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Dra.
Verónica I. Williams Docente,
investigadora e integrante del cuerpo docente del Doctorado en
Arqueología que imparte la Facultad de Cs. Sociales UNICEN.
En el segundo cuatrimestre 2006 dictará el seminario de postgrado “Sociedades
Pre-estatales e Imperios en América del Sur” Dra. Verónica Williams con parte de su equipo ascendiendo al Fuerte de Tolombón, Sur del valle Calchaquí, Salta. 2005 La investigadora adelanta la particularidad de la temática que desarrollará en el curso que dictará durante el mes de octubre en la ciudad de Olavarría. SOCIEDADES
PREESTATALES E IMPERIOS EN AMÉRICA DEL SUR Este curso ofrecerá una visión
general sobre la emergencia de la desigualdad social y la formación
de jerarquías en sociedades de América del Sur, especialmente en el
Área Andina. Se analizarán todas las variables que pueden se
abordadas desde la arqueología para comprender la evolución de la
complejidad, especialmente las
sociedades urbanas, sociedades sin estado y los imperios. Temas como
estratificación social, intercambio, economía doméstica,
arquitectura, producción de comida y consumo, producción de cultura
material (cerámica, tejidos, metales, lapidaria, etc) y economía política
serán considerados en el curso. Como ejemplos se analizarán casos
específicos para los Andes como Chavín, Tiwanaku, Moche, Chimú e
Inca. Para introducir este último caso se evaluarán las diferentes
posturas teóricas sobre la naturaleza de los Imperios a nivel
mundial, y se incluirá toda la variabilidad de perspectivas de
acercamientos metodológicos, arqueológicos, históricos y etnográficos
para entender la formación, naturaleza y caída del Imperio Inca o Tawantinsuyu
como uno de los sistemas más grandes y complejos de la América
prehispánica. Se ofrecerá
una visión general del ambiente y el contexto histórico de los Andes
en tiempos en que los Incas comienzan su expansión considerando las
implicancias de las marcadas diferencias entre los documentos del
siglo XVI y la información arqueológica actual sobre la emergencia
de la política Inca. La complementariedad y los conflictos entre las
fuentes históricas y arqueológicas serán analizadas a lo largo del
curso, especialmente relacionados con la cronología, tema de debate
actual. Los temas a tratar incluyen el militarismo, la organización
política y social de la
sociedad inca, los roles del género, la naturaleza de la capital
Imperial, la geografía
sagrada, la ideología y religión, la economía del estado,
las estrategias de la conquista y dominación en los
territorios extranucleares , los efectos de las políticas imperiales
en la vida diaria de las poblaciones dominadas y el colapso del
Imperio como consecuencia de la guerra de las dinastías que se
desataron en el momento del arribo
de los españoles en 1532. Los
casos de estudio van desde
Ecuador hasta Argentina (p. e Otavalo-Quito,
valle de Mantaro, costa norte peruana, valle de Cochabamba y Andes
Orientales, norte de Chile y noroeste de Argentina entre otros). Un
tema actual en la antropología de las sociedades jerarquizadas es el
vinculado con las celebraciones o fiestas
y especialmente la preparación de comida. Interesa conocer el
papel que
tuvieron en contextos públicos partiendo del supuesto de su
fundamental importancia
en la emergencia de jerarquías sociales
y en la negociación de las relaciones de poder creando
alianzas y
relaciones de reciprocidad a futuro (Bray 2003 a y b; Gero 1992;
Gumerman 1997). En
el marco de una organización de tipo imperial es necesario distinguir entre economía
doméstica y economía política. La primera se caracteriza por ser
la economía en donde la producción, distribución y consumo
de bienes, la propiedad o los accesos a los recursos, el
aprovisionamiento de los servicios y la organización del trabajo
se da
a nivel familiar o de unidad doméstica (Chayanov 1966). La
economía política en cambio se vincula con la
producción y distribución de bienes y el rendimiento
de servicios en una integración social por encima del nivel de
familia. Bajo el Imperio
Inca la gente participó simultáneamente en ambas economías,
a veces en sus propias comunidades y unidades domésticas y otras en
contextos exclusivamente estatales. Por lo tanto las evidencias de la
economía política pueden ser encontradas en contextos y en
actividades domésticas como resultado de situaciones acaecidas
en el interior de una escala política mayor como es un estado (D’
Altroy y Hastorf
2001: 6).
En
los Andes la importancia de la reciprocidad, hospitalidad y
celebraciones como componentes claves del estado Inca fue discutido
por John Murra quien señala que un aspecto importante de las
obligaciones recíprocas de trabajo en los Andes fue el conocimiento
que las fiestas debían ser ofrecidas
por el patrocinador otorgando bienes, comida y bebida (op.cit
1980: 97, 121-134). La visibilidad arqueológica del consumo de comida
en contextos domésticos y/o, públicos se
incrementa por el uso de contenedores para la preparación de
la misma y su consumo. En los contextos de legitimación del poder o
de hospitalidad de las elites los conjuntos cerámicos asociados en
eventos de fiestas se usaron para manifestar privilegios y establecer
y
mantener relaciones
asimétricas de reciprocidad entre aquellas y la gente común. En este
contexto la comida fue un requerimiento esencial
en las negociaciones y, los eventos sostenidos por el estado
tuvieron como finalidad demostrar la asimetría de las
relaciones de poder. Los contextos ceremoniales consisten en
aquellos espacios donde se realizaron actividades especiales como
fiestas, sacrificios de animales y rituales. Estos contextos se
distinguen a escala conceptual, pero en la práctica pueden
superponerse. Por ejemplo, los entierros de camélidos y cuyes
completos bajo los pisos de las viviendas, como los recuperados en el
sitio de El Yaral en la costa peruana se los ha interpretado como
ofrendas a los dioses para garantizar la solidez de las residencias.
La composición, ubicación y grado de modificación de los basureros
también puede sugerir si fueron el resultado de actividades domésticas
o de actividades especiales (Jackson y Scott
1995), de actividades diarias o de eventos ocasionales.
La
producción agrícola y ganadera fue fundamental para el sostenimiento
de las políticas del Estado Inca en los territorios dominados.
Sabemos, a partir de la información brindada por la arqueología
y por la etnohistoria, de la existencia de tierras del estado
destinados a la agricultura. La descripción del Padre Cobo (1979:
211,215) de la división tripartita de las tierras y los animales es
la visión clásica de una economía Inca
ordenada aunque menos idealizada que la de Gracilazo quien señala
que las comunidades practicaban una antigua forma de asistencia mutua
(Garcilazo [1609] 1960. Cap. XIV, Libro 11). En general en las tierras
altas andinas, los enclaves de producción fueron establecidos en
valles fértiles aptas para el cultivo de alimentos, en especial maíz,
como en Abancay y Cochabamba (aunque el término maíz pudo ser la mínima
expresión de
una variedad amplia de granos) (Polo 1916; Gyarmati y Vargas 1999;
Wachtel 1982). Arqueológicamente se ha podido constatar en los Andes
Centrales la existencia de
tierras agrícolas estatales en
Cusco; Huánuco
Pampa; Arequipa; Abancay e Islas del Sol y de la Luna en el Lago
Titicaca (Espinoza Soriano 1973; La Lone y La Lone 1987; La Lone
1994; Niles 1987;
Bandelier 1910). También en el Noroeste de Argentina existen
evidencias de la producción agrícola a gran escala. Las
superficies más grandes se localizan
en Coctaca-Rodero en la
provincia de Jujuy
con casi una extensión de campos aterrazados
de 6 Km 2 sobre un cono aluvial
y a
3,700 m s.n.m , aunque según las investigaciones estas estructuras
habrían sido abandonadas antes de ser terminadas como resultado de la
construcción en
un momento tardío de
la vida del Imperio
(Albeck y Scattolin 1991; Nielsen 1996).
Si bien se ha destacado para el momento inca la importancia de
la Quebrada de Humahuaca y de las tierras altas con relación a la
instalación de enclaves estatales,
poco se ha escrito sobre el papel que tuvieron las tierras
bajas y los valles orientales y meridionales durante este momento
(Cremonte y Fumagalli 1995;
Fumagalli 1998).
Otro sector, cuya importancia agrícola se ha destacado en los
últimos años, es el
sector central
del valle Calchaquí en donde
las instalaciones agrícolas más importantes se localizan en
las quebradas subsidiarias de acceso a la Puna como Cachi Adentro,
Luracatao, Angastaco,
Gualfín, y sus cuencas respectivas.
Debido a que este tramo del río Calchaquí ofrece pocos
espacios aptos para la agricultura, los mejores ámbitos se encuentran
en lugares más protegidos
(Cremonte y Williams 2006; WIlliams 2005). Varias fuentes históricas coinciden en la apreciación que el maíz y la carne fueron considerados alimentos de los dioses y por extensión del Inca. Para el cultivo del maíz, uno de los granos más apreciados en los Andes que se prepara tanto tostado como hervido (una vez seco), los suelos fértiles deben ser rotados y sembrados con otras especies para recuperar los nutrientes rápidamente (Cobo 1979). El estricto orden en el inicio del trabajo en las tierras, mencionado por varios cronistas, respondería entonces a las condiciones específicas que los granos requieren en una secuencia de acuerdo a la elevación y al tiempo de maduración (Mitchell 1980; Hastorf 1992). Las tierras altas normalmente deben ser cultivadas antes que las tierras bajas debido a la temperatura y al patrón de las lluvias. Además del maíz, una serie de vegetales completan la dieta en los Andes como la papa, quinoa, poroto, pimiento rojo y sal en sus diferentes formas y, las evidencias botánicas procedentes de qollcas muestran que los Incas cultivaron una mezcla de granos que eran disponibles localmente incluyendo los tubérculos (D’ Altroy 2001: 276). La agricultura prehispánica ha sido abordada en la arqueología argentina básicamente a partir de la evidencia indirecta de los macrorestos vegetales y/o desde la arquitectura de los mismos sitios de producción agrícola (Babot 2001; Capparelli y Raffino 1997; Korstanje 2002; Rodríguez 1996-98; Williams 1996). Últimamente se ha propuesto un enfoque mixto de las áreas de producción (campos agrícolas y corrales propiamente dichos) combinando estudios de diversos microfósiles vegetales y animales extraídos de los suelos o de los soportes para la molienda (Babot 2003; Babot y Apella 2001; Korstanje 2002). El análisis tafonómico también permite ver la ocurrencia de ciertos procesos antrópicos vinculados con el procesamiento de los recursos vegetales (e. g. tostado, molido, fermentado, hervido, congelamiento, etc.) y además de eso, las características de los microvestigios permiten identificar los recursos presentes como residuos. Los animales por su parte , juegan un rol amplio en la vida humana como proveedores de comida, ropa, transporte, compañía, y también como símbolos de status, extendiendo así su significado más allá de sus valores nutricionales y económicos (p.e., Reitz y Wing 1999). En las sociedades jerarquizadas pre-estatales y estatales se ha analizado cómo la desigualdad y las diferencias de status pueden verse reflejadas en el acceso diferencial a los alimentos y en la realización de festines y comidas públicas (Crabtree 1990; Zeder 1991; Gummerman 1997). Bajo este supuesto los conjuntos faunísticos también pueden proveer evidencia de conductas rituales o ceremoniales a través de los sacrificios de animales y la realización de festines o comidas públicas. La información etnohistórica en los Andes Centrales indica que los camélidos domesticados pertenecían al Inca, mientras que los camélidos silvestres pertenecía al Sol (Dedenbach 1991). Por ello el estado invirtió energía en criar y cuidar grandes rebaños que fueron usados para mantener el ejército imperial, los sacrificios y ser consumidos en las fiestas públicas (Sandefur 2001). En los Andes el uso simbólico de los camélidos (Lama spp), cuyes (Cavia porcellus) y pato almizclero (Cairina moschata) cuenta con evidencias etnográficas (Bolton 1979; Morales 1995; Göbel 2001), etnohistóricas (Dedenbach 1991) y arqueológicas (Sandweiss y Wing 1997; Silverman 1988; Stahl 2003; Wheeler 1996). Para el NOA contamos con información sobre la ponderación de la ganadería y/o la caza para momentos incas como podemos ver en la quebrada de Humahuaca y valles orientales de Jujuy en donde la ganadería si bien aparece como la principal fuente de recursos animales, también la caza de camélidos silvestres y de cérvidos continuó siendo una actividad relativamente importante como complemento de la dieta (Madero 1991). Por su parte, en el bolsón de Andalgalá en Catamarca, la ganadería aparecería como actividad casi exclusiva y la caza de cérvidos o chinchíllidos era un fenómeno ocasional (Madero 1996).
En suma, en este curso se ofrecerá nueva
información sobre el carácter y naturaleza de las organizaciones
sociales prehispánicas del Area Andina y se analizará
la importancia que las fiestas y ceremonias tuvieron en la
construcción del poder en donde las elites buscaron crear límites
sociales reconocibles a través del consumo de alimentos especiales y
del uso de conjuntos cerámicos específicos. Para el caso Inca
interesa alcanzar un acercamiento a los procesos micro políticos para
contrastar los modelos
generales de expansión imperial con el objeto de ir entendiendo al Tawantinsuyu
como una entidad política dinámica que enfrentó particulares
circunstancias en cada región anexada (Gero y Conkey 1991; Shanks y
Tilley 1987).
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