Intersecciones en Comunicación 13 (1)  2019 - ISSN-e 2250-4184 - Copyright © Facultad de Ciencias Sociales - UNCPBA - Argentina

MEMORIAS DE COMUNICACIÓN/EDUCACIÓN

Darío G. MartínezDr. en Comunicación. Becario Posdoctoral de Conicet, Centro de Comunicación, Educación y Discurso (Comedi). Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (FPyCS) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Recibido: 20/10/18 - Aceptado: 21/12/2018

RESUMEN

Aquí se propone un recorrido incipiente por las memorias de comunicación/educación. Se trata de un relato que presupone que la consolidación de esta trayectoria política-académica se basa en iniciativas estatales durante los últimos 15 años en la Argentina, como también en la región de América Latina. Se retoman los aportes de Walter Benjamin para conceptualizar la memoria y se inscribe a una publicación de Jorge Huergo como un umbral para comprender un tipo específico de concebir el campo-territorio de comunicación/ educación.

Palabras clave: Comunicación- educación- memorias- campo- políticas

ABSTRACT

COMMUNICATION/EDUCATION MEMORIES. An incipient journey through communication/education memories is proposed. It is a story that presupposes the consolidation of this political-academic trajectory is based on state initiatives during the last 15 years in Argentina, as well as in the Latin American region. The Walter Benjamin’s contributions are retaken to conceptualize the memory and it is inscribed in a publication by Jorge Huergo as a threshold to understand a specific type of conception of the field-territory of communication/education.

Keyboards: Communication-education-memories-field-policies

Vamos a empezar la lucha otra vez

el enemigo está claro y vamos a empezar otra vez”

Juan Gelman

¿Es posible hablar de memorias de comunicación/ educación? ¿Desde qué posición enunciativa es factible hacerlo? Ambas preguntas contienen trayectos de comprensibilidad para reflexionar acerca de los alcances performativos que tiene una perspectiva con algunos puntos consolidados y otros que están más difuminados. Una cuestión ineludible es que ya comunicación y educación aparece como propuesta temática en la totalidad de congresos académicos nacionales e internacionales, como así también forma parte de las estructuras curriculares de las carreras de comunicación en la Argentina y en América Latina.1

Resulta políticamente irrelevante e ineficaz dar cuenta de la totalidad de posiciones respecto del sendero a transitar por las memorias de comunicación/educación. En cambio, pretendemos mencionar desde qué lugar enunciamos una trayectoria posible para entrar en estas zonas reflexivas. Aquí reconocemos una línea de trabajo que en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata que comenzó a delinear Jorge Huergo y continuaron entre muchos y muchas más. Una perspectiva dialógica que fue trazando polifonías con trabajadores de ámbitos institucionales educativos, referentes de movimientos sociales y culturales y con el oído y el corazón atentos a los universos vocabulares de los sectores populares. Una forma de concebir a comunicación/educación con un horizonte político tejido por un fuerte compromiso con el pensamiento situado latinoamericano.

Este trabajo tiene una presunción hipotética como punto de partida que al mismo tiempo contiene focos de irradiación para futuros escenarios de intervención política. En los últimos quince años, en nuestro país –pero es posible decir que también en la región– hubo un movimiento desde la periferia hacia el centro, donde las políticas públicas asumieron el contenido político de comunicación/educación. En estos años, se instaló la voluntad política genuina de que es posible y fundamental hacer comunicación y educación popular desde el Estado. Esto no siempre fue así. Informes de investigación, publicaciones académicas en congresos y en revistas, señalan que en los años 90 y principios del 2000, las propuestas de intervención eran prácticas acotadas: el taller bien dado, el folleto ilustrado, la radio abierta en el patio de la escuela, entre otras.

En este tiempo, se hicieron evidentes la multiplicación de experiencias y sentidos de comunicación y educación popular: en planes de estudio de secundario, terciarios, universitarios; en la creación de nuevas carreras universitarias; en programas de formación docente; en propuestas de infraestructura y equipamiento para instituciones educativas; la entrega de dispositivos tecnológicos y materiales de capacitación, entre otros. Pero también esos sentidos de comunicación y educación popular se diseminaron en retóricas mediáticas y en enunciaciones políticas. En unos casos, se parecieron a significantes vacíos. En otros, apuntaron a la restitución de dignidades que lograron percibir las múltiples formas de la desigualdad o la pérdida de derechos cuando pudieron expresar en palabras esas modalidades de opresión.

Dentro de un horizonte político amplio, comunicación/educación como campo estratégico puede contribuir al diseño de mecanismos de intervención que desnaturalicen los modos de acumulación del capital en un continente tan desigual como el latinoamericano. Este es un activo que las memorias culturales alojan como un reservorio significativo que promueve acciones desafiantes para las articulaciones hegemónicas vigentes.

¿POR QUÉ HABLAR DE MEMORIAS DE COMUNICACIÓN/EDUCACIÓN?

La historia de América Latina, a grandes rasgos, se encuentra trazada por el saqueo, la expoliación de recursos naturales, la colonización, la negación de la palabra a sectores populares y los genocidios de la Conquista y las dictaduras militares. Aún a riesgo de cometer arbitrariedades, estos han sido los ejes que atravesaron a las naciones latinoamericanas en su intento por hacer de la emancipación algo más que una retórica política circunstancial. Procesos que no fueron armoniosos sino que se forjaron a costa de vidas humilladas y postergadas, de sueños diezmados por el peso de las balas y las torturas.

Con el reconocimiento de estos hitos, problematizar las memorias de comunicación/ educación implica un desafío ético-político pero también consiste en edificar una propuesta académica. Los estudios culturales señalan la necesidad de estudiar lo que se conserva en lo que se transforma y de atender lo que se transforma en aquello que se conserva (Thompson 1995). La avidez de novedades que se presenta en el mercado académico tiende a obturar las significaciones que irradian de tradiciones supuestamente perimidas y, a veces, el dogmatismo de ciertos mandatos fundacionales pierde el foco de los movimientos culturales emergentes.

Esas disputas lejos están de encontrar un punto de sutura. Funcionan dinámicamente, alteran escenarios institucionalizados, delimitan contextos, especifican problemáticas pero sin abandonar sus antagonismos constitutivos. Hay momentos de los campos de saber que parecieran indicar una sedimentación de ciertas prácticas y de las reflexiones que allí se suscitan, aunque siempre se hallan condicionados por la inestabilidad de las coyunturas políticas.

Por eso, la línea de trabajo que sugerimos apunta a recuperar y tensionar legados. Recuperar memorias tiene que abandonar una pretensión restauradora, de unir los fragmentos estallados en un totalidad objetualizada. Cada fragmento de esas memorias condensa un caudal de significaciones que puestas en una modalidad discursiva determinada promueven cierto tipo de condiciones de inteligibilidad y de acción. La noción de legados aparenta una transmisión o un pasaje del conocimiento socialmente acumulado de una generación a otra, donde unos dan a otros quienes se constituirán como sus herederos. Sin embargo, cada generación tiene la posibilidad creativa de distorsionar, de samplear aquel paquete significante que le donan por pertenecer a un contexto histórico singular. En esa dirección, nuestra insistencia radica en tensionar los legados: no aceptarlos pasivamente como tampoco subsumirlos de manera descontextualizada a nuestras urgentes coyunturas. Ni pasividad ante lo dado y menos aún posiciones acomodaticias que refuercen las profecías autocumplidas. Tensar una memoria de comunicación/ educación es una operación política que usufructúa densamente una práctica cultural sin caer en la comodidad de las posiciones esencializadas.

Otra de las tentaciones es confeccionar un inventario prolijo, donde existan lugares estipulados para cada referencia. Más bien, quisieramos proponer un abordaje de las memorias como una posibilidad de realizar un mapa de acción colectiva. De lograr un conglomerado de saberes, posicionamientos, prácticas colectivas destinadas a la intervención política. Ese mapa calidoscópico, de un territorio cenagoso, se constituye por convivencias inarmónicas que lejos están de las representaciones icónicas y voces imperativas de los dispositivos de GPS. Ahora bien, este mapa calidoscópico de las memorias de comunicación/ educación se actualiza con las miradas y los contextos de quien esté dispuesto a iniciar un viaje cuyo tránsito se dirija a problematizar las articulaciones hegemónicas que naturalizan la desigualdad y la opresión. Esa actualización se produce en las singularidades subjetivas, que son históricas y políticas, y trascienden los repertorios tecnológicos de acciones ya estandarizadas. Huir conscientemente del random, del algoritmo, proyecta escenarios y diseña acciones estratégicas.

UN ESQUEMA TRAYECTORIAL

A continuación exponemos la propuesta de un esquema para reflexionar en torno de los procesos de comunicación/ educación. Se trata de una propuesta dinámica, entre otras posibles, que tiene una forma de triángulo delimitado por comunicación, educación y estudios culturales en sus vértices [Figura 1].

e1

Propuesta de esquema

En el interior se encuentran categorías que podrían fungir como vectores con zonas de amplias intersecciones. Allí se vinculan saberesexperiencias y subjetividades; todas así, en plural, porque la forma de proponer este trayecto específico es imposible pensarlo en singular. Las formas de nominar a cada una ellas dependerán de la adopción particularizada y contextualizada de marcos teóricos. Sin embargo, una de las cuestiones a atender radica en analizar los procesos de formaciónsignificación y subjetivación. Las interrelaciones entre cada uno de estos procesos son escenarios fructíferos para comprender las transformaciones culturales que marcan el tono de las conflictividades a las que se enfrenta comunicación/ educación como un campo estratégico.

La intervención es una de las características de comunicación/ educación, que emergió como un espacio de disputa política antes que campo académico (Morabes 2008). Esta ha sido una de las características distintivas que tiene su punto de anclaje en las particularidades históricas de América Latina. Las superposiciones, mixturas y tensiones entre los procesos de formación, significación y subjetivación darán elementos para interpretar el por qué de determinadas articulaciones hegemónicas que obturan las posibilidades de revertir las condiciones de desigualdad de nuestro continente. Es imposible pensar de manera disociada estos procesos de los condicionantes históricos y de las acciones políticas que buscan influir en los destinos de la sociedad.

Al esquema anterior es necesario sumarle una preocupación en torno de lo que implica el horizonte político en comunicación/ educación. ¿En qué consiste el horizonte político? El horizonte es una apuesta a una construcción fluctuante, proclive a la contingencia y a los imprevistos, donde las subjetividades viven una experiencia que los interpela para ser protagonistas de la creación de modos de organización que atraviesen los imprevistos. En su imaginería, el horizonte reconoce condicionamientos, tensiones e incertidumbres, en el interior de una articulación entre lo que somos y lo que pretendemos ser.

Por otra parte, se vincula con la dimensión de lo político(Mouffe 2007) porque puede no hallar representaciones o directamente ser negado por la política. Tampoco se lo tiene que considerar como el elemento suturador de las conflictividades, más bien debe ser atendido como un tejido simbólico que permite la condensación de ciertos tipos de mundos culturales que traccionan la vida cotidiana. De allí que su intencionalidad no sea meramente una resolución de problemas, ni la consecución de objetivos a alcanzar en un corto plazo.

LAS MEMORIAS COMO MEDIO DE LO VIVIDO

La temática de la memoria, en términos generales, ha estado presente en las discusiones coyunturales de nuestro país. La devastación provocada por la Dictadura cívico-militar, el retorno a la democracia y el accionar de múltiples organismos de derechos humanos instalaron a la memoria como una problemática ineludible. Es materia de disputa, de convergencia significante que ordena el campo político. También es motivo de negacionismo que desprecia el valor de la vida humana y pone a una configuración aséptica del futuro como el dique suturador de las conflictividades sociales. Las voces cool del actual neoliberalismo extienden discursivamente la afirmación “miremos para adelante y dejemos el pasado”. Lo lanzan como si esto no tuviera efectos políticos, además de constituirlo en un significante que ansía licuar el componente revulsivo de toda memoria. Las memorias son terrenos de disputas, no solo por la interpretación de aquello que su supone como pasado, sino por el horizonte político que abreva en sus fuentes y proyecta escenarios.

Con este reconocimiento general, es que suponemos un trayecto para comunicación/educación con la intención de localizar un campo-territorio en discusiones macro del campo político. También porque aquí, como preocupación teórica-política, se intersectan dos derechos humanos: el derecho a la comunicación y el derecho a la educación. Aunque las coyunturas tiendan al escamoteo, recordemos que la comunicación es un derecho humano. En el caso de la educación, hasta las elites conservadoras, la sostienen como un derecho humano aunque más no sea por puro paternalismo y defensa del orden establecido. Sería muy fuerte que le negaran ese estatuto de derecho. Las memorias de comunicación/educación que propongo sintetizan una posición política surgida del contexto latinoamericano, además de entregar una singular metodología de intervención en escenarios sociales. Sin pretender esencializar posturas, ni contribuir a dogmatismos teorizantes, se busca reactualizar posiciones y recrear las metodologías para trabajar junto con el oprimido/a en la búsqueda de sus propias formas de organización.

En esas problematizaciones, son pertinentes las palabras de Walter Benjamin y su definición de memoria:

La lengua determinó en forma inequívoca que la memoria no es un instrumento para la exploración del pasado, sino solamente el medio. Así como la tierra es el medio en el que yacen enterradas las viejas ciudades, la memoria es el medio de lo vivido. Quien intenta acercarse a su propio pasado sepultado tiene que comportarse como un hombre que excava. Ante todo no debe temer volver siempre a la misma situación, esparcirla como se esparce la tierra, revolverla como se revuelve la tierra. […] Sin lugar a dudas es útil usar los planos en las excavaciones. Pero también es indispensable la palada cautelosa, a tientas, en la tierra oscura. Quien solo haga el inventario de sus hallazgos sin poder señalar en qué lugar del suelo actual conserva sus recuerdos, se perderá lo mejor. Por eso los auténticos recuerdos no deberán exponerse en forma de relato, sino señalando con exactitud el lugar en que el investigador se apoderó de ellos (Benjamin 2013).

La potencia de este fragmento se aloja en la oportunidad de cuestionar las experiencias históricas de quien trabaja con determinados materiales y pretende encontrar un hilo argumental que describa, al menos en un rasgo, las características del contexto cultural en el que vive. El modo de exponer estos materiales también es una operación de análisis, que construye preguntas que buscan interpelar las condiciones culturales actuales. Por lo pronto, será necesario recurrir a la historización de las condiciones de producción de determinadas configuraciones discursivas como expresión de los procesos sociales. Unas memorias que se presenten como inventarios prolijos de las experiencias que “nos salieron bien” están en las antípodas del componente revulsivo, en ocasiones plebeyo, de nuestra forma concebir a comunicación/educación.

Es interesante la apuesta a la exploración de la memoria como medio de lo vivido, y que acercarse a ella puede hacerse mediante planos, pero también con la palada cautelosa y revolver la tierra. Se trata de una memoria que no podemos acumular, ni es funcionalizable, en lugar de acumular, filtra y carga. “A diferencia de la memoria instrumental, la memoria cultural no trabaja con ‘información pura’ ni por lineariedad acumulativa, sino que se halla articulada sobre experiencias y acontecimientos, y en lugar de acumular, filtra y carga. No es la memoria que podemos usar, sino aquella otra de la que estamos hechos” (Martín-Barbero 2003). Son memorias que conjugan universos de significación de experiencias históricas.

Ahí es donde las memorias se cruzan con el concepto de matrices. Ambas, si bien apelan a diversos horizontes, evitan ser conjugadas como una totalidad capaz de ser interpretadas en un sentido único. Más deben ser analizadas por las relaciones y los modos de organización de los elementos que las componen.

La metáfora de la matriz puede ser leída como una toma de distancia frente a las asunciones más homogeneizadoras del concepto de cultura. Implica contemplarla no como un todo integrado –una colección de rasgos, un organismo, un mecanismo o una gestalt–, sino más bien como un conjunto de elementos heterogéneos cuya identidad reside en su distribución, en un modo particular de disponerse. La diferencia cultural no está en los elementos considerados por separado, sino en las relaciones entre ellos; no en contenidos concretos, sino en una forma peculiar de organizarse. Y esa articulación desafía tanto la distinción convencional entre lo propio y lo foráneo como la pretensión dogmática de que pueda darse una interpretación única capaz de totalizar su sentido (Cruces 2008).

Aquí rescatamos en la potencialidad de las relaciones entre los elementos que componen una matriz, en sus modos de organización que alteran las pretensiones totalizadoras. Comunicación/ educación, desde nuestra forma de concebirla, implica un claro enclave en lo cultural y por lo tanto en lo político.

EL UMBRAL

Sin afán de controversias, sumamos otro aspecto a la propuesta a partir de la posición de enunciación que planteada. Se trata de considerar al “libro verde” –Comunicación/Educación. Ámbitos, prácticas y perspectivas– de Jorge Huergo (2001) como un umbral. Decimos libro verde porque así lo nombrábamos como estudiantes en los pasillos y lo pedíamos en biblioteca de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la UNLP: ¡por color de la tapa! Como si en esa elipsis, en la alusión al verde, estuviera el germen de una perspectiva teórico-metodológica que muchos y muchas comenzaríamos a contribuir con nuestras producciones e intervenciones políticas. Esta publicación se convirtió en un pequeño umbral, para quienes comenzábamos a trabajar en comunicación/educación.

¿En qué consiste un umbral? Ernesto Laclau lo define así: “Es un punto de mira que estructura un horizonte discursivo, una línea divisoria entre lo representable y lo irrepresentable. Hay ciertos objetos que se constituyen a partir de ese horizonte, en tanto que otros, que podrían haber sido centrales, en un horizonte anterior, pierden toda viabilidad y posibilidad de representación”(Laclau 2013). Si bien este es un concepto utilizado con anuencia por la teoría política para explicar los populismos, deja una puerta abierta para que podamos comprender la irrupción de un elemento discursivo inesperado que altera un escenario prefigurado.

Los intentos de vinculación entre comunicación y educación fueron distintos luego de la publicación del libro verde. Es una apuesta arriesgada considerarlo de esta manera, pero no es lo mismo arriesgar en la propuesta de análisis que ser pretencioso. Un aspecto crucial fue que estableció la salida de los reduccionismos clásicos que centraban la comunicación en los medios de comunicación y la educación en la escuela. A finales de los años 90, Jorge Huergo también proponía que el proceso de escolarización de América Latina además ser estudiado como una variante de la conquista también fuera analizado como un proceso comunicacional. Gracias a su apropiación del proyecto de comunicación/ cultura de Héctor Schmucler (1997), en los años 2000, se fueron institucionalizando –en gran parte de los congresos nacionales de comunicación– las mesas de comunicación/educación (con la /).

En esa publicación, Jorge Huergo planteaba:

Comunicación/Educación significan un territorio común, tejido por un estar en ese lugar con otros, configurados por memorias, por luchas, por proyectos. Significan el reconocimiento del otro en la trama del “nos-otros”. Significa un encuentro y reconstrucción permanente de sentidos, de núcleos arquetípicos, de utopías, transidos por un magma que llamamos cultura” (Huergo 2001).

Ya en una de las definicionales nodales de comunicación/ educación están las memorias, como una de las capas geológicas del territorio común, a la que es posible reservar la capacidad de originar un movimiento tectónico cuando las trayectorias, los ámbitos y las perspectivas parecen suturadas.

También los umbrales dejan puntos de fuga, intersticios que otras reflexiones comienzan a ensanchar a partir de las experiencias colectivas que transitan. Para el caso específico de la Argentina, comunicación/educación también señaló que uno de los lugares donde la hegemonía más se consolida es en el sistema público de enseñanza. Algo que no ha sido lo suficientemente problematizado por los estudios culturales (Martínez 2015) en nuestro país y en gran parte de América Latina.

EL POLIEDRO

Aquí esbozamos una entrada posible a problematizar las memorias de comunicación/educación. La figura de un poliedro [Figura 2] es tentativa para lograr momentos explicativos, donde cada una de las caras que lo componen revele uno de los tantos matices que las componen. También ahí será posible observar los reflejos lumínicos que se refracten en una cara y que den sombras tenues a las reiteradas caras contiguas. Un movimiento del poliedro genera un movimiento que ocasiona un nuevo conjunto de relaciones entre los elementos que lo componen.

En esta propuesta, se trata de ubicar como potenciales caras del poliedro a los siguientes elementos: matrices, insurgencias, desafíos, horizontes. Se trata de una propuesta que propone unas claves para enfatizar una línea de entrada a la resignificación actual de las memorias.

  • Matrices: mantener el sentido político-cultural de comunicación/ educación. Sostener su inscripción en el terreno de la cultura y la disputa por la hegemonía.
  • Insurgencias: atender a las irrupciones políticas que alteran las articulaciones discursivas. Retomar críticamente la actualización del legado freireano. Tener presente que comunicación/ educación también puede contribuir a la disputa por la apropiación desigual del excedente en América Latina.
  • Desafíos: comprender los múltiples antagonismos políticos y los saberes y experiencias sociales. Observar las relaciones tensas entre las luchas por el reconocimiento y la restauración conservadora. Comunicación/educación como derechos humanos.
  • Horizontes: indagar en las relaciones entre tecnicidades, experiencias y horizontes políticos. Las tecnologías como vectores de subjetivación. La vigilancia tecnológica y los alcances de la toma de la palabra. La multirreferencialidad educativa. Marginalidad, inclusión, comunicación/educación.

En la Argentina actual, el poliedro –si todavía como petición de principios se concede la figura– se desplegará en un contexto de consolidación hiperbólica del grupo Clarín, restauración conservadora, endeudamiento externo, retorno a los designios del Fondo Monetario Internacional, ataques a la organización colectiva, desfinanciamiento de políticas públicas, etc. Algo que no dista de gran parte de lo que atraviesan otros países latinoamericanos.

Matrices, insurgencias, horizontes, desafíos se entraman y articulan relaciones de análisis y potencian escenarios de intervención política. “Aisladamente nada existe” dice el poeta Juan L. Ortiz. Es imposible pensar en las memorias de comunicación/educación, por fuera de los contextos o solo tomar una experiencia. A su vez, las acciones estratégicas de comunicación/educación deberán vincularse con las nuevas subjetividades que distan de las supuestas en la etapa fundacional del campo (Huergo 2005). En la actualidad, según el censo de 2010, el mayor segmento de la población argentina se concentra en jóvenes entre 15 y 19 años. También según el informe 2016 del Centro de Estudios Legales y Sociales, se trata del sector de la población que más ha sufrido la violencia institucional. Ambos datos estructurales conjugan prácticas culturales complejas, universos de significación estigmatizadores hacia los y las jóvenes que deberían ser cuidados por el Estado.

En las memorias de comunicación/ educación podemos excavar sus horizontes conflictivos, dilemáticos, porque así es la vida en común cuando se cree en radicalizar el amor por el ser humano. Veamos algunos casos. Paulo Freire fue uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores y no pudo vivir para ver a Lula en la presidencia de Brasil. Muchos maestros/as de la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR)fueron perseguidos por la Dictadura, y sin la memoria de la CREAR, el programa Fines hubiera sido imposible. Algunos integrantes del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), porque las vidas se les fueron, no llegaron siquiera a leer los borradores de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.2 Oyentes de las radios mineras bolivianas tal vez hayan soñado con llegar a la presidencia como Evo Morales.

La breve enumeración, por sí sola, indica poco. Más bien señala la imposibilidad de la acumulación, del inventario sin disrupciones, de los trayectos sin zigzagueos, ni retrocesos. Establece el largo derrotero que deben atravesar los procesos de comunicación/educación para obtener la fuerza suficiente como para horadar la relación hegemónica que todavía condena al silencio a numerosos sectores de las sociedades latinoamericanas. Al silencio o al estigma que obtura las posibilidades de imaginar nuevos futuros.

En tiempos donde los cuerpos de los jóvenes son usados por la maquinaria mediática para justificar la demagogia punitiva que legitima la violencia institucional. De chicas que son arrojadas a baldíos por la violencia machista, son momentos de revalidar el compromiso que en 1828 proponía Simón Rodríguez (1990):

En esa puesta en marcha, convertida en una práctica de la intervención política, la memoria se corporiza en horizontes de futuros más justos. Ahí se juega, a mi juicio, lo estratégico del campo de comunicación/educación: en la conquista y consolidación de derechos, y en el reconocimiento mutuo.

e2

e3

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Benjamin, W.

2013 Cuadros de un pensamiento. Imago Mundi. Buenos Aires.

Cruces, F.

2008 Matrices culturales: pluralidad, emoción y reconocimiento. Revista Anthropos 219.

Huergo, J.

2001 Comunicación/Educación. Ámbitos, prácticas y perspectivas. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. La Plata.

2005 Hacia una genealogía de Comunicación/Educación. Rastreos de algunos anclajes político-culturales. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. La Plata.

Laclau, E.

2013 Argentina: anotaciones preliminares sobre los umbrales de la política. Debates y Combates 5: 7-18.

Martín-Barbero, J.

2003 De los medios a las mediaciones. Convenio Andrés Bello. Bogotá.

Martínez, D.

2015 Saberes, experiencias y subjetividades de la educación de jóvenes y adultos en la ciudad de La Plata. Un abordaje desde la perspectiva de comunicación/ educación (tesis doctoral-inédita). FPyCS-UNLP. La Plata.

Morabes, P.

2008 La investigación en Comunicación/ Educación: problemas epistemológicos y teóricos en la (in)definición del campo. Oficios Terrestres 21.

Mouffe, Ch.

2007 En torno a lo político. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

Rodríguez, S.

1990 Sociedades americanas. Biblioteca Ayacucho Caracas.

Schmucler, H.

1997 Memoria de la comunicación. Editorial Biblos. Buenos Aires.

Thompson, E.

1995 Costumbres en común. Crítica. Barcelona.

NOTAS

1. Esta producción se inscribe dentro del Proyecto de investigación “Articulaciones estratégicas en comunicación/educación: campo académico, memorias y ámbitos educativos”. Este proyecto es dirigido por la Prof. Paula Morabes (Comedi-FPyCS-UNLP), a quien le agradezco los comentarios acerca de este artículo.

2. Agradezco las observaciones realizadas por Diego Jaimes.

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Compartir Igual 4.0 Internacional.