Capacitaciones

Newsletter Nº 10


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CAPITAL SOCIAL Y REDES SOCIALES: INTRODUCCIÓN A UNA REFLEXIÓN CRÍTICA 

Dr. Oleg Stanek

oleg_stanek@uqar.qc.ca

Universidad del Québec en Rimouski-GRIDEQ

 

 Palabras claves: capital social, redes sociales, efectos externos, comunidades, confianza;

Keywords: social capital, social network, external effect, communities, confidence.

 

CAPITAL SOCIAL

A lo largo del siglo veinte, la noción de «capital social» despunta esporádicamente en varios campos de ciencias sociales, especialmente los que se relacionan con la educación. Se trata sin embargo de un uso metafórico, que pone de relieve el hecho básico, reconocido muy generalmente, que ciertas relaciones sociales favorecen la eficiencia de diversas formas de actuar en el medio social. Desde L. J. Hanifan, un inspector de escuelas rurales en la Virginia del Oeste, que en 1916 empleó esta idea para explicar los resultados superiores de los alumnos en ciertas comunidades (Putnam, 2000, p. 19), pasando por la

socióloga urbana Jane Jacobs en los años cincuenta al economista de la educación Glen Loury (Loury, 1970), se redescubre periódicamente esta noción sin dejar un impacto duradero en las ciencias sociales.

La primera construcción de un concepto relativo al «capital social» realmente impactante fue realizada por Pierre Bourdieu. En el artículo de dos páginas que lo introduce, Bourdieu propone una definición simple: «El capital social es el conjunto de recursos actuales o potenciales relacionados con la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de entre-conocimiento y entre-reconocimiento; o, en otros términos, con la adhesión a un grupo …» (Bourdieu, 1985, p. 2). Bourdieu, tratando entonces de renovar la reflexión marxista sobre los fenómenos sociales modernos, agrega una cuarta forma de «capital» a su aparato analítico que le permite una descripción más realista de las clases sociales francesas que el economismo marxista ortodoxo. Además del clásico «capital económico», un individuo dispone también de su «capital cultural» (su currículo con diplomas de escuelas más o menos afamadas) y «simbólico» (el prestigio que le otorga la adhesión a ciertos grupos sociales).

El capital social refiere a los recursos que uno puede movilizar a través de sus amigos, allegados o relaciones más lejanas. Estos incluyen no solamente bienes materiales o financieros, pero también informaciones, contactos influyentes, protección, etc. Se trata de una manera «sabia» de designar una realidad bien conocida de la vida social. Lo que resulta nuevo en este enfoque es la importancia teórica inédita en un marco marxista y estructuralista que se otorga a la trama de relaciones personales comunes de la vida cuotidiana. Los marxistas (asimismo que los funcionalistas discípulos de Parsons aunque por razones diferentes) habían siempre despreciado este nivel de epifenómenos sociales que se consideraba supeditado a la macro dinámica de relaciones de clase.

El concepto de «capital social» entra así en el ámbito de ciencias sociales[i] aunque su influencia quede acotada por la audiencia de Bourdieu. Cinco años más tarde (1990), un otro sociólogo, James Coleman, lo transforma en un fenómeno de moda científica que invade todas las ramas de ciencias sociales. En las revistas sabias asimismo que en los congresos, las referencias a este concepto se vuelven omnipresentes. El capital social parece explicarlo todo. ¿Por qué hay países (regiones, comunidades) ricos? Porque tienen mucho capital social. ¿Por qué la gente es sana, feliz, educada, respetuosa de las leyes, etc.? Porque vive en lugares donde el capital social abunda. Se trata de una panacea del desarrollo económico y social que, una vez empotrado en la estructura del grupo, acarrea todos los beneficios imaginables.

Dos causas explican el éxito aplastante de la versión del concepto popularizada por Coleman. Primero, su sociología, fundamentada en la rational action theory, aprovechaba una audiencia mucho más amplia que Bourdieu, lejos de las disputas de camarillas marxistas. Secundo, aunque la base del concepto permanece la misma (Coleman cita a Bourdieu), su extensión se vuelve mucho más amplia:

 

 «Social capital is defined by its function. It is not a single entity, but a variety of different entities having two characteristics in common: They all consist of some aspects of social structure, and they facilitate certain actions of individuals who are within the structure. […] Like other forms of capital, social capital is productive, making possible the achievement of certain ends that would not be attainable in its absence. […] Unlike others forms of capital, social capital inheres in the structure of relations between persons and among persons.» (Coleman, 1990, p. 302)

 

Los ejemplos presentados por el autor integran en el capital social varios fenómenos que van mucho más allá de los «recursos que procura una red de relaciones personales»: se agregan organizaciones y asociaciones voluntarias, participación en actividades sociales y políticas, los resultados «involuntarios» de acción colectiva, los sistemas de reglas de conducta en el grupo, particularmente aquellas relativas a la reciprocidad simple y generalizada y, sobre todo, el grado de confianza que ellas generan. De repente, el «capital social» se hincha con un contenido farragoso de elementos disparatados que conciernen casi toda la vida social. Esta pérdida del poder analítico del concepto no escapa a Coleman que nos advierte que «This concept [social capital] groups some of those [social] processes together and blurs distinctions between types of social relations, distinctions that are important for other purposes.» (Idem, p. 305)

Aunque la mayoría de autores que lo emplean atribuyen al «capital social» un sentido eminentemente positivo, es claro que este prejuicio no es cierto. El mismo Coleman subraya la existencia del lado oscuro de esta realidad social: el Ku Klux Klan concretiza también formas relacionales de solidaridad comunitaria que se traducen en una «inversión» de capital social.[ii] Sin embargo, admitiendo que las formas del «capital social» introducidas por Coleman propician y fortalecen la acción individual y colectiva, nos consta que su empleo no crítico bajo la forma de elementos aglutinados conduce a conclusiones a menudo ingenuas y a veces puramente ideológicas. Hay que analizar separadamente sus componentes más homogéneos, aunque todavía muy complejos: 1) redes sociales (la definición inicial de Bourdieu); 2) efectos externos; 3) formas asociativas y grupos comunitarios; 4) las reglas sociales, especialmente tácitas; 5) la confianza. Estas dimensiones no pueden simplemente ser agregadas de una manera maciza para formar un conjunto uniforme[iii] e intervienen cada una según su lógica propia. No es posible, naturalmente, abordar en esta corta nota estos problemas, ni siquiera de una manera alusiva. Vamos a contentarnos con unas indicaciones básicas con respecto a las redes sociales y con una simple referencia a la teoría de efectos externos.

¿HACIA EL OCASO DEL CAPITAL SOCIAL EN EL OCCIDENTE?

Mas antes de enunciar algunos elementos a este respecto, tenemos que mencionar otro estudio clásico: se trata del best seller de Robert Putnam Bowling alone (Putnam, 2000). Putnam se plantea el problema de describir la evolución del capital social en los Estados Unidos durante el siglo pasado. Para de llevar a cabo su proyecto, tiene que simplificar vigorosamente la definición operatoria del capital social: por ejemplo, la falta de dados no le permite un estudio de redes sociales y le sustituye unos indicadores bastante imperfectos (encuentros con amigos, participación en eventos, etc.). Sin embargo, su conclusión parece sólida: después de los años sesenta, el capital social norteamericano, aunque uno entre los más fornidos del Occidente, se está desvaneciendo. Todos los numerosos indicadores que Putnam emplea lo muestran: las conexiones sociales entre la gente se vuelven más flojas y tenues, la vida asociativa decae. ¿Por qué? La respuesta del autor no es muy convincente (cambio de generaciones, 33%, + televisión, 33%, + trabajo femenino, 10%, + barrios cerrados, 10%, + ¿?) pero el análisis espacial de la distribución del capital social y de sus relaciones con otros indicadores sociales es sumamente interesante. Con otros sociólogos eminentes, Putnam revisita esta problemática en varios países industrializados (Putnam, 2002) y, recientemente, (Putnam, 2007), se interesa al impacto de las migraciones sobre la construcción o la destrucción del capital social.

El estudio de las comunidades y sociedades rurales experimentó también una profunda influencia del «capitalismo social». Citemos aquí solamente los trabajos de Flora y Flora (Flora y Flora, 2004) que constituyen un dechado de este enfoque, revistiendo una forma cándida y optimista.

REDES SOCIALES 

El estudio de las redes sociales es un objeto reciente de la sociología, aunque sea anterior al interés por el capital social. Se reconocen generalmente dos fuentes de esta disciplina: por un lado, la sociometría de Jacobo Lévy Moreno (Moreno, 1934), por otro lado, el estructuralismo de la escuela de Radcliffe-Brown. El juego bastante complejo de diversas influencias[iv] que conduce a sus primeras formulaciones está descrito con detalles en el libro de John Scott (Scott, 2000). La palabra «red social» (social network) fue forjada por el antropólogo inglés John Barnes (Barnes, 1954) y sus primeros resultados «clásicos» se deben en particular a la psicóloga y antropóloga Elizabeth Bott (Bott, 1957) y otros investigadores de la escuela de Manchester.

La teoría de las redes sociales experimentó un impulso decisivo: su evolución fue marcada por las aplicaciones de la teoría de los grafos y en su seno se han desarrollado descripciones topológicas de numerosas estructuras que una red social puede representar.[v] Varias aplicaciones de esta teoría, incluyendo campos tan diversos que la epidemiología y los estudios de las comunidades, han inspirado asociaciones científicas y una profusión de congresos y publicaciones.[vi]  Si no podemos dar ni siquiera una idea aproximativa aquí de esta problemática en plena efervescencia, vamos a mencionar sin embrago dos trabajos clásicos cuyo impacto en la teoría del capital social ha sido duradero. Primero, la contribución de Mark Granovetter (Granovetter, 1973) que distingue en las redes los lazos fuertes (de parentesco, amistad, etc.) y los lazos débiles (relaciones más superficiales) mostrando la importancia estratégica de los segundos para los flujos de la información. Otro aporte frecuentemente citado fue la investigación de Gittel y Vidal (Gittel y Vidal, 1998) que introducen los conceptos de bonding y bridging capital social, traduciendo de una manera más topológica las ideas de Granovetter – pero también aquellas, clásicas, de «camarillas» y de «puentes» estratégicos entre ellas.

EFECTOS EXTERNOS

La problemática de efectos externos, parte integrante del capital social de Coleman, es mucho más antigua y por lo tanto aun más rica: introducida por el afamado economista inglés Alfred Marshall, ella tuvo muchísimas aplicaciones en economía y sociología. En la teoría de la acción social, se trata de examinar las consecuencias involuntarias de las acciones humanas. En sociología, estas cuestiones suscitan un interés creciente de Merton a Giddens. En el debate actual sobre el medio ambiente, el «teorema de Coase» (Coase, 1960) constituye un aporte decisivo. El debate se fundamenta en la problemática de costos de transacción y en la «confianza» que favorece las relaciones sociales y se desprende de sistemas simbólicos mucho más profundos.

 

BIBLIOGRAA

Barnes, John, «Class and Committees in a Norwegian Island Parish», Human Relations, 7, 39-58, 1954.

Bott, Elizabeth, Family and Social Network, Tavistock, London, 1957.

Bourdieu, Pierre, «Le capital social», Actes de la recherche en science sociales, no. 31.

Coase, Ronald H., «Social cost», Journal of Law and Economics, octubre 1960, pp. 1-44.

Coleman, James, Foundations of social theory, Harvard University Press (Belknap), Cambridge (Ma), 1990.

Flora, Cornelia Butler y Flora, Jan, Rural Communities: Legacy and Change, Westview Press, Boulder (Co), 2004.

Granovetter, Mark S., «The strength of week ties», American Journal of Sociology, 78, 1973, pp. 1360-1380.

Loury, Glen, «A dynamic theory of racial income differences», en Wallace, P. A. and Le Mund A., éd., Women, Minorities, and Employment Discrimination, Lexington Books, Lexington (Ma), 1977.

Moreno, Jacob Levy, Fondements de la sociométrie, PUF, 2e édition, Paris, 1970 (1934).

Oberschall, A., Social Conflicts and Social Movements, Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1973.

Putnam, Robert D., Goss, Kristin A., Democracies in flux, Oxford University Press, New York, 2002.

Putnam, Robert D., Bowling Alone, Simon & Schuster, New York, 2000.

Putnam, Robert D., «E Pluribus Unum: Diversity and Community in the Twenty-first Century», The 2006 Johan Skytte Prize Lecture.

Scott, John P., Social Network Analysis: A Handbook, Sage Publications, London, 2000.

Wellman, Barry, (dir.) Networks in the Global Village. Life in Contemporary Communities, Westview Press, Boulder (Co), 1999.

 

 

[i] Es decir, un grupo de docentes e investigadores lo emplea refiriéndose a una estirpe conceptual común.

[ii] Oberschall (Oberschall, 1973) también demostró de una manera convincente que  la ascensión del nazismo en Alemania resultó de la captación exitosa del fuerte «capital social» asociativo y comunitario por el partido de Hitler.

[iii] Este problema ocurre también en el caso del capital económico que, bajo su forma física, se presenta como agregado de cosas heterogéneas. Pero al contrario de lo que toca al capital social, existe un proceso social de homogeneización – transformación en valores económicos – que nos permite de lo «medir». Pero hasta allí, el problema no es simple, como lo mostraron las llanadas polémicas de Cambridge. 

[iv] Particularmente el papel desempeñado por los Community Studies en los Estados Unidos.

[v] Hoy, se pueden encontrar numerosos programas que realicen un análisis matemático de redes sociales. Las personas interesadas pueden consultar por ejemplo el sitio http://www.insna.org/INSNA/soft_inf.html que ofrece varios.

[vi] Harry Wellman fundó una asociación muy conocida agrupando investigadores y aficionados. El mismo trabajó sobre los vínculos entre la redes sociales y el concepto de comunidad (Wellman, 1999).