Sonia Guajajara, coordinadora de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, culpa al Gobierno brasileño de fomentar el racismo hacia los indígenas


Es un icono de la resistencia pacífica en la Amazonía. Sonia Guajajara (Maranhão, Brasil, 45 años) está graduada en Letras, Enfermería y Educación Especial en la Universidad Estatal de Maranhão y lidera el grupo de Pueblos Indígenas de Brasil. Lleva años luchando por la dignidad de las comunidades del país y alzando la voz por los más de 800.000 indígenas brasileños. Con la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro a la presidencia de la República, su voz se ha endurecido y no tiembla al criticar las políticas "xenófobas y extremistas" que amenazan a su comunidad y que, según Guajajara, legitiman el discurso del odio de los brasileños. Hace un par de semanas que llegó a Madrid para asistir a la COP 25 y poner en valor el conocimiento y la sabiduría ancestral de las comunidades e incidir en el “continuo ataque del Gobierno a la población indígena”.


Pregunta. El sábado volvieron a asesinar a otros dos activistas indígenas en Brasil. Hace poco más de un mes fue Paulo Paulino Guajajara. ¿Por qué es tan peligroso ser ecologista e indígena en Brasil?

Respuesta. Mi país se ha convertido en un lugar muy peligroso para los que defienden los derechos humanos. Y principalmente para nosotros, los indígenas, los que estamos en primera línea de lucha en la defensa de los territorios. La tierra se convirtió en un objeto central en la disputa del poder político y económico. Ellos quieren cambiar y flexibilizar la legislación medioambiental para acabar con nuestros derechos territoriales y el Gobierno incita continuamente a la explotación de madera y minera. Entonces, si nosotros estamos haciendo el trabajo de protección y conservación y tratamos de garantizar nuestros derechos: somos el enemigo. Los indígenas nos hemos convertido en el enemigo del Gobierno. Y nosotros solo queremos mantener nuestros modos de vida.

P. ¿Quiénes están detrás de estos asesinatos?

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R. Mira, la manera en la que el Gobierno se posiciona hoy, fomenta mucho la rabia: promueve el odio y la violencia. Todas esas personas que se encontraban en nuestra contra se sienten ahora respaldados por el Gobierno, porque legitima ese discurso agresivo. La sociedad brasileña guardaba desde hace mucho tiempo ese racismo que ahora está apoyado por esa posición tan clara del presidente de la República. No hay forma de desvincular esos asesinatos de esa postura del Gobierno Federal.

P. ¿El racismo del que usted habla está más presente desde que Jair Bolsonaro está en el poder?

R. Mucho más, principalmente en las redes sociales. Ya no existe un mínimo de pudor. La gente expresa ese racismo de manera muy violenta. Son ataques muy muy graves. Estamos sintiendo en la vida real todo lo que se entrevé en las redes. Los asesinatos no son crímenes aislados. Están muy bien articulados por actores que no consiguen empatizar con nuestra visión sobre el territorio. Estábamos construyendo políticas para poner en valor nuestra cultura, pero con el Gobierno de Bolsonaro hemos vuelto a la nada. Como es un presidente que ataca continuamente a los negros, a los que vienen de la periferia, jóvenes, pobres, indígenas, activistas… Estimula mucho el coraje para que la gente lo exprese abiertamente.

P. En una entrevista reciente, el ministro brasileño de medio ambiente Ricardo Salles advirtió que los indígenas corresponden al 1% de la población, y sin embargo ocupan el 14% de la tierra. Además, aseguró que hay grupos organizados que no son indígenas y deciden por ustedes.

R. Es un ataque abominable que el ministro, que debería de proteger nuestros derechos, nuestra vida, nuestro medio ambiente, se apoye en una estrategia que promueve el separatismo. Busca el enfrentamiento entre nosotros. Ellos quieren deslegitimar a todas las personas que luchan y que están dispuestos a construir; solo quieren el camino libre para implementar sus políticas, que para nosotros es una agenda totalmente destructiva.

P. ¿Cuál es el papel de los pueblos indígenas en la preservación del medio ambiente?

R. Los pueblos indígenas tienen un modo de vida propio que protege de forma gratuita la vegetación, mantiene el agua limpia y cuida la biodiversidad. Los indígenas representamos el 5% de la población mundial y con nuestro modo de vida protegemos el 82% de la biodiversidad. Está comprobado que los territorios indígenas funcionan como barreras del calentamiento, de forma que si los pueblos indígenas estamos amenazados, la biodiversidad también lo estará.

P. ¿Y qué le parece la representación indígena en la COP? ¿Qué espera que pase después del 13 de diciembre?

R. Aún falta mucho para tener una presencia indígena más representativa. Porque es difícil: la burocracia es grande, las acreditaciones son muy restrictivas… Todavía falta abrir un gran espacio para que la voz indígena sea escuchada de verdad. El conocimiento de nuestros pueblos es una de las últimas alternativas para contener el calentamiento global pero falta tener a indígenas dentro de las negociaciones. Hoy no tenemos ese espacio.

P. ¿Y por qué aún no forman parte de esas negociaciones?

R. Por ese discurso tan agresivo que surge del Gobierno y que te comentaba. Pero nosotros no queremos compartir esa forma de hacer política desde el ataque. Queremos concienciar a la gente para elegir parlamentarios que representen de facto sus ideales. Y estamos en ese camino: el año pasado lanzamos 130 candidaturas indígenas y para las próximas elecciones municipales, estamos intentando involucrar a más indígenas y especialmente mujeres.

P. ¿Por qué?

R. En los últimos años, las mujeres hemos asumido un protagonismo gigante en las principales luchas sociales. Estamos saliendo a la primera línea. Y nosotras, las mujeres indígenas, estamos dentro de ese avance también. Antes lo hacíamos desde atrás, pero llega un momento en el que toca ser las protagonistas. Ya no aceptamos ser sumisas porque a final de cuentas tenemos las mismas aptitudes y compromisos que ellos.

 

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