Novedades

Newsletter Nº 9


< volver

CONCURSO REGIONAL PLÁSTICO – LITERARIO “UNIVERSO SORIANO”

Organizado por la Secretaría de Cultura de la Universidad Nacional del Centro se llevó a  cabo el concurso regional  plástico – literario “Universo Soriano”. Se trata de un proyecto que recupera la trayectoria del escritor Osvaldo Soriano. El evento se realizó al cumplirse los diez años de la desaparición física del autor, quien vivió en la ciudad de Tandil.

Las experiencias artísticas fueron puestas a disposición del público en el hall de entrada del Centro Cultural Universitario, donde se proyectó un documental sobre Osvaldo Soriano.

Por su parte la entrega de premios se llevó a cabo el 25 de octubre, previa evaluación de los trabajos por parte de los jurados Alberto Florit, Federico Carbia y Cecilia Pagliaro, en obras plásticas; y Juan Perone, Pablo Moro y Manina, en trabajos literarios. En aquella oportunidad resultaron ganadores participantes de Olavarría, Azul y Tandil. En narrativa el primer lugar fue para “Sofía”, de “Saviolita”, Gustavo Martínez; el segundo para “Relato Relativo”, de “Dalila”, Estefanía Paola Berte; y mención especial para “El mundo en bicicleta”, de “Martin Crown”, Guillermo Wulff.
En poesía el primer lugar fue para “Universo Soriano”, de “EPU” (El poeta urbano), Alfredo Gomory; el segundo fue para "Deslumbramiento" de Antares, Julio Villaverde; menciones especiales para “Roma S.A.”, de “Augusto Garner”, Rodrigo Alejandro Velásquez; y “Cuento con su ayuda”, de “Santiago Becerra”; Gustavo Marcelo Sala.

“Universo Soriano” fue el inicio para abordar como dijo el escritor homenajeado que: (...) " no nos queda otra posibilidad que afrontar lo que somos, el relato que llevamos siempre”  

A continuación ofrecemos a los lectores algunos párrafos del relato que obtuvo el primer premio en narrativa. Tal como se indicó anteriormente, “Sofía” fue escrito por Gustavo Martínez, quien es profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. El Dr. Gustavo Martínez es Investigador Adjunto del CONICET y Profesor Adjunto en el Seminario de Tesis de la FACSO-UNICEN. Licenciado en Antropología, orientación Arqueología (1993) y Doctor en Ciencias Naturales (1999) en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP), realiza sus estudios arqueológicos en los cursos medio del río Quequén Grande e inferior del río Colorado. Forma parte del núcleo de investigación consolidado INCUAPA (Investigaciones Paleontológicas y Arqueológicas del Cuaternario Pampeano; FACSO-UNCPBA). Como parte de su actividad docente dictó clases en las asignaturas Seminario de Tesis, Arqueología Argentina, Arqueología de Grupos Cazadores-Recolectores Americanos, Seminario de Arqueología Evolutiva y Geología y Geomorfología.

 

 

Fragmentos extractados de "Sofía"

 

 

 

“- Yo me enamoré de un invento mío, de una creación mía, de un personaje que nunca existió realmente - reflexionaba Sofía. Sin embargo, aceptaba que de algún modo todas las personas creaban permanentemente aquello que más necesitaban”

“El sol le cegó los ojos cuando la madera chirrió al compás de un corto vaivén, y Sofía distinguió entonces, apoyadas contra el mediodía de enero, tres siluetas duras, de roca sólida, que no aparentaban ser de este terruño. Desafiando al limbo de la sequedad y del aire ardiente que parecía crear un espejismo, la mujer se adelantó un paso y constató la realidad con sus dedos interpuestos entre la claridad y sus ojos. Olfateó el olor a monte, el olor a bestia hedionda y abominable que exhalaban las tres sombras. Cuando consiguió la perspectiva necesaria pudo recién distinguir las figuras de tres guerreros con su parafernalia bélica colgando de su cuerpo, como prolongaciones del mismo, como carne transmutada en acero roído por el paso de las guerras, por el paso de los cuerpos, por el paso de las vidas”.

“Porque la venganza no consumada no tiene dimensiones una vez instalada en los serpentiformes vericuetos de la mente. Porque la sensación de insatisfacción que produce aquello no acabado, en definitiva, sólo se aprecia en la propia frustración de un espíritu que no tiene paz, pero tampoco conoce la acidez de la guerra”.

“Mi padre y mi abuelo me deben la vida, porque vivir para terminar con una anacrónica tarea comenzada por ellos, es un total y absurdo despropósito. Y acá estoy - continuó Ramiro- , acá me tiene, de nuevo un martes, varios años más tarde intentando matar a un muerto, sólo por los infranqueables designios del destino, sólo por esa fuerza teleológica del cosmos que nos encauza milimétricamente en sus soberbios caminos ya trazados, a lo sumo desviados por imponderables que dilatan lo que ya está escrito, aquello que Dios, soberbio y sin límites, preparó para cada uno de nosotros (…) Es por eso que lo eterno no es cuestión de largos tiempos abismales, sino de un momento, de un punto que cobra una única dimensión en el espacio, donde el hombre siente que su completitud es tan abrasadora que el cuerpo le queda chico y el alma se escapa por cada uno de sus poros.”

“Ramiro cruzó el dintel de la puerta, sus botas se pararon en posición de firme, y sólo fueron sus botas porque sus piernas eran de otro. Un frío eterno se instalo entre sus dedos entumecidos por la adrenalina. Dirigió sus ahora melancólicos ojos al catre y pensó: - Matar a un muerto, que estupidez -.”

“Hoy ya no queda casi nada de Juliana, sólo un puerto deshecho, unas pocas casas desmanteladas, barcos semihundidos, algunos perros flacos husmeando entre los escombros y los desperdicios. El río sigue tan rojo como siempre. Paradójicamente, la parte del pueblo que parece más viva es el cementerio. Sobre la entrada, doblando a la derecha y siguiendo un camino bordeado por flores de plástico se encuentra una tumba quemada que se distingue de las demás. En un resquicio de mármol incinerado aún puede leerse “Aquí yace Ernesto de la Fuente, muerto, muy a pesar suyo, de muerte natural, el día martes 29 de Febrero de 1945.”