“El paraíso, tal como hoy lo entendemos, fue seguramente la invención de una clase relativamente desocupada.

En el sueño campesino, el trabajo no deja de ser necesario.

El trabajo es la condición de la igualdad.

Los ideales de la igualdad marxista y burgués presuponen un mundo de abundancia; exigen la igualdad de derechos para todos delante de una cornucopia; la cornucopia que construirán la ciencia y el desarrollo del conocimiento. Lo que cada uno de ellos entiende por igualdad de derechos es, por supuesto, muy diferente.

El ideal campesino de igualdad reconoce un mundo de escasez, y su promesa es la de una ayuda mutua fraternal en la lucha contra ésta y un reparto justo del producto del trabajo.”
                                   (John Berger, 1979)