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< volver Martín Porta: Licenciado en Comunicación Social. “Comunicación y Cultura: una
posibilidad para pensar” Graduado en
Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales – UNICEN. Se ha
desempeñado como docente/investigador de la FACSO – UNICEN desde 1998.
Obtuvo becas de formación en investigación durante los años 1999-2001 y
recientemente en 2006 Beca Conicet de Posgrado. Desarrolla el Doctorado en
Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales y Ecónomicas –
Pontificia Universidad Católica Argentina. Participa en
el grupo de investigación IFIPRACD (Investigaciones en Formación Inicial
y Prácticas Docentes) de la FACSO – UNICEN. Directora: Prof. María
Elsa Chapato. Codirectora: Mg. Analía Errobidart. Pensar
a la Comunicación como disciplina científica, implica posicionarse en un
campo temático muy variado y con posibilidades múltiples. Esto es,
concebida simplemente como el proceso de intercambio de sentidos sociales
entre sujetos, nos da una pauta ya de que no estamos hablando de un campo
acotado de saberes particulares, sino que necesariamente todos los saberes
incluidos en este campo se tocan y conectan con otras disciplinas:
Antropología, Sociología, Lingüística y Semiótica, Historia, etc. Dentro de este contexto decidir la orientación profesional en dicha
Carrera tiene mucho que ver con el trayecto académico por el que se ha
ido realizando a través de los años de formación, y con los intereses
particulares que han suscitado mayor curiosidad. Profundizando en ellos,
conectando saberes y problematizando relaciones, se delinea un camino más
acotado a seguir. La orientación del desarrollo profesional hacia la carrera académica
brinda precisamente esta posibilidad de profundizar y delinear relaciones
a partir de la actividad docente y la investigación, puntualmente en este
caso a partir de las relaciones entre Comunicación y Cultura. Este cúmulo
de saberes conjuntamente analizados brinda una de las líneas troncales
que sustentan gran parte de la investigación en Comunicación hoy en día.
Un primer eje en esta relación aparece en el trabajo con los
materiales que proveen los medios de comunicación masiva, con los
sentidos sociales que de ellos se desprenden y con las prácticas
comunicativas que se “engendran” en el intercambio de sentidos. No sólo
saber qué dicen los medios, sino mejor aún, saber qué hace la gente con
lo que los medios le dicen. En el choque de dos propuestas surge un nuevo
sentido, que no es ni el primero ni el segundo, sino una resignificación
de ambos. Un segundo eje se constituye en la puesta en historia de los sentidos
sociales, esto es, rastrear a lo largo de la Historia la constitución de
ciertos imaginarios sociales, de lo que se cree y se piensa en cada época
nos da un marco más complejo de comprensión y nos brinda la posibilidad
de desnaturalizar concepciones anquilosadas sobre nosotros mismos y los
otros, sobre el mundo y el ser social, sobre los valores y las ideas que
los sostienen. La Historia de las manifestaciones culturales del hombre
ubica nuestra comprensión de las relaciones humanas en cada período histórico
concreto, y nos permite comprender dichas relaciones y lo que ellas
significan siempre y cuando podamos dar cuenta del universo simbólico que
las contiene. Un tercer eje tiene que ver con otro aspecto de la comunicación que es
este de poder trasmitir a los otros, en un proceso de intercambio,
conocimientos adquiridos e investigados para enriquecer la compresión
propia y la ajena sobre ese “raro” proceso humano de decir las cosas
del mundo social. Este eje conecta necesariamente a la Comunicación y a
la Educación, ya que transformar el aula en un espacio de intercambio
comunicativo, donde el conocimiento se convierta en el motivo central de
reunión y la clase no sea sólo una exposición más o menos sistemática
de algunos contenidos recortados. Transformar ese ámbito en un lugar de
feedback entre docentes y estudiantes enriquece el conocimiento y el mismo
proceso de enseñanza aprendizaje. Esta transformación es la que da
“verdadero” sentido al proceso de enseñanza-aprendizaje en tanto
construcción de saberes. Estos ejes planteados, tres entre muchos otros, no son necesariamente
desarrollados en ese orden en el tiempo sino que, muy al contrario, la
claridad expositiva no se condice con un desarrollo progresivo en el ámbito
de la formación profesional. Lo que allí se encadena en orden, aquí está
sujeto a las “leyes” del caos de la práctica humana. Y este recorrido aquí propuesto es solo eso, un recorrido posible
entre tantos. Recorrido que habla de intereses y búsquedas, de encuentros
y nuevas búsquedas. Desde esta perspectiva, apuntar a la formación de posgrado, implica una nueva búsqueda. Un reubicarse en la relación concreta con otra disciplina científica, la Sociología por ejemplo, para pensar procesos comunicativos en procesos sociales. Individuo y sociedad en el marco de la cultura es el modo adecuado de conectar las distintas dimensiones a analizar.
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