
Dr.
Guillermo Luis Mengoni Goñalons
wmengoni@yahoo.com.ar
Guillermo Luis
Mengoni Goñalons es Licenciado y Doctor en Ciencias
Antropológicas (UBA), se desempeña en la Sección
Arqueología, del Instituto de Ciencias Antropológicas,
Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Es Investigador
Independiente,
CONICET y Profesor
Titular
Regular, Cátedra de Metodología y Técnicas
de la Investigación Arqueológica, Depto. de
Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y
Letras, UBA.
Actualmente
es Director
del Proyecto: Ocupación del paisaje por
cazadores-recolectores en el borde cordillerano del
noroeste de Santa Cruz, Argentina: persistencia en el
uso de localidades. UBACYT F039 (2004-7). Y Co-Director
del Proyecto: La producción de comida: consumo público
y doméstico, rituales, ceremonias y fiestas en
sociedades pre-estatales y estatales del noroeste
argentino. Director: Verónica Williams. PIP2004-CONICET
5361.
Integra
el Proyecto:
Producción y consumo de comida en el Imperio Inka:
alimentos y cultura material en contextos domésticos y
estatales del Noroeste Argentino. PICT2003-ANPCYT-04-14425.
Director: Verónica Williams. Integrante del Grupo
Responsable.
Coordina
el Proyecto de cooperación internacional:
Zooarqueología Sudamericana: actualización metodológico-técnica
y perspectivas futuras de desarrollo. Proyecto
14022-120. Fundación Antorchas (Argentina), Subsidio
para la Colaboración entre Investigadores Locales y
Extranjeros. Contrapartes: A. Nogueira de Queiroz (UNICAP,
Recife-Brasil) y F. Mena Larraín (Universidad de Chile,
Santiago-Chile). 2002-3.
El
Dr. Mengoni Goñalons posee una amplia trayectoria en producción
científica
El
Dr. Mengoni Goñalons, es docente estable de la planta
del Doctorado en Arqueología de la que imparte la
Facultad de Cs. Sociales de la UNICEN, y durante el mes
de noviembre dictó el Seminario de Postgrado
denominado: “Teoría
y Métodos en el análisis de Arqueofaunas: temas de
discusión".
El investigador explicó la particularidad temática
desarrollada en el seminario que dictó durante su estadía
en la ciudad de Olavarría. (link a la pag del doctorado
al seminario).

Seminario
TEORÍA
Y MÉTODOS EN EL ANÁLISIS DE
ARQUEOFAUNAS:
TEMAS
DE DISCUSIÓN
Dr.
Guillermo Luis Mengoni Goñalons
El
objetivo de este fue
reflexionar sobre ciertos aspectos
teóricos y metodológicos que son
medulares para los estudios
arqueofaunísticos. La revisión que
porpuso surge de una
necesidad, dada la enorme expansión
que este campo de investigación ha
tenido recientemente.
El
tema central consistió en
evaluar
el grado de validez y confiabilidad
de las unidades, los instrumentos de
medida, los marcos de referencia y
los modelos actualísticos que cómunmente
se emplean en el estudio de
arqueofaunas.
Para
eso se partió
del
concepto de unidad, distinguiendo
entre unidades de observación y de
análisis. Luego, se vieron
los
diferentes métodos empleados
corrientemente para medir la
variabilidad de los comjuntos óseos,
tales como la abundancia anatómica
y taxonómica. Finalmente, se
examinaron los principales
marcos de referencia y modelos de
que disponemos en la actualidad.
Estos son fundamentales para
interpretar la variabilidad de los
conjuntos, por lo que nos
concentraremos
en aquéllos derivados de estudios
etnoarqueológicos y experimentales.
Al respecto, se realizó
una
revisión crítica de sus
resultados, destacando el camino que
han seguido los programas de
investigación más influyentes de
estas últimas décadas.
Programa
Tema
1: Unidades
Concepto
de unidad: contenido, escalas,
definición. Unidades de
observación y de análisis.
Propiedades de los conjuntos óseos.
Resolución y equifinalidad.
Tema
2: Medidas de cuantificación
Medidas
básicas y derivadas: pros y contras.
Indices de abundancia anatómica y
taxonómica: su aplicabilidad y
potencial informativo.
Tema
3: Marcos de referencia
Los
estudios sobre anatomía económica:
sus objetivos, alcances y
limitaciones.
Tema
4: Modelos etnoarqueológicos y
experimentales
A.
El transporte selectivo. B. La
distribución intra e intergrupal.
C. El consumo final. Contigencias
situacionales. Aspectos económicos,
sociales e ideológicos y sus
consecuencias observacionales.
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El
investigador presenta una síntesis del estado de la
cuestión en materia de zooarqueología:
"Tras
la senda de los animales en arqueología".
Guillermo
Luis Mengoni Goñalons
La Zooarqueología se ocupa de estudiar la interacción
entre la sociedad humana y los animales a través del
tiempo. Este conocimiento trasciende los tiempos remotos
y adquiere relevancia incluso en nuestros días dado que
los animales forman parte del mundo al que todos
pertenecemos.
Este
es un campo científico que ha crecido notoriamente en
las últimas décadas, siendo muy diversas las ópticas
desde las cuales pueden hacerse este tipo de estudios.
Una muestra de la rica gama de temas que convocan a los
zooarqueólogos contemporáneos puede encontrarse en los
contenidos de algunas de las últimas reuniones del ICAZ
(International Council for Archaeozoology), organización
internacional que nuclea a la gran mayoría de los
interesados en esta disciplina. Este crecimiento se ha
dado tanto en una escala mundial como en nuestro país,
donde hay numerosos especialistas abocados a estudiar
esta problemática.
La
zooarqueología y la tafonomía (ver
también Newsletter 5)
convocan los intereses de numerosos investigadores
argentinos. Muchos de ellos han centrado su trabajo
doctoral alrededor de estos temas. De ahí el
protagonismo que tienen estas investigaciones en el
contexto general de la arqueología nacional e
internacional.
El
objetivo de este curso es reflexionar sobre varios temas
teóricos y metodológicos que son medulares para los
estudios arqueofaunísticos. La revisión que se ha
propuesto surge de una necesidad, dada la enorme expansión
que este campo ha tenido recientemente. A partir de esta
discusión se busca aportar al desarrollo de líneas de
investigación futura en zooarqueología que contemplen
el empleo de modelos derivados del estudio de análogos
modernos (etnoarqueología) o de trabajos
experimentales.
El
tema del curso se centra alrededor de los factores
culturales que contribuyen a la formación de depósitos
arqueofaunísticos. Esto no significa restar importancia
a los factores naturales, los que pueden aportar o
sustraer materiales de distinta índole, sino tan solo
concentrarse en ciertos aspectos vinculados con el
comportamiento humano y sus actitudes hacia los animales
y sus productos.
Como
punto de partida se ha planteado examinar la validez y
confiabilidad de las categorías (unidades) que
empleamos para describir y clasificar al material óseo.
Aquí debemos considerar a los agregados de materiales
que comúnmente estudiamos, generalmente denominados conjuntos
y sus contextos de hallazgo. El significado del término
contexto, tal como es empleado en el curso, hace
referencia a las coordenadas espaciales y temporales que
permiten anclar a un conjunto arqueofaunístico en el
continuum espacio-temporal.
La
cuantificación es una etapa fundamental durante el análisis,
a la hora de establecerse la abundancia y composición
taxonómica de los conjuntos, la frecuencia con que están
representadas las diferentes partes esqueletarias, la
cantidad de modificaciones que exhiben los huesos, entre
otros aspectos relevantes. Son numerosas las unidades de
cuantificación de que disponemos hoy en día. Estas
medidas se toman siempre en referencia a una escala.
Esta última involucra el grado de detalle con que se
hacen las mediciones y el rango medido durante nuestras
observaciones. Por eso es que resulta siempre necesario
ajustar la escala de las unidades a las escalas de
nuestras preguntas. En tal sentido, se puede sostener
que si bien en zooarqueología existen estándares no
hay procedimientos que invariablemente deban hacerse
siempre de la misma manera. Investigar es una constante
toma de decisiones acerca de qué herramientas son las más
convenientes para resolver el problema que tenemos en
mente.
Otro
aspecto importante es disponer de marcos de referencia
que posibiliten articular a las propiedades de los
conjuntos óseos arqueofaunísticos con cuerpos de
información generados a partir del estudio de variables
que hacen a la naturaleza de la anatomía del animal (p.ej.,
la utilidad económica) o a ciertas particularidades de
sus componentes (p.ej., razón lípidos/proteínas de la
carne asociada con cada parte). Estos marcos
ofrecen una perspectiva desde donde analizar un fenómeno
particular (p.ej., la frecuencia en la representación
de partes esqueletarias ), viendo si su variación
guarda alguna concordancia con ese esquema de
referencia. Esto no implica la búsqueda de relaciones
causales sino tan solo contar con un lugar desde donde
ver las cosas.
Los
modelos que surgen de la etnoarqueología y de la
arqueología experimental permiten conocer y ponderar
los factores y procesos involucrados en las distintas
etapas que van desde la obtención del animal hasta su
consumo final.
Desde
un punto de vista sistémico este continuum implica una
serie de escenarios que hipotéticamente se corresponderían
con diferentes contextos espaciales y temporales. De
todos modos, la resolución de nuestras observaciones
contemporáneas no siempre se corresponde con la escala
en que los fenómenos arqueológicos pueden
documentarse. De ahí que el salto entre lo descriptivo
y lo interpretativo debe estar sujeto a criterios de
validez y confiabilidad, entre otras consideraciones.
En
el transporte de los animales desde los lugares de
obtención a los de consumo final intervienen una serie
de factores. Estos son numerosos y todos influyen de
alguna manera en las decisiones que deben tomarse acerca
de si se trasladará todo o tan solo una parte de lo
obtenido. Algunos de estos factores son: el tamaño y
forma de las presas, la cantidad de animales capturados,
la proporción existente entre productos comestibles y
su desperdicio, el número de porteadores, la distancia
a recorrer, los medios de transporte y otras
contingencias. Sin dudas, los modelos etnoarqueológicos
ofrecen un medio para ponderar cuáles son los factores
de mayor peso que intervienen durante el desarrollo de
estas actividades.
La
distribución de los productos obtenidos entre los
diferentes miembros del grupo de pertenencia también
dispara una serie de interacciones sociales, varias de
las cuales potencialmente pueden tener correlato arqueológico.
Se ha discutido de manera convincente la visibilidad
arqueológica en diferentes contextos, tanto del pasado
remoto como más reciente.
El
carácter de las formas de distribución de productos y
bienes, si éstos son directos (proveedor-receptor) o
indirectos (productor-distribuidor-receptor), genera
expectativas diferentes dado que los actores en uno y
otro caso pueden cambiar. En los sistemas directos
generalmente se atienden las necesidades de los
proveedores y en los indirectos los intereses de los
distribuidores. Estas diferencias generalmente se
asocian con distintas formas de ejercer el control.
Entre los cazadores es común la presencia de individuos
más exitosos en la caza, lo que los hace más
prestigiosos y poseedores de ciertas ventajas por sobre
sus pares (p.ej., ser quien reparte o quien tiene acceso
a más mujeres). En sociedades más complejas, con otras
formas de demarcación social, a veces se habla de elite
y comunes. Ambas categorías suelen estar asociadas a un
acceso diferencial de los recursos y sus productos,
porque determinadas especies se consideran suntuarias o
de lujo, o ciertas partes poseen mayor valor económico
que otras, o porque hay formas de preparación de los
alimentos que poseen costos mayores (p.ej., el asado se
asocia con un mayor empleo de leña en comparación con
el hervido, lo que puede ser restrictivo en lugares
donde ésta no abunda, tiene un costo alto de obtención
o su uso está controlado).
Al
hablar de consumo estamos considerando varios aspectos
que están relacionados íntimamente. Son varias
las maneras que en que nos podemos acercar en
zooarqueología al tema del consumo. Por un lado, están
los productos alimenticios en sí. Por otro, están las
formas en que se preparan los alimentos para el consumo,
las que pueden involucrar una transformación sustancial
mediante su cocción (u otra técnica como la
acidificación), combinación con otros productos
animales y vegetales y su aderezo con condimentos u
otras sustancias.
En
primera instancia hay que ver el balance que existe
entre las necesidades, las preferencias, y las
influencias de nuestro medio social en los patrones de
consumo. Debemos recordar que no todo lo
disponible es considerado comestible, por más que pueda
accederse a ello; es decir, lo fundamental es que el
“alimento” esté culturalmente aceptado como tal. De
ahí el sentido que tienen frases célebres, tales como
“somos lo qué comemos”.
Otro
asunto es cómo, dónde y con quiénes comemos. Las técnicas
de preparación también son informativas de los
aspectos tecnológicos (p.ej., si se emplea la cocción
de los alimentos u otras formas de tratamiento de los
productos en la preparación de las comidas), de los
modos culinarios (o cocinas) y sus diferentes
expresiones y especificidades. El consumo también
involucra lo que se denomina “servicio de mesa” que
es toda la cultura material asociada con el consumo de
los alimentos, tales como recipientes u otros elementos
empleados durante la presentación de las comidas. El
contexto social que da el marco para el consumo también
influye en lo que se come, porque puede haber ocasiones
especiales (p.ej., festines) en los que se consume
grandes cantidades de productos no habituales que salen
fuera de lo que se come habitualmente en el ámbito doméstico.
Estos contextos espacio-temporales también son
susceptibles de ser detectados arqueológicamente dado
que los eventos de este tipo suelen darse en espacios
que poseen un carácter singular (p.ej., público versus
privado).
Una
vía para acercarnos a estos temas desde un punto de
vista zooarqueológico es buscando indicadores que nos
orienten acerca de qué procesos y bajo qué condiciones
las diferentes especies animales y sus partes anatómicas
reflejan las técnicas y procedimientos empleados en su
preparación y consumo.
Las
fracturas
y marcas
que exhiben los huesos son dos importantes marcadores.
Algunos de los atributos que presentan las fracturas nos
permiten decir si los huesos estaban frescos al momento
de romperse o no, si algún proceso relacionado con la
preparación de los alimentos (p.ej., el cocido) pudo
haberlos alterado, entre otros aspectos. Hay también
marcas que se asocian con la rotura intencional de los
huesos, como impactos y otros tipos de daños que
generalmente pueden ser identificados con claridad.
Las
marcas dejadas por los instrumentos cortantes durante el
faenamiento de las presas o aquéllas que son el
resultado de la rotura intencional de los huesos deben
ser considerados como un epifenómeno porque no siempre
una acción deja invariablemente una marca sobre el
hueso. Esto es lo que han mostrado los estudios
experimentales recientes. De todos modos, la frecuencia
de especímenes óseos con marcas, la ubicación de éstas
en la topografía de los huesos, su asociación con la
inserción de ciertos tendones o músculos son aspectos
que sirven para discutir el repertorio de acciones
vinculadas a la preparación de los alimentos para su
consumo.
En
síntesis, a través de este curso se recorre la
trayectoria que toman los recursos de origen animal
desde que son obtenidos hasta su consumo definitivo. A
lo largo de este camino son numerosos los factores que
intervienen, muchos de los cuales son susceptibles de
ser monitoreados arqueológicamente. De ahí la
importancia que poseen en la investigación zooarqueológica
el aporte de los estudios etnoarqueológicos y
experimentales. Además, la disciplina cuenta con
herramientas propias que le permiten definir sus
unidades de observación y análisis, sus unidades de
medición y los indicadores de varios de los procesos
culturales que intervienen de manera directa en la
formación de los conjuntos óseos arqueofaunísticos.
Mas
allá de los objetivos señalados, el propósito
último de todos estos estudios debería ser comprender
en profundidad cómo la gente organiza su vida y sus
actividades alrededor de aquellos animales que integran
cotidianamente su paisaje sociocultural.
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