Intersecciones en Comunicación

ISSN 1515-2332 (versión impresa)

ISSN 2250-4184 (versión On-line)
Intersecciones en Comunicación.  n.14 Olavarría ene./dic. 2020


artículo inédito

LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE ESCÁNDALOS MEDIÁTICOS EN ARGENTINA: UN ESTUDIO EXPLORATORIO SOBRE LAS REPRESENTACIONES DE LA CORRUPCIÓN EN EL SITIO WEB DEL DIARIO CLARÍN

Recibido 19/05/2020

Aceptado:2/06/2020

URI:https://www.ridaa.unicen.edu.ar/xmlui/handle/123456789/2322

 Keila Raitzin: Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, (UBA) Argentina. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.[1]

RESUMEN

Algunos autores señalaron que, desde 2012, el Grupo Clarín recurrió a la lógica de la denuncia y el escándalo en torno al tema de la corrupción como parte de una estrategia en su enfrentamiento con el gobierno kirchnerista. Nuestro objetivo es indagar en este sentido mediante un estudio exploratorio sobre la evolución de las representaciones de la corrupción en el sitio web del diario Clarín entre la segunda presidencia de Cristina Kirchner (2011-2015) y el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019). Nuestras observaciones indican que desde 2015 se produjo una profundización de la instrumentalización de los escándalos de corrupción, en el marco de un sistema mediático polarizado y cada vez más desbalanceado en favor del polo antikirchnerista. La intención de fondo es aportar evidencia empírica al debate abierto sobre el rol político de los medios en Argentina y, más ampliamente, en las democracias latinoamericanas, y participar de una discusión teórica global que ha puesto en cuestión los postulados normativos del modelo liberal de periodismo en diversos contextos nacionales y regionales.

Palabras clave: medios - política - escándalos de corrupción

 

ABSTRACT

THE INSTRUMENTALIZATION OF MEDIA SCANDALS IN ARGENTINA: AN EXPLORATORY STUDY ON THE REPRESENTATIONS OF CORRUPTION ON THE DIARIO CLARÍN WEBSITE Some authors pointed out that, since 2012, Grupo Clarín resorted to the logic of the complaint and the scandal around the issue of corruption as part of a strategy in its confrontation with the Kirchner government. Our objective is to investigate in this sense through an exploratory study on the evolution of the representations of corruption on the website of the Clarín newspaper between the second presidency of Cristina Kirchner (2011-2015) and the government of Mauricio Macri (2015-2019). Our observations indicate that since 2015 there has been a deepening of the instrumentalization of corruption scandals, within the framework of a polarized and increasingly unbalanced media system in favor of the anti-Kirchner pole. The underlying intention is to contribute empirical evidence to the open debate on the political role of the media in Argentina and, more broadly, in Latin American democracies, and to participate in a global theoretical discussion that has questioned the normative postulates of the liberal model of journalism in various national and regional contexts.

Keywords: media - politics - corruption scandals

 

INTRODUCCIÓN

Desde la perspectiva del modelo liberal de periodismo -asociado tanto histórica como teóricamente con el mundo anglosajón- los medios de comunicación tienen una función de accountability vertical fundamental para la democracia (Przeworski, Stokes, Manin, 1999). La influencia de este modelo ha sido tal que a nivel global suele predominar la idea normativa de que los medios y sus periodistas deben asumir una posición crítica del poder en general y, en particular, del gobierno de turno (Albuquerque, 2019). De aquí nació la metáfora de los medios como watchdog (perro guardián) (Schudson, 2018).

En este trabajo ponemos en discusión esta expectativa como regla general e incuestionable. Los medios pueden efectivamente desempeñar un rol virtuoso para la democracia. Pero asumir como punto de partida que en todos los casos y circunstancias lo hacen (o lo harán) como si esa fuera su propia naturaleza puede llevar a confusiones.

En esta línea, buena parte de la bibliografía que ha estudiado la relación entre gobiernos y medios en América Latina durante lo que se conoce como el ciclo progresista alrededor de la primera década y media del siglo XXI (Kitzberger, 2012, 2016; Bizberge y Goldstein, 2014; Albuquerque, 2019; Feres Júnior, 2017; Schuliaquer, 2017) ha permitido complejizar el posicionamiento de los medios respecto al sistema político en la región y, de hecho, analizarlos en tanto actores políticos, poniendo en cuestionamiento la supuesta objetividad que le asigna el modelo liberal a la profesión periodística y sobre la que se sustenta su auto percibida autoridad para ejercer como vigilante del poder establecido.

En lo que respecta a los estudios sobre el rol de los medios en relación con el problema de la corrupción, el modelo liberal también es el que ha guiado buena parte de la bibliografía. La idea central tiende a ser que los medios, a través del control que ejercen sobre el poder, contribuyen a reducir la corrupción (Brunetti y Weder, 2003). No obstante, otras investigaciones han analizado la problemática de la cobertura mediática de escándalos de corrupción desde miradas alternativas, con el objetivo de dar cuenta de las particularidades nacionales o regionales, tratando de superar el sesgo liberal o anglosajón (Mancini, 2018).

Nuestro trabajo pretende generar aportes en esta línea para el caso argentino. Con el objetivo general de identificar qué factores influyen en la cobertura de escándalos de corrupción, llevamos a cabo un estudio exploratorio sobre la evolución de las representaciones de la corrupción en el sitio web del diario Clarín entre la segunda presidencia de Cristina Kirchner (2011-2015) y el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019).

Otros autores señalaron que, desde 2012, el Grupo Clarín recurrió a la lógica de la denuncia y el escándalo como parte de una estrategia en su enfrentamiento con el gobierno (Schuliaquer, 2017). Ésta consistió en la coordinación de sus múltiples espacios gráficos y audiovisuales en torno al programa de televisión Periodismo Para Todos, el cual se dedicó principalmente a investigar supuestos hechos de corrupción del kirchnerismo (Carlón, 2016).

Nos proponemos indagar en torno a esta observación e identificar sobre todo cuál ha sido la evolución de dicha estrategia a partir del cambio de gobierno en 2015, ya que a primera vista, al seguir las noticias de los últimos años, se evidencia una continuidad. Incluso parece haberse producido una profundización de la lógica de la denuncia y el escándalo, extendida hacia todo el campo mediático y ya no sólo a las empresas de la principal corporación del sistema, el Grupo Clarín, en un contexto de una marcada polarización asimétrica en el mapa de medios del país, como describiremos más adelante.

En definitiva, la intención es aportar evidencia empírica al debate abierto sobre el rol político de los medios en Argentina y, más ampliamente, en las democracias latinoamericanas ya que si bien aquí nos enfocamos en un caso nacional, el desempeño de los medios en relación con la política puede encontrar paralelos en otros países de la región. Y, en general, intentamos también participar de este modo de una discusión teórica global que ha puesto en cuestión los postulados normativos del modelo liberal de periodismo en diversos contextos.

Para eso, en primer lugar, describiremos nuestro marco teórico y plantearemos el problema de investigación. Luego, presentaremos los resultados del trabajo exploratorio a partir de la identificación de algunos aspectos de la evolución de las representaciones de la corrupción en el sitio web de Clarín desde la asunción de Macri como presidente en 2015. Por último, desarrollaremos algunas reflexiones finales y presentaremos futuras líneas de investigación.

MARCO TEÓRICO

En el campo de la ciencia política ha sido profundamente estudiado el desarrollo de una creciente crisis de la representación a nivel global, que ha contribuido a que a partir de los 80 los partidos políticos y otras estructuras tradicionales fueran reemplazadas cada vez más por otras instancias de mediación, como los medios de comunicación  (Manin, 1998; Sartori, 1998). Esto ha llevado a hablar de un fenómeno de mediatización de la política en buena parte del mundo.

Con la mirada puesta en las democracias establecidas de Occidente, Thompson (2000) denominó política de confianza a la situación en la cual, en este contexto de debilitamiento de las identidades partidarias, ha avanzado una tendencia a prestar atención cada vez más a las características personales de los líderes y de su reputación. Según el autor, esto ha llevado a que los escándalos mediáticos sean usados con frecuencia para atacar a rivales políticos.

Inspirado en este texto, Mancini (2018) incorporó el concepto de instrumentalización para referirse a la lógica prevaleciente en la cobertura de escándalos de corrupción en las llamadas democracias nuevas o de transición de Europa, en las que las condiciones para que los escándalos mediáticos sean utilizados más para atacar a oponentes que para buscar la transparencia del sistema son todavía más marcadas. En estos casos, las identidades partidarias son profundamente débiles, hay una gran volatilidad electoral, el aparato institucional aún se encuentra en disputa y, por lo tanto, los medios suelen actuar como canal principal de comunicación entre la sociedad civil y la política. Bajo estas condiciones, dice el autor, la lógica de la instrumentalización no aparece como una tendencia cada vez más frecuente sino que se desarrolla de forma sistemática, al punto de identificarse lo que llama “assassination campaigns” (Mancini, 2018: 3081).

En el caso de Argentina, también se ha observado el fenómeno global de crisis de la representación, pero con algunas particularidades. Aquí, el debilitamiento de las identidades partidarias, sumado a los efectos de las políticas de corte neoliberal sobre la economía y la sociedad, se tradujo en un clima de impugnación ciudadana de la clase política en general, que alcanzó su punto máximo en el estallido de 2001 (Mauro, 2014).

En este contexto emergió la figura de la gente, término con el que se ha pretendido englobar a los sectores no identificados ni con los partidos ni con los movimientos sociales (Mauro, 2014), aunque no por eso inactivos en el espacio público (Cheresky, 2012). Y, en el plano del sistema partidario, surgió un nuevo formato de organización estructurada en torno a líderes personalistas. El avance de los medios también contribuyó a la centralidad de este tipo de liderazgos, ya que supuso la adaptación de los políticos a la lógica del espectáculo, caracterizada entre otras cosas por una tendencia hacia la personalización (Aruguete, 2013).

La confluencia de estos factores, en el marco de la transición democrática a partir de 1983, llevó a la conformación en Argentina de un tipo de periodismo de investigación que, como supuesto representante de la voz de la gente, se enfocó en denunciar la corrupción política, lo que dio lugar a una creciente predominancia de una lectura moral de la política la cual, durante la década del 90, llegó a convertirse en hegemónica (Vommaro, 2008).

De este modo, se construyó una cultura periodística dominante que puede definirse como “una combinación entre un periodismo de denuncia y un periodismo de opinión” (Schuliaquer, 2017: 128); y los escándalos de corrupción, como herramienta de degradación moral de los denunciados, se convirtieron en un rasgo distintivo del funcionamiento político en el país (Pereyra, 2013).

En síntesis, durante la década del 90 en Argentina, el creciente alejamiento de la ciudadanía y los políticos -como parte de una tendencia global de crisis de la representación-, la instalación de los medios como la voz de la gente -en el marco del fenómeno también internacional de mediatización de la política-, y con el agravante de la crisis socioeconómica local -cuyos efectos se hicieron cada vez más notorios e insostenibles hacia la denominada crisis de 2001- funcionaron como condiciones que fomentaron en Argentina la instrumentalización de los escándalos de corrupción, en el sentido de utilización de la lógica de la denuncia y el escándalo en los medios para atacar a rivales políticos.

¿Cómo evolucionaron las condiciones de la instrumentalización en el nuevo siglo? Cuando Néstor Kirchner asumió como presidente en 2003 de la mano de una facción del Partido Justicialista (PJ), lo hizo desde una posición de gran debilidad. Debía no sólo gobernar un país todavía devastado por la crisis socioeconómica sino también consolidar su liderazgo tras obtener tan sólo el 22% de los votos, en el marco de un profundo clima de rechazo a la política y de una alta fragmentación de las dirigencias.

Ya en los inicios de su mandato, consiguió constituir un electorado poselectoral, expresado como estado de la opinión pública a través de los sondeos (Cheresky, 2004). Pero también, en el mediano y largo plazo, los gobiernos kirchneristas -con Néstor Kirchner primero (2003-2007) y Cristina Kirchner después (2007-2015), aunque con particularidades en cada etapa- lograron recuperar la legitimidad de la política y reconstruir el vínculo representativo (Mauro, 2014), al punto tal de configurar una nueva identidad política, la “identidad kirchnerista” (Montero y Vincent, 2013: 123).

A pesar de que algunos autores destaquen la permanencia de los dos partidos tradicionales, el PJ y UCR, como principal rasgo de estabilidad del sistema partidario argentino (Malamud y De Luca, 2016), la emergencia del kirchnerismo en tanto identidad tuvo consecuencias no solo en el orden institucional sino también en el plano de la disputa política más general.

La construcción del kirchnerismo en tanto identidad tuvo como contracara la reconfiguración de los espacios de centro derecha y derecha del país (Schuttenberg, 2014). No obstante, la falta de una propuesta capaz de articular de forma exitosa en elecciones presidenciales a los sectores enfrentados al gobierno hacia casi el final de los 12 años de kirchnerismo, cuando se conformó la alianza de Cambiemos (integrada por Propuesta Republicana, la UCR y la Coalición Cívica), provocó que se privilegiaran otras arenas de disputa política por sobre la electoral (Mauro, 2015), como la arena mediática.

La conflictiva relación entre el kirchnerismo y los medios ha sido ampliamente analizada por diversos autores. Ya sea como parte del ciclo político abierto por el ascenso de gobiernos de izquierda o centroizquierda en América Latina a principios del siglo XXI (Kitzberger, 2012), o de una propensión de los gobiernos caracterizados como populistas (Waisbord, 2013), o de una combinación de tendencias globales y regionales con tradiciones históricas locales (Vincent, 2017) el kirchnerismo, sobre todo a partir del quiebre producido por el conflicto agrario de 2008 (Kitzberger, 2016), llevó adelante una política de enfrentamiento con los grandes medios de comunicación. Ésta no se limitó al cuestionamiento de su rol político en general ni al señalamiento específico de la principal corporación, el Grupo Clarín, como rival político central, sino que incluyó también prácticas de comunicación directa y políticas de regulación.

La sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la guerra judicial que siguió para su aplicación finalmente incompleta, la asignación discrecional de la pauta oficial, la creación de medios y la crítica cotidiana de las líneas editoriales y de la pretensión de objetividad del periodismo fueron algunas de las acciones más contundentes.

La confrontación llegó a ser definida como una disputa por la legitimidad de la representación de la ciudadanía (Schuliaquer, 2017), que a su vez trajo como consecuencia la conformación de un marco de polarización en el que la mayoría de los medios pasó a jugar un rol político de acuerdo a su posición frente al gobierno (Schuliaquer y Vommaro, 2014), lo que llevó a hablar de un modelo de periodismo binario (Vincent, 2017), que abarcó no sólo a los medios sino a los propios periodistas, que también tendieron a ubicarse en uno de los dos polos.

Bajo estas condiciones, se observó un retorno de la lógica de la denuncia y el escándalo, que había caracterizado al periodismo de los 90, pero ahora como parte de la estrategia introducida por el Grupo Clarín en su disputa con el gobierno a partir de la segunda presidencia de Cristina Kirchner. En este nuevo contexto, la polarización actuó como sesgo en las investigaciones, por lo que puede hablarse de un watchdog selectivo (Schuliaquer, 2017).

¿Cómo continuó esta situación a partir de la victoria de la coalición de centroderecha liderada por Mauricio Macri en 2015, una vez que el kirchnerismo pasó a la oposición?

Ya desde el primer mes de su mandato, Macri se dispuso rápidamente a desarmar el conjunto de regulaciones del sistema mediático y el tipo de relación entre política y medios que habían caracterizado al gobierno anterior. Su política fue llevada a cabo mediante una retórica modernizadora pero con un marcado “afán conservacionista y restaurador” (Becerra, 2016: 2), a favor de las necesidades de los principales grupos del sector.

Por lo tanto, la polarización del sistema mediático heredada continuó pero de forma desbalanceada: mientras el polo antikirchnerista se expandió, el kirchnerista se redujo. Esto derivó en una sobre representación de la agenda oficialista (Baldoni y Schuliaquer, 2020). Como veremos más adelante, uno de los elementos centrales de esta sobre representación estuvo marcada por la asimetría en la cobertura del tema de la corrupción.

A continuación, presentamos la metodología empleada en nuestro trabajo exploratorio sobre la evolución de las representaciones del tema de la corrupción en el sitio web de Clarín entre la segunda presidencia de Cristina Kirchner y el gobierno de Mauricio Macri.

METODOLOGÍA

Para los fines de este trabajo, nos centramos únicamente en el Grupo Clarín, como principal actor del sistema mediático argentino y por su protagonismo en la disputa entre las grandes corporaciones y el gobierno kirchnerista, contexto en el cual fue identificado como principal impulsor de una estrategia de instrumentalización en un entorno polarizado.

En particular, nos enfocamos en los contenidos sobre corrupción publicados en el sitio web del diario entre el 10 de diciembre de 2011 y el 9 de diciembre de 2019.

El recorte temporal abarca al segundo mandato presidencial de Cristina Kirchner, a partir del cual se ha identificado el inicio del despliegue coordinado de una estrategia de watchdog selectivo en torno al tema de la corrupción, como parte de la disputa entre el Grupo Clarín y el gobierno. Pero también incluye a la presidencia de Mauricio Macri, en función del objetivo de analizar la evolución de las representaciones de la corrupción a partir del cambio de signo en el gobierno en 2015 y a lo largo de los cuatro años de administración macrista, durante la cual el kirchnerismo se posicionó como principal fuerza de oposición y Cristina Kirchner siguió gravitando como potencial articuladora de una alternativa para las elecciones de 2019.

Elegimos el portal, primero, porque éste además de incluir las notas que se publican en la edición impresa del diario, incorpora contenidos propios y levanta temas surgidos en los diversos espacios audiovisuales del conglomerado que en muchos casos no llegan al papel, por lo que consideramos que puede resultar más representativo de la supuesta acción coordinada del Grupo Clarín, especialmente en el marco de un sistema cada vez más caracterizado por la hibridez, es decir, por la interacción entre medios tradicionales y nuevos o renovados (Chadwick, 2017).

Segundo, porque el sitio web ofrece la posibilidad de realizar búsquedas por tema, lo que facilita la recolección de notas sobre corrupción a lo largo de ocho años de forma retrospectiva y objetiva, en el sentido de que el criterio utilizado para seleccionar los artículos no es, en este caso, de la investigadora sino del propio portal.

Así, al introducir el término corrupción en el buscador por tema disponible en el sitio web de Clarín, los resultados arrojan diversas etiquetas que contienen dicha palabra y que permiten visualizar todas las notas publicadas y archivadas en torno al tema de la corrupción, según la propia clasificación realizada por el medio. Al realizar nuestra búsqueda, pudimos ver entre los resultados que las dos etiquetas más relevantes en términos de cantidad de artículos eran Corrupción y Corrupción K (Ver Anexo - Figura 1).

Grfico y Tabla 1

 A continuación, hicimos una revisión de todas las notas archivadas bajo dichas etiquetas, que a su vez hubiesen sido publicadas dentro del período a analizar. Nuestra intención no fue recolectar de forma exhaustiva todas las notas del diario acerca del problema de la corrupción sino que conformamos un universo de análisis de 4110 unidades, compuestas por todas las publicaciones archivadas bajo los diversos temas que contienen la palabra corrupción y que fueron publicadas en el portal durante el período estudiado.

Una vez recogidas las notas, nuestras unidades de análisis, las clasificamos según los siguientes criterios: período (gobierno de Kirchner o de Macri), sección (Política, Mundo, etc.) y tema/etiqueta (Corrupción, Corrupción K, Otros).

A partir de estas clasificaciones, evaluamos: 1) la curva de crecimiento de la cobertura sobre el tema a lo largo de todo el período; 2) la proporción entre el tratamiento de hechos de orden nacional o internacional y el tipo de corrupción más frecuentemente tratada; 3) y, finalmente, analizamos la marcada asimetría entre la atención prestada a casos que involucran a actores políticos de diverso signo.

RESULTADOS Y ANÁLISIS

La evolución de las representaciones de la corrupción entre fines de 2011 y de 2019

Al introducir el término corrupción en el motor de búsqueda del sitio web de Clarín que permite buscar notas por tema, hemos conformado un corpus compuesto por 4110 publicaciones que se corresponden con dicho criterio durante el período estudiado.

La primera observación es que la gran mayoría de estas notas se publicaron durante el gobierno de Macri. En total fueron 3357 (84,58%). Sólo las 612 restantes (15,42%) son de la etapa precedente (Ver Anexo - Gráfico y Tabla 1).

Grfico y Tabla 1

La curva de crecimiento de la cobertura sobre el tema de la corrupción indica un considerable aumento a partir del cambio de gobierno con picos en junio de 2016 (114 notas), luego entre julio y noviembre de 2017 (613 en total en esos 5 meses) y alcanzando el máximo nivel de cobertura en agosto de 2018 (426 notas solo en ese mes) (Ver Anexo - Gráfico y Tabla 2).

Grfico 2

En segundo lugar, vale mencionar cómo ha sido la proporción entre el tratamiento de hechos de orden nacional o internacional, para lo cual observamos la distribución de las notas según la sección en la que fueron publicadas. La diferencia es notoria, ya que 2814 (68,47%) corresponden a la sección Política. En Mundo registramos 440 notas (10,71%). Si consideramos que algunas de las otras secciones como Policiales, Economía y Sociedad suelen publicar información sobre cuestiones locales, dado que las noticias internacionales tienen su espacio específico y diferenciado, podemos considerar que cerca del 90% de las notas sobre corrupción relevadas estuvieron vinculadas con casos de orden nacional más que internacional o de otros países. A su vez, queda en evidencia que la corrupción que más tratamiento ha tenido ha sido la corrupción política o que al menos involucra a actores del escenario político (Ver Anexo - Gráfico y Tabla 3).

Grfico y Tabla 3

 

En tercer lugar, cabe destacar que durante todo el período unas 2393 notas aparecen bajo el tema Corrupción K (56,60%); 1576, bajo Corrupción (37,28%); y el resto, que suman 259 (6,13%), figuran bajo alguna otra de las etiquetas, significativamente menos relevantes en términos de cantidad de notas (Ver Anexo - Gráfico y Tabla 4).

Grfico y Tabla 4

 

Algunos interrogantes a partir del concepto de instrumentalización

A la luz de estos datos puede decirse que el diario Clarín le ha asignado un nivel elevado de prioridad al tema de la corrupción política en su agenda.

Ahora bien, hay dos cuestiones notables a destacar. Por un lado, el incremento de la cobertura a partir del cambio de gobierno. Y, por otro lado, la marcada presencia de notas sobre casos que involucran a referentes kirchneristas o a la propia líder de esa fuerza.

De hecho, Clarín creó el tema Corrupción K para agrupar dichos casos. Si bien esta etiqueta ya se utilizaba durante el kirchnerismo, fue a partir de la asunción de Macri que se empezó a emplear de forma sistemática y se llegaron a publicar 2317 notas bajo esa clasificación, lo que representa un número mucho mayor que el del resto de las notas con la etiqueta más general de Corrupción y de otras menores en términos de cantidad de artículos.

A primera vista, podría pensarse que con el cambio de gobierno se produjo una especie de destape de las supuestas irregularidades e ilícitos cometidos durante la gestión kirchnerista, en un contexto en el que el nuevo gobierno planteó al tema de la corrupción como una de sus prioridades de agenda, y que Clarín y los medios en general asumieron su rol de watchdog, aunque de forma predominante frente a la administración anterior dadas las circunstancias de ola de denuncias contra ex funcionarios.

Es sabido que en Argentina hay una tendencia de la Justicia a avanzar en casos de corrupción contra funcionarios una vez que dejan sus cargos y no mientras los ejercen[2], lo que explicaría en parte la desproporción en las representaciones de la supuesta corrupción kirchnerista y la de otras fuerzas políticas, incluso el propio gobierno de turno, ya que efectivamente varias causas fueron abiertas o tomaron impulso una vez que el kirchnerismo pasó a formar parte de la oposición.

No obstante, algo que llama especialmente la atención es la escasa cantidad de notas enfocadas en Mauricio Macri como actor principal dentro de nuestro universo de análisis, dado que a lo largo de sus cuatro años de gobierno hubo efectivamente varios hechos, denuncias o sospechas que lo involucraron en asuntos que podrían haberse abordado como escándalos de corrupción, como las repercusiones locales de la investigación internacional conocida como los Panamá Papers o las maniobras llevadas a cabo para tratar de condonarle al Grupo Macri la deuda de Correo Argentino S.A., por mencionar algunos.

¿Fueron estos casos abordados por el diario Clarín? ¿Por qué no los vemos representados en nuestro universo de análisis? Para responder a estas preguntas, hicimos una búsqueda específica para cada uno de los asuntos mencionados y lo que encontramos fue que, si bien recibieron tratamiento, las notas al respecto no fueron publicadas bajo la etiqueta de Corrupción ni de ningún otro tema/etiqueta que contenga dicha palabra. 

Esto no sólo es un indicio del enfoque desigual de la cobertura sobre supuestos hechos de corrupción en términos cualitativos (de encuadre, por ejemplo) sino que también tiene consecuencias a posteriori ya que las etiquetas con las que son archivadas las entradas en un sitio web condicionan luego los resultados que aparecen cuando uno realiza una búsqueda en Google u otro buscador.

En resumen, podemos afirmar que la desproporción observada en la cobertura entre casos que involucran a figuras kirchneristas y no kirchneristas, por lo tanto, no responde únicamente a la gran cantidad de investigaciones llevadas adelante por la Justicia una vez que el kirchnerismo dejó el gobierno sino a la manera en la que el sitio web de Clarín ordenó la información tratada, sistemáticamente etiquetando a las notas sobre corrupción kirchnerista bajo el tema de Corrupción o Corrupción K y a las notas sobre corrupción de otros espacios políticos, como el gobierno de turno o el propio Macri, con otro tipo de etiquetas no asociadas a ese fenómeno.

Esto abre la necesidad de complejizar el análisis y abordar el problema de la cobertura mediática de escándalos de corrupción ya no desde la premisa general de que la propia razón de ser de los medios es la búsqueda de la verdad y, por lo tanto, de que detrás de sus investigaciones sobre corrupción está la búsqueda de la transparencia del sistema político, sino desde la mirada alternativa que ofrece el concepto de instrumentalización.

Aquello no implica cuestionar los casos de corrupción en sí ni la necesidad de la ciudadanía de informarse al respecto sino tratar de comprender determinadas características destacadas de la cobertura a partir de la consideración de ciertas particularidades propias de la relación entre el sistema político y el sistema mediático y de diversos elementos coyunturales de la dinámica de la disputa política en el país en cuestión.

En nuestro caso de estudio sobre el sitio web de Clarín identificamos dos tipos de factores que han influido en la cobertura de escándalos de corrupción entre fines de 2011 y de 2019.

Por un lado, se encuentran los factores de tipo histórico-estructural, vinculados con el rol asumido por los medios de comunicación en tanto actores en el contexto de crisis de la representación política durante la década de 1990, pero sobre todo después del estallido de 2001; con el desplazamiento de la disputa política hacia los medios en tanto arena de conflicto, ante la incapacidad de ciertos sectores político-partidarios para reconstituir el vínculo representativo; y con la cultura periodística dominante que se moldeó al calor de dichos procesos.

Por otro lado, se destacan los factores de tipo coyuntural, relacionados con las estrategias dinámicas que los distintos actores fueron asumiendo en la propia disputa política, que llevaron a un enfrentamiento directo entre el Poder Ejecutivo y el principal conglomerado de medios del país, que condujo al desarrollo de un watchdog selectivo en un entorno mediático altamente polarizado y crecientemente desbalanceado a partir del cambio de signo en el gobierno.

CONCLUSIONES

El modelo liberal de periodismo surgió a partir del estudio de lo que se denomina Norte Global. Sin embargo, se constituyó como referencia hegemónica en todo el mundo. En América Latina en general y en Argentina en particular esto ha llevado a la falta de herramientas conceptuales y analíticas que permitan comprender el modo en que se desarrollan diversos fenómenos vinculados con la relación entre el sistema político y el sistema mediático. La cobertura de escándalos de corrupción política es uno de ellos.

En este sentido, la influencia del modelo anglosajón ha sido tal que casi no se pone en duda que una de las tareas primordiales del periodismo sea la de investigar ilícitos o irregularidades del gobierno. Esta es la lógica bajo la cual se ha conformado la cultura periodística dominante en la Argentina, que puede definirse como una combinación entre periodismo de denuncia y de opinión, y que ha marcado sobre todo al periodismo de investigación desde la vuelta de la democracia en los 80.

Un periodismo de investigación que, en un contexto de debilitamiento de las identidades partidarias, posicionó a los periodistas cada vez más como representantes de la voz de la gente, categoría que engloba a una masa ciudadana difusa, desvinculada tanto de los partidos como de los movimientos sociales, pero no por eso ajena o inactiva en la escena pública.

Durante la década del 90, algunos periodistas que construyeron su carrera en este marco y bajo estos criterios llegaron incluso a disputar con los políticos la legitimidad de la representación de la ciudadanía. El tema de la corrupción se instaló en la agenda mediática a través de la lógica de la denuncia y el escándalo y la política pasó a ser interpretada casi exclusivamente desde una lectura moral.

Bajo estas condiciones, el debilitamiento de las identidades partidarias y la creciente mediatización de la política observados a nivel global se expresaron en Argentina a través del avance de un rechazo generalizado a la política por parte de la sociedad. Esto alcanzó su punto máximo a fines de 2001, cuando ante una crisis socioeconómica sin precedentes como producto de las políticas neoliberales estalló una intensa movilización social que puso en juego la estabilidad del sistema político como nunca antes desde la vuelta de la democracia en 1983.

Pese a que el sistema logró reponerse, la reconstitución de la representatividad de la política fue desigual. Mientras los gobiernos kirchneristas lograron reconquistar a ciertos sectores de la sociedad a partir de la construcción de una identidad propia mediante la reivindicación de las luchas contra el neoliberalismo, la oposición político-partidaria se mostró incapaz durante varios años de conformar una alternativa articulada que pudiera representar a los sectores enfrentados al gobierno. Esto propició que la disputa política se desplazara a otras arenas de conflicto, como la mediática, situación que quedó en evidencia en 2008.

Esta particularidad de la dinámica política nacional coincidió a su vez con el avance de una tendencia de los gobiernos de izquierda y de centroizquierda de la región a cuestionar el rol político de los medios. En este contexto, la presidenta Cristina Kirchner se enfrentó con las grandes corporaciones mediáticas del país pero, especialmente, con el Grupo Clarín.

Por parte del gobierno, las acciones incluyeron tanto prácticas de comunicación directa con la ciudadanía como una crítica recurrente a los grandes medios y sus periodistas e incluso iniciativas regulatorias para transformar el mapa de medios y la posición dominante de Clarín. Por parte del multimedio, se observó la asunción de una fuerte estrategia de watchdog lo que supuso un retorno de la lógica de la denuncia y el escándalo que había caracterizado a los 90, aunque ahora de forma selectiva, ya que las denuncias se enfocaron casi de forma exclusiva en los actores vinculados al kirchnerismo. Esta selectividad no fue asumida sólo por Clarín sino que, en el marco de una profunda polarización, los medios y sus periodistas pasaron a jugar un rol político desde una lógica binaria, de acuerdo a su posición a favor o en contra del gobierno.

Con el cambio de presidente en 2015, la coalición de centroderecha liderada por Mauricio Macri se dispuso rápidamente a desarmar las transformaciones aplicadas por el kirchnerismo en el mapa mediático, favoreciendo a Clarín y al resto de los grandes grupos empresarios del sector.

De este modo, la polarización en los medios tuvo continuidad pero de forma desbalanceada, ya que se redujo el polo kirchnerista y se amplió el antikirchnerista, dando lugar a una sobre representación de la agenda oficialista en la agenda mediática.

Esto se tradujo en una asimetría en la cobertura de hechos de corrupción. Según los hallazgos de nuestra investigación, la gran mayoría de las publicaciones sobre el tema estuvieron enfocadas en casos que involucraban a dirigentes kirchneristas, sobre todo cuando el kirchnerismo pasó a la oposición. A partir de ese momento, el diario Clarín comenzó a utilizar de forma sistemática la etiqueta específica de Corrupción K para archivar en su portal ese tipo de artículos, que superaron ampliamente en cantidad a las notas sobre corrupción en general. Pero no sólo eso. También observamos que los principales escándalos de corrupción en los que los protagonistas fueron el propio Macri o miembros de su gobierno, a pesar de haber sido tratados, no fueron etiquetados con el término propio de corrupción.

Así, al colocar la palabra corrupción en el buscador por tema del portal, los resultados arrojan casi exclusivamente escándalos de corrupción del kirchnerismo. Se evidencia una estrategia sistemática por vincular a la corrupción con un sólo espacio político, lo que podría interpretarse como el desarrollo de una lógica de instrumentalización, es decir, de utilización de la cobertura de escándalos de corrupción para atacar la reputación de rivales políticos en el sentido de assassination campaigns, más que para buscar la transparencia del sistema político según los postulados del modelo liberal de periodismo.

El concepto de instrumentalización de la cobertura mediática de escándalos de corrupción permite, entonces, complejizar el análisis y abordar el problema desde una mirada alternativa. Como ya dijimos, esto no implica cuestionar los casos de corrupción en sí ni la necesidad de que sean investigados y divulgados. De lo que se trata es de comprender las características destacadas de la cobertura ya no desde la premisa de que la propia razón de ser de los medios es la búsqueda de la verdad y, por lo tanto, de que detrás de sus investigaciones sobre corrupción está únicamente el objetivo de la transparencia del sistema político, sino a partir de la pregunta por los factores histórico-estructurales y político-coyunturales que influyen sobre el modo en que los medios tratan el problema de la corrupción.

Como última reflexión, consideramos que sería oportuno ampliar esta investigación mediante un análisis cualitativo que permita llegar a conclusiones más específicas sobre el modo en que fue representado el problema de la corrupción en Clarín, así como también extender el estudio a otros medios de comunicación de Argentina, para poder evaluar la incidencia de la lógica de la instrumentalización en todo el sistema mediático y no sólo en su actor preponderante.

AGRADECIMIENTOS

 Agradezco a Iván Schuliaquer y a Pablo Méndez Shiff por sus valiosas indicaciones y sugerencias para la elaboración de este trabajo.

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[1]Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2]Según una investigación periodística del sitio web Chequeado, de 59  casos de corrupción de funcionarios públicos nacionales que ejercieron su cargo entre 1995 y 2016 en Argentina casi el 60% fueron procesados o condenados por la Justicia Federal, aunque sólo en el 9% de estas situaciones la decisión judicial se produjo mientras éstos todavía se encontraban desempeñando su función. En la mayoría de los casos, el procesamiento o la condena se dictó una vez que el funcionario dejó el cargo correspondiente. La investigación se encuentra disponible en el siguiente link: https://chequeado.com/ultimas-noticias/solo-se-juzga-a-los-politicos-cuando-no-estan-en-el-poder-como-dijo-elisa-carrio/

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