Novedades

Newsletter Nº 5


< volver

La siguiente ponencia fue presentada en el “8º Congreso Argentino de Antropología Social; Globalidad y diversidad tensiones contemporáneas” que se llevó a cabo en la ciudad de Salta durante los días 19 al 22 de septiembre de 2006. Este congreso fue declarado de Interés Provincial (decreto Nº 1662).

Este trabajo inédito fue presentado en la mesa de trabajo: Antropología, Economía y Ecología, que estuvo coordina por: Héctor Eduardo Rodríguez, Alejandro Balazote, Hugo Trinchero, Sebastián Valverde.

Procesos de trabajo y producción en empresas de diseño en comunicación visual.

COPYRIGHT © Todos los derechos reservados 

Ojeda Santiago A.[1]

culturasur@yahoo.com.ar

Introducción:

La presente ponencia, comprende una fracción de la temática mayor que desarrollo en mi tesis de Licenciatura en Antropología Social de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría. Tiene por objetivo encuadrar el desarrollo de los procesos de trabajo y producción de la comunicación visual desde pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual de la Ciudad de La Plata; dentro de un proceso histórico. La investigación y el trabajo de campo se han realizado desde comienzo del año 2005 hasta mediados del 2006.

El objetivo general de esta investigación radica en comprender a la comunicación visual, desde la instancia particular de la producción, manteniendo la visión desde las empresas pequeñas y medianas, que construyen esta comunicación visual que podemos consumir día a día en la Ciudad de la Plata. La problemática que se presenta, consiste en comprender “por medio de qué  procesos de trabajo y de producción se interviene y define el diseño de la comunicación visual, en  pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual, en la Ciudad de La Plata.

El objeto de estudio son pequeñas y medianas empresas de diseño en comunicación visual de la Ciudad de La Plata, que se caracterizan por ser estudios privados, con poca cantidad de empleados, y pocos recursos tecnológicos, son especialistas formados en la comunicación de lenguajes visuales.

La estrategia metodológica que se ha empleado, si bien el proyecto combina diversas estrategias de abordaje, se ha basado en análisis de documentos, estudio en profundidad, estudio extensivo, aunque en una primera etapa se realizó un estudio antropológico entrevistas abiertas, semiestructuradas, estructuradas, y observación en los ámbitos de trabajo y producción de veinte pequeñas y medianas  empresas de diseño y comunicación visual de la Ciudad de La Plata, seleccionados según criterios determinados como cantidad y cualidad de las unidades; servicios o bienes producidos; nivel de productividad y de dotación de capital; potencial participación de sus propietarios como oferentes en el mercado de trabajo.

De modo introductorio, podemos considerar al diseño de la comunicación visual como una de las tantas disciplinas que se encuadran entre las “Ciencias de la Comunicación”, su función podríamos decir,  es analizar, diseñar y proyectar estrategias de comunicación en sociedad, articulando materiales visuales. El avance tecnológico, y los usos sociales que de estos surgieron, posibilitaron a la disciplina  la expansión a nuevas formas visuales de comunicación. El diseño en comunicación visual utiliza distintos recursos combinados como la imagen, el texto así como también imagen en movimiento, y en algunos casos hasta el uso del sonido. Se trata entonces de relaciones entre elementos visuales dentro de un soporte ya sea material o no.

La práctica de esta actividad reconoce sus comienzos en múltiples disciplinas  artísticas, pero la práctica comercial del diseño de la comunicación visual similar a la conocemos hoy día comienza en las primeras décadas del 1900. Es a partir de entonces, cuando las empresas conciben a la actividad como una etapa productiva indispensable; para desarrollarse luego de la Segunda Guerra Mundial con la reconfiguración política, económica y social del mundo, cuando formalidad al consolidarse el estudio sistematizado de la profesión,  para que en la última mitad del Siglo XX ser una de las disciplinas de la comunicación más importantes.

En la Argentina la Disciplina se ha practicado a la par del mundo, pero solo se conformó en una carrera universitaria en la década del 60 en la Universidad de La Plata, donde adquirió formalidad y especificidad. Pero no obstante la práctica del diseño de la comunicación visual se continuó practicando sin reglamentación alguna desde el Estado, ni de colegios profesionales; es así que también se consolidó una práctica del diseño de la comunicación visual nacida desde la experiencia comercial. Por consiguiente los actores sociales que intervinieron en la actividad han variado históricamente, hasta hoy en día, que la diversidad de conocimientos, técnicas, y actores continúa acentuándose; siendo factible encontrar en la actividad de la ciudad, profesionales del diseño como también diseñadores de profesión formados desde la práctica misma.

Con respecto a lo anterior, y en relación con la problemática desarrollada en el trabajo de tesis  que consiste en delimitar  “¿Mediante qué procesos de trabajo y producción se construye la comunicación visual en pequeñas y medianas empresas de diseño en comunicación visual, en la Ciudad de La Plata?”; se propone en esta ponencia dar cuenta de los distintos desarrollos sociales, políticos, y económicos, que han llevado al surgimiento de estos procesos en las pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual de la ciudad, para ello se aborda una conceptualización histórica, como así también teórica, a fin de sentar un acercamiento de la Antropología Social al fenómeno productivo de las pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual.

Desarrollo económico y crisis laboral en Argentina:

Muchos autores nos remarcan la importancia de observar el fenómeno del trabajo en la Argentina post 2000, con una mirada histórica, sin dejar de comprometer aquellos procesos históricos heterogéneos de la conformación de la economía y la organización laboral en Argentina, que resulta en la realidad de cada caso de gestión laboral de hoy día. El nuevo orden neoliberal (Svuampa, 2005),  instauró una realidad laboral sin precedentes en nuestra historia, con nuevas reglas contractuales, y de calidad laboral. Para referirnos a los orígenes de este se comprende que “… el proceso de instauración de un nuevo orden liberal estuvo lejos de ser lineal o de registrar una secuencia única. De manera esquemática, podríamos afirmar que los cambios en el orden económico arrancan durante la década del 70, a partir de la instalación de regímenes militares en el cono sur de América Latina; las transformaciones operadas en la estructura social comenzarían a tornarse visibles en la década del 80, durante los primeros años del retorno a la democracia; por último, podemos situar los cambios mayores a fines de los 80 y principios de los 90, con la gestión menemista.” (Svampa, 2005, 22)

El comienzo de todo este macro proceso, que abraca distintos momentos, muy disímiles unos de otros, comienza “Desde la década de los treinta –con el agotamiento del modelo agroexportador- hasta mediados de los setenta, con disímiles características a lo largo del tiempo, rigió en nuestro país, como en la mayoría de los latinoamericanos, el régimen de acumulación conocido como modelos sustitutivo de importaciones. Apoyado en los postulados Keynesianos y los que sostuvieron el estado benefactor de los países centrales, este régimen basó su desarrollo en una elevada regulación de la actividad económica (incluido el sistema financiero), en la expansión de la demanda doméstica con una política de ingresos redistributiva a favor de los estratos de menores ingresos y una política comercial centrada en la protección de la industria domestica.” (Iñiguez, 1997, 61). A partir de los gobiernos Peronistas, las sucesivas dictaduras militares, incrementaron la inestabilidad laboral, el deterioro de los salarios, los derechos laborales, y la seguridad social. Pero es notable el quiebre que realizó la dictadura militar del año 76.       Durante la política monetarista de la dictadura militar del período 1976-1980,  se dio un fuerte proceso de desindustrialización, marcado por la caída del producto bruto manufacturado, la disminución del empleo industrial, y se redujeron porcentualmente los salarios en el total del empleo sectorial. Este proceso “… no solamente impulsó hacia arriba la categoría de “cuenta-propia” sino que transfirió ocupación a sectores terciarios improductivos,… ” (Rofman y Moreno, 1988, 12), configurando una escena nacional del trabajo, marcada por la expansión de los emprendimientos “cuenta-propia”, y por la disminución de los puestos formales de trabajo caracterizados como “patrón o socio”.

A su vez, el estancamiento de la economía sufrió un nuevo factor desestabilizante. “A partir de 1960 el superávit comercial es insuficiente para cubrir los intereses devengados por dicho endeudamiento y la cancelación del saldo de todos los intereses debe efectuarse con recursos  provenientes principalmente del sector público.

Este, por decisión oficial, se hace cargo en 1982 de toda la deuda, ya sea pública o privada y los servicios respectivos se constituyen, desde entonces, en una carga para el tesoro nacional. ” (Rofman y Moreno, 1988, 13).

La industria nacional, y por ende el trabajo formal remunerado sufrió una crisis como modelo, se debió reestructurar en nuevas bases; el intercambio cambiario, los desajustes monetarios, y la devaluación de los sueldos, fueron solo algunos de los desequilibrios que sufrió el sector productivo. En relación a esto, surgió en el mercado laboral un sector informal de trabajo, como estrategia de supervivencia frente a la incapacidad del sector formal de trabajo de absorber a la población productiva (Becaria, 2001, 26). “Esta circunstancia se mantiene durante la experiencia desarrollista (década del 60 y parte de la del 70), donde se define un modelo de producción, uno de cuyos elementos centrales es la utilización de tecnologías intensivas en capital, generadoras a la vez de una importante concentración de capital.” (Rofman y Moreno, 1988, 12).

Las empresas se abocaron a la no contratación de personal, despidos, y flexibilización de la situación laboral. A lo largo de todo el período 1975-1990 disminuyó la proporción de empleo asalariado y fue precisamente durante la última parte de los años setenta cuando lo hizo de manera más significativa.

Por ello, “Los puestos de trabajo del sector formal de la economía son difíciles de implantar en un sistema productivo fuertemente condicionado por la herencia impuesta por la política económica monetarista. El sector informal, el de las micro empresas existentes con baja capacidad de acumulación, y que tienen vinculaciones estrechas y funcionales con el sector formal puede constituirse en la base social a partir  de la cual sea factible cooperar en el proceso de reconstrucción de un mercado de trabajo compatible con las necesidades de crecer y distribuir equitativamente los frutos de dicho crecimiento económico.” (Rofman y Moreno, 1988, 18)

A partir de la nueva administración del gobierno Menemista, que asumió en 1989, se concibe un “…nuevo esquema de crecimiento basado en la disminución drástica del papel del Estado en la economía. Para ello resulta necesario abrirse a la competencia extranjera, eliminar diversa regulaciones que limitaban el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios, y también los de capital y el laboral, así como replegar al Estado de la actividad productiva.” (Becaria, 2001, 33). Las privatizaciones de las empresas publicas, y la desregulación del Estado de los Servicios Públicos, las importaciones de bienes de consumo, la desarticulación y perdida de competitividad del sector productivo e industrial, la flexibilización de las modalidades de contratación laboral; fueron las características de esta nueva gestión. Las leyes de trabajo, y de importaciones, abrieron una nueva realidad con respecto a la producción y la reproducción de las empresas y los trabajadores. La competitividad de la industria nacional se vio amenazada por la invasión de productos importados, y la nueva paridad de la moneda nacional con respecto al dólar Estado Unidense, que estableció un intercambio cambiario de uno a uno; situó al mercado nacional en una considerable desventaja al mercado externo. Esto provocó dos resultados, o las empresas se acomodaban introduciendo tecnología acorde al merado, o cerraban bajo la quiebra, de igual modo el resultado fue igual, “se requería cada vez menos cantidad de trabajadores para producir lo mismo.” (Becaria, 2001, 57)

El nuevo orden impuso un modelo de “modernización excluyente”, …, impulsando la dualización de la economía y la sociedad. Así durante la década del 90, mientras la población Económicamente Activa (PEA) creció un 28%, el desempleo creció 156,3% y el subempleo, 115,4%. La pauta general fue el incremento de la productividad, como escasa generación de empleo y deterioro creciente de las condiciones laborales.” (Svampa, 2005, 34)

La doble dinámica de polarización y fragmentación fue moldeando los contornos más duraderos de un nuevo país, de una sociedad excluyente, estructurada sobre la base de la cristalización de las desigualdades tanto económicas como sociales y culturales. (Svampa, 2005, 12)

Procesos de globalización y nueva situación del trabajo, desde lo global  a lo local:

Al entrar en esta nueva situación laboral, cobramos cuanta del lugar que ha ocupado el mercado externo, y su lógica económica, en nuestra economía y en las diferentes gestiones del trabajo, que se han desarrollado. Ahora nos enfrentamos a una situación de globalización, que es el nuevo escenario laboral y productivo.

El tránsito de la primera modernidad (definida por unas pautas de vida colectivas, el pleno empleo, el Estado Nacional y asistencial, una naturaleza amordazada y explotada) a la segunda modernidad (definida por las crisis ecológicas, el trabajo remunerado en retroceso, la individualización, la globalización y la revolución sexual) resulta problemático por partida doble. Por un lado, porque cambian las ideas maestras (coordenadas) del cambio, aparentemente ultraestables. Por el otro, porque el reto principal (desde el punto de vista político y científico) de la segunda modernidad consiste en que sociedades deben reaccionar simultáneamente a este cambio en todos los planos.” (Beck, 2000, 25). En esta situación lo que rige el empleo, la sociedad, la economía; es el riesgo, la incertidumbre, la inseguridad, como cualidades características de la situación de globalización. El modelo de pleno empleo y la democracia como los conocíamos dejaron de actuar sobre la economía, la gestión del trabajo, y la reproducción social. La consecuencia la observamos en que: “… cuantas más relaciones laborales se “desregularizan” y “flexibilizan” más raídamente se transforma la sociedad laboral en una sociedad de riesgo, un riesgo que no es calculable ni para el modo de vida de cada individuo ni para el Estado y la esfera política; y más urgente resulta asimismo estudiar la economía-política del riesgo desde el punto de vista de sus consecuencias contradictorias para la economía, la política, y la sociedad. En todo caso, hay una cosa bien clara: la inseguridad endémica será el rasgo distintivo que caracterice en el futuro el modo de vida de la mayoría de los humanos, incluso en las capas medias, aparentemente bien situadas! ”. (Beck, 2000, 11). Se pauperizan todos los estratos sociales, y fundamentalmente, ase estructuran el trabajo y la producción en todos sus niveles, de modo que la sociedad toda se configura en relación a esta nueva situación de globalización.

La experiencia neo-liberal, cuya receta básica ha sido y es muy simple; consiste en que hay que dejar actuar a las leyes de mercado, y este resolverá por sí mismo todos los problemas; nos ha costado  una realidad muy diferente de la prometida. “En lo que hace a los mercados de trabajo su liberalización significó el desmantelamiento de las organizaciones sindicales, el descuido de la legislación sobre los salarios mínimos y el congelamiento legal de los nominales. Como todo esto llevó a incrementar la población en extrema pobreza el estado tuvo que asumir acciones subsidiarias de orientación paternalista. La caridad oficial se convirtió así en un rasgo estructural del modelo.” (Cohen, 1988, 121).

La modernización de los sectores medios argentinos, profundamente heterogéneos, se funda en sentidos de cultura distintos de los que se consideraban en momentos anteriores (década del setenta por ejemplo), ahora más cercanos al consumo de nuevas tecnologías de comunicación e información. “Por tanto, el proceso de globalización cultural ha incidido radicalmente en la conformación de nuevos imaginarios sociales y culturales y aparece como sumamente exitoso en el proceso de configurar una nueva hegemonía cultural.” (Wortman, 2002, 181)

La globalización a la que se hace referencia no consiste en un fenómeno puramente económico, o comunicacional, sino como una situación, como un proceso que ha comenzado hace tiempo y que aún continua inconcluso, y del cual lo importante no es precisar su fecha de comienzo, sino dar cuenta de la ideología o imaginario que lo avala y desarrolla. “Demasiado frecuente se habla de globalización de manera fetichizantes, es decir, de maneras que la convierten en una fuerza independiente de las acciones humanas y hacedora de nuestros destinos. Así representada hay quienes la demonizan y quienes hacen su apología. Pero lo común a ambas concepciones fetichizantes es imaginarla como una fuerza más allá de toda acción humana, a la vez que como procesos único, “el procesos de globalización”, el cual además suele caracterizarse como un fenómeno de carácter exclusivamente económico y/o comunicacional.” (Mato, 2001, 130)

La cultura, en este marco de globalización, y neoliberalismo desempeña un rol distinto de otros momentos; siempre ha sido contemplada como recurso, pero en dicha situación, se presenta como un recurso económico. En este sentido, “En la medida que la cultura deviene de un recurso de acumulación y se multiplican las posibilidades de crear contenidos localmente, se reduce su valor como medio de enaltecimiento, de distinción, o de integración comunitaria.” (Yúdice, 2002, 20).

La cultura queda a la merced de procesos que le so  ajenos, y que la condicionan, en el momento que la cultura como espacio de producción y reproducción de saberes y conocimientos se desvincula de los actores sociales que le dan forma, y se define en tanto un procesos de valorización económica “… cae y caerá todavía más en desuso. Esa relación de proveedores y de usuarios del conocimiento son el saber tiende y tenderá cada vez más a revestir la forma de los productores y los consumidores de mercancías mantienen con estas últimas, es decir, la forma valor. El saber es y será producido par ser vendido, y es y será consumido para ser valorado en una producción: en los dos casos, para ser cambiado. Deja de ser en sí mismo su propio fin, pierde su “valor de uso” ”. (Lyotar, 16)

La producción, a su vez, se desvincula del territorio, el Estado, y la cultura; los actores productivos deben adecuarse a demandas descontextualizadas temporal como espacialmente. La gestión del trabajo ya no compromete a un conjunto de actores identificados con un espacio físico determinado, y con una constante relación productiva. “El trabajo material y físico procede de cambiantes sitios, rompiendo el modelo mercantilista conforme al cual materias primas del tercer mundo eran transferidas al primero par la manufactura de mercaderías. En la era postfordista, la cultura se produce y se consume globalmente, relegando la idea de nación de origen a la insignificancia, aunque el modelo postfordista conserva la precedencia básica de que la plusvalía va aparar de la estructura diseminada de liderazgo, producción y consumo.” (Yúdice, 2002, 38)

El salto de la modernidad, a lo que Beck llama la “segunda modernidad”, está dado, podríamos decir, por una serie de transformaciones. Sintéticamente, resulta que  En la Edad Moderna, nace la idea de la democracia como democracia del trabajo, en el sentido que la democracia viva presupone el participar activamente en el trabajo remunerado.” (Beck, 2000, 21); el ciudadano se concidera como tal en tanto se relaciona socialmente en su condición de trabajador, por lo que solo aquel que posee un trabajo seguro y una vivienda, pueden acceder a la democracia. La democracia garantizaba estas condiciones. De reproducción de la mano de obra, y de la posibilidad de producción de la industria, aportaba al mercado capitalista todas las condiciones que éste necesitaba para desarrollarse y expandirse, como educación, salud, seguridad social, vivienda, una población consumidora de bienes y servicios, etc. Pero en la nueva era de la “segunda modernidad”, “Sin seguridad material no existe libertad política ni, por tanto, democracia propiamente tal, sino más bien una situación de riesgo y amenaza generalizada por parte de regímenes e ideologías de corte totalitario.” (Beck, 2000, 22). La sociedad laboral queda comprometida en su totalidad, al no asegurarse la continuidad de la democracia, y por ende la continuidad del mercado capitalista también se ve amenazado.

Riesgo, adaptabilidad, y precariedad laboral:

De lo antes expuesto, observamos que a raíz de la situación de inseguridad económica, y de fragilidad productiva, el modelo de pleno empleo ha desaparecido, para suplirlo una “sociedad de riesgo” como expone Beck. (Beck, 200, 79).; donde la creación de empleo no depende ni del Estado Benefactor ni de los sectores económicos, en las actuales circunstancias, es la creación de empleo depende de apelar a estrategias innovativas que con menor dotación de capital, debido a la restricción presente, se lancen a crear o solicitar fuentes de empleo en los sectores productivos.

En el paradigma de la segunda modernidad, cobra una importancia primordial precisamente ese cambio en el sistema del trabajo retribuido.” (Beck, 200, 79). No se trata de la caída del “fordismo” como organización laboral y productiva, del pleno empleo, de la seguridad social y los modelos de Keynesianismo; sino la apertura a un nuevo orden, distinto del anterior, y con nuevas estructuras y reglas. “En cambio, en la segunda modernidad impera el régimen de riesgo, y ello en todos los campos: economía, sociedad y política. La diferenciación apropiada no es, por tanto, entre economía industrial y postindustrial, o entre economía forsística y postfordística, sino entre la economía de la seguridad, la certeza, las fronteras bien delimitadas de la primera modernidad, de una parte, y, de la otra, la inseguridad, la incertidumbre y la desaparición de las barreras de la segunda modernidad.” (Beck, 200, 79). Hablar de riesgo es tratar a la sociedad, a la economía, a la política, como vulnerables, pero como ya vimos, vulnerables no de cualquier efecto, sino de precarización de su condición autónoma, y no individual; se da paso a una individualización de los sectores y las personas, que pierden relación con su autorregulación, quedan a expensas de un proceso que los afecta de manera global.

Los regímenes de riesgo son regímenes articulados en una red que atraviesan sectores empresariales y aptitudes perfecciónales y cuestionan el concepto de sociedad. La orientación del trabajo, o el sentido que este toma en la situación de riesgo, viene dado por varias dimensiones; se trata de un apremio a las decisiones, a la individualización y pluralización. El riesgo marca  las condiciones de competencia en el mercado, y por consiguiente la inserción de los trabajadores en el mercado laboral, son condiciones muy abiertas. (Beck, 200, 81).

Por lo tanto, se construye ante el escaso trabajo formal unidades económicas en situación de informalidad. “Las empresas informales surgen como resultado de que una parte de la fuerza de trabajo no puede ser absorbida por el Sector Formal. Por lo tanto su incorporación al Sistema Informal constituye un mecanismo que permite la supervivencia individual, al tiempo que opera como forma adaptativa de la sociedad en su conjunto.” (Cohen, 1988, 122).

De este modo aparece la microempresa, como concepto que permita clasificar el referente empírico, en su gran diversidad. Según Cohen, “La microempresa se trata de una unidad familiar de producción donde el propietario es quién lleva a cabo la mayoría de las actividades del negocio. Esta unidad, debido a su tamaño, tiene capacidad para absorber entre 3 a 5 personas asalariadas, quienes preferentemente son miembros de la familia o, en todo caso, personas de la comunidad en la que reubica la empresa. Cada uno de los trabajadores de esta microempresa se considera un empresario.” (Cohen, 1988, 123).

En esta situación de precariedad se da un fenómeno de imaginación y aptitud para sobrellevar la crisis de falta de trabajo, y generar una opción de empleo abierto; constituye según el autor, un segmento progresista al movilizar recursos materiales y humanos de la sociedad en su conjunto. “Constituye un segmento que logra mantenerse en el mercado asegurando cuando menos la subsistencia de su fuerza laboral, prueba que es posible encontrar combinaciones tecnológicas alternativas que requieren mucho menos capital por puesto de trabajo y por unidad de producto.” (Kritz, 1988, 46)

El nuevo mundo donde las grandes empresas ya no aseguran la estabilidad laboral y por ende de reproducción familiar, o el estilo de vida, o la inserción social, es un mundo producto de “… la concreción o intensificación de muchas transformaciones: el final de la guerra fría con el desarrollo de una nueva geopolítica global; el crecimiento de sin precedentes del transnacionalismo en una era de capitalismo flexible; la hegemonía de nuevos sectores industriales hi-tech, con el “informalismo” y las biotecnologías impactando la economía, la cultura, la política, las mentes y los cuerpos. La década también vio la consolidación de nuevos movimientos sociales que introdujeron otros estilos y demandas en la cultura política contemporánea.” (Lins Ribeiro, 2001, 161)

Características de las empresas

En la Ciudad de La Plata, las pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual son empresas relativamente nuevas, no más antiguas de diez años; su organización laboral, las técnicas de producción y los dispositivos tecnológicos que utilizan, también son relativamente nuevos. Si consideramos los puntos anteriores, observamos que el desarrollo de estas empresas estuvo dado a partir de las transformaciones de la industria, la reducción del mercado de trabajo, y la apertura de la economía del país a mercados extranjeros y sus importaciones; configurándose una situación productiva y laboral caracterizada por la precariedad, la inestabilidad y el riesgo. La comunicación visual jugó un nuevo papel en esta nueva situación productiva adaptándose y reconfigurándose; las empresas aquí consideradas son productos de estos procesos.

En este contexto de fragilidad laboral y productiva las empresas de comunicación visual se han constituido en base a sus necesidades de seguir produciendo y a las constricciones del mercado, adaptándose a las fluctuaciones de la demanda, y a los costos de producción, ya que las posibles tecnologías de impresión y los materiales gráficos indispensables han variado, sobre todo, con respecto al poder adquisitivo de capitalizarse.

Por observado en los casos estudiados, las empresas pequeñas y medianas de comunicación visual, se dedican a prestar múltiples servicios, estos pueden ser muy variados; desde la realización de una marca con logotipo y papelería, pasando por el diseño de un ambiente físico para un comercio, la señalización de un hospital, o hasta páginas Web con imagen en movimiento y sonido. Para ello, algunas empresas se especializan en ciertos productos o servicios, pero hay quienes que por su poder de producción, abarcan todas las posibilidades de venta del mercado.

Un dato interesante, que surgió con la investigación, es que para la producción las empresas no deben capitalizarse al nivel de otros emprendimientos, como productores de bienes que sí dependen de un cuantioso capital tecnológico; este tipo de empresas de servicios requiere a su vez de otros servicios para producir (servicios tercereados) ya que las impresiones gráficas se realizan en dispositivos técnicos muy costosos, que no resultan tan fácilmente al alcance del poder adquisitivo, debido a ello deben subcontratar los servicios de imprentas; para el caso de diseño Web deben contratar los servicios de un programador que cuente con las técnicas y tecnologías necesarias para organizar digitalmente todos los diseños visuales. Así se repiten los casos, en base a distintas producciones se requiere de suministros o servicios que exceden las posibilidades de las empresas de diseño y comunicación visual.

Además, estas empresas cuentan generalmente con pocas personas encargadas de producir, que rara vez son empleados formalmente, usualmente son ayudantes en una relación inestable de contratación, o un grupo de socios que participan tanto de la producción como de las ganancias, pero que mantienen de igual modo el estado de informalidad en las relaciones laborales. A su vez,  rara vez se observa  que las empresas se encuentren organizadas legalmente según las estipulaciones del Municipio, se ha encontrado que los impuestos no los mantienen al día, o que la empresa no está correspondientemente inscripta para su actividad.

Las dependencias y las tecnologías empleadas varían de caso en caso, debido a la gran diversidad de formas que pueden cobrar estos emprendimientos comerciales; pero todos mantienen, como características reconocibles, ser empresas en alguna relación de informalidad e inseguridad.  En los países en desarrollo, el sector informal -sin duda- forma parte significativa de la comunidad de los pequeños negocios. Al propio tiempo, es uno de los aspectos más confusos y excitantes del desarrollo del tercer mundo. Auque la importancia del sector en la creación de empleo ha sido determinada y reconocida, prevalece la incertidumbre cuando se trata de definir las actividades informales y de identificar las cambios efectivos y el significado de la asistencia a ellas.” (Lindenboin, 1988, 157)

Debido a las condiciones de precariedad, informalidad, y las relaciones con el mercado, se hace necesario caracterizar a las pequeñas y medinas empresas de diseño y comunicación visual como “microempresas”, para facilitar su análisis y  abordaje. Como ya se ha expuesto brevemente, existen varios aportes sobre la tipificación y conceptualización de “microempresas”, pero en este punto creo pertinente desacatar principalmente los aportes de Lindenboin. Para el autor, las microempresas constituyen un amplio sector productivo, caracterizado por adaptarse flexiblemente a las oportunidades que brinda el mercado, en función de sus recursos técnicos, humanos y tecnológicos. El autor comprende que “Sigue pendiente, por lo tanto, una conceptualización y tipologías concretas que permitan asumir con sentido abarcador la heterogeneidad del sector,…” (Lindenboin, 1988, 160). Pero nos ofrece una tipología siguiendo tres criterios clave: 1- Participación como demandante en el mercado de trabajo. 2- Nivel de productividad y de dotación de capital. 3- Potencial participación de sus propietarios como oferentes en el mercado de trabajo. (Lindenboin, 1988, 161)

Principalmente, en relación con estas categorías, se ha observado en el trabajo de campo una gran heterogeneidad de casos, difíciles de agrupar, pero realizando salvedades se pueden reconocer a grandes rasgos tres grupos de empresas: 1- Empresas de recursos estables; 2- Empresas de recursos moderados; y  3- Empresas de bajos recursos. La tipificación hace referencia no solo a los recursos materiales, sino también a recursos humanos, económicos, técnicos, tecnológicos, y sociales; de todos ellos depende la producción de estas empresas, y en base a todos ellos se estructuran las relaciones laborales. De modo que las características de cada grupo son:

1- Empresas de recursos estables:

Este primer grupo comprende a aquellas empresas que han podido capitalizarse medianamente, y que poseen un local con dependencias adecuadas para la producción y la relación con  clientes y proveedores. Este tipo pude estar compuesta por un grupo de socios, o ser un solo dueño, pero su producción se basa en mantener un personal estable asalariado, y un grupo de colaboradores estables, que se contrata de acuerdo a las demandas de producción; el total, conforma un grupo de trabajo extenso superior a cinco personas. Pueden o no poseer tecnologías de impresión o no, dependiendo del tipo de servicios que presten, pero lo principal es que pueden acceder fácilmente a las materias primas o a los servicios que necesiten para producir. Se relacionan establemente, gracias a su capacidad productiva, con una lista estable de clientes, y con un grupo de proveedores de servicios (imprenteros, distribuidores de implementos gráficos, etc.), y con especialistas técnicos (arquitectos, diseñadores industriales, etc.), que componen parte de las relaciones de producción y de trabajo.

2- Empresas de recursos moderados:

Este segundo grupo, abarca aquellas empresas que por ciertas razones no han podido mantenerse establemente en el mercado, y que si bien poseen relaciones estables con una clientela, y con proveedores de servicios, no así poseen dependencias aptas para la producción o para la relación con clientes, de modo que estas relaciones se desarrollan de manera especial, fuera del espacio de su empresa. Este grupo no se caracteriza por mantener un grupo de trabajo estable, aunque se ha encontrado generalmente grupos de asociados, o en relaciones de dependencia, de no más de cinco personas.

3- Empresas de bajos recursos:

Este tercer grupo considera al sector más precario de las empresas de diseño en comunicación visual. Generalmente compuesto por una o dos personas en relación de sociedad, que basan su producción en sus propias capacidades laborales y productivas, y que no poseen personal contratado de ningún tipo. Su lugar de trabajo, generalmente, está dado por su unidad de vivienda, y las técnicas y tecnologías que emplean son escasas. La relación con sus clientes se establece siempre por fuera de su empresa, y su relación con los proveedores de servicios también es escasa, debido a las características de los servicios que prestan. 

Con respecto a lo anterior, Lindenboin caracteriza cuatro tipos específicos de microempresas: A- “Empresarial capital intensivo”; B- “Familiar capitalizado”; C- “Empresarial de baja productividad”; D- “Familiares de estrategias múltiples”. (Lindenboin, 1988, 162). En el caso de las empresas de diseño y comunicación visual tenemos que por ser emprendimiento no relacionados con el ámbito familiar, no se atañen a las particularidades que este factor impone a la producción; pero sí se relacionan con los casos A y C. Que son:

A- “Empresarial capital intensivo”

Constituye parte del “sector formal”. Estas empresas están organizadas en base a mano de obra asalariada no representando rasgo tecnológico respecto de las mayores de su rama. El esquema de gestión es formalizado con neto recorte entre representantes del capital y  trabajadores, no apareciendo un sesgo especial hacia la ilegalidad en su accionar (remuneraciones, cargas fiscales, condicio0nes de convenio, facturación, habilitaciones, etc). La asignación de recursos y la estrategia de mercado están determinadas a partir del logro de una tasa de rentabilidad normal de largo plazo.” (Lindenboin, 1988, 162)

C- “Empresarial de baja productividad”

Se trata de unidades basadas predominantemente en el uso de mano de obra asalariada y de producción trabajo-intensivo. Generalmente sesgados hacia una baja productividad media, se caracterizan por su atraso relativo de su rama.

Su viabilidad tiene como soporte un fuerte componente ilegal que les permite competir con las empresas formales o bien alienta la articulación con éstas. Su forma de organización y gestión minimiza su compromiso laboral y fiscal. Su “informalidad” la hace flexible ante las fluctuaciones del mercado.” (Lindenboin, 1988, 162)

Entre los grupos reconocidos a partir del trabajo de campo, y considerando las tipificaciones de microempresas expuestas, se puede relacionar los grupos propuestos de empresas de diseño, con las tipificaciones que realiza el autor, a fin de obtener conceptos para caracterizar este tipo de empresas. Tenemos que a el grupo propuesto como “1” se vincula con la categoría “A” del autor,  y para el grupo “3” encontramos a la categoría “C” como correspondiente; en tanto el grupo “2”, por su carácter de proyección y estrategia productiva, como así también por su flexibilidad y precariedad mantiene relaciones ambivalentes con las categorías “A” y “C”. De esto resulta que si bien, las empresas pequeñas y medianas de diseño en comunicación visual pueden ser caracterizadas como microempresas, pero su especificidad exige que se las considere en referencia a su particular situación productiva y laboral, que por los procesos históricos que le han dado forma han asumido características propias.

Consideraciones finales:

Las pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual de la Ciudad de La Plata son un fenómeno resiente, nacidas de los procesos económicos sociales, y políticos que le han dado forma toda la economía argentina, pero que en este sector precario ha asumido la forma de microempresas.

El análisis de las estrategias de inserción laboral y productiva de estas empresas permite observar la existencia, e incluso la búsqueda de  múltiples combinaciones laborales que aunque se caracterizan por  el multiempleo, la sobrecarga horaria, el trabajo precario e informal; componen la realidad laboral de un sector que cada día cobra fuerza y desarrollo, dentro del mercado local y regional. A partir del desarrollo histórico, y de las consideraciones teóricas, como así también de la conceptualización de las “microempresas”, podemos desarrollar y abordar las problemáticas de las pequeñas y medianas empresas de diseño y comunicación visual en la Ciudad de la Plata, hoy día, a fin de que tanto la comunicación visual, como las gestiones del trabajo y la producción en los sectores micros o medios, en situación de riesgo cobren relevancia en la investigación antropológica.

Bibliografía:

BECARIA, Luís. “Empleo e integración social”. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2001.

BECK, Ulrich. “Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización”. Paidos. 2000.

COHEN, Ernesto. “La microempresa: Notas para su análisis”. En: ROFMAN, Alejandro; MORENO, Guillermo. “Generación de empleo. La microempresa como alternativa”. Ediciones CEUR. Argentina. 1988.

IÑIGUEZ, Alfredo. “Las dimensiones del empleo en la Argentina”. En: VILLANUEVA, Ernesto. “Empleo y globalización: La nueva cuestión social en Argentina”. Universidad Nacional de Quilmas. 1997.

KRITZ, Ernesto. “Bases para un programa de promoción del sector informal urbano”. En: ROFMAN, Alejandro; MORENO, Guillermo. “Generación de empleo. La microempresa como alternativa”. Ediciones CEUR. Argentina. 1988.

LINDENBOIN, Javier. “La microempresa: un fenómeno en busca de su identidad”. En: ROFMAN, Alejandro; MORENO, Guillermo. “Generación de empleo. La microempresa como alternativa”. Ediciones CEUR. Argentina. 1988.

LINS RIBEIRO, Gustavo. “Post-imperialismo: para una discusión después del post-colonialismo y multiculturalismo”. En MATO, Daniel. “Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización”. CLACSO. Buenos Aires. 2001.

LYOTARD, Jean F. “La condición postmoderna, informe sobre el saber”. Rei.  Argentina.

MARTINEZ NOGUEIRA, Roberto. “Racionalidad, riesgo y viabilidad de la microempresa”. En: ROFMAN, Alejandro; MORENO, Guillermo. “Generación de empleo. La microempresa como alternativa”. Ediciones CEUR. Argentina. 1988.

MATO, Daniel. “Producción transnacional de representaciones sociales y transformaciones sociales en tiempos de globalización”. En MATO, Daniel. “Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización”. CLACSO. Buenos Aires. 2001.

SVAMPA, Maristella. “La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo”. Taurus Alfaguara. 2005.

ROFMAN, Alejandro; MORENO, Guillermo. “Un programa de promoción, capacitación, asistencia técnica y financiamiento de microempresas productivas”. En: ROFMAN, Alejandro; MORENO, Guillermo. “Generación de empleo. La microempresa como alternativa”. Ediciones CEUR. Argentina. 1988.

WORTMAN, Ana. “Procesos e imaginarios de la globalización cultural en Argentina: entre consumo y exclusión social”. En “La Indigestión Cultural”. 2002.

YÚDICE, George. “La globalización y la nueva división social del trabajo cultural”. En: La indigestión cultural Buenos Aires. 2002.


[1] Estudiante tesista de Antropología Social. U.N.C.P.B.A, Facultad  de Ciencias Sociales, Olavaria, Pcia. De Buenos Aires, Argentina.