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Newsletter Nº 9


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Antropología:

Lic. Horacio Sabarots

 Los jóvenes en riesgo como foco de indagación antropológica

Lic. Horacio Roberto Sabarots

Facultad de Ciencias Sociales – UNCPBA

hrsabarots@ciudad.com.ar 

Jóvenes (youth) discriminación (discrimination) riesgo (risk)

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D urante la década de los noventa, calificada como “la otra década infame” por una colega en función de la hegemonía neoliberal (Grassi, 2003), realicé trabajos de investigación entre sectores marginalizados urbanos, que crecían en número y en modalidades diversas de organización popular en procura de lograr condiciones de vida dignas ante la expulsión del mercado laboral y el debilitamiento de los mecanismos de compensación por parte del Estado. Junto a otros colegas de la Facultad de Ciencias Sociales realizamos trabajos de campo en el barrio Hipólito Irigoyen de Olavarría, registrando y reflexionando acerca de las lógicas del funcionamiento de programas de autoconstrucción de viviendas, y su articulación política con el municipio y otros factores de poder “externos” al barrio (Sabarots, Sarlingo, 1995; Sabarots, Sarlingo, Brook, 1998).

Con posterioridad, continuando en la temática, inicié trabajos de investigación en un barrio marginal de la ciudad de Buenos Aires; el Barrio Mitre. Fue allí dónde en el mismo proceso de la investigación emergió con fuerza el tema de la juventud, en tanto “problema social” presente en el imaginario de los vecinos y en tanto interés propio de mi investigación. La expresión “foco de la indagación” del presente trabajo no es casual sino que responde a la convicción de que los conflictos actuales en la juventud es resultado y síntoma de procesos sociales mas amplios que exceden al colectivo de jóvenes en riesgo. De acuerdo con ello coincido en que:

“Más que un ´grupo generacional´ o un ´estado psicosocial´, la juventud es un fenómeno sociocultural en correspondencia con un conjunto de actitudes, patrones y comportamientos aceptados para sujetos de una determinada edad, en relación a la peculiar posición que ocupan en la estructura social (…) No debe hablarse entonces de ´juventud´ sino de jóvenes concretos, porque además de tener origen en sectores sociales diferentes, los jóvenes son sujetos que poseen una condición social específica y son agentes de un proceso esencial a toda sociedad que consiste en la reproducción social de la misma” (Mekler, 1992)

De allí la necesidad de enfocar y desenfocar, centrar y descentrar la perspectiva en función de rescatar la visión holística de la Antropología, pero en base a las técnicas cualitativas que nos permitan comprender la producción de sentido en arenas políticas locales, y siempre bajo una óptica intercultural de los fenómenos sociales.

En el contexto académico actual se están multiplicando los estudios sobre juventudes en Latinoamérica y se están empezando a sistematizar los resultados en encuentros científicos que abordan distintos aspectos de la problemática juvenil y desde distintas ciencias humanas y enfoques teóricos (por ejemplo: 1ra. Reunión Nacional de investigadores/as en juventudes, a realizarse el 17 y 18 de noviembre de 2007, en la Facultad de Trabajo Social de La Plata). Pretendo aquí presentar brevemente algunos aportes para la reflexión sobre las trayectorias educativas y laborales de jóvenes del barrio Mitre, señalando la incidencia de los estereotipos sociales y la discriminación, como factores relevantes en el curso de sus vidas cotidianas. A los fines de preservar la identidad de los entrevistados, los nombres utilizados son ficticios.

 

El acceso a la educación y al trabajo: jóvenes de aquí, jóvenes de allá

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A lo largo de la década del 90 y desde la recuperación democrática en 1983, el barrio Mitre fue escenario de luchas por la legalización del espacio urbano y el mejoramiento de la infraestructura, incluida la educación y la salud. En un sentido mas simbólico y amplio fueron disputas por el reconocimiento en la ciudad, una vez diluido el “fantasma” de la erradicación. En ese marco y con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, entre ellas La Compañía de María y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), y algunas áreas del estado, los pobladores lograron que se instalaran a pocas cuadras instituciones educativas de nivel medio: Escuela Municipal de Enseñanza Media 5 (EMEM 5) y un centro educativo para adultos, dependientes del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Los reclamos se orientaban a cubrir las expectativas de que los jóvenes del barrio lograran en su mayoría concluir el nivel medio de enseñanza. Los reclamos materiales también estaban acompañados de quejas y denuncias por parte de los padres de que sus hijos eran víctimas de discriminación en las instituciones educativas por provenir del Barrio Mitre, sintéticamente por ser “villeros”. Una joven del barrio se refiere a una escuela primaria lindante: “Donde sí hay discriminación es en el República de Turquía pero en la primaria, donde están las chicas.  Porque mis dos hermanas fueron ahí y las vivieron cargando porque vivían en el barrio, les decían negritas villeras, vos vivís en la villa, y por ese motivo las hemos cambiado de colegio" (Rosario, 20 años). 

Con respecto a si hubo cambios desde que ella fue allí, afirmaba:

"Sí (enfático), ahora están yendo muchos chicos de fuera del barrio, y según lo que me cuenta mi hermana menor discriminan mucho. Como son chicas que no son de pelear tampoco, venían llorando a mi casa y decían que estaban cansadas que les decían negras villeras, que les decían de todo, entonces mi mamá las sacó (…) Pero en tiempos que yo iba al colegio iba mucha gente del barrio (Mitre), y por eso no había discriminación, no nos íbamos a cargar entre nosotros, no nos íbamos a decir villeros. Pero ahora que empezaron a ir mis hermanas ya no había tanta gente del barrio porque muchos se cambiaron porque tenían problemas con la Directora, entonces ahí empezó el problema" (Rosario, 20 años).

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Como se ve, la situación de mayoría o minoría en el aula afecta las representaciones prejuiciosas de “los otros” chicos y la autopercepción de los chicos del barrio Mitre. Sin embargo el clima de hostilidad producto del estigma no fue objeto de tratamiento institucional, sino que se resuelve por la escisión, por una suerte de limpieza de los “chicos con problemas” por parte de la directora.

De este modo la EMEM nº 5 se consolidó de hecho como una escuela para los jóvenes del barrio Mitre, y en sentido mas amplio para jóvenes en situación de vulnerabilidad social, con todas las ventajas y dificultades que ello implica. Institución cuyo proyecto y personal, empezando por la dirección se ha especializado en la retención de jóvenes con distintas dificultades familiares-sociales, pero que a la vez está expuesta a ser estigmatizada en la zona, justamente por incluir a los discriminados. “Esa escuela es un aguantadero de chorros”, puede oírse en los corrillos del vecindario.

Objetivamente, y en base a datos de una encuesta que realizara en el año 2003, los años de escolarización han aumentado entre los jóvenes en relación a sus mayores, coincidiendo con datos generales para la ciudad de Buenos Aires. Un estudio reciente sobre el perfil de los jóvenes en la ciudad señala que entre quienes han alcanzado a completar sus estudio secundarios, el 88,1 % están ocupados, lo que conduce a afirma que: "Recién cuando se ha logrado completar el nivel secundario parece haber una ventaja nítida para conseguir trabajo”  (Chitarroni, 1998).

Esta información estadística para el total de la Ciudad de Buenos Aires, es coherente con lo manifestado por los jóvenes entrevistados en el barrio, quienes afirman que los potenciales empleadores cada vez demandan mas nivel de instrucción, incluso para cubrir puestos laborales de baja calificación y remuneración. Para aspirar a los trabajos más formales, tal como empleado o repositos en las grandes cadenas de supermercado, les demandan nivel secundario completo e incluso manejo de algunos programas de computación.

Sin embargo, los jóvenes que viven en contextos urbanos estigmatizados, además de las restricciones generales propias de las transformaciones del mercado de trabajo y la precarización del empleo, deben lidiar con otras dificultades derivadas de los imaginarios que los asocian al delito y la droga por vivir en un barrio pobre. Además, esas situaciones de discriminación vividas desde el nacimiento van afectando la autoestima de los mismos jóvenes que comienzan a ver su destino en clave fatalista y con menos esperanzas.

El caso de José, un hombre del barrio que logró ascender socialmente en virtud de potenciar un capital social que recibió de su familia (su padre y su tío fueron referentes en el barrio), ilustra con sus palabras las dificultades para torcer un destino marcado:

"Tuve un circulo de gente que me pudo dar una mano muy grande en lo personal, hacerme ver que la vida es fuera de lo común,…donde si yo me quedaba como uno más: ´qué me van a dar laburo, si no voy a progresar porque vivo acá´ Hay muchos que se marginan en sí, digamos, por la cuestión cultural, lo veo, o porque no tuvo la oportunidad que alguien le diga: ´No…pará, es otra cosa, si vos podés´. Yo tuve la varita mágica, otros por ahí no la tuvieron" (José, 40 años).

José se ve a sí mismo como alguien que gracias a la suerte y a ese capital social acumulado en su familia, pero sobretodo por su voluntad y seguridad personal logró romper con esa cultura “derrotista” y diferenciarse de los demás. A lo largo de las entrevistas se repite un argumento que remarca su cualidad personal y psicológica, vinculado a la autoconfianza, a sentirse seguro de sí mismo, que le permite, en sus términos, “plantarse ante cualquiera” consciente de sus derechos. Se refiere en definitiva a la posibilidad de construcción de una identidad positiva, en un contexto social desfavorable, que es interpretado como la condición para obtener la clave de la inclusión: metafóricamente “la barita mágica”.

 

Unas piedras en el camino: ¿trabajamos o “choreamos”?

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En los ámbitos más institucionalizados del barrio, el estudio, en tanto herramienta indispensable para intentar obtener un trabajo, aparece en los discursos como un valor importante, como parte de una moral “decente” vinculada al trabajo y la familia, a diferencia de otras morales “desviadas”, “ilegales” que existen en el barrio, y de las que participan “otros jóvenes”. Este imaginario, que divide entre jóvenes “buenos” y “malos”, aunque sus límites son en realidad difusos, también lo manifiestan quienes trabajan socialmente en el barrio, apuntando también a las dificultades y riesgos que supone introducirse por esos laberintos mas peligrosos; “Por ej, un pibe de 14 años me dice: ´mi mama se fue de vacaciones a España y Holanda, fue a vender merca (droga)´. Y vos sabes esas cosas, quisiera no saberlas (Rodolfo, 38 años).

En el barrio Mitre, sobre un fondo histórico denso y con gente mayor que percibe un presente que guarda poca relación con el pasado, los jóvenes aparecen desde el temor, sobretodo para los ancianos, como la encarnación de los nuevos males en la sociedad y en el barrio: inseguridad, vagancia, robos, drogas. Téngase en cuenta que hace pocas décadas muchos habitantes del barrio eran obreros de la fábrica Philips, lindante con el barrio Mitre, o de otras empresas o talleres, instancia en la que gozaron de cierta seguridad e incluso protección a través de mejoras del barrio solventados por las empresas. Esa conciencia y modo de ver el mundo de los obreros disciplinados en torno a la fábrica, mas allá de su condición objetiva de explotados, parece haber empezado a debilitarse a partir de la década de los 80s., con la crisis del modelo de economía centrada en el Estado y la reestructuración subsiguiente.

Uno de los efectos de este clivaje histórica ha sido la crisis en la juventud, colectivo que padece con mayor fuerza los cambios en el mercado laboral, la pérdida de la calidad del empleo: la llamada precarización y flexibilización, las nuevas exigencias de capacitación para intentar ser incluidos socialmente y la seducción tanto para el consumo y/o tráfico de drogas, como de otros circuitos delictivos para obtener “dinero fácil”, que implican nuevos ordenes de riesgos.

No obstante, también tenemos indicios a través de algunas entrevistas que esos límites no son  tan claros, y que es una cuestión de supervivencia mínima deslindar vinculaciones con jóvenes que están en circuitos ilegales o delictivos. Lo que sí esta claro, por lo menos en el discurso de nuestros informantes, es que ellos buscan diferenciarse de unos otros jóvenes del barrio quienes estarían vinculados al robo y al consumo-compra-venta de drogas. Sin embargo, entre pares, la visión suele ser mucho más condescendiente que aquella que implica diferencias entre generaciones. Esas prácticas “desviadas” no impiden la interacción social en otros planos con los que no estas en ese ámbito del “trabajo”, tal como nombran al delito de modo irónico. Los vínculos de vecindad, amistad, noviazgo y otras relaciones de parentesco a veces son más fuertes que la condena que la sociedad más abarcadora construye sobre el delincuente.

Por otra parte, otras investigaciones realizadas sobre jóvenes pobres en el gran Buenos Aires parecen ser convergentes con nuestro trabajo, en el sentido que en Argentina, a diferencia de los jóvenes marginales de otros países, no habría una preeminencia de grupos juveniles excluyentes que tiendan a cerrarse sobre sí mismos, al encapsulamiento, sino mas bien limites laxos y permeables entre prácticas de trabajo legal y prácticas delictivas. Gabriel Kessler (2004) habla de un tipo de conducta delictiva muy extendida entre estos jóvenes a los que designa como “delincuentes amateurs”, afirmando que: "En éstos no se verifica esa separación tajante entre actividades legales e ilegales, entre trabajo y delito. Hay una zona gris en la que, de acuerdo a la oportunidad, trabajo y delito pueden estar concatenados (…) nada nos permite predecir que un joven que ha cometido un delito hoy será mañana un delincuente profesional" (entrevista en el Diario Clarín, 20/02/2005)

Mas allá de que esta distinción entre “nosotros” y “los otros” jóvenes que aparece en los discursos de nuestros informantes se corresponda con las prácticas sociales, o conforme mas bien una construcción social imaginariamente polar, es interesante el hecho que, en algunos momentos ese grupo de “jóvenes desviados” se presente como la conducta extendida de la mayoría. Aún cuando en otros contextos discursivos aparezca como una minoría que perjudica al resto mayoritario de “gente humilde” (como suele designarse a la gente trabajadora). Ello abona esta idea de una zona gris donde se combinan prácticas legales e ilegales de acuerdo a las oportunidades que se presentan a diario:

“…El chabón caliente (se refiere a un amigo que buscando trabajo dio la dirección del barrio y lo descartaron automáticamente) por culpa de dos forros que andan jodiendo nos cagan a todos (…) Esos chicos (se refiere a los “desviados”) algunos están en cana o en algún colegio encerrados, ellos del barrio eran 1/4, el resto era…son gente humilde, era. Eran gente muy buena que laburaba o estudiaba, el resto era gente que robaba, que andaba con la falopa, que venden droga”  (Jaime, 18 años).

“…Acá hay gente que se cría de una forma y se sabe que cuando sea grande va a ser de una forma, por ejemplo va a seguir estudiando, va a hacer una carrera o va a estudiar hasta ahí nomás… o va a formar una familia”(…) “…de esos hay uno cada tres cuadras…y el barrio tiene dos. No quiero mandar al frente a nadie, pero…” (Mateo, 21 años).

Para comprender las trayectorias de los jóvenes del barrio Mitre resulta esencial visualizarlas como un cruce complejo entre las especificidades de vivir en un barrio-villa con características semi-cerradas y los imperativos “externos” inmediatos y estructurales que condicionan su identidad y el futuro posible para ellos. El afuera también los define socialmente, le marca sus posibilidades, constriñe las alternativas y estrategias de vida.

 

Más allá de la investigación

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A modo de complemento quiero terminar señalando algunas cuestiones que se suscitaron a lo largo de la investigación, que considero importante en términos de la práctica del trabajo de campo, y sus efectos en cuanto a reflexión compartida con los actores sociales, de demandas al investigador y compromiso con situaciones injustas que implican hasta el riesgos de vida para los sujetos. Todo ello surgido de la investigación pero que interpela al antropólogo mas bien en su condición de ciudadano.

En una relación prolongada con una población, que en este caso fue de cinco años con interrupciones intermedias, es lógico y no es novedoso que se genere una especie de intercambio de mutua conveniencia entre el investigador y determinados actores sociales del barrio, una vez consolidada una mutua confianza. Para ser sintético, solo listaré una serie de acontecimientos que en su mayoría fueron muy gratificantes:

1.      En los inicios de la investigación hubo por parte de la ONG que nos facilitó la entrada al barrio, una clara demanda en cuanto a entregar los resultados de la investigación a las instituciones locales.

2.      En el proceso de conocimiento de una asociación civil de la zona surgida para reducir la inseguridad, hubo una fuerte recusación a lo expuesto por mí en una ponencia presentada en un Congreso, por parte de uno de sus fundadores quien había accedido a que lo entrevistara.

3.      Los referentes de una ONG del barrio me pidieron trabajos publicados por mí para argumentar técnicamente en las solicitudes de subsidios a organismos del  exterior.

4.      Referentes de la EMEM nº 5 tomaron conocimiento de publicaciones de mi autoría sobre el barrio Mitre y las utilizaron como material de discusión en distintos emprendimientos del barrio. Asimismo ellos me facilitaron materiales sobre la propuesta educativa de la dirección.

5.      Fui invitado a distintas reuniones para aportar a la compleja situación en el barrio.

6.      Se me solicitó que testificara en una demanda judicial iniciada a la directora de la escuela República de Turquía por discriminación. Finalmente la directora fue separada de la institución.

7.      Fui director de la tesis de Maestría de una Licenciada en Trabajo Social que hace años vive y trabaja socialmente en el barrio Mitre, como miembro de La Compañía de María.

 

BIBLIOGRAFÍA

CHITARRONI, H. 1998 “Estudios sobre la estructura social de la ciudad: ocupación y distribución del ingreso”. Documentos/10 Centro de documentación en políticas sociales. Gobiernos de la ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires

GRASSI, Estela 2003 Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame (I) Editorial Espacio. Buenos Aires.

KESSLER Gabriel 2004 Sociología del delito amateur. Editorial Paidós. Buenos Aires.

Mekler, V. M.  1992 Juventud, educación y trabajo/1. CEAL. Buenos Aires.

SABAROTS, Horacio y Marcelo SARLINGO 1995 “Los caminos de la organización popular barrial: límites y potencialidades de una experiencia”. En: Gravano, Ariel (Comp.) Miradas urbanas - Visiones barriales pp. 203-241, Editorial Nordan. Montevideo.

SABAROTS, Horacio, Marcelo SARLINGO y Gabriela BROOK 1998 “Autoconstrucción de viviendas en Olavarría: de la organización popular a la planificación municipal”.En: Intersecciones. Año II, número 2: 105-122, Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría (UNCPBA). Olavarría.

 

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