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Newsletter Nº 11


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REFLEXIONES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA  ANTROPOLOGÍA  SOCIAL

Roberto Ringuelet

Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Email: rringuelet@ciudad.com.ar

Antropología Social - FACSO - UNCPBA

 

Palabras claves:  antropología nacional  - estilos de antropología - historia de la antropología

Keywords: national anthropology - styles  of anthropology - history of the anthropology

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Quisiera compartir en esta oportunidad con los lectores del Newsletter, algunos comentarios coloquiales derivados de mis últimos escritos y participación en foros académicos sobre un tema en particular: Los dilemas en la constitución de un campo antropológico nacional, enfocando asimismo los contenidos enseñados y su implementación pedagógica en las carreras de antropología (Ringuelet 2007a, 2007 b).

El marco del cual parto, es aquel general que delineaba en un reciente artículo sobre la historia de la antropología social argentina escrito a solicitud del Journal des anthropologes (Ringuelet 2007a). Allí, La perspectiva de análisis adoptada fue la consideración del condicionamiento sociohistórico del conocimiento de la antropología social. O sea la evolución conjunta de la teoría y el contexto político económico - institucional – cultural. Entendiendo que esto lo podemos referir tanto a los grandes ámbitos académicos, cuanto a las esferas y procesos locales de nuestra actividad. O sea, decimos que en las tareas institucionales cotidianas, en la construcción de los saberes profesionales y en los vínculos establecidos con la población estudiada, debemos tener en cuenta las particulares condiciones sociales de producción teórica, en función de comprender la propia teoría y tarea institucional. O sea, son las condiciones de realización de cualquier proceso de investigación (Samaja 1993).  En la oportunidad dimensioné estas condiciones de realización en una serie de aspectos y en la obra de Hebe Vessuri (a su vez inspirada principalmente en Jamison)  sobre estudios de la ciencia encontré algunas similitudes analíticas que me ayudaron a hacer un mejor ordenamiento (Vessuri 1994, 1995a, 1955b) (1)

Para considerar las historias nacionales de la teoría, habíamos retomado en principio el uso que Roberto Cardoso de Oliveira hizo del término “antropologías periféricas” en relación al de “estilos de antropología” (Cardoso de Oliveira 1988, 1995, 1999). Este autor, inspirado en Granger, aludió a las diferencias nacionales en el ejercicio de la antropología con el concepto de estilo, como una redundancia o excedente de sentido de la capacidad explicativa del conjunto de las teorías básicas que fueron generadas en los “países centrales”  (matriz disciplinar). Creo que queda la discusión abierta (si bien contemplada por Cardoso), de si tal matriz generada en las “antropologías centrales”, agotaría el conjunto de enfoques teóricos. A mi juicio, al menos quedaría por ver mejor el papel que cumplieron en nuestras academias americanas la incorporación de los enfoques “indianistas”, los estudios sobre la situación colonial y asimismo los estudios trans -  disciplinarios de la dependencia, todos con una neta impronta americana. De una u otra manera, con o sin aportes nuevos, para Cardoso se trata de ver los usos particulares nacionales de la teoría, a lo que sumó complementariamente las idiosincracias de las producciones académicas nacionales. 

VIVENCIAS COMPARATIVAS DE LAS ANTROPOLOGÍAS ARGENTINA, BRASILERA Y MEXICANA

Observemos que el actual campo cultural constituído por la antropología social Argentina, se configura mediante una producción intelectual desigual, mediante variaciones regionales y está atravesado por vinculaciones cruzadas desde la interdisciplinariedad. Si bien se basa en amplios acuerdos académicos, tiene una estructuración abierta del campo, que no está suficientemente unificado en cuanto a padrones de evaluación de acceso y desempeño. Esto comporta grados de conflictitividad y opacidad (Ringuelet 2007a).

Variablemente, pero por lo menos desde hace una década de manera general, el interés de los antropólogos de los “países periféricos” por sus propias antropologías, su originalidad teórica o sus modos particulares de producción de conocimiento, se fue acrecentando. Yo recorto aquí la referencia a algunos de los principales centros académicos americanos en los que he tenido una experiencia directa: Argentina, Brasil y México.

Podemos entender esto, en un primer y amplio supuesto, como un derivado del crecimiento de nuestras antropologías nacionales y por la misma complejidad teórica y metodológica de nuestra disciplina en un mundo que acelera sus conexiones. Esta búsqueda de identidades nacionales ha sido simultáneo a pensarse en situación internacional – intercultural. En nuestro país, una manifestación importante de esto ha sido su instalación como tema de investigación y motivo de mesas y paneles en eventos científicos.

Este desarrollo del estudio de las historias de las antropologías nacionales, tema que se cruza con el de las teorías antropológicas en general, ha tenido una evolución diversa según los países.  A partir las décadas del 60´ y 70´ del siglo XX, cuando a nivel de las “antropologías centrales” se experimentaban cambios teóricos y académicos, de diversa manera también hubieron cambios en las academias nacionales de la “periferia” americana (refiriéndome, como decía anteriormente, a nuestro país, a México y a Brasil) que se orientaron diferencialmente. 

Cuando en los años 70´ fui a hacer un postgrado al Museo Nacional de Río de Janeiro, asistí a un notable curso sobre cambio social que dictaba el director del Programa, Roberto Cardoso de Oliveira, con quien tuve la oportunidad de mantener largas charlas sobre las antropologías Argentina y Brasilera.  Por otra parte tomé, entre otros, un curso de antropología económica con el Profesor Luiz de Castro Faria, tradicional figura de la antropología brasilera, que había acompañado a Lévi – Strauss en su estadía en Brasil. El mismo, también dictaba un curso sobre la historia de la antropología brasilera. Era una materia para mí atractiva, pero no prioritaria en ese momento y no la cursé; mas adelante, al desarrollar un interés por la propia historia de la antropología argentina, lamenté no haberlo hecho. 

En esa época, no existía en la Argentina como curso una historia de la antropología argentina, aunque los jóvenes graduados y profesores autodefinidos como antropólogos sociales, sí considerábamos una historia nacional, aunque desde una visión muy crítica, desde un presente concebido en construcción (Ringuelet 1992, 1999). De tal manera, veíamos la antropología social como un nuevo conocimiento fundante. 

A su vez, estando posteriormente en México a principios de los 80´, como Profesor de teorías antropológicas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (en donde eran profesores también algunos colegas argentinos, como Ivan Baigorria y Néstor García Canclini), observé que, si bien contaban con numerosas materias cuatrimestrales de teoría antropológica, no había propiamente una materia referida a la antropología mexicana. Es verdad que se hacía una mención diversa a un pasado antropológico en textos y foros diversos.

Pensando en estas diferencias, podríamos observar que en el caso de Brasil, hubo poca presencia académica en el siglo XX de la antropología evolucionista o historicista de tipo decimonónico (de presencia tan excluyente en Argentina)  y, por otra parte, ya desde los años 40´, se desarrolló una antropología con variados componentes ya mas culturalistas, ya mas funcionalistas y diversas visitas de antropólogos extranjeros. Esto configuró una mayor continuidad académica y, en la época en la que realicé mi postgrado, los antropólogos brasileros se reconocían fundando una nueva etapa (sea en San Pablo o en Río de Janeiro, con diversos enfoques), pero con ilación con el pasado. Paralelamente, hubo una continuidad en el transcurso del siglo XX de una práctica indigenista nacional muy visible, de tipo integracionista, que interpelaba al mundo académico. La moderna antropología brasilera de los años 70´, rescataba como historia las tradiciones de estudios indígenas y campesinos, en un país en donde el peso histórico y presente de estas poblaciones era significativo y reconocido. Esto habría ayudado a crear una línea de estudios “con color local”.  La nueva antropología pudo absorber al menos en parte los estudios mas tradicionales y sino toda la política indigenista, muchos aspectos “positivos”  de la acción pública.  Por otro lado, es verdad que las visiones críticas de los años 60´ pasaron mas por la sociología y la economía, teniendo el Brasil un papel importante en las teorías de la dependencia y del subdesarrollo. En su conjunto, creo, la antropología no asumió mayoritariamente aquellos enfoques. En este sentido podríamos citar a Darcy Ribeiro, aunque quizás más que por su obra en sí, por su activa presencia política institucional, lo que lo obligó a exiliarse con el golpe militar. En la época de mi primera estadía en Brasil, ya plenamente instalado el gobierno militar en su período mas duro, la academia antropológica pudo avanzar (especialmente el postgrado de Río de Janeiro) con el apoyo de organismos internacionales, no siendo frontalmente cuestionada, así como tampoco la anterior política indigenista. 

En el caso de México, hay dos aspectos comparables con Brasil y son la mayor continuidad relativa a partir del despegue de la antropología mexicana en el período post revolucionario. Y asimismo el acompañamiento de una fuerte y visible política nacional integracionista indígena campesina que incluía el rescate arqueológico - etnográfico con su correlato académico. En las últimas décadas del siglo XX, el peso de la población campesina indígena mexicana, real y simbólicamente (en la retórica del discurso público post revolucionario del Partido Revolucionario Institucional) fue muy grande y asumido por el Estado en diversos instituciones públicas específicas (lo que proporcionalmente fue menos significativo en Brasil).  Por otra parte, los primeros desarrollos de la academia ya avanzado el siglo XX, estaban fuertemente influidos por la antropología culturalista norteamericana tanto en la teoría cuanto por lazos institucionales. Quizás estas circunstancias históricas opacaron una elaboración más independiente de la antropología mexicana, y a la vez esto contrastaba con la consideración pública amplia y pujante del tema indígena campesino.  

Yo ya conocía la vida mexicana en mis tiempos de estudio en Brasil, por la bibliografía arqueológica y etnográfica, pero hice un salto cualitativo en este conocimiento, por la visita al postgrado del Museo Nacional del que sería uno de los grandes teóricos mexicanos, Guillermo Bonfil Batalla. Llegó como  Profesor invitado a dictar una historia social de México y un curso sobre políticas indigenistas en América Latina. Bonfil, junto a otros colegas, había publicado el texto crítico "Del indigenismo de la revolución a la antropología crítica", en un libro conjunto con otros colegas: “De eso que llaman la antropología mexicana” (Bonfil y otros, 1970). Constituían un grupo de jóvenes antropólogos que, diez años después, cuando voy a México en 1980,  ya formaban parte del mundo académico reconocido que, por otra parte, se había ampliado muchísimo mediante centros de investigación, acción pública y enseñanza. Creo que aquellos aspectos críticos si bien marcaban un corte, constituían señalamientos para reorientar una acción indigenista y (menos) una política académica. Comparando la situación mexicana con el “corte” argentino que establecieron los antropólogos sociales versus la antropología histórico cultural bormidiana y folklorizante al estilo mas tradicional, se trata de diferenciar: Por un lado, una política indigenista genocida y etnocida (Argentina), derivada del siglo XIX, con una población campesina indígena relativamente mas reducida y silenciada; situación que mayoritariamente la academia antropológica apoyó y dio su contribución teórico justificativa. Por otro lado, en México, al fin y al cabo, se trataba de la política indigenista y de la política cultural de la primera gran revolución popular del siglo XX. Mas allá de su posterior degradación .

 En la Argentina, los antropólogos sociales, tanto los de la primera época fundacional de las décadas de 1960 y comienzos de la siguiente, cuanto aquellas primeras camadas post Proceso Militar, establecieron un corte marcado en la memoria profesional con la antropología anterior, diferenciada en enfoque teórico y posicionamiento político, mas allá de las diferencias internas a esa antropología social y de las continuidades que se fueron reconociendo después. En Brasil y México, cuando los antropólogos asumieron nuevas orientaciones teóricas y cambios institucionales, lo hicieron con un sentido más bien reformista y con cierta diversidad según las localidades. En Argentina, el carácter marcadamente evolucionista historicista al estilo del siglo XIX se mantuvo hegemónico hasta mediados del siglo XX, pese a desarrollos puntuales de corte cultural – funcionalistas más modernos. Y fue correlato, como expresábamos mas arriba, de una política genocida y etnocida desde el siglo XIX.  O sea que, merced a ese corte histórico, nos hemos reconocido contrastivamente dentro de una continuidad histórica propia.

VOLVIENDO AL PRESENTE DESDE OLAVARRÍA

Quisiera cerrar estos comentarios con una referencia a la situación argentina en los tiempos de reinicio de la democracia y a la fundación de nuestra carrera. La situación de las grandes teorías antropológicas (y sociales en general) era de incertidumbre y replanteos.  Se llegó a discutir incluso si existía una (teoría de la) antropología social en Argentina (Ringuelet, 1992).  Había un interés bastante generalizado en hacer una crítica histórica y (para algunos) era tal lo que había que construir que partían de la idea de tabla rasa. Por otra parte, otros (entre los que me incluía), queríamos señalar los aspectos positivos de la nueva antropología social y rescatar la primera etapa fundacional de los años 60´- 70´. Estas discusiones formaron parte de un reacomodo institucional que se fue asentando en la primera década de normalización, y el nuevo plano de discusiones mas recientes ya no trata la misma existencia de la disciplina sino los dilemas teóricos y las condiciones de producción científica. Aunque esto no derivó en una plena integración en la enseñanza de una antropología argentina, sino fragmentariamente.

Es interesante el caso de nuestra carrera de antropología social en Olavaria, en donde sí, de diversa manera se le dio particular importancia, si se quiere, a esa mirada hacia el interior de la antropología. Quizás en Olavarría concurrieron a estos fines dos factores circunstanciales: Uno de ellos fue que los dos coordinadores encargados del plan de estudios de antropología social (Hugo Ratier y yo), portábamos una experiencia histórica, tanto dentro de la misma historia de la antropología argentina, cuanto por la experiencia comparativa en otros países. Por otra parte, se trataba de crear un centro nuevo, sin el peso de los compromisos previos de un centro tradicional, como podría ser la UBA o La Plata. Compensar la tradición implica realizar un esfuerzo de creatividad, que fue lo que se intentó, con un éxito razonable. Originalmente estaba contemplado la integración de los desarrollos teóricos argentinos y latinoamericanos en los cursos destinados a la historia de las teorías (esto varió según los dictados) y asimismo se incluyeron como materias una Antropología Social Argentina y una antropología regional: Antropología de la Región Pampeana. Asimismo, muchos cursos específicos se orientan explícitamente por la presentación teórica en el marco de sus condiciones sociales de producción, incluyendo los desarrollos argentinos y regionales  en particular, como lo hago en la materia que dicto hace varios años: Antropología Rural.

NOTAS

1) Las dimensiones consideradas fueron: La construcción del objeto de estudio y la inclusión social de la investigación, la construcción particular de la matriz teórica, las relaciones interdisciplinarias y el proceso de institucionalización.

BIBLIGRAFÍA

- BONFIL BATALLA, Guillermo y otros. 1970. De eso que llaman la antropología mexicana. ENAH, México.

- CARDOSO DE OLIVEIRA, Roberto. 1988. Sobre o pensamento antropológico. Tempo Brasileiro, Rio de Janeiro.

- Cardoso de  Oliveira Roberto y RUBEN Guillermo (comp.). 1995. Estilos de antropologia. Campinas, Editora da UNICAMP.

- CARDOSO DE OLIVEIRA, Roberto. 1999. “Antropologías periféricas vs antropologías centrales”. En: Temas de antropología social, Actas del V Congreso Argentino de Antropología Social. Facultad de Humanidades y  Ciencias de la Educación, UNLP. La Plata.

- GRANGER, Gilles – Gastón. 1968. Essai d´une philosophie d´style. Armand Colin, Paris.

- JAMISON A. 1982, National configuratios of scientific knowledge. Lund, University of Lund.

- RATIER, Hugo y RINGUELET, Roberto.1997. “Construcción de la Antropología Social en La Argentina”. En Horizontes Antropológicos, Porto Alegre.

- RINGUELET, Roberto. 1992.  “A Propósito de la Antropología de los Años 90”. En: Publicar nº. 2, Buenos Aires. 

- RINGUELET, Roberto. 1999. “La antropología social en la Universidad Nacional de La Plata (discurso de apertura)”. En: Temas de Antropología Social , Actas del V Congreso Argentino de Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP, La Plata.

- RINGUELET, Roberto. 2007 a.  Une perspective contemporaine de l´anthropologie social argentine.  Journal des Anthropologues,  Association Francaise des Anthropologes 110-111: 131-159. Paris.

- RINGUELET, Roberto. 2007 b. “Aspectos de la historia social de las teorías antropológicas en Argentina”. En: RAGGIO, Liliana, Martín, Alicia y Margulies, Susana, comp. La transmisión de las teorías antropológicas. Cómo formamos a los futuros antropólogos?.  (simposio del VIII Congreso Argentino de Antropología Social). Depto. de Antropología, FFyL, UBA.

- VESSURI, H. La ciencia académica en América Latina. 1994. En: Revista de Estudios Sociales de la Ciencia  vol.1(2): 41 – 77, Bs. Aires. 

- VESSURI, Hebe. 1995 a. El crecimiento de la comunidad científica argentina. En. Cadernos de História e  Filosofia da. Ciencia,  Série 3, vol. 5:  173 – 222, jan. dez. Campinas. 1995a.

- VESSURI Hebe. 1995 b. “Estilos nacionais da antropologia?, in  Cardoso de  Oliveira e Guillermo Ruben comp. Estilos de antropologia. Campinas, Editora da UNICAMP.

-  SAMAJA, Juan. 1993. Epistemología y metodología.  EUDEBA, Buenos Aires.

CURRICULUM VITAE DE ROBERTO RINGUELET