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Comunicación Social

Dra. María Teresa Sanseau                             

María Teresa Sanséau, es Profesora Normal y Especial en Letras; Bachiller en Letras y Doctora en Letras.  todos sus estudios fueron realizados en la Universidad del Salvador, Bs. As.  

Se desempeña como Docente investigadora en la Facultad de Ciencias Sociales (UNICEN), es Profesora Adjunta Ordinaria, Titular a cargo, del “Taller de Producción de Textos”. 

Obtuvo el Primer orden de mérito en el Concurso para Selección de Profesores para cubrir cargos en las Escuelas de Nivel Polimodal, dependiente de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil- Azul- Olavarría) correspondiente al Área Lengua.

Durante los años 2004 y 2005 participó como integrante del equipo técnico de la Universidad Nacional del Centro de la Pcia. de Bs. As., área de Lengua, en el Programa de Apoyo a la Articulación Universidad- Escuela Media.

Fue miembro de Comité Científico para evaluar Proyectos que participen en los “Coloquios de Investigación Educativa UNLP- DES”,.

Ha participado como asistente y ponente en numerosos Congresos, Reuniones Científicas nacionales e internacionales.

Fuera de la órbita universitaria es jefa de Área del Profesorado para E.G.B 3 y Polimodal en Lengua y Literatura, del I.S.F.D. N° 22 de Olavarría.

Investigador Categoría III, por Resolución de la Comisión Regional de Categorización. 

Co-Directora del EEDDUCCOM, desde inicios de 2006. Proyecto 03/ F 118. Fecha de acreditación: 01/ 01/ 2004. Línea de Investigación “Lingüística y Análisis del Discurso”, en EEDUCCOM, Facultad de Ciencias Sociales, (UNICEN).

Su línea de Investigación está centrada en  El Discurso Argumentativo en la Universidad: análisis de prácticas usuales. Y considera que la práctica de la escritura y la toma de conciencia de este proceso funcional en la modificación de los esquemas cognoscitivos de los estudiantes, puede contribuir al desarrollo hacia mayores niveles de dominio discursivo. Y este dominio es el que posibilitará la permanencia de los ingresantes en la Universidad. Centra su interés en el discurso argumentativo, por ser uno de los de mayor circulación en el ámbito académico y científico. A continuación les presenta algunos parágrafos de su Tesis Doctoral,   como adelanto de un texto que, probablemente, será editado el año próximo. Además presenta una propuesta de trabajo, sobre un hecho que le preocupa desde hace mucho tiempo, que es la necesidad de incorporar la lectura y la escritura en el interior de todas las cátedras de primer año de la Facultad -para ser extendidas luego a los años siguientes, por decisión institucional- sobre la base de experiencias ya probadas en otras universidades, por ejemplo, en las anglosajonas:

 

La escritura en la Universidad  

María Teresa Sanseau

 El  problema que constituye el punto de partida es la dificultad detectada en los estudiantes universitarios a la hora de utilizar el código lingüístico para manifestarse por escrito y, en especial, para leer y producir discursos argumentativos. Nuestro tema se focaliza, entonces, en la escritura académica, para finalmente analizar y poder esbozar un plan  de intervención didáctica. La reflexión sobre estas prácticas discursivas deberá llevarnos a reflexionar acerca de los métodos y la naturaleza de lo que debe ser aprendido dentro de las áreas disciplinares de las ciencias sociales.

1.1. ¿Qué significa escribir?

La redacción es una tarea fundamental en la vida académica de estudiantes, profesores e investigadores. Y aunque los motivos sociales para escribir difieran en cada grupo, todos deben dominar el discurso científico especializado de sus respectivas áreas de conocimiento. Ésta es una preocupación que, en el ámbito universitario, debe ser abordada desde un punto de vista interdisciplinario, poniendo el énfasis en permitir el acceso de los estudiantes a mayores niveles de dominio del lenguaje, de manera que éste incida en el mejoramiento de la capacidad para pensar, aprender y comunicar por escrito.

Señala Daniel Cassany: “El aumento del analfabetismo funcional, es decir, la ineptitud que presentan alumnos con niveles de escolarización normales para resolver cuestiones elementales relacionadas con la lengua escrita, la estrecha vinculación entre dificultades de lenguaje y fracaso estudiantil, y la observación directa de jóvenes y adolescentes incapaces de salir airosos de situaciones cotidianas, que implican una cierta elaboración intelectual” (1994, 11). Esto nos lleva a dejar de lado soluciones simplistas, como las de cargar las culpas en los otros niveles de aprendizaje y afrontar cómo pueden encaminarse estos problemas.

 ¿Qué significa saber escribir? Esta palabra tiene más de una acepción. “En un sentido restringido significa la representación visual de la lengua oral a través de un sistema de signos gráficos” (Silvestri, 1998, 9). Y, en otro más amplio, se pone el acento en el objeto de la escritura. Desde esta perspectiva, saber escribir no es sólo dominar el código gráfico, sino tener la capacidad para componer, para redactar con coherencia una determinada clase de texto escrito. Respecto del aprendizaje de estas habilidades, es necesario señalar que implica un largo proceso y que ese entrenamiento debe correr por cuenta de las instituciones escolares. Enseñar a leer y a escribir es responsabilidad histórica de la escuela. En condiciones favorables, es en ella que los estudiantes llevan a cabo las prácticas que generan sus habilidades y conocimientos. A lo largo de la escuela primaria, secundaria e incluso en los estudios superiores y universitarios, el alumno va accediendo al dominio de la escritura de textos de diferentes tipos y grados de complejidad.

En las actuales circunstancias educativas, sin embargo, podemos observar que los estudiantes a menudo transitan por los niveles del Polimodal sin revelar mayores progresos en sus habilidades de escritura.

Responder a la pregunta de qué es escribir requiere considerar tanto las características propias del acto de escritura como los diversos factores de índole cognitivo e histórico-social que intervienen en él, así como también las respuestas que desde distintas perspectivas teóricas se dieron a este interrogante.

 

1.2. Algunos intentos metodológicos de registro y clasificación

Nuestra experiencia como docentes en el Taller de Producción de Textos, en  la Facultad de Ciencias Sociales, UNCPBA, materia de primer año para las carreras de Comunicación Social y de Antropología, nos ha permitido observar y clasificar diferentes problemas vinculados con la lectura y con la producción escrita.En una encuesta realizada a los ingresantes universitarios, en marzo de 2002, los alumnos señalaban que se comunicaban mejor hablando que escribiendo. Y sus respuestas nos llevaban a observar que del pensamiento al lenguaje escrito sentían un trecho enorme.

Diferentes investigaciones desarrolladas en nuestro país sobre las dificultades de comprensión y producción de textos se han interrogado sobre la manera en que los estudiantes encaran estas prácticas. El pasaje al nivel universitario, lo que implica el acceso a primer año por los problemas que surgen en los exámenes de ingreso y la alta deserción, nos llevan a reflexionar como docentes e investigadores acerca de cómo se ha trabajado la didáctica de la lectura y la escritura en su doble naturaleza de proceso cognitivo y de práctica histórico-social. Los diagnósticos realizados desde diferentes universidades y líneas de investigación arrojan resultados preocupantes. Las conclusiones de una de las investigaciones iniciales, realizada a mediados de 1993 en la UBA (Universidad de Buenos Aires) por docentes de la Facultad de Filosofía y Letras, señalaba que más de la mitad de los alumnos que inician la carrera de Letras tenía dificultades en la comprensión lectora y serios problemas para escribir.

El equipo, integrado por nueve docentes de la cátedra de Gramática, coordinado por la profesora Ofelia Kovacci, llevó a cabo la investigación sobre Comprensión y producción lingüística de los estudiantes que ingresan a la Universidad. La consigna había consistido en la lectura de un breve texto de la bibliografía obligatoria, que luego los alumnos debieron exponer por escrito y comentar críticamente su contenido. La primera parte de la investigación comenzó con una encuesta a 150 estudiantes de Gramática, materia de cursada obligatoria para los alumnos de Letras.

Los investigadores utilizaron cuatro criterios de evaluación: cómo usaron los estudiantes los signos de puntuación, qué forma le dieron al trabajo (estructura expositiva), cómo lo organizaron sintácticamente y la comprensión lectora del material que se les dio a leer. Los datos del informe de investigación señalaron que los estudiantes tenían serias dificultades en el armado de párrafos (relaciones de conexividad),  en el empleo de los signos de puntuación y revelaban escasa coherencia global en los textos. En el nivel secuencial, presentaron dificultades para organizar las ideas que pretendían expresar y para estructurar los textos.

El estudio fue efectuado con el fin de intentar que se reformularan los programas del CBC (Ciclo Básico Común), en el que no se dictaban materias que mejoraran la capacidad de expresión y comprensión de textos de los ingresantes. Años más tarde constatamos esta problemática a través de un trabajo de investigación realizado a través del PROINCOM (Programa de Investigaciones Comunicacionales), en la Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA).

Otro estudio posterior realizado en la UBA por Elvira N. de Arnoux, Mariana Di Stefano y Cecilia Pereira, denominado “Diagnóstico de las habilidades en la producción de textos argumentativos pertenecientes a géneros académicos en los alumnos del primer ciclo universitario”,  señaló dos grandes núcleos de problemas: falta de un plan textual previo a la puesta en texto y desconocimiento del modelo genérico. A partir de la consideración del diagnóstico, las investigadoras señalaban que el desarrollo de habilidades de lectura y escritura requiere una reflexión sobre la dimensión discursiva del lenguaje. Más adelante, en investigaciones posteriores, demostrarían la importancia de considerar el sistema de representaciones sociales que domina las prácticas lectoras y productoras de textos entre los estudiantes.

Resultados semejantes, en cuanto al diagnóstico inicial, surgieron de otro trabajo realizado en la misma Universidad, en 1996, por Maite Alvarado, Carla Ornani y Gloria Pampillo.

Respecto de la investigación llevada a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales, UNCPBA, a partir de 1994, con la dirección de la profesora Donatella Castellani, denominada “La competencia discursiva escrita de los estudiantes universitarios: problemas lingüísticos y problemas de conceptualización”, de la que formé parte, se avanzó en la dirección de los trabajos mencionados.

Pudimos observar cómo las jóvenes generaciones, en nuestro caso los estudiantes universitarios, usan el lenguaje escrito de una manera que diverge cada vez más de las pautas consideradas correctas para este tipo de registro. Esto ocurre más particularmente cuando se trata de vehiculizar conocimientos teóricos, ya sea extraídos de otros textos, ya sea generados por ellos mismos, es decir en el género científico

Investigaciones anteriores se han adentrado en los procesos mentales implicados en la producción escrita. Estos enfoques cognitivos han generado diferentes modelos explicativos de los procesos mencionados. La mayoría parte de una concepción constructivista del aprendizaje, que sostiene que el conocimiento está guardado en la mente en forma de esquemas que se activan durante el aprendizaje. Algunas investigaciones observan la diferencia entre cómo procede un escritor experto, respecto de cómo escriben los inexpertos, en la capacidad/incapacidad de construir una representación retórica de la tarea y, fundamentalmente, de la diferencia en el tratamiento de la información o del conocimiento que se lleva a cabo durante el proceso. Así,  Scardamalia y Bereiter (1992) conciben el modelo CDO (comparar-diagnosticar-operar) como un proceso que sucede durante toda la composición, que actúa sobre cualquier producción intermedia o final y que, de hecho, interrumpe otros procesos. Sostienen que los escritores maduros “transforman” su conocimiento a partir de la representación retórica de la tarea, la adecuación al género y al destinatario, y los inmaduros consideran que escribir es “decir el conocimiento”

La idea básica que subyace en estos modelos es que la principal diferencia entre los procesos de composición de expertos y novatos radica en la manera en que el conocimiento es introducido en el proceso de composición y en lo que posteriormente le sucede a ese conocimiento. Scardamalia y Bereiter observan que la tarea del científico cognitivista debe ser no sólo la de describir los procesos cognitivos, sino la de encontrar aquellas diferencias que son significativas desde un punto de vista educacional. Para que los alumnos puedan adquirir una estructura de “transformar el conocimiento” en los procesos de composición, es necesario llegar a modelos explícitos de competencia madura y poder diseñar procedimientos que transformen la competencia que traen a la tarea espontánea. Los resultados de aplicar diversas estrategias educacionales sugieren que es posible transmitir los procedimientos complejos de solución de problemas que poseen los expertos y que, al hacerlo, se pueden ampliar las facultades de los alumnos para escribir. Sin embargo, los estudios educativos también indican que pasar de “decir el conocimiento” a “transformar el conocimiento” en la composición, no es un proceso de crecimiento sino de reconstrucción de una estructura cognitiva.

Por lo tanto, ellos plantean que los docentes deben trabajar en un andamiaje de los procesos maduros, en los que deberán considerar distintas actividades mentales de control que necesitan atención y observar la interacción entre el espacio de contenido y el retórico. Entre las sugerencias para la planificación incluyeron algunos intereses retóricos, como las obligaciones que surgían de las expectativas del género, de las del lector y de los sentimientos personales. Tales sugerencias perseguían la intención de poner en marcha los procesos de transformar el conocimiento, que resultan de la interacción entre incumbencias retóricas y de contenido

El modelo de Hayes y Flower (1980) ha estudiado la escritura como proceso, no la escritura en sí, y pone de manifiesto la importancia de la reflexión metalingüística y el análisis de las diferentes actividades cognitivas que se ponen en juego a la hora de escribir, para reparar las disfunciones que aparecen en los textos escritos. Estos autores consideran el proceso de composición como un diálogo entre escritor y lector a partir de un conocimiento socialmente compartido, que proviene del marco sociocultural, que regula tanto los intercambios en una comunidad de discurso como del conocimiento que se construye en el dinamismo del propio proceso de composición. La psicología cognitiva es una de las disciplinas que más estudió la escritura, a la que define como un proceso del pensamiento orientado hacia un fin, en el que se van dando distintos subprocesos mentales, a través de los cuales el escritor lleva a cabo diversas operaciones: recupera conocimientos previos de su memoria, construye una idea de la tarea por resolver y de su destinatario, planifica su escrito, escribe y corrige.

Uno de los temas actuales en la reflexión sobre la lengua escrita es la relación existente entre su uso y el desarrollo intelectual, por un lado, y entre su uso y la capacidad de tomar la lengua como objeto de reflexión, por otro.  Vygotsky había explicado la posibilidad de la mediación semiótica del lenguaje escrito en la construcción del pensamiento. Siguiendo la perspectiva vygotskyana, las situaciones de uso de la lengua implican actividad metalingüística en el sentido de ajuste del instrumento de mediación –la lengua– entre interlocutores, lo cual presupone no sólo un conocimiento del  instrumento sino también el control sobre este mismo instrumento.

Consideramos importante tener en cuenta todos estos aportes de investigación en la reflexión sobre la lengua que se plantea, necesariamente, entre profesor y estudiante, en esa mediación que el lenguaje realiza respecto del conocimiento, en la búsqueda de resolver los problemas que se presentan, en especial en los alumnos ingresantes, con el fin de proponer soluciones a tantos problemas detectados. La escritura en los ámbitos académicos está destinada, fundamentalmente, a poner en circulación nuevos y viejos saberes. Los alumnos deben revisar sus ideas acerca de lo que es escribir en la Universidad, sus ideas sobre la institución, sobre los fines de los escritos en este ámbito y, por lo tanto, sobre las exigencias formales y los requerimientos necesarios a tener en cuenta en el quehacer universitario.

 

1.3. Otras investigaciones que registran los problemas de escritura

El impacto cultural producido por el ingreso de grupos minoritarios, de orígenes socioeconómicos menos elevados y de otras lenguas y culturas en las instituciones terciarias –señala Liliana Tolchinsky (2000, 44)–, ha exigido un proceso de aculturación en la cultura académica que provocó un incremento visible de cursos de escritura en los países anglófonos (Reino Unido, EE.UU. y Australia). Una corriente similar comienza a desarrollarse actualmente en las universidades europeas y propone iniciar a los estudiantes en los nuevos dialectos y convenciones del discurso (Bizzel, 1986), con las que deberá enfrentarse al ingresar en la comunidad académica. Diversos estudios sobre los programas de redacción muestran las diferencias existentes entre las universidades y cómo cambian los modelos para aprender a escribir según las lenguas y culturas en las que se apliquen.

El impacto cultural producido por el ingreso de grupos minoritarios, de orígenes socioeconómicos menos elevados y de otras lenguas y culturas en las instituciones terciarias –señala Liliana Tolchinsky (2000, 44)–, ha exigido un proceso de aculturación en la cultura académica que provocó un incremento visible de cursos de escritura en los países anglófonos (Reino Unido, EE.UU. y Australia). Una corriente similar comienza a desarrollarse actualmente en las universidades europeas y propone iniciar a los estudiantes en los nuevos dialectos y convenciones del discurso (Bizzel, 1986), con las que deberá enfrentarse al ingresar en la comunidad académica. Diversos estudios sobre los programas de redacción muestran las diferencias existentes entre las universidades y cómo cambian los modelos para aprender a escribir según las lenguas y culturas en las que se apliquen.

Tolchinsky considera que existe una diferencia fundamental en la manera en que los investigadores de la escritura y los profesores de escritura observan los rasgos del discurso académico y científico. Mientras que estos últimos consideran dichos rasgos como metas educativas, como algo que estudiantes y jóvenes investigadores deben aprender, los sociólogos, los críticos y los analistas del discurso se relacionan con estos mismos rasgos como elementos de prueba para demostrar sus puntos de vista sobre las relaciones entre el lenguaje, la ideología y los procesos cognitivos. Señala: “En algunas instituciones, la situación conflictiva se ha resuelto por la vía de la ignorancia mutua. Mientras que en algunos departamentos –literatura, psicología, filosofía o lingüística– los estudiantes analizaban los recursos discursivos como recursos para convertir descripciones en hechos, en los cursos de escritura se los ejercitaba en el uso de estos recursos sin explicaciones adicionales. En otros casos, hubo intentos de integrar la tarea de enseñanza de la escritura con los aportes de la teoría crítica”

Uno de los mayores problemas que plantea la escritura académica se refiere a los efectos que tiene en la construcción del texto el conocimiento del escritor sobre el tópico en cuestión. Se escribe de otro modo cuando se conoce el tema que se aborda. Controlar el conocimiento de base implica una importante diferencia en la estructuración de la exposición de un texto argumentativo.

Una segunda crítica ha estado ligada con el hecho de que aquellos que intentan explicar las reglas de un género específico no sean miembros de esa comunidad científica. La reflexión sobre el proceso de producción puede tornarse un ejercicio vacío sin un sólido conocimiento de base.

Como respuesta tentativa –dado que aún no existe una evaluación sistemática sobre los efectos de la enseñanza de la escritura, en cualquiera de los parámetros por los cuales se define la eficacia pedagógica en la educación superior– observamos que el trabajo metalingüístico en todos los niveles del lenguaje, intrínseco a cualquier acto de escritura significativo, abre el paso a la reflexión metalingüística sobre aquellos aspectos del proceso y del producto relevantes para la comunidad retórica. Esta propuesta implica que la enseñanza de la escritura académica comienza a formar parte del proceso de producción del conocimiento, volviéndose de gran utilidad la práctica de la participación reflexiva.

Paula Carlino (Carlino, 2004, 7-11) analiza con suma claridad las razones para integrar la enseñanza de la lectura y la escritura en todas las cátedras. Señala: “He tomado como objeto de análisis las prácticas de enseñanza de la escritura en todas las materias, desarrollando el ideario de las corrientes pedagógicas que, en el mundo anglosajón, asumen la postura de compartir la responsabilidad de enseñar a leer y escribir a través de todos los niveles y en cada una de las materias (Carlino, 2002, 2004 y en prensa b). Este enfoque, promovido por los movimientos denominados Escribir a través del currículum, Alfabetizaciones académicas, Nuevos estudios sobre las culturas escritas, Escribir y leer para pensar críticamente, etc., sostiene que es preciso que cada docente se ocupe de cómo leen y escriben sus alumnos por varias razones”. Entre esas razones, analiza que una disciplina es un espacio discursivo y retórico, tanto como conceptual, que leer y escribir son medios privilegiados de aprender una materia, que enseñar una materia incluye enseñar a seguir aprendiendo en ese campo, y aclara que la alfabetización académica no es una habilidad básica que se logra de una vez y para siempre, antes de la Universidad. 

El capital lingüístico con el que ingresan los alumnos, definido por Bourdieu como “el poder sobre los mecanismos de formación de los precios lingüísticos, el poder para hacer que funcionen en su propio provecho las leyes de formación de los precios y así recoger plusvalía específica en el ‘mercado lingüístico’” (1984, 147), y su desempeño, nos lleva a observar que para algunos estudiantes los usos formales del lenguaje y la escritura han pasado a ser totalmente extraños

Señalábamos anteriormente el impacto cultural producido por el ingreso de grupos minoritarios, de orígenes socioeconómicos menos elevados, especialmente en las instituciones terciarias, y el aumento del número de alumnos, con la democratización, en la enseñanza superior. También el desprestigio de la profesión docente que, como señala Cassany, “no está de moda”, que implica un trabajo duro con poca remuneración económica y escaso reconocimiento social. A nivel universitario, las posibilidades son distintas en la Argentina. Ya, prácticamente, no acceden a ella los hijos de obreros, y la clase media, empobrecida, tiene serios problemas para propiciar los estudios universitarios de sus hijos. En la Facultad de Ciencias Sociales, en la que desempeñamos nuestras tareas docentes y de investigación, la mayoría de los estudiantes trabaja, y aquellos que no lo hacen, es porque no lo han conseguido.

            En encuestas realizadas a alumnos ingresantes (datos cuantitativos), durante 2001 y 2002, y en el seguimiento posterior de estos alumnos, pudimos observar que los que rindieron un promedio normal de materias fueron los estudiantes que no trabajaban. Vinculado con la instrucción de las madres: alumnos cuyas madres no tienen instrucción, el 33 % no dio ninguna materia. Con primaria incompleta, el 27 % no rinde, y tampoco lo hace el 24 % cuya madre tiene primaria completa. Sólo el 14 % de estudiantes cuya madre es universitaria no ha rendido ninguna materia (y el 28 % dio más de cinco). Lo mismo ocurre con los padres. A medida que aumenta el nivel de educación, los alumnos alcanzan más probabilidades de dar las materias que han cursado. Pudimos observar que el nivel educativo es el aporte más fuerte, más que los ingresos económicos. Aparece, además, muy ligada la educabilidad al uso del lenguaje. Las desigualdades sociales se reproducen en el ámbito universitario, y las funciones de la Universidad, en términos de función social, en la Argentina, no son muy claras. Este hecho tiene una influencia decisiva sobre la relación del alumno con el escrito, porque él también tiene muchas dudas sobre su presencia en la Universidad y sus esperanzas sobre su proyecto de formación. La adquisición de una competencia comunicativa es un factor de permanencia en el ámbito universitario. De hecho, el acceso a diferentes y variadas situaciones de comunicación que hagan posible la ampliación y el desarrollo de la competencia comunicativa de las personas es algo que está en íntima relación con las estructuras de poder y con las relaciones de dominación. Los grupos marginados, en una sociedad, poseen menos “capital” verbal y comunicativo y, además, el que tienen, que puede ser amplio, variado y rico, vale menos en el mercado de los valores comunicativos.

El pasaje del nivel medio al superior, y especialmente el ingreso en la Universidad, constituye un momento de conflictos. Es en esta instancia que la segmentación y la desarticulación del sistema educativo golpean con mayor intensidad a determinados grupos de la población estudiantil. La desarticulación y la desigualdad constituyen una síntesis de la situación actual. La inequidad debe plantearse en términos de las diversas situaciones por las que tienen que atravesar determinados grupos de la sociedad, es decir aquellos que no logran acceder al sistema, y aun los que habiendo accedido al mismo no logran permanecer en él.

La preocupación por los problemas que los estudiantes manifiestan a la hora de producir escritos es, en general, compartida por los equipos docentes. Y esta preocupación compartida es la única línea de acción coherente para trabajar estos problemas. Es evidente que, a la hora de ingresar en la Universidad, el proceso de socialización del escrito está lejos de haberse alcanzado. Vygotsky (1995, 224) analiza el hecho de que el lenguaje escrito presupone la existencia del lenguaje interior, y los dos están relacionados. Es el comienzo del proceso de individuación, y a partir de ese momento el lenguaje se desarrolla en el sujeto en dos direcciones opuestas pero relacionadas entre sí: el lenguaje interior, orientado hacia la conciencia del sujeto; y el lenguaje escrito, orientado hacia lo social. Vinculado con estos temas es importante analizar lo que Marc Souchon (1999, 8)  denomina la relación de los alumnos universitarios con el escrito, desde el punto de vista de la lectura y de la producción.

 

1.4.    Propuesta de trabajo

Sobre la base de nuestra experiencia docente, consideramos que es insuficiente un sólo taller que se ocupe de los procesos de lectura y de escritura en las dos carreras; por otra parte consideramos que debe ser extendido a un abordaje similar en las otras materias, atendiendo a su contexto específico. Cada campo disciplinar requiere de un abordaje particular, que considere las prácticas académicas propias del área. Como forma de inicio en este trabajo interdisciplinar, es necesario atender a los procesos de lectura y de escritura y realizarlos de una manera asistida en todas las materias, a fin de observar y colaborar con estrategias cognitivas y herramientas específicas en las prácticas de escritura que se realizan. Buscamos iniciar, de esta manera un trabajo conjunto que permita a los estudiantes superar las dificultades que provoca el acceso a nuevos conocimientos, con el andamiaje de los docentes y el apoyo institucional.

Sobre la base de nuestra experiencia docente, consideramos que es insuficiente un sólo taller que se ocupe de los procesos de lectura y de escritura en las dos carreras; por otra parte consideramos que debe ser extendido a un abordaje similar en las otras materias, atendiendo a su contexto específico. Cada campo disciplinar requiere de un abordaje particular, que considere las prácticas académicas propias del área. Como forma de inicio en este trabajo interdisciplinar, es necesario atender a los procesos de lectura y de escritura y realizarlos de una manera asistida en todas las materias, a fin de observar y colaborar con estrategias cognitivas y herramientas específicas en las prácticas de escritura que se realizan. Buscamos iniciar, de esta manera un trabajo conjunto que permita a los estudiantes superar las dificultades que provoca el acceso a nuevos conocimientos, con el andamiaje de los docentes y el apoyo institucional.

 

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