU, L., RODRÍGUEZ, M.: Sobrevivir sin tierra: Estrategias para reproducirse y crecer entre encargados de campo y empleados rurales. Ponencia VII CAAS, Villa Giardino, Córdoba, 2004b.

RESPONDE -Extracto sitio web www.responde.org.ar

 

PUBLICACIONES

CURRICULUM VITAE

 


 

[1] Pilchero se denomina a los vendedores ambulantes que, por lo general en sus propios vehículos, venden en los eventos campestres.

[2]Usamos la denominación poblado como más abarcativa, incluyendo a pueblos y parajes, por ejemplo.

[3]Hay una larga discusión epistemológica sobre la relación teoría-investigación en terreno. Bachelard y Bourdieu otorgan predominio a la teoría como guía de la indagación. Sin un problema teórico no hay ciencia posible, dicen. Esto se opone a la pretensión positivista de confrontarse con la realidad y simplemente relevarla “tal cual es”. Concordando con el papel fundamental de lo teórico, entendemos que el campo contribuye a relativizar ese predominio absoluto y a complejizar y enriquecer la teoría, con elementos que sin la investigación empírica pasarían inadvertidos.

[4]Ver en bibliografía algunos títulos.

[5]Hicimos trabajo de campo en Recalde, Espigas y Santa Luisa (Pdo. De Olavarría), 16 de Julio (Azul), Campodónico (Tapalqué) y Paraje El Luchador (Benito Juárez)

[6]El campeonato oficial de fútbol de campaña desapareció por siete años, para reaparecer hacia 2004. Según uno de nuestros informantes, esto se dio porque “el campo se mueve” (mejoró algo) y entonces ya se pueden pedir donaciones de vaquillonas. Éstas son fundamentales para posibilitar los asados, elemento principal de las comidas que signan todo tipo de eventos. En torno a la disponibilidad del animal se desatan una serie de acciones que ponen en movimiento la organización social pueblerina.